Mi interés inicial era el relatar brevemente sus orígenes. Respecto a la cuestión de normativizar es, en efecto, algo complejo. De entrada su misión es recoger las "hablas" y definir o especificar tanto el sentido o significado de las palabras, así como de los posibles significantes y modismos. Pero esta es más una labor de diccionario que gramatical. En la nueva normativa, dirigida en su mayor parte a docentes y escritores, se han hecho unas modificaciones morfológicas que costará tiempo incorporar al habla corriente. La RAE no deja de ser la instancia más alta en materia filológica, atender a sus normas es lo adecuado, pero siempre nos quedan textos clásicos como el María Moliner, los de Miranda Podadera, el Diccionario de dudas y otros similares. Verdaderamente la lengua es algo sumamente complejo y cuyo origen casi siempre es sociológico. En el caso del "español" la dificultad aún es mayor a partir del hecho de la existencia de sus más de 13 millones de acepciones.