Biografía de SS León XIV (1983-2008)
Por el Cardenal Martín de la Compasión
con un post scriptum de SS Alejandro IX
Nació el día 21 de marzo del año 1983, en el seno de una humilde familia de la Provincia de Buenos Aires. Su nombre civil es
Oscar Michaelli. . Fue el hijo mayor de cuatro hermanos. Sus familiares y amigos siempre se sorprendieron por su inteligencia y sagacidad, a punto tal que sus maestros insistieron a los padres que por su gran inteligencia y a su avidez por la lectura era aconsejable que rindiera libre varios años de la escuela. Así fue que pasó de quinto a séptimo grado y con diez años ya había terminado la escuela primaria.
Estudios.
En el año 1993, Oscar fue recomendado para un programa de estudios en el exterior, y con una beca completó sus estudios en España a la edad de quince años, tiempo en el que sintió el llamado para servir a Dios. Su familia se opuso: era un genio y ellos querían que él estudiara en la Universidad. Sin embargo, Oscar rechazó las ofertas de estudio que le daba España y se inclinó por conseguir una beca en la
Universidad Católica de Leuven, lo que no le costaria teniendo en cuenta sus antecedentes académicos. Fue allí, en Bélgica, que Oscar conoció la Verdadera Religión Católica y eso lo llevó a estudiar Literatura en una Universidad verdaderamente Católica, donde la Fe no fuera deformada por el modernismo, fue así como llegó al
“Instituto Católica Superior San Pio V” de Bélgica, un centro de estudios superiores dirigido por clero católico tradicionalista. Allí conoce entre otros a la
Fraternité de Archéveque Ngô-dinh-Thuc. Tras cuatro años obtiene dos licenciaturas: una en Letras y la otra en Teología, la primera versaba sobre la Obra de N. Gógol y la segunda sobre el problema de la gracia en San Agustín. Ambas tesis obtuvieron la calificación sobresaliente y cum laudem. En el año 2000, con 17 años, el joven Oscar Michaelli se separa de su familia y viaja a Argentina, dejándolos en Europa, donde aquellos se habían establecido y mejorado su situación económica.
En Argentina, Oscar Michaelli realizaría nuevos estudios: realizó un postgrado en Literatura y tomó cursos en el
CELEB (Centro Laicos de Estudios Bíblicos), con una hermosa memoria que versaba sobre la historicidad del Rey David, algo que, tristemente, los modernistas han puesto en duda.
Las visiones.
Oscar había oído hablar de un pequeño grupo tradicionalista que se solía reunir a rezar el rosario en Moreno, provincia de Buenos Aires, y viajó para conocerlos. Era el 8 de marzo del año 2003 y aquel grupo se llamaba
“Sociedad de Nuestra Señora de la Compasión” y resultó ser más pequeño de lo que él pensaba. Los miembros de la Sociedad quedaron cautivados por la humildad y la inteligencia del joven teólogo y pronto le propusieron que la dirigiera. Excelente orador e inspirado católico, la gente, aún aquellos que desconfiaban de Catolicismo Tradicional se amontonaban en la pequeña casa de los compasionistas para escuchar sus charlas sobre Religión Católica. Un día, mientras él estaba hablando una mujer cayó de rodillas, y elevó sus ojos y dijo estar viendo a la Santísima Virgen detrás de Oscar. Luego la mujer cayó en un dulce sueño. Nadie dio mucha importancia al principio, pero poco a poco, otros más tendrían las mismas experiencias: destellos de luz, iluminaciones asombrosas en el rostro de la imagen de Nuestra Señora de la Compasión. Esto no ocurre en cualquier momento, sino cuando se reza el rosario o el vía crucis.
El 8 de diciembre de aquel 2003, Oscar consiguió un sacerdote tradicionalista para que celebrara la Santa Misa en el oratorio. Nadie imaginaba lo que allí ocurriría...
Al iniciarse la Misa, cae en extasis Oscar ante la mirada atónita de todos los presentes, Nuestra Señora, bajo la advocación del Carmen, allí ella le dice unas palabras que varios de los presentes pudieron oír, llenándose de admiración y asombro, ya que si bien no veían a la Virgen, oían ua dulce voz que le decía a Oscar: “Tu serás sacerdote y harás para mi una Orden Religiosa que consuele mi Corazón”. Luego de esto, reinó el silencio y el ambiente se llenó de un dulce aroma a flores... alguien le preguntó a Oscar que había pasado pero este, por miedo quizás, a que lo consideraran un loco dijo que nada y se negó a decir lo que la virgen le había comunicado. Pobre inocente, no sabían que los demás también habían escuchado su voz.
