Mateo 16,18, el Primado de Pedro y los Padres de la Iglesia
Por José Miguel Arráiz

Los errores son duros de matar, casi tanto como Bruce Willis en cualquiera de las secuelas de Die Hard. Uno de esos errores es la historia alternativa y casi mitológica que se ha propagado dentro del protestantismo, en donde los padres de la Iglesia rechazaban el primado de Pedro y del obispo de Roma como su sucesor. A ese respecto circula en la Web circula un artículo del doctor Fernando Saraví (reconocido apologeta protestante) donde se comparten varias citas patrísticas con las que se intenta probar que la exégesis que hoy da la Iglesia Católica sobre Mateo 16,18 («Tu eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia» ) donde se reconoce a Pedro como la piedra sobre la que se edifica la Iglesia, es opuesta al consenso de los padres de la Iglesia. Se insinúa también que los padres no reconocían el primado de Pedro, sino que consideraban a Pedro uno más entre los apóstoles. En dicho artículo, que puede consultar aquí, se utiliza la siguiente línea de razonamiento.
1. Según las declaraciones oficiales del Magisterio de la Iglesia, el consenso de los Padres es un criterio fundamental en la recta interpretación de las Escrituras
2. Ese mismo consenso se opone a la interpretación católica de Mateo 16,18 ya que ellos afirmaban que Jesús no se refirió a Pedro como la piedra, sino a la confesión de la fe de Pedro, o a Jesucristo mismo.
"Roca" de Mateo 16,18 esté orientada a la persona del apóstol Pedro.
He querido hacer un análisis detallado de este estudio para anallizar cuan cierto hay en las afirmaciones realizadas por el artículo.
¿Cual es la realmente la exégesis Católica de Mateo 16,18?
El catecismo oficial de la Iglesia Católica dice:
CIC 424 Movidos por la gracia del Espíritu Santo y atraídos por el Padre nosotros creemos y confesamos a propósito de Jesús: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo" (Mt 16, 16). Sobre la roca de esta fe, confesada por San Pedro, Cristo ha construido su Iglesia (cf. Mt 16, 18; San León Magno, serm. 4, 3;51, 1;62, 2;83, 3).
CIC 552 En el colegio de los doce Simón Pedro ocupa el primer lugar (cf. Mc 3, 16; 9, 2; Lc 24, 34; 1 Co 15, 5). Jesús le confía una misión única. Gracias a una revelación del Padre , Pedro había confesado: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo". Entonces Nuestro Señor le declaró: "Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella" (Mt 16, 18 ). Cristo, "Piedra viva" (1 P 2, 4), asegura a su Iglesia, edificada sobre Pedro la victoria sobre los poderes de la muerte. Pedro, a causa de la fe confesada por él, será la roca inquebrantable de la Iglesia. Tendrá la misión de custodiar esta fe ante todo desfallecimiento y de confirmar en ella a sus hermanos (cf. Lc 22, 32)..
CIC 881 El Señor hizo de Simón, al que dio el nombre de Pedro, y solamente de él, la piedra de su Iglesia. Le entregó las llaves de ella (cf. Mt 16, 18-19); lo instituyó pastor de todo el rebaño (cf. Jn 21, 15-17). "Está claro que también el Colegio de los Apóstoles, unido a su Cabeza, recibió la función de atar y desatar dada a Pedro" (LG 22). Este oficio pastoral de Pedro y de los demás apóstoles pertenece a los cimientos de la Iglesia. Se continúa por los obispos bajo el primado del Papa
Así, ya desde el comienzo del planteamiento el doctor Saraví comienza con pie izquierdo. ¿Cómo podría ser cierto que la Iglesia Católica no se ajuste a lo que ella misma define, a saber, el evitar interpretar la Escritura fuera del consenso de los padres, cuando el mismo catecismo oficial reconoce también como interpretación válida que sobre la confesión de fe Cristo edifica su Iglesia?.
No habría por qué sorprenderse que al igual que el catecismo, los padres de la Iglesia hagan uso de ambas interpretaciones. Ciertamente la Iglesia se edifica sobre la fe en Cristo, hijo del Dios vivo, pero también es cierto que Pedro fue elegido para encabezar el colegio apostólico, en virtud de esa fe (Todo esto está en perfecta armonía con la doctrina católica).
