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Tema: Consagración de Navarra al Sagrado Corazón

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  1. #1
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    Respuesta: Consagración de Navarra al Sagrado Corazón

    Celebración de la consagración de las familias y del hogaral Corazón de Jesús

    RITOS INICIALES:

    Reunidos en el lugar más adecuado los miembros de la familia con sus parientes y amigos pueden empezar cantando:

    Canto de entrada: Cantamos al Señor pidiéndole que sin tardar venga a nuestro hogar:

    Ven, ven, Señor, no tardes,

    Ven, ven. Que te esperamos.

    Ven, ven, Señor, no tardes,

    Ven pronto Señor.

    El ministro dice: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

    Todos se santiguan y responden: Amén.

    El ministro dice: La paz del Señor a esta casa y a todos los presentes.

    Todos se santiguan y responden: Y con tu espíritu.

    El ministro dice con estas o parecidas palabras:

    Queridos hermanos, dirijamos nuestra ferviente oración a Cristo, que quiso nacer de la Virgen María y habitó entre nosotros, para que se digne entrar en esta casa y bendecirla con su presencia.

    Cristo, el Señor, esté aquí, en medio de vosotros, fomente vuestra caridad fraterna, participe en vuestras alegrías, os consuele en las tristezas.

    Y vosotros tratad de ser siervos fieles de tan buen Señor y perfectos amigos suyos, procurando, que esta casa sea hogar de caridad, desde donde se difunda ampliamente la fragancia de Cristo.

    LECTURA DE LA PALABRA DE DIOS:

    Ministro: El Señor esté con vosotros.

    Todos: Y con tu espíritu.

    Ministro: Lectura del Santo Evangelio según San Lucas.

    Todos: Gloria a Ti Señor.

    “Habiendo entrado Jesús en Jericó, atravesaba la ciudad. Había un hombre llamado Zaqueo. Que era jefe de publicanos, y rico. Trataba de ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la gente, porque era de pequeña estatura. Se adelantó corriendo y se subió a un sicómoro para verle, pues iba a pasar por allí. Y cuando Jesús llegó a aquel sitio, alzando la vista le dijo: “Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa”. Se apresuró a bajar y le recibió con alegría. Al verlo, todos murmuraban diciendo: “Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador.” Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: “Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré el cuádruplo.” Jesús le dijo: “Hoy ha llegado la salvación a esta casa”.” (Lc19).

    Breve homilía.

    BENDICIÓN DE LA IMAGEN:

    Ministro: Nuestra ayuda es el nombre del Señor.

    Todos: Que hizo el cielo y la tierra.

    Ministro: El Señor esté con vosotros.

    Todos: Y con tu espíritu.

    Ministro: Oremos: Dios todopoderoso y eterno, que quieres que al contemplar con los ojos corporales las imágenes de los Santos nos animemos a imitar sus ejemplos y virtudes; te rogamos que te dignes ben+decir y santificar esta Imagen hecha en honor y memoria del Sagrado Corazón de tu Unigénito Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, a fin de que cuantos te supliquen y honren ante ella, obtengan de Ti ahora la gracia y después la eterna gloria por los méritos del mismo Cristo, Señor Nuestro, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

    Todos: Amén.

    Se asperja la imagen con agua bendita.


    BENDICIÓN DE LA CASA:

    Si la casa no está bendecida se bendice:

    Ministro: Asiste, Señor, a estos servidores tuyos que, al inaugurar esta vivienda, imploran humildemente tu bendición, para que:

    Cuando vivan en ella, sientan tu presencia protectora,
    Cuando salgan, gocen de tu compañía,
    Cuando regresen, experimenten la alegría de tenerte como huésped. Hasta que lleguen felizmente a la estancia preparada para ellos en la casa de tu Padre. Tu que vives y reinas por los siglos de los siglos.
    Todos: Amén.