Los éxtasis de Oscar se sucedieron: su persona cambiaba, se volvía sublime, perdía cualquier sensibilidad y su rostro tomaba un gesto sereno. Siempre ocurría lo mismo: caía de rodillas sin que la naturaleza del terreno le afectara y luego se levantaba sin señal alguna de dolor o cansancio. Después de aquel 8 de diciembre, él pasó a ser para todos el “Hermano Oscar”. En sus visiones (a veces compartidas por los Hermanos Emilio Javier, Alejandro Fabio y Aníbal) contemplaba a Nuestro Señor Jesucristo, a la Santísima Virgen María y a otros grandes Santos. Los mensajes tenían el mismo trasfondo: preservar la Fe Católica de siempre, rezar el rosario y solamente asistir a la Santa Misa en Latín.
Pero no eran estas visiones lo que más asombraba a los visitantes que iban a ver por primera vez a la Sociedad de Nuestra Señora de la Compasión: era su humildad, como trabajaban, como compartían todo... un fiel donó la casa donde se reunían, pronto fue remodelada, poco a poco se levantó una capilla, que hoy es nuestra Catedral, se juntó dinero y se compraron los terrenos lindantes... en el año 2005 la Sociedad tiene ya dos centenares de miembros activos y un sacerdote expelido de la Sociedad San Juan, aparentemente por sedevacantista llega al lugar. No tardó en ser expulsado por los fieles cuando se descubrió que había estado acosando a una de las muchachas que asistían diariamente a la Misa.
Un viaje a Francia.
Cuando el Hermano Oscar escuchó que la Virgen le pedía el 1º de febrero que se entrevistara con dos obispos cismáticos dudó de la visión. Fue un duda prudente, pero la Virgen le dirigió la palabra a varios más que cayeron en éxtasis y les dijo que el Hermano Oscar no debía viajar para adherir a un cisma, sino que lo haría para ser ordenado sacerdote y obispo... y les dijo que en todo momento debía mantenerse fiel a a Religión Católica. Se juntó el dinero y el avió arribó a destino el día 4 de febrero del 2005, llegando a
Mont Saint Aignan Cedes el 15 del mismo mes. Allí fue recibido por
Monseñor Adolphe George Cantor y Monseñor Mario Cornejo de la “Iglesia Santa María”. Ellos recibieron a un muchacho seguro y firme, que les transmitió el mensaje de la Virgen. Asombrosamente no se sorprendieron y tras un breve examen, iniciaron los preparativos para las ordenaciones que concluyeron el 24 de marzo del 2005 con el Sumo Sacerdocio: ahora era Monseñor Oscar de la Compasión.
Monseñor Oscar, un Obispo en defensa de la fe.
La actividad plena de la Orden de Nuestra Señora de la Compasión se inició el 1º de abril del año 2005, cuando Monseñor Oscar de la Compasión dio la primer misa e hizo publica su
“Declaración sobre la Sede Vacante” que concluye con estas palabras:
“Es por ello que, tras estudiar con cuidado y detenimiento nuestra situación actual, y a la luz de las tradiciones de la Iglesia, en virtud del cargo de Obispo que poseo, Creo que la Sede Apostólica de Roma está vacante desde la muerte de Pío XII y que desde el año 1958 ha sido usurpada por herejes.
Creo que desde entonces ya no hay Pontífices, pero que esto no significa una negación de aquello que el Gran Concilio Vaticano declaró en 1870 acerca de que la Iglesia tendría Vicarios de Cristo a perpetuidad. Creo que los Antipapas que ocupan la primer sede apostólica han inventado una nueva religión, que es Modernista y Protestante, que no es Católica, que no es Cristiana y que por lo tanto, no agrada a Nuestro Señor. Quienes se adhieran a la religión predicada por Roncalli, conocido como “Juan XXIII”, instituida por “Paulo VI”, y consolidada por “Juan Pablo II” y su sucesor, el Antipapa “Benedicto XVI”, abandonan la Fe Católica de siempre y se adhieren al cisma que desde Roma se predica. Quienes dan su alianza al declararse “una cum” la Roma modernista y protestante incurren en el mismo pecado.
Y como yo, Oscar de la Compasión, Obispo, tengo la obligación de luchar por la salvación de las almas para mayor gloria de Dios, denuncio a la herejía y los heresiarcas.”
La carta fue impresa y transmitida a los medios de comunicación que no prestaron atención a tan importante anuncio. En el extranjero, los círculos tradicionalistas tampoco se hicieron eco, al principio, de esta declaración, apegados como estaban a aquella que realizara en sus días
Monseñor Ngo-Din-Thuc.
