Jugar con vidas







ANTONIO GARCÍA BARBEITO



Sábado, 07-03-09


Me lo dice el amigo, mientras circulamos por la autovía que abre una brecha entre los encinares hermosos que se visten de verde sus pies en esos campos que nadie, salvo los términos, sabrían distinguir si son de Badajoz o de Sevilla, que Badajoz tiene un cuarterón sevillano que le andaluza mucho más que le extremeña las hechuras. Me lo comenta el amigo, al hilo de la puntada de sangre de esa voz aidada de la ministra de Igualdad: «Mira si es una barbaridad darle libertad para que aborte a una niña de dieciséis años, que a esa edad, la misma ley no le permite, por ejemplo, conducir un coche o votar en unas elecciones. Por lo que podríamos deducir que para el Gobierno, la vida de un ser humano es menos importante que el carné de conducir y que un voto. Es como si a las niñas les hubieran dicho que pueden jugar a las muñecas vivas, y que lo mismo pueden decidir parir a sus muñecas, dormirlas, mecerlas o destrozarlas en el siempre sangriento asunto del aborto. Así que una niña puede hacer de su vientre un sayo, pero no puede elegir a quién va a gobernarla ni conducir un coche. A partir de este ejemplo que te pongo, la barbaridad engorda hasta donde quieras. Se están cargando la adolescencia, la juventud y los más profundos sentimientos del ser humano.»
Siguen pasando encinas y verdores increíbles cuando la tarde se echa con arreboles sobre el zigzag de la sierra lejana, y la luz simula una quieta hemorragia de crepúsculo. Sí, amigo, ya esto de las libertades no depende de un mayor o menor —o nulo— sentimiento cristiano, depende de aplicar los más elementales principios de lógica y de sensatez. Una niña de dieciséis años tendría que tener del Gobierno de su país todas las facilidades a su alcance para una buena formación escolar, y en cuanto a sexualidad, la suficiente información y la adecuada educación para disfrutar de su edad sin que le amontonen las edades con todas las responsabilidades. Una niña de dieciséis años no está preparada para decidir sobre una vida, aunque sea propia, ni siquiera para llegar a la preñez, pero tampoco todo el que llega a un Ministerio está capacitado para autorizar capacitaciones. De modo que mientras en el Gobierno no haya capacidad suficiente, no queramos que la haya en cuanto decide. Mucho más que permitirle abortar a una niña, me preocupa permitirle firmar a algunos (algunas, en este caso) que llevan cartera ministerial.
http://www.abcdesevilla.es/20090308/...903072356.html