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Tema: «Cartas del sobrino a su diablo» por Juan Manuel de Prada.

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  1. #1
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    Re: «Cartas del sobrino a su diablo» por Juan Manuel de Prada.

    «Cartas del sobrino a su diablo (XXVII)» por Juan Manuel de Prada para el periódico ABC, artículo publicado el 17/07/2020.
    ______________________

    Debo reconocer, ¡oh titorroide hemorrágico!, que a veces esta chusma arcillosa logra conmoverme vivísimamente. Como bien sabes, desde niño me florecieron unas almorranas del tamaño de cocochas de merluza, que se disponen en siete círculos concéntricos, festoneando mi ano -pebetero siempre humeante-, a modo de siete faralaes. Pues, ¿querrás creer que así, exactamente así, dispusieron la escenografía de la tenida celebrada en el Palacio Real? Un pebetero en el centro y siete círculos en derredor, formados por adoradores nuestros, todos ellos con una cara de cococha pútrida que daba gloria verlos, dispuestos todos a lamer mis almorranas. ¿Cómo no voy a emocionarme? Pero, como la intención es lo que cuenta, les puse a todos mascarilla, para que no se les viese salivar golosones ante las cámaras. Hay que cuidar las formas, para que los televidentes lobotomizados no se pispen de nuestras ceremonias.

    ¿Por qué sé que eran todos adoradores nuestros? Por la sencilla razón, ¡oh titolopendra cochinilla!, de que quien no reza al Enemigo, reza al diablo (y me perdonarás si parafraseo al requetejopu de Léon Bloy). Para que esta chusma arcillosa pudiera rezarnos inventamos los minutos de silencio, que el capullo de Foxá llamaba «la cáscara vacía de la oración»; pero, como los hombres que han abandonado al Enemigo son enseguida poseídos por el horror vacui, esa cáscara vacía necesita colmarse con un sucedáneo. Del mismo modo que las barrigas que no están llenas de alimento se llenan de aire (y entonces entonan borborigmos), las almas que no están llenas de oraciones al Enemigo se llenan de oraciones a nuestra Legión (y entonces las infestamos).

    ¡Homenaje a las víctimas del coronavirus, lo denominaron! Al escuchar tamaña burla, tintinearon alborozadas mis almorranas, como si fuesen perendengues. Un homenaje es un acto de amor; pero sólo se puede amar aquello que se conoce. Y las víctimas del coronavirus -muchas más que las reconocidas por nuestros adoradores, que en el homenaje burlón repetían un número absurdo, como en un sorteo de la lotería- nadie las conoce, porque son muchos miles. Un muerto -decía el venerable Stalin- es una tragedia, pero muchos miles de muertos son pura estadística. Y como no se puede amar una pura estadística, los hombres que no han sido infestados celebran una misa y ofrecen ante el altar esos muertos anónimos al Único que los conoce personalmente y tiene contados los pelos de sus cabezas. Por eso, en la guerra, frente a los homenajes sin amor al Soldado Desconocido que organizaban nuestros dilectos liberales, los cabrones de los carlistas homenajeaban amorosamente a sus héroes con una misa, porque -como reza su execrable lema- «Ante Dios nunca serás héroe anónimo».

    Pero en este homenaje ninguna víctima del coronavirus ha sido honrada, porque ninguno de nuestros adoradores (y mucho menos nosotros) puede ver en ellos sino pura estadística. O, como escribía el hijodelagrán de José María Pemán, en uno de los poemas más asquerosamente sublimes de la poesía española: «Nadie es nada. Todos son/ sílabas que se resumen/ en un romance sin nombre/ y en un olvido sin cruces». Así nos los ofrecen nuestros adoradores, ¡oh titaracha pestilente!, para nuestro regocijo: convertidos en una nada sin nombre y en un olvido sin cruces.

    Y sin embargo… ¿Sabes cómo acaba el poema de Pemán? «Pero Dios sabe sus nombres/ y los separa en las nubes». Por mucho que los adoradores de tu sobrino Orugario honren su augustísimo pebetero, el Enemigo siempre tiene la última palabra, y pone nombre a cada muerto. Y así todo nuestro gozo termina en un pozo.

    https://www.abc.es/opinion/abci-juan...1_noticia.html.

