Re: La Biblioteca Nacional y Las Academias
Mi interés inicial era el relatar brevemente sus orígenes. Respecto a la cuestión de normativizar es, en efecto, algo complejo. De entrada su misión es recoger las "hablas" y definir o especificar tanto el sentido o significado de las palabras, así como de los posibles significantes y modismos. Pero esta es más una labor de diccionario que gramatical. En la nueva normativa, dirigida en su mayor parte a docentes y escritores, se han hecho unas modificaciones morfológicas que costará tiempo incorporar al habla corriente. La RAE no deja de ser la instancia más alta en materia filológica, atender a sus normas es lo adecuado, pero siempre nos quedan textos clásicos como el María Moliner, los de Miranda Podadera, el Diccionario de dudas y otros similares. Verdaderamente la lengua es algo sumamente complejo y cuyo origen casi siempre es sociológico. En el caso del "español" la dificultad aún es mayor a partir del hecho de la existencia de sus más de 13 millones de acepciones.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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