El vocablo "romántico".
Será oportuno, creo yo, precisar un poco más la etimología del vocablo "romántico". ¿Qué es romántico? Se dice de una canción de Julio Iglesias que es "romántica", se habla de novelas llenas de romanticismo y hasta hay culebrones que de románticos se pasan a "empalagosos"... Veamos, en principio, la genealogía de la palabra "romántico".
En 1666 Samuel Pepys califica el castillo de Windsor como "the most romantic castle that is in the world". En un principio la palabra "romantic" aparece en Inglaterra allá por el siglo XVII con el simple significado de "like the old romances" (como los viejos romances). Los racionalistas la emplearán en un sentido peyorativo, significando para ellos: bombast, unnatural, chimerical (ampuloso, desnatural, quimérico). Todo aquello que expresa alejamiento de la realidad y desmesurada fantasía puede calificarse, en ese tiempo, como "romántico". El Doctor Johnson hablará de "romántico" como sinónimo de: superfluo, ridículo, absurdidad, ficción increíble...
Pero a la vez se empleará el término para describir determinados paisajes, especialmente caracterizados por su aspecto irreal, grandioso o desolado. Eso quería decir Samuel Pepys cuando llama al castillo de Windsor como el castillo más romántico del mundo. Los franceses van a traducir "romantic" por "romanesque" (fabuloso, irreal...) o "pittoresque" (pintoresco). Será Rousseau, uno de los padres de la modernidad, el que dé un nuevo sentido a la palabra "romántico". El vocablo no indicará a partir de Rousseau una descripción de un objeto (paisaje, castillo, cosa...), sino que desde Rousseau "romántico" indicará una sensación, unos sentimientos del sujeto.
Con este significado pasa la palabra "romántico" a la Alemania agitada por el Sturm und Drang. Jean Paul incorpora la palabra como categoría estética central de la nueva sensibilidad. Lo romántico indicará ahora un estado especialísimo del espíritu, ese por el cual el hombre, extrayendo energía creadora de su desencanto y su desolación, busca, a través de la imaginación y del sueño, el camino de la plenitud y de lo ilimitado.
Ilustración y Prerromanticismo
El romanticismo es una revolución artística, política, social e ideológica tan importante que todavía hoy perviven muchos de sus principios: libertad, individualismo, democracia, nacionalismo, etc. Según Rafael Argullol, el romanticismo "es la auténtica raíz de todo el pensamiento trágico moderno".
Entre 1770 y 1800 "Europa se acostó absolutista y neoclásica y se levantó demócrata y romántica". Gracias a la revolución industrial inglesa (1760-1840), que desarrolla una clase burguesa y sienta las bases del liberalismo; gracias igualmente a la revolución americana con su Declaración de Independencia (1776), que hace de los derechos del hombre su centro y establece la república como forma de gobierno y al pueblo como fuente exclusiva del poder; gracias a la revolución francesa (1789), que proclama los principios de libertad, igualdad y fraternidad (ideales emanados de la Ilustración y llevados a su máximo paroxismo por la organización iluminista de Adam Waishaupt en Baviera -Alemania- cuyos sectarios se infiltraron en los clubes jacobinos)... El Antiguo Régimen -la sociedad tradicional organizada por estamentos sujetos de privilegios y obligaciones- es derribado por la Revolución; los monarcas absolutos -pese a que muchos habían aceptado el Despotismo Ilustrado con las mejoras que entrañaba para el pueblo- temen la amenaza que se cierne sobre sus testas coronadas. La Revolución va a poner en práctica las teorías de Locke -tolerancia y liberalismo; de Montesquieu -división de poderes (legislativo, judicial y ejecutivo); de Rousseau -Voluntad General como Soberana, suplantando la antigua soberanía que era del Rey por voluntad divina.
Pero el siglo XVIII no es sólo despotismo ilustrado, racionalismo y neoclasicismo. Conviven con estas tendencias dominantes las corrientes deístas y pseudo-místicas del irracionalismo (el polifacético artista y poeta William Blake o el teósofo Inmanuel Swedenborg son ejemplos de ello), y se reivindica también el valor de los sentimientos y de la pasión. Tradicionalmente la valoración de lo irracional y sentimental se otorga al siglo XIX, pero en la centuria anterior también se había asumido la importancia de estas zonas de la psique humana, pensemos en la importancia que el siglo XVIII da a la sublimidad (el filósofo Inmanuel Kant dedicará un opúsculo a los conceptos de bello y sublime).
Diderot y Rousseau rehabilitan la sensibilidad, la pasión y el amor por la naturaleza.
No obstante, mientras el pensador ilustrado puede descubrir el valor de la sensibilidad, no hace de ella el núcleo de la existencia humana, mientras el romántico concibe para sí y en sí mismo un alma que experimenta intensamente el amor por la naturaleza, que se consume en sus emociones y en sus dolores, y que en el fondo siempre se busca a sí misma en todo lo que hace.
Marcadores