Como veremos a lo largo de estas líneas, cuando un padre de la Iglesia hace uso de una interpretación de Mateo 16,18 no necesariamente está rechazando la otra. Veremos también como su exégesis dista un universo de la posición protestante actual (donde generalmente se rechaza enfáticamente a Pedro como la piedra) y como ellos (los santos padres) no solo consideraban válidas ambas interpretaciones, sino que las consideraban complementarias, ya que así como Pedro fue llamado Piedra en virtud de su confesión de fe, así también cierto es que por esa confesión de fe, Pedro fue instituido mayordomo del reino de los cielos y cabeza del colegio apostólico. También veremos como ninguno de estos padres rechazó realmente el primado de Pedro, como anacrónicamente hoy se les intenta endosar.
¿Y los Concilios Ecuménicos?
Antes de comenzar con los padres citados, quiero hacer notar algo que el artículo en cuestión no menciona, y es que en pleno concilio ecuménico de Éfeso ocurrió una solemne proclamación de la primacía petrina, llamando a Pedro príncipe y cabeza de los apóstoles, y columna de la fe y fundamento de la Iglesia Católica, al mismo tiempo se reconocía al obispo de Roma su sucesor.
“A nadie es dudoso, antes bien, por todos los siglos fue conocido que el santo y muy bienaventurado Pedro, príncipe y cabeza de los Apóstoles, columna de la fe y fundamento de la Iglesia Católica, recibió las llaves del reino de manos de nuestro Señor Jesucristo, salvador y redentor de género humano, y a él le ha sido dada potestad de atar y desatar los pecados; y él, en sus sucesores, vive y juzga hasta el presente y siempre”
Concilio de Éfeso, 431. Discurso de Felipe, Legado del Romano Pontífice, en la sesión III
Lo mismo ocurrió en el concilio ecuménico de Calcedonia, donde había aproximadamente 150 obispos, todos orientales y solo dos occidentales (legados papales):
“¡Esta es la fe de los Padres! ¡Esta es la fe de los apóstoles! ¡Debemos creerla! ¡Anatemas a quien no la cree! Pedro nos ha hablado por medio de León… Esta es la verdadera Fe.”
Concilio de Calcedonia, Actas del Concilio, Sesión 2.
“Por que el santísimo y bienaventurado León, arzobispo de la gran y antigua Roma, a través de nosotros, y a través del presente Sacrosanto Sínodo, junto con el tres veces bienaventurado y todo glorioso Pedro, el Apóstol que es la roca y fundación de la Iglesia Católica, y la fundación de la fe ortodoxa.. .”
Concilio de Calcedonia, Actas del Concilio, Sesión 3.
¿Como podría ser posible que los padres rechazaran la interpretación de que Pedro es la piedra de Mateo 16,18 cuando aquí se proclamó nada menos que en dos concilios ecuménicos repletos de obispos pertenecientes a todas las regiones cristianas? ¿No es curioso, de ser dicha interpretación rechazada por el consenso de los padres, que nadie dijera “pío”?.
¿Y que de los padres?
Comenzaré ahora cada uno de los padres y escritor eclesiásticos citados por el doctor (omitiré algunos para no extenderme demasiado, pero en ellos ocurre casi siempre lo mismo que con el resto de los casos citados):
Tertuliano

Citas aportadas por el artículo:
”Si, porque el Señor le dijo a Pedro, «Sobre esta roca edificaré mi Iglesia», «a ti te he dado las llaves del reino celestial», o «cualquier cosa que hayas atado o desatado en la tierra, será atada o desatada en los cielos», tú por tanto supones que el poder de atar y desatar se ha derivado hacia ti, es decir, a toda Iglesia similar a Pedro, ¿qué clase de hombre eres, subvirtiendo y cambiando totalmente la intención manifiesta del Señor, confiriendo (como lo hizo aquella intención) esto personalmente a Pedro? «Sobre ti», dice, «edificaré mi Iglesia»; y «Te daré las llaves a ti», no a la Iglesia; y «lo que desatares o atares», no lo que «ellos hayan desatado o atado». Pues así enseña el resultado junto con esto. En (Pedro) mismo la Iglesia fue criada; esto es, a través de (Pedro) mismo; él mismo probó la llave; tú ves cuál: «Hombres de Israel, dejad que lo que digo penetre en vuestros oídos: Jesús Nazareno, hombre destinado por Dios para vosotros», y así. (Pedro) mismo, por tanto, fue el primero en despejar, en el bautismo de Cristo, la entrada al reino celestial, en el cual son desatados los pecados que estaban antes atados; y aquellos que no han sido desatados son atados, según la verdadera salvación...”
