Siempre he pensado que buena parte de la solución la tienen los obispos. Mientras no haya nadie que anatematice explicitamente a esa pandilla de sinvergüenzas (al PP también, por descontado) no habrá nada que hacer. El pueblo es el rebaño, y el rebaño necesita buenos pastores o corre disperso. Por eso, uno de los verdaderos cánceres de la Oligarquía española de 1978, es la CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA.
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