Berlusconi ha sido uno de los principales impulsores de la llegada masiva y desordenada de extranjeros a la Península Itálica. Lo mismo que el impresentable de Bossi (ese que se gasta discursos contra Roma y el Sur pero luego veranea en las playas de Nápoles), que ha convertido su fantasmagórica y antitradicional "Padania" en uno de los puntos fuertes de la yihad en el continente europeo. Ambos representan intereses económicos por encima de políticos e inevitablemente han promocionado la llegada de cientos de miles de parias dispuestos a trabajar por menos dinero satisfaciendo las necesidad de la oligarquía (y fastidiando un poco las condiciones laborales de los nacionales).
Lo que pasa es que los itálicos pese a la mendacidad del risorgimento y la unificación decimonónica tienen una de las más significadas conciencias identitarias del continente, y ello pese a su acusada diversidad étnica y cultural. En Italia seria impensable que se acabe como en el caos multicultural de Francia, ya vemos que no toleran ni un desmán de los extranjeros y no se duda en formar patrullas ciudadanas que velen por la seguridad. Aquí roban, matan y violan a nuestros compatriotas y tan felices.
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