  2. #2
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    Re: «Cartas del sobrino a su diablo» por Juan Manuel de Prada.

    «Cartas del sobrino a su diablo (XXVIII)» por Juan Manuel de Prada para el periódico ABC, artículo publicado el 19/07/2020.
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    Usurpando esta tribuna, ¡oh titirrititín lindo!, tu sobrinito Orugario impedirá a ese Prada que antes la ocupaba celebrar sus bodas de plata como colaborador en ABC. Conviene, aprovechando los estragos de la plaga coronavírica, dejar sin tribunas a tipejos repugnantes como este Prada, empeñados en su fidelidad al Enemigo. Los carcamales de tu generación nos enseñasteis que a los «intelectuales» se les gana por la vanidad; pero tipejos como este Prada, en su fidelidad fanática al Enemigo, han renunciado (¡a la fuerza ahorcan!) a las pompas mundanas. Así que resulta mucho más eficaz encauzarlos sutilmente hacia el pesimismo, de forma que sean percibidos como profetas de calamidades cuyos dicterios provocan rechazo. Y este rechazo, a su vez, genera en ellos una disposición a la mordacidad agria, al exabrupto feroz, a la santa ira; lo que definitivamente les granjea una aversión furibunda no solamente entre los descreídos de izquierdas y derechas, sino también entre el catolicismo pompier, que gusta tanto de la literatura plácida y burguesorra cuyo suministro jamás debemos interrumpir.

    Para ello debemos cuidar con paternal esmero a los «intelectuales» sistémicos que garantizan la consolidación de los paradigmas culturales que interesan a nuestra Legión. Y, para que esta oligarquía intelectual sea completamente útil a nuestra causa, conviene que en ella haya «intelectuales» de izquierdas y derechas que tengan entretenidas a sus respectivas parroquias, fingiendo una disputa enconada y sin cuartel en fruslerías y chuminadas, mientras mantienen posturas unánimes en las cuestiones que verdaderamente interesan a nuestra Legión. Naturalmente, el «intelectual» de derechas deberá defender, por ejemplo, el capitalismo con más ardor que el «intelectual» de izquierdas, dejando que éste a su vez defienda con más brío, pongamos por caso, el aborto y la barra libre penevulvar, para mantener la ilusión de la discrepancia; pero ambos, en el fondo, defienden calamidades complementarias. Nuestro auténtico enemigo será el «buscador del logos»; es decir, quien se atreva a denunciar las argucias ideológicas de esta oligarquía intelectual a nuestro servicio. Y para combatir a estos impertinentes «buscadores del logos», ningún instrumento más eficaz que la fantasía del pluralismo, donde el enjambre de opiniones sistémicas acaba condenando a la irrelevancia o al pintoresquismo a la voz auténticamente discrepante. Este pluralismo, además, favorece el desgaste de las masas en una «demogresca» que, jaleada por la oligarquía intelectual, reclamará con mayor denuedo su chute de derechos de bragueta, o de libertad de mercado, o de cualquier otra droga nihilista que la satisfaga. Hasta que esas drogas nihilistas convierten a las masas en hordas de alimañas, como acaba de pasar en Estados Unidos; y entonces los intelectuales que las han apacentado y nutrido de nihilismo se rasgarán las vestiduras, como han hecho todos esos caraduras sistémicos en el manifiesto de la revista «Harper’s». A estos chupópteros les ha ocurrido como al papá liberal en aquella novela del joputérrimo de Dostoievsky, Los demonios, cuando descubre los desmanes que perpetra su nene terrorista y le pregunta horrorizado qué se propone hacer. A lo que el nene responde muy sereno: «¡Padre, completo la labor que tú has iniciado!».

    Se trata, en definitiva, de que estos «intelectuales» nos ayuden a cegar en las almas de la chusma arcillosa la fe al Enemigo. Pues, como enseñaba el miserable de Unamuno, cuando deja de interesar la inmortalidad, cuando se deja de creer en ella o al menos de desearla, el arte se vuelve cáscara sin meollo y entretenimiento inane. Que es lo que suministran nuestros «intelectuales». Para ellos, todos nuestros mimitos.

    https://www.abc.es/opinion/abci-juan...6_noticia.html.