Monseñor Oscar consagró los primeros centros de misa y el día 8 de abril, declaró que pronto se ordenarían varios sacerdotes de entre los Hermanos de la Orden. Entre el 1º de mayo y el 8 de Diciembre, Monseñor Oscar se dedicó a viajar por todo el país, celebrando misas e impartiendo conferencias para expandir el Catolicismo Tradicional. Se entrevistó con importantes figuras y debatió con ciertos académicos que lo acusaron de promover una secta. En Mendoza un Rabino lo acusó de antisemita, un grupo de lesbianas dijeron que era un fascista porque declaró públicamente que jamás toleraría la homosexualidad... Monseñor Oscar fundó oratorios y capillas por todo el país, habilitó hogares como centros de misa y el 9 de noviembre realizó un
viaje a Bolivia, donde permaneció hasta el 22 del mismo mes, estableciendo lazos de amistad con la
nación aymara.
En sus conferencias Monseñor Oscar explicaba a todos los que quisieran oírle (y a los que no también) por qué el Vaticano II había abierto una nueva religión, diferente a la Religión Católica y las necesarias consecuencias de esa defección: los falsos papas, la invalidez de la “Nueva Misa”, y el falso ecumenismo que conduce a la apostasía. Monseñor enseñó entonces que estamos en la época de la Gran Apostasía descripta por San Pablo en su epístola a los Tesalonicenses y que Roma se había convertido en la Sede del Anticristo... pero que Nuestro Señor no permitiría que la Iglesia fuera destruida. Había un “remanente”, un grupo de católicos, extendidos por todo el mundo que siempre oían de píe las hermosas palabras de un sacerdote diciendo “Introibo ad Altare Dei”, esa era la Santa Iglesia Católica Apostólica Remanente, la única Iglesia de Cristo.
El día 6 de diciembre, Monseñor Oscar se instaló en la Casa Generalicia de la Orden de Nuestra Señora de la Compasión. Allí 24 sacerdotes fueron ordenados y dos días después, de entre ellos, cuatro recibieron la consagración episcopal. Aquel 8 de diciembre fue un día glorioso que no pudo ser manchado por la protesta del miserable párroco local que movilizó a su “patota” para que gritara delante de Nuestra Catedral (que aún estaba en construcción). Los nuevos Obispos fueron: Monseñor Martín de la Compasión, Monseñor Emilio Javier de la Compasión, Monseñor Alejandro Fabio de la Compasión, Monseñor Claudio Alejandro de la Compasión.
Centenares de sacerdotes de todo el mundo se pusieron en contacto con Monseñor Oscar para que él o revalidara sus ordenes o los apoyara en su lucha contra el Modernismo.
La Biblia, la Tradición, en fin, la Historia misma nos relata como los Siervos de Dios (patriarcas, profetas, sacerdotes, los apóstoles, etc.) fueron probados muchas veces por medio de mandatos durísimos y ellos obedecían, porque confiaban en Dios y la voluntad de Dios era la que deseaban cumplir. Monseñor Oscar no tenía el dinero que tienen los “obispos” de la Iglesia conciliar, así que vestía con una simple sotana y llevaba en el pecho un crucifijo que ni era de oro ni de ningún metal precioso. Su sotana era negra y simple como la de cualquier sacerdote, pero jamás dejaba su solideo púrpura. Sus zapatos eran viejos hasta que una fiel, escandalizada por la pobreza en la que los compasionistas vivían les regaló sandalias franciscanas. Las oraciones jamás fueron suspendidas por Monseñor Oscar, ni siquiera cuando enfermaba: su cuerpo debil y delgado soportaba muchas veces el cansancio de días de sueño acumulado por los viajes, por las misas, por las confesiones...
Las conversiones eran asombrosas: una importante comunidad de cismáticos griegos, con su obispo y sacerdotes se unieron a Monseñor Oscar de la Compasión, lo mismo ocurrió en Alemania y Francia. Las ordenaciones sacerdotales se suceden, y no ya solamente por parte de Monseñor Oscar, sino de los demás Obispos de la Orden que crean verdaderos ejércitos sacerdotales, dispuestos a dar su vida en el combate por la Santa Fe y la Santa Misa.
El Conclave.
Monseñor Oscar jamás se había pronunciado a favor de una nueva elección pontificia, si bien es cierto que se realizaron los pertinentes estudios para saber si alguno de los que reclamaban ser el Sucesor de San Pedro lo era.
Fue Monseñor Emilio Javier quien se pudo delante de una empresa magna: suplir la Vacante de la Sede Apostólica por medios canónicamente válidos, lo cual expresó por carta el 2 de febrero del año 2006. Monseñor Oscar lo llamó a la “la santa prudencia”:
“Cualquier error o vicio hará inválida y nula vuestra elección, colocándolos en el mismo nivel que los cismáticos antipapas, y de esta forma os separaréis de la Iglesia Católica, fuera de la cual no hay salvación.”
