Al igual que reconozco mi anglofobia, no puedo evitar sentir simpatía por Francia. Pero mi simpatía por ese país no viene dada por eso que se dió en llamar la Francia de las luces (la de la revolución liberal-masónica), sino por esa polaridad que existe tan magnífica entre sus gentes. Es un país de extremos que junto a lo anterior ha sabido convertirse en una especie de fortaleza numantina de la tradición católica (aunque también en ésto habría bastante que matizar) que no cayó en mucho de los papanatismos en los que hemos caído los españoles. Se trata de un país con casi el 77% de su población que se declara católica, y en el que existe una fuerte implantación de las tesis tradicionalistas. Cosa que en España no ocurre ni de lejos. Cuando visito Francia tengo la sensación de que sus habitantes, tanto los unos como los otros, tienen bastante más idea de por dónde van realmente las cosas que en España, un país que, de un tiempo a esta parte, parece haberse convertido en un lugar lleno de borregos en el que hasta su mismísima existencia como nación se niega.. y no pasa nada, todo el mundo tan tranquilo. Allí las estupideces separatistas no han arraigado en modo alguno, y existe un fuerte sentimiento patrio. Amén de que, cuando alguna vez algunos pueblos, como ocurrió en Córcega o Bretaña por ejemplo, intentaron hacerlo se les frenó desde París con extrema energía y dureza. Porque Francia posee una añeja experiencia en hacer frente a todo este tipo de separatismos estúpidos que en España jamás pudimos reprimir de la misma forma que ellos, que siempre lo consiguieron con mucha eficacia y certeza.
Es un placer circular por las carreteras vasco-francesas, o entrar en sus pueblos, y no ver ni una puñetera ikurriña ondenado en ninguno de los balcones oficiales (salvo en uno o dos ayuntamientos a lo sumo). Y lo mismo ocurre en bretaña, donde el Ejército Revolucionario Bretón, no es mas que un grupo de animadores de fiestas sin importancia. Y es que Francia no tolera tantísimas desviaciones y tonterías como aquí toleramos, los españoles.
Generalmente, cuando hablo con cualquier progre y le expreso mi modelo de estado centralista, a sus alusiones despectivas hacia el modelo de estado franquista, siempre les respondo diciéndoles algo así como: 'ahora no estaba hablándote de mi francofilia en ese sentido que tu la has entendido. En realidad, mas que al Franco de Galicia... me estaba refiriendo al franco que circulaba al otro lado de los Pirinéos. Pero si lo prefieres, sí también a esa Franco-filia que tu piensas me refería'. Y es que me gusta Francia con sus luces y sus sombras, casi tanto como me disgusta Inglaterra con su inglés y su cerveza. No puedo evitarlo, soy francófilo.
Marcadores