  3. #3
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    Re: «Cartas del sobrino a su diablo» por Juan Manuel de Prada.

    «Cartas del sobrino a su diablo (XXIX)» por Juan Manuel de Prada para el periódico ABC, artículo publicado el 24/07/2020.
    ______________________

    Se aproxima inexorablemente, ¡oh tititorrinco Escrutopo!, el fin de la misión que me encomendaste. Dejo la España coronavírica hecha una escobilla de váter, con la plaga extendida por doquier; pero, sobre todo, la dejo con una inmensa mayoría de almas sometida a nuestro yugo. ¿Y cómo he logrado -permíteme que me regodee en las preguntas retóricas, pues nada me pone más cachondo que envanecerme- convertir las almas de una chusma rabiosamente materialista en una amalgama ordenada hacia nuestros fines? Sometiéndola al único ídolo -Mamonna iniquitatis- cuya adoración es incompatible con la adoración del Enemigo, según dejó claramente establecido el propio Enemigo, durante su aberrante andadura terrenal: «No podéis servir a Dios y al Dinero».

    Cuando escribo Dinero con mayúscula no me refiero, por supuesto, al signo que representa el valor de los bienes, sino a su «espiritualización» taumatúrgica (y no hace falta que te recuerde que «espíritu», en griego, se dice daemon), desligada de los bienes que antaño representaba. No hay forma más convincente de imitatio Dei; pues, como bien sabes, el Enemigo crea ex nihilo, desde la nada. Y mediante estas «ayudas europeas» que acaban de repartirse, anagnórisis ex nihilo del Dinero pandemónico, arrebatamos al Enemigo el último atributo -Creador- que el racionalismo inspirado por los carcamales de tu generación no logró arrebatarle de forma convincente. Mediante la creación por arte de birlibirloque del Dinero, el hombre se erige al fin en ese Espíritu del Mundo (Weltgeist) que avizoró nuestro predilecto Hegel, fuente autónoma de la «verdad» y el «bien» (que son exactamente lo contrario de la Verdad y el Bien). Un falso prodigio de tamañas dimensiones -anuncio del advenimiento de nuestro mesías- sólo podían realizarlo los adoradores bruselenses de Mamón. Por supuesto, una vez embaucada la chusma arcillosa, este Dinero fantasmático se hará corpóreo, esquilmando la riqueza de las naciones; pero, cuando se consume el latrocinio, la chusma arcillosa, encadenada a sus pasiones, se conformará con reclamar subsidios y derechos de bragueta, y nuestros adoradores podrán hacer con ellos albóndigas, dejándonos en ofrenda sus almas gangrenadas.

    La desmoralización, el hastío vital, el individualismo disolvente reinantes en la España coronavírica (consecuencias inevitables del amustiamiento de aquella unidad vigorosa que proporcionaba la fe común) serán taumatúrgicamente sanados por la euforia que proporciona el Dinero de Bruselas, al que la chusma arcillosa atribuirá poderes salvíficos. A partir de ahora, quien desee salvarse, sintiéndose parte (siquiera un divieso en el culo o un chancro en el bálano) del Espíritu del Mundo, tendrá que someterse dócilmente al Dinero, tendrá que aceptar sus leyes caprichosas y sus falsos milagros, hasta disolverse en su niebla. Y el Espíritu del Mundo galvanizado por el Dinero no admitirá nunca el error cometido. Sus reglas y mandatos se tornarán omnisapientes e indiscutibles; y así todos los sacrificios cruentos que exija el Dinero -recortes, exacciones fiscales, paro endémico y demás delicias plutocráticas- serán acatados reverencialmente por la chusma arcillosa. Y, por supuesto, quienes se atrevan a denunciar las estrategias de este nuevo dios serán acusados de enemigos del pueblo; y sobre ellos arreciarán las delaciones, las denuncias y las purgas, que las masas amorradas a los subsidios y al soma penevulvar aplaudirán frenéticas. Entenderás, pues, ¡oh titurón ballena!, que tu sobrinín Orugario se sumase jubiloso a los aplausos memos que al doctor Sánchez dedicaron sus corifeos ministeriales, a su regreso de Bruselas, haciéndole paseíllo. Se me distingue fácilmente porque, aunque disfrazado de súcubo, no me cubro con la humillante mascarilla.

    https://www.abc.es/opinion/abci-juan...1_noticia.html.

