En las fechas en las que estamos, en esta horterada de país, (tiempo atrás Gloriosa España), se conmemora y celebra un texto legal que es un "verdadero coñazo". Entre los muchos aspavientos públicos que han sido programados, está la ridícula costumbre de abrir las puertas de las Cámaras para que el "paganini imbécil, aburrido y atontolinado, visite dónde se reparten sus cuartos los que viven a su costa durante toda su puerca existencia. A cambio, a esas obnubiladas mentes les dejan aposentar sus posaderas en uno de esos "míticos" sillones de cuero azul o rojo, y ello con el ánimo y convencimiento de que saldrán satisfechísimos y seguirán pagando la bicoca.

Pero también nos encontramos que en el "pograma" está prevista la esperpéntica lectura de la Constitución. Y para ello se invita a toda una colección de figurones y figurines, los cuales modelando más o menos la voz, van leyendo parrafitos y algún que otro articulín, cuando estos son menos complicados. Y finaliza el asunto con aplausos a los "leones" y vivas a "La Pepa" y a "La Nicolasa", mientras la verdadera España se muere infectada de traidores y renegados.

Y yo me pregunto, por que estoy muy intrigado, ¿quién habrá sido el gilipuertas al que se le escurrió del caletre semejante cursilada? Y es que un texto legal se consulta y se aplica, pero no se lee como quien se sumerge en el argumento de una novela o en los razonamientos de un ensayo. Es penosa, tristísima y repugnante la imagen que damos ante el mundo entero cada día. Porque un "pueblo" que convierte en dogma su ordenamiento jurídico, es un pueblo de siervos, es un pueblo muerto.

Yo por si acaso, por lo que pudiera ocurrir, voy a empezar a leer en la cama el Código Civil, acompañado de un paquetito de galletas de chocolate.