    Ahora el sacerdote asperja las habitaciones de la casa con agua bendita, mientras asperja se puede cantar al Señor pidiéndole que abra la herida de su costado para meter a nuestra familia en su Corazón:


    Dueño de mi vida, Vida de mi amor,

    Abreve la herida de tu corazón.

    1, Corazón divino, dulce cual la miel,

    Tú eres el camino para el alma fiel. Dueño de mi vida…

    2, Tú abrasas el hielo, tú endulzas la hiel,

    Tú eres el consuelo para el alma fiel. Dueño de mi vida…

    3, Corazón divino, ¡qué dulzura dan!

    de tu sangre el vino, de tu carne el pan. Dueño de mi vida…

    4, Tú eres la esperanza del que va a vivir,

    Tú eres el remedio del que va a morir. Dueño de mi vida…



    SALUDO DE BIENVENIDA:

    Ahora el padre de familia, u otro en su lugar, dirige a Jesucristo el siguiente saluda:


    Bienvenido Jesús, bienvenido seas a esta casa que hoy te ofrecemos con todo nuestro corazón. Entra en ella, Señor, en compañía de Tu dulce Madre y no te marches nunca de en medio de nosotros. De hoy en adelante y por siempre Tú eres el Señor de esta casa, nuestro Rey y amigo. ¡Venga a nosotros Tu Reino! Hágase Tu voluntad en esta familia como se cumple en el cielo.

    A Ti Señor te presento mi familia, mis parientes y amigos; todos queremos amarte y esperamos de Tu Corazón una bendición especial.

    A los nuestros que están ya en el Cielo hazles partícipes de esta fiesta; y si alguno de casa está en el Purgatorio, líbrale hoy mismo de esas penas.

    Y ahora, Señor, ven y toma posesión de esta casa que te ofrecemos y graba en Tu Sagrado Corazón amoroso el nombre de esta familia que hoy se consagra a Tu servicio y Amor.

    CONSAGRACIÓN DE LA FAMILIA

    Y ahora puestos de rodillas todos los miembros de la familia, ante la imagen del Corazón de Jesús, recitan la consagración:


    Señor Jesús, esta familia reunida hoy en casa quiere detenerse a contemplar Tu amor por nosotros, Al hacerlo entendemos que tu Corazón divino llama a nuestro corazón a fiarnos de Ti y, siguiendo Tu ejemplo, a hacer de nosotros un don de amor sin reservas. Por eso hoy queremos consagrar nuestra familia y nuestro hogar a tu Sagrado Corazón.

    Tu que quisiste nacer en el seno de una familia y que con María y José nos diste el modelo de la familia santa, concédenos por intercesión de esta nuestra buena madre y del santo patriarca, ser iglesia doméstica, imagen viva de vuestro amor.

    Tú que en compañía de María y de los discípulos bendijiste un día a los esposos en las bodas de Caná, bendícenos en abundancia hoy a nosotros.

    Señor Jesús que nos ofreces tu Corazón traspasado como señal y prenda de lo que nos quieres, danos día a día la fuerza de tu amor, para querernos cada día más y amar con toda dedicación y entrega a esta familia que hoy te invoca.

    Ilumínanos en nuestras dudas y adviértenos en nuestras dificultades y tentaciones; consuélanos en nuestros sufrimientos; oriéntanos en nuestras resoluciones y, sobre todo enciende en nuestros corazones un gran amor a Ti y a nuestros prójimos.

    Que nuestra vida sea en medio del mundo un testimonio de fe, esperanza y caridad; que hagamos bien a cuantos nos rodean, y que al final de nuestra peregrinación por este mundo, nos reunamos contigo en el cielo, con Santa María Virgen, San José, nuestros santos y con las personas queridas que nos han precedido.

    Así te lo prometemos, Jesús, ante el misterio de tu Corazón; así te lo pedimos y así lo esperamos de Ti, que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo y eres Dios por los siglos de los siglos. Amen



    En_______________ a día ___ de_______de 2010.