Sobre la Modestia, 21 (ANF 4:99)
“Otra vez, Él cambia el nombre de Simón a Pedro ... Pero, ¿por qué Pedro? Si era por el vigor de su fe, había muchos materiales sólidos los cuales podrían prestar su nombre a causa de su fuerza. ¿Fue porque Cristo era tanto una roca como una piedra? Pues leemos que fue puesto «como piedra de tropiezo y roca de contención»”.
Contra Marción, IV, 13 (ANF 3:365)
Antes de comenzar a analizar los textos de Tertuliano, es necesario precisar que este escritor eclesiástico si bien en un comienzo era muy leído en la Iglesia Católica, terminó finalmente por abrazar ha herejía.
Es por eso que podríamos clasificar sus escritos en dos etapas: pre-montanistas (obras que escribió en su período como católico) y post-montanistas (cuando ya había abrazado el montanismo y cuando finalmente les abandonó para fundar su propia secta: los tertulianitas).
En los textos pre-montanistas del primado hay una aceptación implícita por parte de Tertuliano de la preeminencia de la Iglesia de Roma. En De praescriptione haereticorum (La prescripción de lo herejes o prescripciones contra todas las herejías) afirma que en la Iglesia de Roma está pronta la autoridad y menciona el martirio de San Pedro y San Pablo allí.
“2.Pero si te encuentras cerca de Italia, tienes Roma, de donde también para nosotros está pronta la autoridad. 3 Qué feliz es esta Iglesia a la que los Apóstoles dieron, con su sangre, toda la doctrina, donde Pedro es Igualado a la pasión del Señor, donde Pablo es coronado con la muerte de Juan [Bautista], donde el apóstol Juan, después que, echado en aceite rusiente, no sufrió ningún daño, es relegado a una isla.”
Tertuliano. De praescriptione haereticorum, XXXVI.2-3.
En el mismo tratado donde intenta demostrar a los herejes que nada el Señor ocultó al conocimiento de los apóstoles, pone por ejemplo a Pedro y a Juan, pero de Pedro dice que es la piedra en que la Iglesia iba a ser edificada y que obtuvo las llaves del reino de los cielos y la potestad de atar y desatar. De Juan hace referencia pero como el discípulo amado.
“¿Quién, pues, de mente sana puede creer que ignoraron algo aquellos que el Señor dio como maestros, manteniéndolos inseparables en su comitiva, en su discipulado, en su convivencia, a quienes exponía aparte todas las cosas oscuras, diciéndoles ue a ellos era dado conocer aquellos misterios que al pueblo no era permitido entender?
¿Se le ocultó algo a Pedro, que fue llamado piedra de la Iglesia que iba a ser edificada, que obtuvo las llaves del reino de los cielos y la potestad de desatar y atar en los cielos y en la tierra?”
Tertuliano De praescriptione haereticorum, XXII.2-4
Hasta aquí, si el doctor Saraví pretendió presentar a Tertuliano como un opositor de la interpretación donde se reconoce a Pedro como la piedra de Mateo 16,18, tiene serios problemas, ya que Tertuliano no solo no rechazó esta interpretación, sino que hizo uso de ella.
