En España no es necesario que los manipulen: ante la falta de iniciativa propia y la carencia de cualquier estrategia clara de trabajo, simplemente van a remolque de los sucesos que no controlan: dada la polémica del momento decidida por los periódicos de gran tirada, toman voluntariamente su cómico papel de exaltados sin sentido de la medida (se comportan exactamente como la caricatura que de ellos se hace sugiere que se van a comportar) y cumplen su labor de eximir de radicalidad a los partidos grandes. Luego dormitan entreteniéndose con sus tonterías hasta que les vuelven a necesitar. Esto es particularmente cierto para el caso del PP, que dispone de todo un catálogo de grupitos a los que señalar cuando quiere probar sus buenas maneras y buena cabeza de cara al público. Internamente, estos grupos son exactamente como dice el párrafo que abre el tema.
Sería gracioso si estos grupos no quemasen a tanta gente buena en el proceso de hacerle el juego a los grandes partidos.
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