  4. #4
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    Re: «Cartas del sobrino a su diablo» por Juan Manuel de Prada.

    «Cartas del sobrino a su diablo (XXX)» por Juan Manuel de Prada para el periódico ABC, artículo publicado el 27/07/2020.
    ______________________

    Todas mis almorranas supuraron de emoción, ¡oh dilectísimo tito Escrutopo!, mientras contemplaba el rezo musulmán en la basílica constantinopolitana de Santa Sofía, que entierra definitivamente a la Segunda Roma. El espectáculo conmovedor de aquella multitud prosternada ha renovado mis ansias de que pronto podamos repetirlo en la catedral de Córdoba. Para lo cual me he ocupado de impulsar taimadamente una propuesta de conversión del «monumento» en un gran centro interreligioso.

    Entretanto, ¡oh titangután peludo!, sigo obedeciendo los sabios consejos que me diste para acabar con la Iglesia del Enemigo. Durante meses, los templos han permanecido cerrados en muchas diócesis; y no porque los decretos gubernativos así lo ordenasen, sino porque sus heroicos obispos, hijos predilectos de los mártires, así lo establecieron, inspirados por el menda. Si ya antes de la plaga la asistencia a la nefanda misa era declinante, estas valientes resoluciones episcopales nos ha allanado el camino. Muchos católicos que asistían a la misa dominical lo hacían por una rutina de décadas; y, como nos enseña el repulsivo Agustín de Hipona, el puro ejercicio de la virtud, cuando le falta aliento sobrenatural, acaba engendrando tedio. Los meses de encierro han descubierto a muchos católicos que perder la mañana dominical yendo a misa es un coñazo. A fin de cuentas, ¿no les dijeron que la comunión espiritual podía sustituir al odioso sacramento eucarístico? ¿No les dijeron también que una contrición perfecta valía por una confesión? ¿No se les recordó que el precepto dominical era una cuestión meramente histórica que podía ser abolida? ¿No se les exhortó a ver misas televisadas? ¿Para qué ángeles van a volver ahora a los templos, teniendo que soportar además en ocasiones a un cura que los hace roncar de admiración? Además, muchos de los católicos más fieles, tan carcamales como tú, ¡oh titocondria provecta!, fueron apiolados por el virus; y los supervivientes tienen un miedo cerval a contagiarse.

    Y, a la vez que la Iglesia se hace más pequeña, me ocupo también de que el menguante sector fiel aparezca ante el mundo como una panda de «ultracatólicos» exaltados y agresivos. Así, al verse repudiados por el mundo, estos recalcitrantes acaban creyéndose intachables, elegidos por sus méritos y seleccionados grano a grano como trigo eucarístico; así, creyéndose el rebaño escogido, se agruparán en camarillas y sectas a la greña entre sí, y pensarán que los mártires de antaño fueron necesarios tan sólo para que ellos puedan disfrutar del confort material y espiritual de saberse puros, en medio de un océano de pecadores. Y, entretanto, los obispos se dedicarán a soltar peroratas grimosas sobre la paz mundial, sobre el cambio climático, sobre la filantropía (obras de misericordia corporales desgajajas de las espirituales) o sobre cualquier otra paparrucha sistémica. Y confundirán la mansedumbre evangélica con el escaqueo, la defección y la cagalera. Y pedirán con voz feble a los lobos gobernantes que recuperen el «espíritu de la Transición». ¡Menuda transición hacia el reinado de nuestro mesías les vamos a dar a estos aguerridos mitrados, titirrititín lindo! ¡Cuán gozosas se pondrán nuestras almorranas, viendo arder iglesias «por accidente», como en la admirable Francia!

    Con la expectativa jubilosa del hundimiento de la Iglesia española, me permitirás que dé por concluido mi paseo triunfal. No se me escapa que aún restan focos en los que el virus de la fe rebrota peligrosamente, como la diócesis complutense, donde hay un obispo joputérrimo al que antes de marchar voy a rendir visita, para destrozarlo. De esta victoria, que presumo apoteósica, te dejaré constancia en mi última carta.

    https://www.abc.es/opinion/abci-juan...7_noticia.html.