Ahora bien, cuando Tertuliano abraza el montanismo rechaza que el poder conferido a Pedro en virtud de sus llaves lo recibieran sus sucesores y niega también que los obispos en comunión con él lo pudieran utilizar, contradiciendo lo que el mismo había establecido en De paenitentia (Sobre la penitencia). Dice en forma tajante en De pudicitia (Sobre la modestia):
“Si, porque el Señor dijo a Pedro: “Edificaré mi Iglesia sobre esta piedra; te he dado las llaves del reino de los cielos”, o bien: “Todo lo que atares o desatares en la tierra, será atado o desatado en el cielo” presumes que el poder de atar y de desatar ha llegado hasta ti, es decir, a toda la Iglesia que esté en comunión con Pedro, ¿Qué clase de hombre eres? Te atreves a pervertir y cambiar totalmente la intención manifiesta del Señor, que no confirió este privilegio más que a la persona de Pedro. “Sobre ti edificaré mi Iglesia”, le dijo El, “A ti te daré las llaves”, no a la Iglesia. “Todo lo que atares o desatares”, etc. Y no todo lo que ataren o desataren…Por consiguiente, el poder de atar o desatar, concedido a Pedro, no tiene nada que ver con la remisión de los pecados capitales cometidos por los fieles…Este poder, en efecto, de acuerdo con la persona de Pedro, no debía pertenecer más que a los hombres espirituales, bien sea apóstol, bien sea profeta”
Tertuliano, De pudicitia 21
En pocas palabras, en este texto Tertuliano no rechazó la idea de que Pedro fuera la piedra, por el contrario, llegó al extremo de afirmar que el oficio de Pedro era exclusivo e intransferible, por lo que inclusive siendo ya hereje, Tertuliano no presenta ningún apoyo al argumento del doctor Saraví.
Lo mejor de todo, es que el texto en cuestión, estando escrito por un Tertuliano hostil es muy revelador, porque en el texto se hace evidente que se enfrentaba a un obispo que utilizaba Mateo 16,18-19 para afirmar que las Iglesias en comunión con Pedro tenían la autoridad de perdonar pecados incluso graves, ¡en plena época de Tertuliano!. No sería tan impopular dicha interpretación en ese entonces, que no solo no la utilizó Tertuliano en su período católico, sino que al abandonar la Iglesia, se enfrenta con un obispo se la estrujaba en el rostro.
Orígenes

Citas aportadas por el artículo:
“Y si nosotros también hemos dicho como Pedro, «Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente», no como si carne y sangre nos lo hubiese revelado, sino por la luz del Padre en los cielos habiendo resplandecido en nuestro corazón, nos tornamos un Pedro, y a nosotros nos podría decir el Verbo, «Tú eres Pedro», etc. Pues es una roca cada discípulo de Cristo de quien bebieron aquellos que bebieron de la roca espiritual que los seguía, y sobre cada roca así se construye toda palabra de la Iglesia, y la constitución que corresponde a ella; pues en cada uno de los perfectos, quienes poseen la combinación de palabras y actos y pensamientos que llenan la bendición, la Iglesia es construida por Dios. “
Comentario sobre Mateo, 10 (ANF 10:456)
“La promesa dada a Pedro no es restringida a él, sino aplicable a todos los discípulos como él. Pero si supones que sobre este Pedro solamente toda la Iglesia es construida por Dios, ¿qué dirías sobre Juan el hijo del trueno o de cada uno de los Apóstoles? ¿Nos atreveremos, de otro modo, a decir que contra Pedro en particular no prevalecerán las puertas del Hades, pero que prevalecerán contra los otros Apóstoles y los perfectos? ¿Acaso el dicho previo, «las puertas del Hades no prevalecerán contra ella», no se sostiene con respecto a todos y en el caso de cada uno de ellos? ¿Y también el dicho, «Sobre esta roca edificaré mi Iglesia?» ¿Son las llaves del reino de los cielos dadas por el Señor a Pedro solo, y ningún otro de los benditos las recibirá? Pero si esta promesa, «Te daré las llaves del reino de los cielos» es común con los otros, ¿cómo no lo serán también todas las cosas de las que previamente se habló, y las cosas que están subordinadas como habiendo sido dirigidas a Pedro, ser comunes para ellos? Pues en este lugar estas palabras parecen haber sido dirigidas como sólo a Pedro ... Pero en el Evangelio de Juan, el salvador habiendo dado a los discípulos el Espíritu Santo soplando sobre ellos, dijo, «Recibid el Espíritu Santo»...
«Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente». Y si alguno le dice esto a Él ... obtendrá las cosas que fueron habladas conforme a la letra del Evangelio a aquel Pedro, pero, como el espíritu del Evangelio enseña, a todo el que se torna tal como era Pedro. Pues llevan el sobrenombre de «roca» todos los que son imitadores de Cristo, esto es, de la roca espiritual que seguía a quienes estaban siendo salvados, para que puedan beber de ella [en] la sequía espiritual. Pero éstos llevan el sobrenombre de la roca tal como lo hace Cristo. Pero también como miembros de Cristo que derivan su sobrenombre de Él ellos son llamados cristianos, y de la roca, Pedro.
