Aborta, pero no fumes
ROMUALDO MAESTRE
Miércoles, 25-03-09
Entró en el bar para comprar tabaco pero su cuerpo incipiente de medio mujer la delató y el camarero amablemente le dijo que no podía vendérselo. La verdad es que lo necesitaba para calmar el drama que le rondaba. De pedir una copa de alcohol, aunque fuera una simple cerveza, ni se le pasó por la imaginación, a sabiendas de que se la negarían por ser menor de edad.
A sus dieciséis años todo era contradictorio y revolucionario, aparte, claro está, de sus hormonas. Resulta que tuvo que pedir el consentimiento a sus padres para hacerse un tatuaje de un escorpión en el hombro. Menos mal que éstos no pusieron muchas pegas y le firmaron la carta, porque su mejor amiga se quedó sin el piercing que tanto anhelaba. Sus progenitores, separados, no se pusieron de acuerdo.
Arrancó su ciclomotor cuando se dio cuenta de que apenas ya pensaba, como antes, en los dos años que le quedaban aún para que pudiera conducir un coche, una de sus jóvenes pasiones. Y es que con el lío que hilvanaba en su cabeza era como para no reflexionar en otra cosa. Así, como primera medida, se dio de bruces en el banco cuando quiso abrir una cuenta de ahorros para lo que hiciera falta y el empleado le dijo que si no estaba emancipada necesitaba una autorización paterna.
Ella era consciente del contrasentido de todo y los bandazos que el sistema daba a su costa. Para unas cosas se sentía tan mayor y para otras tan niña dependiente. Pero ahora todo era distinto. Gracias a unas personas a las que ella ni siquiera podía elegir mediante votación, en estos momentos podía acabar con el incipiente ser humano que llevaba en sus entrañas. Además, sin el consentimiento ni la información de las personas de las que más apoyo necesitaba, sus padres. Así es esta sociedad ideal socialista, que le prohíbe fumarse un cigarrillo pero le deja abortar sin que nadie, nada más que ella, se arrepienta toda su vida.
http://www.abcdesevilla.es/20090326/...903252248.html
Marcadores