    Firma de los padres y familia/Firma del Sacerdote
    CONCLUSIÓN DEL RITO:

    Nos unimos ahora a nuestros familiares difuntos y rezamos un Padre Nuestro, Ave María y Gloria.


    Y recibimos la bendición final:

    Ministro: La paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodie vuestros pensamientos en el conocimiento y el amor de Dios y de su hijo Jesucristo nuestro Señor.

    Todos: Amen.

    Ministro: Y la bendición de Dios Todopoderoso + Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros.

    Todos: Amen.

    Ministro: Podéis ir en paz.

    Todos: Demos gracias a Dios.


    Cantamos a la Virgen poniéndonos en sus manos para que ella haga más grata a Dios nuestra consagración:


    Tomad Virgen Pura
    nuestros corazones,
    no nos abandones
    Jamás, jamás, (bis).

  2. #2
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    Respuesta: Consagración de Navarra al Sagrado Corazón

    Desde mi punto de vista, creo que no es posible que el Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela tenga potestad de consagrar Navarra al Sagrado Corazón de Jesús. Considero que el único con esa postestad es en este caso el Presidente del desGobierno de Navarra.

  3. #3
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    Respuesta: Consagración de Navarra al Sagrado Corazón

    Amadeus, yo creo que la consagración corresponde al clero. Bien es certo que el desGobierno de Navarra debería rendirle los honores que le correspondan. Y estos son los que se supone que que defienden los valores, blablabla, blablabla,...

  4. #4
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    Respuesta: Consagración de Navarra al Sagrado Corazón

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    Desde mi punto de vista, creo que no es posible que el Arzobispo de Pamplona y Obispo de Tudela tenga potestad de consagrar Navarra al Sagrado Corazón de Jesús. Considero que el único con esa postestad es en este caso el Presidente del desGobierno de Navarra.
    La Consagración solo la puede hacer la autoridad política legítima, es decir el Rey (legítimo) de Navarra, o en caso de que pongamos por ejemplo estuviese secuestrado la Regencia que detentara su poder. Si se quiere hacer un acto de exaltación religiosa de Navarra, sin duda muy oportuno con la que está cayendo, el Arzobispo de Pamplona tiene otros modos. Se están confundiendo de modo lamentable los ámbitos del clero, para que a la larga además no den ni una instrucción clara sobre política católica.

    Algunos siguen perseverando en los errores de hace un año:
    El brigante: Sobre la reciente y fallida consagración de España

    Sobre la reciente y fallida consagración de España

    En principio, los obispos no tienen la capacidad de consagrar España, del mismo modo que no pueden consagrarme a mí, si yo no lo hago. Seguro que con buena intención, algunos arguyen que sí, que para muestra la petición de la Virgen Santísima de que el Papa y los obispos le consagrasen ni más ni menos que a Rusia. Me permito una digresión algo tediosa para intentar aclarar ese malentendido.

    La consagración de una persona, física o moral, es un voto*, una promesa hecha a Dios de un bien: la dedicación de la persona, que libremente asume esa obligación, a Dios en alguno de sus misterios. El Estado –como explicaba don Enrique Gil Robles– es una persona moral que no se concibe con distintos deberes de humanidad y sociabilidad que las demás personas y por ese motivo tiene unos deberes para con Dios. El Estado debe ser cristiano por los mismos principios metafísicos, morales y teológicos que ligan al individuo con Dios y con su Iglesia. Si Estado e Iglesia son dos sociedades perfectas, cada una en su orden, es porque gozan de los medios para procurarse sus fines propios y cumplir sus particulares obligaciones, de modo que estas dos sociedades no forman a su vez otra sociedad con otro bien común propio.

    La sociedad tiene, al igual que el individuo, deberes de religión. Es, pues, el gobernante de la sociedad quien puede vincular a ésta y quien debe ordenar los actos sociales de religión, como cualquiera otros relativos al bien común de aquélla.