Y también en relación con Sus otros nombres, los aplicarás a modo de sobrenombre a los santos; y a todos los tales se les puede decir la declaración de Jesús: «Tú eres Pedro», etc., hasta las palabras [no] «prevalecerán contra ella». Pero ¿qué es el «ella»? ¿Es la roca sobre la cual Cristo construye la Iglesia, o es la propia Iglesia? Pues la frase es ambigua. ¿O es como si la roca y la Iglesia fuesen una misma cosa? Yo creo que esto es lo cierto; pues ni contra la roca sobre la que Cristo construye la Iglesia, ni contra la Iglesia, prevalecerán las puertas del Hades...”
Comentario sobre Mateo XII, 11 (ANF 10:456)
Lo primero que salva a la vista, es que aquí Orígenes no se opone a la interpretación donde se reconoce a Pedro como la piedra, tal como el doctor Saraví sostenía, por el contrario, Orígenes ve en la metáfora donde se compara a la Iglesia como un edificio espiritual, una construcción donde las piedras son “creyentes” (personas) sobre las cuales Cristo va construyendo la Iglesia. Para Orígenes Pedro es la primera piedra, y nosotros somos también piedras que conforman el edificio espiritual que es la Iglesia.
En pocas palabras, mientras la posición protestante sostiene que Pedro fue llamado Piedra, Orígenes va al otro extremo y sostiene que todos los cristianos podemos también ser “piedras” con las que está construida la Iglesia.
Ahora ¿es un rechazo al primado de Pedro la interpretación de Orígenes al decir que todo aquel que confiesa a Cristo como hijo de Dios se torna otro Pedro?. Lo veo muy dudoso. Lo que se observa aquí es un lenguaje alegórico similar al que usaría un pastor al predicar que “cada cristiano es otro Cristo”, y no por eso vamos a creer podemos tener su poder y autoridad.
Es cierto que todos los apóstoles son tan apóstoles como Pedro, pero eso no quiere decir que se niegue su primado entre ellos. El problema es que estos textos los protestantes ven erróneamente un apoyo a su modelo de Iglesia invisible. En esta visión de la Iglesia, no habría sucesión apostólica, tampoco una Iglesia organizada jerárquicamente con autoridad para sancionar y excomulgar a nadie, pues a fin de cuentas un “Pedro” no tendría autoridad sobre otro “Pedro” mientras ambos confiesen a Cristo como hijo de Dios.
Tratar de enmarcar estas idas en el pensamiento de Orígenes es un anacronismo. Orígenes ve a la Iglesia como la ciudad de Dios sobre la tierra, fuera de la cual no puede haber salvación (In Ios. Hom. 3,5). Los laicos deben sumisión a sus presbíteros e incluso deben al confesar sus pecados someterse a su juicio sobre si deben confesar sus pecados públicamente (In. Ps. Hom. 37,2,5). Cuestiona duramente a quienes se arrojan el poder de perdonar pecados que fue concedido a los sacerdotes (De orat. 28 ), y nunca rechaza la sucesión apostólica, la cual afirma es la que salvaguarda la tradición, por lo que afirma “Mas como la enseñanza eclesiástica, transmitida en sucesión ordenada desde los apóstoles, se conserva y perdura en las Iglesias hasta el presente, no se deben recibir como artículo de fe más que aquellas verdades que no se apartan en nada de la tradición eclesiástica y apostólica (El Peri-Archon (De prencipiis), Prefacio 1-2).
Es importante mencionar que hay otros textos de Orígenes omitidos por el doctor Saraví, donde si reconoce a Pedro como la Piedra de Mateo 16,18:
“Pero ¿quién es tan feliz que esté libre del peso de las tentaciones, de modo que ningún pensamiento de duda sorprenda su alma? Mira lo que el Señor dice al gran fundamento de la Iglesia, a aquella roca solidísima sobre la cual Cristo fundó la Iglesia: Hombre de poca fe, ¿por qué has dudado?”
Origen, In Exod. Hom. v. n. 4, tom. ii. p. 145, ed. Del la Rue, Migne) in Charles F.B. Allnatt, ed., Cathedra Petri-The Titles and Prerogatives of St. Peter, (London: Burns & Oates, 1879),15-16
“Y Pedro, sobre la cual la Iglesia es construida, contra la cual las puertas del infierno no prevalecerán...”