Los Obispos y sacerdotes compasionistas incitaron a Monseñor Oscar a que convocara a un Cónclave mundial, pero este delegó esa función en Monseñor Emilio y Monseñor Alejandro. La circular fue enviada a todos los obispos sedevacantistas del mundo, al tiempo que se escribía al Antipapa de Roma y su Secretario de Estado, intimándolos a abandonar el Vaticano y así proceder con la elección. Esta carta era meramente formal, ya que era sabido que los Anticristos no dejarían las posiciones usurpadas fácilmente. El conclave, se decidió, tendría lugar en Luján y asistieron obispos del mundo entero, los únicos con derecho a voto; también hubo sacerdotes y laicos de distintos países que fueron testigos de la apertura del Conclave y luego del tradicional
“¡Habemus Papam!”.
Dos años como Vicario de Cristo y contando...
Desde el 24 de marzo del año 2006 Oscar de la Compasión es León XIV, el Verdadero Papa, el Dulce Cristo en la Tierra. Han sido de años llenos de trabajo, de actividad, de viajes, de encuentros, de propagar el evangelio en todos los rincones del mundo. Dios está con nosotros ¿de que otra forma se puede explicar el crecimiento de la Santa Iglesia Remanente por todo el mundo más allá del silencio impuesto por el Nuevo Orden Mundial?
No fueron años fáciles. Tuvimos mártires, se produjo un cisma, algunos abandonaron al Papa cuando más se los necesitaba. Su Santidad publicó varias encíclicas, bulas y demás documentos en defensa de la Verdadera Religión Católica.
El 16 de marzo de este año 2007, pocos días antes del Aniversario del Primer Año de Pontificado, a las 6:45 horas un terrorista abrió fuego sobre el Papa. Su vida pendió de un hilo, pensamos que moriría... Pero Dios estuvo con su Vicario. “Es un milagro que esté vivo” dijo su medico personal. La Iglesia atravesó una grave crisis en aquellos días en los que se sabía muy poco de lo que pasaba muros adentro del Palacio Apostólico. Los fieles de todo el mundo habían recibido la noticia del atentado y trataban de comunicarse con nosotros por todos los medios posibles. Las Sedes Arzobispales estaban en un estado caótico, muchos Obispos viajaron de inmediato a la Santa Sede para ponerse a disposición del Cardenal Secretario de Estado, Mons. Emilio Javier de la Compasión. Fue entonces que para tranquilizar a un buen sector de la jerarquía y hacer acallar a los pusilánimes de siempre, el 21 de marzo, en Santa Rosa la Curia y otros jerarcas de la Iglesia hicieron un juramento de fidelidad a Su Santidad León XIV. Tres días después, Su Santidad cumplía su primer año como Pontífice, y hospitalizado hacía publica su encíclica Quo Graviora.
El domingo de Pascua, 8 de abril del año 2007, a pesar de que sus médicos le pidieron permanecer algunos días más en el hospital, Su Santidad regresó al Palacio Apostólico. Allí se ha recuperado casi totalmente y jamás abandonó sus funciones de Vicario de Cristo. Como Papa de la Santa Iglesia nos ha demostrado como debemos comportarnos en los momentos más difíciles. Jamás ha dejado de trabajar, de enseñar, de estudiar.
Post Scriptum De Su Santidad Alejandro IX
Varias veces tuve la oportuniad de leer esta biografía que con tanto amor, respeto y devoción escribiste, muy caro hermano Martín y no puedo sino unirme a ti en agradecimiento a León XIV de Venerable Memoria, tributandole todo el respeto que merece.
Te he rogado, que me permitieras a mi hacer un breve relato de los últimos días. Tu, un hijo fiel de la Iglesia, me agradeciste el no tener que contar como murio aquel que tanta vida nos inspiró.
Bien sabido es que tras aquel funesto atentado, la salud del Gran León XIV fue mermando, algunos de nosotros, alertados, quisimos saber que era aquello que tanto lo debilitaba. La noticia de la enfermedad que lo consumía fue dura, terrible... pero él nos animó a no desesperar. Aún hoy sentimos su ausencia, aún hoy lo lloramos y lo esperamos y tenemos en nuestras oraciones. Como su Sucesor Legítimo, y por lo tanto, Sucesor de San Pedro, no podemos sino animar a todos los fieles a imitar a este gran hombre, a este joven hombre de Dios que renunció a todo, solo por cumplir con la voluntad de Dios.
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