    Las sociedades perfectas tienen obligación negativa de justicia de no impedirse una a la otra la consecución de su propio fin y un deber de caridad de ayudarse a conseguirlo. Que el Estado sea formalmente inferior a la Iglesia y deba servirla no desfigura su condición de sociedad perfecta en su orden. De hecho, en cuanto a las relaciones entre ambas sociedades, uno de los abusos posibles consiste, precisamente, en la atribución de jurisdicción universal directa a la Iglesia sobre asuntos propios del bien común temporal. Exageración que supondría la aniquilación de la personalidad moral del Estado. Por lo tanto, los deberes (o los actos supererogatorios) del Estado, también en materia de religión, sólo los puede cumplir el gobernante civil.

    Con esto poco tiene que ver el hecho de que Dios, dueño de todo lo creado, no esté limitado por el orden natural de las cosas y, sin ir contra él, lo supere cuando quiera. Fue el caso de los Jueces en el Antiguo Testamento, gobernantes civiles elegidos por Dios directamente. Dios, hay que repetirlo, no está atado por las leyes de la creación, pero no va contra ellas cuando suspende una ley natural o cuando, como en el caso de los Jueces, prescinde de la colación ordinaria del poder en las sociedades. En estos casos otorga un mandato implícito para hacerlo. Como dice el adagio, quien quiere el fin, quiere los medios. De igual modo, cuando la Virgen Santísima pidió que el Papa y los obispos del mundo le consagraran Rusia, es meridiano que Dios estaba facultando al Papa y a los obispos para hacer algo que ordinariamente estaba fuera de su jurisdicción. El mandato de Dios de consagrar Rusia conllevaba por eso mismo la facultad de hacerlo, y prueba de ello es que Dios pide una consagración especialísima, a la cual liga unas consecuencias, completamente diversas de las del acto de consagración ordinaria de un reino (la conversión de Rusia y un período de paz para la humanidad).

    Así, pues, nadie niega que, si Dios quisiera, los obispos de España, o los de Mozambique, podrían consagrar España o Armenia. Pero para ello sólo hace falta el pequeño detalle de que, efectivamente, Dios lo pida y por eso mismo les faculte a ello (lo mismo que Dios mismo puede designar una nueva Juana de Arco o un nuevo Juez de Israel). Mientras ese pedido no llega del cielo, los obispos sólo tendrían –en el orden de las cosas temporales– una jurisdicción indirecta sobre el territorio de sus diócesis.

    Cuando el pequeño Joseph (luego Padre Vincent) McNabb jugaba con sus hermanos, discutió con ellos porque se empecinaba en que él podría llegar a ser presidente de los Estados Unidos. Es sabido que la constitución americana exige haber nacido en el país para llegar a ser el máximo gobernante, y McNabb había nacido y vivía en Irlanda. El pequeño McNabb tenía razón. Decía: “Si Dios quiere que yo sea Presidente de los Estados Unidos, lo seré”. Sin embargo, se hubiera confundido si hubiera deducido falazmente que Dios quería.

    De modo que los obispos, sin mandato especial habilitante del cielo, no podían consagrar España.

    Además, la fórmula de “consagración de España” que se leyó, omite lo formal en una consagración, y es que la persona en cuestión se comprometa a algo. Dice “todos y cada uno nos consagramos hoy a tu Sagrado Corazón”. Es decir, que no pretendía vincular a la comunidad política, a la persona jurídica, sino –en todo caso– a su mero aspecto material (todos y cada uno, se sobreentiende, ¡ay!, “de los españoles”), pero sin mencionar lo formal (el pueblo español, los reinos de España o la persona del gobernante en cuanto tal).