Orígenes, Comentario sobre Juan . 5:3; ANF, Vol. X, 347; cf. Jurgens, I, 202
“Sobre él (Pedro) en la tierra, la Iglesia fue fundada”
(Origen, In Epist. Ad Rom. Lib. v. c. 10, tom. iv. p. 568 ), in Charles F.B. Allnatt, ed., Cathedra Petri – The Titles and Prerogatives of St. Peter, (London: Burns & Oates, 1879), 16
“Asimismo Pedro, sobre quien la Iglesia fue fundada por el buen gusto del Señor”
(Origen, De Bono Patient. p. 494), in Joseph Berington, John Kirk, eds., and James Waterworth, rev., The Faith of Catholics, vol. 2, (New York: Pustet & Co., 1884), 6-7
Estos textos muestran que Orígenes también hacía uso de la interpretación donde Pedro es la piedra de Mateo 16,18, por lo que si Orígenes fue citado como un opositor a esta interpretación, el doctor Saraví volvió a fallar.
Cipriano de Cartago

Citas aportadas por el artículo:
“Nuestro Señor, cuyos preceptos y admoniciones debemos observar, describiendo el honor de un obispo y el orden de Su Iglesia, habla en el Evangelio, y le dice a Pedro: «Te digo a ti, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia; y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Y te daré las llaves del reino del cielo, y lo que atases en la tierra, será atado en el cielo, y lo que desatares en la tierra, será desatado en el cielo». De aquí, a través de los cambios de tiempos y sucesiones, el ordenamiento de los obispos y el plan de la Iglesia fluye hacia delante; de modo que la Iglesia está fundada sobre los obispos, y cada acto de la Iglesia está controlado por estos mismos gobernantes.”
Epístolas 26:1 (ANF 5:305)
“Y el Señor también en el Evangelio, cuando los discípulos lo abandonaron mientras él hablaba, tornándose hacia los doce, dijo «¿también vosotros os iréis?»; entonces Pedro le respondió: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes la palabra de vida eterna; y creemos, y estamos seguros, de que eres el Hijo del Dios viviente». Aquí habla Pedro, sobre quien la Iglesia había de ser edificada, enseñando y mostrando en el nombre de la Iglesia, que aunque una rebelde y arrogante multitud de aquellos que no oirían ni obedecerían pudiera apartarse, aun así la Iglesia no se apartará de Cristo; y son la Iglesia quienes forman un pueblo unido al sacerdote, y el rebaño que se adhiere a su pastor.”
Epístolas 68:8 (ANF 5:374)
San Cipriano. De la Unidad de la Iglesia. 4.5
“El Señor habla a San Pedro y le dice: “Yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella…” Y aunque a todos los apóstoles confiere igual potestad después de su resurrección y les dice: “Así como me envió el Padre, también os envío a vosotros. Recibid el Espíritu Santo. Si a alguno perdonareis los pecados, le serán perdonados; si alguno se los retuviereis, le serán retenidos”, sin embargo, para manifestar la unidad estableció una cátedra, y con su autoridad dispuso que el origen de esta unidad empezase por uno. Cierto que lo mismo eran los demás Apóstoles que Pedro, adornados con la misma participación de honor y potestad, pero el principio dimana de la unidad. A Pedro se le da el primado, para que se manifieste que es una la Iglesia de Cristo…El que no tiene esta unidad de la Iglesia ¿cree tener fe?.. El que se opone y resiste a la Iglesia, ¿Tiene la confianza de encontrarse dentro de la Iglesia?...El episcopado es uno solo, cuya parte es poseída por cada uno in solidum. La Iglesia también es una, la cual se extiende con su prodigiosa fecundidad en la multitud, a la manera que son muchos los rayos del sol, y un solo sol, y muchos los ramos de un árbol, pero uno solo el tronco fundado en firme raíz, y cuando varios arroyos proceden de un mismo manantial, aunque se haya aumentado su número con la abundancia de agua, se conserva la unidad de su origen. Separa un rayo del cuerpo del sol: la unidad no admite la división de la luz, corta un ramo del árbol: este ramo no podrá vegetar, ataja la comunicación del arroyo con el manantial y se secará. Así también la Iglesia, iluminada con la luz del Señor, extiende sus rayos por todo el orbe; pero una sola es la luz que se derrama por todas partes, sin separarse la unidad del cuerpo; con su fecundidad y lozanía extiende sus ramos por toda al tierra, dilata largamente sus abundantes corrientes, pero una es la cabeza, uno el origen y una la madre, abundante en resultados de fecundidad. De su parto nacemos, con su leche nos alimentamos y con su espíritu somos animados” (trad. Caminero 4,404-5).