  5. #5
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    Re: «Cartas del sobrino a su diablo» por Juan Manuel de Prada.

    «Cartas del sobrino a su diablo (y XXXI)» por Juan Manuel de Prada para el periódico ABC, artículo publicado el 31/07/2020.
    ______________________

    Te escribo desfallecido, abominable tío Escrutopo, consciente del engaño que los carcamales de tu generación urdisteis para embarcarnos a los diablos jovenzuelos en una misión imposible. Al fin entiendo el sentido de aquel pasaje de la Epístola de Santiago, donde se afirma que los demonios «creen y tiemblan». No podemos, en efecto, ser ateos puesto que hemos conocido al Enemigo; y este conocimiento nos obliga a temblar, pues nos permite saber que nuestra derrota final ha sido decretada.

    Una prefiguración de esa derrota la he probado en Alcalá de Henares, adonde llegué envanecido con la pretensión de destruir a ese obispo que osó contravenir arrogantemente mis indicaciones cuando se desató la plaga coronavírica. Pensé -¡iluso de mí!- que el mejor modo de desacreditar a este obispo complutense era poseerlo, para que empezase desde ese mismo instante a hacer las mamarrachadas tan gratas a nuestra Legión: cháchara sociológica a granel, activismo filantrópico, panegíricos de la Transición, plegarias contra el cambio climático, etcétera. No se me escapa que, cuando los demonios tomamos posesión de alguien, ni siquiera logramos conquistar su voluntad, sino tan sólo privarlo de ella; por lo que no puede decirse que el poseso peque ni, por lo tanto, condene su alma. Pero la posesión diabólica no tiene como objetivo condenar al poseso, sino desalentar y amargar a quienes constatan sus cambios horrendos. Convirtiendo a este obispo complutense en un poseso -calculé-, sus feligreses se desesperarían, considerando que la naturaleza humana es en realidad vil e inmunda, más vil e inmunda incluso que la naturaleza de las bestias; y, llegados a esta conclusión, los feligreses del obispo poseso se entregarían a la vida propia de las bestias.

    Así que entré en la catedral de Alcalá disfrazado de súcubo, con mi top melonero y mis mallas apretonas, dispuesto a poseer al obispo complutense. Pero me tropecé, presidiendo el altar mayor, con una custodia coruscante que vestía la Hostia de hermosura y luz no usada. Y, sorprendido por aquella visión inopinada, noté enseguida que todas mis almorranas se achicharraban, que mi rabo se volvía rábano, que todo mi ser se ulceraba y todos mis ímpetus sucumbían. Y, mientras me sentía desfallecer, acudió en mi socorro el obispo, que en lugar de mirarme como a un ser indigno, me tendió una mano samaritana, para ayudar a alzarme. Y al sentir el tacto de aquella mano, recordé que yo también fui creado -allá en el origen de los tiempos- amorosamente para que, a mi vez, obrase con amor hacia los demás; recordé que yo también fui destinado al eterno banquete celestial, donde los hombres al fin se convertirán en hermanos gloriosos de los ángeles, lavados de sus pecados y sus coronavirus. Y, mientras el obispo me invitaba a rezar con él ante la custodia coruscante que abrasaba todo mi ser, sentí una nostalgia abrumadora -al principio apenas perceptible, como un rescoldo moribundo, pero enseguida llameante como un incendio- de aquella vida beata para la que fuimos creados.

    «¿Crees en Dios?», me preguntó el obispo. A lo que yo susurré cabizbajo: «Creo y tiemblo». Y, aplastado por una tristeza del tamaño del universo, me dejé acunar por la cantinela del rezo del obispo, una letanía dirigida a los santos, respondiendo a cada invocación: «Ruega por nosotros». Y, mientras respondía, sentía crecer dentro de mí la añoranza de aquella compañía bienaventurada. Y deseé entonces perecer, coronavírico perdido pero arrepentido de mi orgullo, como cualquier humilde mortal que obtiene, para obtener la recompensa de los bienes eternos. Y, al recordar que yo no puedo arrepentirme, lloré lágrimas de azufre. Ahora ya puedes destituirme, maldito mono de Dios.

    https://www.abc.es/opinion/abci-juan...7_noticia.html.

