A muchos catalanistas adoctrinados en el más profundo odio anti-español les hubiera encantado que Napoleón hubiera ganado la guerra y hubiera convertido el Principado en una provincia más de Francia, para así liberarlos de los que ellos comunmente denominan "el atraso ibérico", y portarles la "luz de la modernidad" (esa misma modernidad que se impuso a base de genocidios, sangre y fuego, como en la Vandea). Lo que estos botarates con nulo conocimiento histórico son incapaces de comprender es que, de formar parte de Francia, habrían sido absorbidos por el centralismo jacobinista masónico de ese país, y que hoy en día no existiría ningún trazo salvo alguno meramente residual de la identidad catalana.
Nuevamente queda demostrado que al separatista no le mueve su apego a la tradición catalana, sino su simple odio a España. Por ello admiran tanto a países como Francia o Inglaterra, no ya porque los vean como más "modernos", sino porque saben que dichos países han sido los eternos enemigos de España.
Marcadores