Aquí, según los mismos textos patrísticos que suministra el doctor Saraví, vemos a Cipriano refiriéndose a Pedro como la piedra sobre la que se edifica la Iglesia, por lo que este texto en cuestión no sirve para el propósito inicial del doctor, que era, probar que los padres de la Iglesia se oponían a reconocer en Pedro la piedra. Otros textos similares:
“Pedro, sobre quien la Iglesia ha sido edificada por el Señor mismo, uno hablando por todos, y respondiendo con la voz de la Iglesia al decir «Señor, ¿a quién iremos?»”
Cyprian, Ep. ov. Ad Cornel. p. 83, in Colin Lindsay, The Evidence for the Papacy, (London: Longmans, 1870),22
Otra cosa que es importante notar, es que Cipriano reconoce explícitamente que a Pedro se le da el primado. Podría discutirse si la forma en que Cipriano concebía dicho primado (de honor, de jurisdicción...), pero nunca afirmar que lo rechazó, sobre todo porque son las mismas palabras de Cipriano las que lo refutan.
Es importante entender que SI HUBO un cambio significativo en la posición de Cipriano respecto a su forma de concebir e interpretar la primacía del obispo de Roma a raíz de su conflicto con el Papa Esteban. Nunca la negó, pero negó su carácter jurisdiccional que antes aunque no a todas voces, la reconocía como trataré más adelante.
Antes de este conflicto, Cipriano era mucho más explícito al reconocer la primacía papal, al punto de que no podía pertenecerse a la Iglesia si se perdía comunión con la cátedra de Pedro. Escribe entonces Cipriano sobre Novaciano quien se había rebelado contra Cornelio (El Papa):
“...La Iglesia es una sola, y así como ella es una, no se puede estar a la vez dentro y fuera de la Iglesia. Porque si la Iglesia está con doctrina del (hereje) Novaciano, entonces está en contra del (Papa) Cornelio. Pero si la Iglesia está con Cornelio, el cual sucedió en su oficio al obispo (de Roma) Fabián mediante una ordenación legítima, y al cual el Señor, además del honor del sacerdocio concedió el honor del martirio, entonces Novaciano está fuera de la Iglesia; ni siquiera puede ser considerado como obispo, ya que no sucedió a ninguno, y despreciando la tradición evangélica y apostólica, surgió por su propia cuenta. Porque ya sabemos que quien no fue ordenado en la Iglesia no pertenece a ella de ningún modo”.
Cyprian, Ep 75,3
Pero para ese entonces, el ejercicio del primado Romano era ejercido principalmente como una corte de apelaciones, y Cipriano empieza a ver mal que los herejes “corran a apelar al Papa” cada vez que no querían someterse a su autoridad de obispo. En ese entonces escribe quejándose de que los herejes se atrevan a llevar su causa a “la cátedra de Pedro, la Iglesia principal donde brotó la unidad del sacerdocio”
“Ellos no tuvieron bastante con apartarse del Evangelio, con arrancar a los herejes la esperanza del perdón y la penitencia, con apartar de todo sentimiento y fruto de penitencia a los enredados en robos, o manchados con adulterios, o contaminados con el funesto contagio de los sacrificios, de suerte que éstos ya no ruegan a Dios ni confiesan sus pecados en la Iglesia; no se contentaron con constituir fuera de la Iglesia y contra la Iglesia un conventículo de facción corrompida, al que pudieran acogerse la caterva de los que tienen mala conciencia y no quieren ni rogar a Dios ni hacer penitencia. Después de todo esto, todavía, habiéndose dado un falso obispo, creación de los herejes, han tenido la audacia de hacerse a la vela y de llevar cartas de parte de los cismáticos y profanos a la cátedra de Pedro, a la Iglesia principal de la que brotó la unidad del sacerdocio; y ni siquiera pensaron que aquellos son los mismos romanos cuya fe alabó el Apóstol cuando les predicó, a los que no debería tener acceso la perfidia. ¿Por qué fueron allá a anunciar que había sido creado un pseudo-obispo contra los obispos? Porque, o se sienten satisfechos de lo que hicieron y con ello perseveran en su crimen, o se arrepienten y se retractan y ya saben adónde han de volver. Porque fue establecido por todos nosotros que es cosa a la vez razonable y justa que la causa de cada uno se trate allí donde se cometió el crimen y que cada uno de los pastores tenga adscrita una porción de la grey, que cada uno ha de regir y gobernar dando cuenta de sus actos al Señor. Por tanto, los que son nuestros súbditos, no han de andar de acá para allá, ni han de lacerar la coherente concordia de los obispos con su audacia astuta y engañosa, sino que han de defender su causa allí donde pueda haber acusadores y testigos de su crimen. A no ser que se crea que la autoridad de los obispos establecidos en África es demasiado pequeña para esos pocos desesperados y pervertidos”.