    Así pues, ni podía ser, ni la fórmula hubiera sido válida como voto. Pero si todo esto es grave, aún creo que lo peor es lo que está por llegar.
    La consagración, salvo mandato expreso de Dios (como en el caso de Luis XIV), es un acto opcional para las sociedades. Es un acto que refuerza, pero no sustituye los deberes de la comunidad política respecto de Dios y de la Iglesia. Su pleno sentido es el de añadir a la obligación natural y propia del Estado, el deseo de obligarse por un nuevo título delante de Dios… al cumplimiento de las obligaciones religiosas y morales del Estado. Es un acto que debe coronar la celosa conformación de la legislación y de los actos de gobierno a la ley de Dios, pero que, precisamente por su naturaleza icónica y ritual, se presta fácilmente a la ilusión: la de que, hecha la consagración, satisfechas las obligaciones. Nada más lejos de la realidad. Ése es precisamente el gravísimo vicio de la “consagración” alfonsina de 1919. Sería interesante abundar en aquel episodio, pero quizá me desviaría de lo que me parece más grave hoy. Los católicos españoles, en su inmensa mayoría, ignoran la misma existencia de una doctrina social de la Iglesia, de la doctrina del Reinado Social de Nuestro Señor Jesucristo, de las obligaciones de las sociedades de conformarse a la ley de Dios y de dar testimonio de la verdad de Dios, y no sólo: también ignoran que en cuanto miembros de la comunidad política deben desear y luchar por la restauración de todo –también en el orden político– en Cristo. Quienes ignoran estas enseñanzas esenciales de la Iglesia, ¿qué podían esperar de una “consagración de España al Sagrado Corazón”? En el mejor de los casos, pensarán que fue lo que en realidad fue para ellos: una oración de intercesión por España. En la medida, que sólo Dios conoce, del fervor de la caridad con que los católicos españoles se unieran a esa no proclamada intención, habrá sido una oración agradable a Dios y, por eso mismo, misteriosamente eficaz. Pero es cosa triste consolarse en la ignorancia moralmente invencible. Después de esta fallida consagración (a los que algunos otorgan un “mágico” poder, como si por el mero hecho de decir algo –que no se dijo, además– Dios fuera a absolvernos de nuestros deberes y a premiar nuestra facundia), la generalidad de los católicos españoles sigue tan ignara de sus obligaciones sobre el Reinado Social de Nuestro Señor Jesucristo como antes. Y ¿quién podrá extrañarse de ello? Si los pastores no les predican tales deberes –más bien, si predican su no existencia–, más preocupados por salvaguardar nuestra convivencia democrática que por instaurarlo todo en Cristo, ¿cómo creerán?

    Por eso, éstas mis reflexiones no se centran en el acto del pasado domingo más que como ejemplo emblemático de nuestra desolación y no pretenden recriminar, sino alentar. Pidámosle a Dios que nos ilumine y nos muestre el mejor modo de hacer un apostolado social católico Y ojalá que sepamos colaborar entre nosotros.

    José Antonio Ullate Fabo

    [* Ni en Derecho Público de la Iglesia, ni en Derecho canónico, ni en Derecho Político cristiano, ni en Moral, hasta donde yo conozco, existen definiciones precisas de lo que son las consagraciones no sacramentales. No se trata de votos sólamente, pero el aspecto que aquí nos interesa es el de obligación libremente asumida].
    Última edición por Donoso; 24/06/2010 a las 21:28

  5. #5
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    Respuesta: Consagración de Navarra al Sagrado Corazón

    Cita Iniciado por Villores Ver mensaje
    La Consagración solo la puede hacer la autoridad política legítima, es decir el Rey (legítimo) de Navarra, o en caso de que pongamos por ejemplo estuviese secuestrado la Regencia que detentara su poder. Si se quiere hacer un acto de exaltación religiosa de Navarra, sin duda muy oportuno con la que está cayendo, el Arzobispo de Pamplona tiene otros modos. Se están confundiendo de modo lamentable los ámbitos del clero, para que a la larga además no den ni una instrucción clara sobre política católica.

    Algunos siguen perseverando en los errores de hace un año:
    El brigante: Sobre la reciente y fallida consagración de España
    Villores, ¿entonces consideras que hubo Consagración o que no la hubo?

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