El asco que me produce esta gente, es un sentimiento misterioso y atávico, es como un recuerdo ancestral que pasa de padres a hijos de manera natural pero incomprensible; que viaje a través de la sangre y de las generaciones. Hay cosas inefables, pero bien PATENTES. Cuando era prequeño, y llegaba el domingo, allá por los años 80, recuerdo que ponían en la tele (que sólo disponía de dos canales) unos telefilmes americanos horrorosos, donde siempre había algún divorcio o alguna historia "de amor" ilegítima y chisposa, además de, cómo no, TRÁGICA. Aquella mierda, teniendo yo menos de 10 años, y sin tener repajolera idea de lo que es el mundo ni las relaciones humanas, me parecían "anatema" sin necesidad de grandes formulaciones teóricas; era como una reacción "alérgica" que supongo tendrían las gentes sencillas y honradas de la Antigua España, cuando los majaderos afrancesados pretendían "educarles" en las "luces" del laicismo y el anticlericlismo.
Aquello, que comparado con lo que vemos hoy era hasta ingenuo, y que tenía como finalidad ir haciendo tragar el divorcio domingo a domingo a este país que todavía era católico, ha derivado en lo que vemos hoy.
Lo que quiero decir, es que nunca como hoy en día, se necesita recordar esa famosa sentencia de la Escritura que reza:
"Ay de aquél que escandalizare a estos mis pequeñuelos, pues más le valiere amarrarse una piedra de molino al cuello y tirarse al mar"
Lc(17,1-6)
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