  6. #6
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    Re: «Cartas del sobrino a su diablo» por Juan Manuel de Prada.

    «Reconfigurar la realidad» por Juan Manuel de Prada para el periódico ABC, artículo publicado el 02/08/2020.
    ______________________

    Durante casi cuatro meses, este rincón de papel y tinta fue usurpado sin previo aviso por un diablo llamado Orugario. Durante la semana anterior a la declaración del estado de alarma, observé que la crónica de los estragos crecientes causados por la plaga (rampantes en países vecinos como Italia, incipientes pero ya muy notorios en España) desaparecía como por arte de ensalmo de los medios oficialistas; y que los consejos para evitar el contagio y las restricciones a las concentraciones humanas fueron bruscamente sustituidos por una insensata propaganda que invitaba a participar en unas malhadadas manifestaciones feministas. En uno de los últimos artículos que publiqué, antes de la usurpación de Orugario, lo dejé escrito («Señalando conspiranoicos», 6 de marzo de 2020): «Pero estas reglas no rigen para las manifestaciones feministas; pues los réditos propagandísticos que su celebración rinde al sistema son mucho más valiosos que el contagio de unos cuantos pánfilos y pánfilas».

    La celebración de aquellas manifestaciones fue un designio sistémico globalista, que quiere crear una sociedad al servicio del Dinero, desvinculada y a la greña, donde la infecundidad favorezca los sueldos misérrimos y la «movilidad» laboral. Fue un designio sistémico globalista, como luego lo sería la creación de una renta mínima que amanse a los millones de nuevos parados que el globalismo está fabricando. Pero este designio sistémico pasa inadvertido para una inmensa mayoría de españoles, que creen ilusamente (si se adscriben al negociado de derechas) que los lacayos que nos gobiernan pretenden implantar una «dictadura bolivariana», sin entender que lo que se avecina es algo infinitamente más protervo; o bien creen pánfilamente (si se adscriben al negociado de izquierdas) que las medidas arbitradas al dictado sistémico son «escudos sociales». Definitivamente, España era terreno propicio para el «padre de la mentira».

    Pero el mal ya no precisa, para imponer su designio, del estilo sibilino y solapado de aquel demonio Escrutopo urdido por C. S. Lewis en la sublime Cartas del diablo a su sobrino. El mal puede ahora actuar sin recato, orgulloso de sus fechorías; y puede, además, desarrollar estrategias mucho más vastas y fulminantes que las denunciadas en la obra señera de Lewis. Que escribía en una época en la que aún no se había completado aquella inversión de la conciencia moral avizorada por el profeta Isaías: «¡Ay de los que a lo malo llaman bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo!». Cuando se ha moldeado a una generación en esta inversión de la conciencia moral, el mal puede -como señalaba Orugario, citando a Marcuse- «reconfigurar la realidad, aun en contradicción con los hechos». Esta reconfiguración de la realidad depara algunos episodios chuscos, como el reciente birlibirloque del «comité de expertos», que existen o dejan de existir según le pete al tirano; pero tales episodios chuscos son tan sólo donaires que se permite una voluntad maligna que actúa con libertad absoluta, sabiendo que entretanto las gentes están enzarzadas en una demogresca que les impide desvelar la verdadera naturaleza -preternatural- de lo que está ocurriendo.

    Con las Cartas del sobrino a su diablo quise contribuir modestísimamente a ese desvelamiento. Si adopté un tono satírico muy punzante y hasta procaz es porque hay realidades tan tenebrosas que sólo pueden ser abordadas satíricamente, si no deseamos que nos invadan el alma de horror y amargura. Pido disculpas a las tres o cuatro lectoras que todavía me soportan si en alguna ocasión esos abismos asomaron en mis palabras.

    https://www.abc.es/opinion/abci-juan...3_noticia.html.
    pozinho dio el Víctor.

  7. #7
    pozinho está desconectado Miembro graduado
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    Re: «Cartas del sobrino a su diablo» por Juan Manuel de Prada.

    Muchas gracias por el trabajo de recopilación.

  8. #8
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