Sigo con la Centesimus Annus.
Sobre el socialismo:
13. Ahondando ahora en esta reflexión y haciendo referencia a lo que ya se ha dicho en las encíclicas Laborem exercens y Sollicitudo rei socialis, hay que añadir aquí que el error fundamental del socialismo es de carácter antropológico. Efectivamente, considera a todo hombre como un simple elemento y una molécula del organismo social, de manera que el bien del individuo se subordina al funcionamiento del mecanismo económico-social. Por otra parte, considera que este mismo bien puede ser alcanzado al margen de su opción autónoma, de su responsabilidad asumida, única y exclusiva, ante el bien o el mal. El hombre queda reducido así a una serie de relaciones sociales, desapareciendo el concepto de persona como sujeto autónomo de decisión moral, que es quien edifica el orden social, mediante tal decisión.
El socialismo, en su propia raiz, niega la libertad personal. ¿Y qué es lo que se halla en la raiz del capitalismo? Veamos qué pensaba Juan Pablo II, también en la Centesimus Annus:
La moderna economía de empresa comporta aspectos positivos, cuya raíz es la libertad de la persona, que se expresa en el campo económico y en otros campos.
Es decir: Para Juan Pablo II, la raiz del capitalismo es precisamente aquello que el socialismo niega.
Conclusión: El socialismo es perverso en sí mismo; la economía de empresa puede tener distintos efectos (bondadosos o perversos) en función de sus agentes.
Marcadores