6. Histórico
El 18 de julio de 1937, justamente al año del comienzo de la guerra, ABC de Sevilla, bajo el título de “Una hora con el Generalísimo”, publica las declaraciones que
Franco manifiesta al marqués de
Luca de Tena (José Ignacio). Son estas unas declaraciones que históricamente se pueden considerar básicas no solo por su fecha, sino porque
Franco, al referirse, con lógica prudencia, a “la posibilidad de instaurar en la Nación el régimen secular que forjó su unidad y su grandeza histórica” (preámbulo del Decreto de Unificación, 19 de abril, 1937), añade, y ahí queda, una precisión altamente significativa: “
Si alguna vez en la cumbre del Estado vuelve a haber un Rey, tendría que venir con el carácter de pacificador y no debe contarse en el número de los vencedores”.
Esta precisión (
Rey pacificador) que no se repite, ignorada por analistas, críticos e historiadores, ilumina sorprendentemente el largo y complejo proceso histórico 1936-1975, tan viciosamente simplificado, al propiciar la idea de que, con todas las matizaciones que se quiera, la guerra no termina en 1939 sino en 1975. Realmente el renovado adversario no capitula y así se mantiene con todo género de hostigamientos, interiores y exteriores.
La idea de la posguerra como continuación de la guerra se sintetiza en la expresión melancólica y final de don
Luis en “Las bicicletas son para el verano”:
No ha llegado la paz. Ha llegado la victoria [2].
Dos razones apoyan aquella idea. La primera, que el adversario derrotado, al que se le impone la rendición sin condiciones, no acepta la derrota y expresamente decide continuar la guerra por todos los medios a su alcance, en el interior y en el exterior. La segunda, que el vencedor tiene que asumir tal beligerancia a la vez que se desata una represión incomparable porque, aunque quepan suposiciones, nunca se sabrá cuál habría sido, en el caso de un resultado contrario de la guerra.
“Las guerras no terminan nunca del todo” se dice en la novela “La abuela civil española” de
Andrea Stefanoni, aunque hay otras hipótesis.
Bennassar precisa el año 1942, en que cede la represión.
Madariaga pronuncia su “Hoy ha terminado la Guerra Civil”, en 1962, en Múnich, en la clausura del Congreso del Movimiento Europeo. Y el propio franquismo declara la situación en la arenga que todas las noches emite Radio Nacional entre el 3 de abril y el 1 de octubre de 1939:
¡Españoles, alerta! La paz no es un reposo cómodo y cobarde frente a la Historia. La sangre de los que cayeron por la Patria no consiente el olvido, la esterilidad ni la traición… ¡Españoles, alerta! (…) España sigue en pie de guerra contra todo enemigo del interior o del exterior. Perpetuamente fiel a sus caídos, España, con el favor de Dios, sigue en marcha, Una, Grande, Libre, hacia su irrenunciable destino. ¡Arriba España! ¡Viva España!
Gregorio Morán, desde su comunismo, es terminante:
En España y en el siglo XX hubo dos guerras larguísimas y sangrientas hasta niveles que hoy parecen inconcebibles. La primera duró tres años y nadie, se puede decir que nadie, dejo de tenerla presente en todo el mundo. La otra fue una continuación de la anterior y ocupó décadas de diferente intensidad, desde 1939 hasta 1975. Fue la olvidada [3].
A punto de terminar “la segunda”, en 1974,
Dolores Ibárruri, “Pasionaria”, insiste con voz tremenda:
La guerra no ha terminado…Hemos esperado durante 39 años y esperaremos algún año más, pero, después, nuestra venganza durará cuarenta veces 39 años. Se lo prometo [4]. Bien es verdad que, siete años más tarde, cuando contempla el “Guernica” de
Picasso, ya instalado en Madrid, rectifica el primer término de su amenaza, declarando:
La Guerra Civil ha terminado [5].
En cualquier caso, en la tesis de
Ramón Tamames, la guerra supone la primera derrota del comunismo en campo abierto:
Solo tres años después de la Conferencia Internacional Económica y Monetaria (Londres, 1933) [6], se produjo el primer choque intersistema capitalismo/comunismo. Porque, en realidad, eso fue la Guerra Civil de España, de 1936 a 1939 [7].
No obstante (ese es otro tema), no son insignificantes la propuestas abiertas a la reconciliación, como término de la guerra, que se materializan desde el franquismo y, más concretamente, desde el componente falangista.
¡Asombro! La búsqueda de las declaraciones de
Franco (18 de julio de 1937) tropieza con la dificultad de que el número del periódico ha sido borrado de la hemeroteca.
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