No lo sé hasta cuando aguantaremos sin repartir ese jarabe, pero en lo que a mi respecta, opino que deberíamos de empezar ya mismo a sacar el látigo tal y como hizo Nuestro Señor con todos los mercaderes del templo. Ahora bien, también pienso que debemos de estar preparados para sufrir el martirio. La sangre de los mártires es fermento para la propagación del cristianismo... Ahora bien, con látigo o sin él, debemos de oponernos abiertamente y sin cobardías ante los ataques que recibe nuestra religión, porque ya nos lo dijo N.S.: "Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos".
Un abrazo en N.S.
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