Cyprian Ep 59, 14. Sobre la legitimidad de la apelación a Roma
Cuando por fin estallan las diferencias entre el Papa y Cipriano por el bautismo de los herejes, éste se obstina y rechaza su jurisdicción sobre los asuntos de su propia iglesia. (Evento que casi degeneró en un cisma)
Ahora bien, comentan eruditos como M. Bévenot y que califica Quasten como acertado, que hay evidencias que demuestran que Cipriano reconocía tener que llevar al pontífice los asuntos de mayor importancia.
Un ejemplo de esto lo tenemos en la reacción de Cipriano a la investigación del papa Cornelio a propósito de la consagración de Fortunato, que Cipriano había hecho sin consultar previamente a Roma. En su respuesta, el prelado africano reconoce su deber de llevar al Pontífice todos los asuntos de mayor importancia y le escribe excusándose:
“No te escribí inmediatamente, carísimo hermano, porque no se trataba de una cosa tan importante y tan grave que pidiera que se te comunicara en seguida... Confiaba que conocías todo esto y estaba seguro de que te acordabas de ello. Por eso juzgué que no era necesario comunicarte con tanta celeridad y urgencia las locuras de los herejes... Y no te escribí sobre todo aquello porque todos lo despreciamos, por otra parte, y poco ha te mandé los nombres de los obispos de aquí que están al frente de los hermanos y no han sido contaminados por la herejía. Fue opinión unánime de todos los de esta región que te mandara estos nombres”
Cyprian, Epístola 59,9
Esta carta es bastante sugestiva, ya que de no reconocer la primacía del obispo de Roma ¿por qué las excusas por no haberle notificado antes? ¿Es que si el Papa preguntaba no podía alegar que era asunto de su propia iglesia?, ¿por qué la opinión unánime de todos los de la región en mantener informado al obispo de Roma?
Sucedió también algo similar cuando la persecución de Decio (250). San Cipriano se oculta pero envía una carta a la Iglesia de Roma explicando las razones que le motivaron a huir:
“He creído necesario escribiros esta carta para daros cuenta de mi conducta, de mi conformidad de la disciplina y de mi celo…Pero aunque ausente en el cuerpo, he estado presente en espíritu…”
Cyprian, Ep 20
Es evidente que en ese momento reconocía en la Iglesia de Roma una autoridad a quien dar cuentas, de lo contrario, una carta a Roma justificando su conducta hubiera sido innecesaria.
Respecto a estas epístolas comenta Quasten:
“En esta respuesta no leemos que el obispo sea responsable sólo ante Dios, sino que, al rendir de hecho cuentas del incidente, reconoce a Cornelio el derecho a exigir sumisión sobre toda “materia de suficiente importancia y gravedad.” La misma razón explica que Cipriano obrara exactamente igual durante la vacante que siguió a la muerte del papa Fabiano (250). Cuando el clero de la capital expresó su desaprobación por haberse escondido, Cipriano se justificó enviando una relación de su conducta. Además, y sobre todo, Cipriano hizo suya la postura de los romanos en el problema de los lapsos. Se ve, pues, que se siente obligado no solamente hacia el obispo de Roma, sino hacia la sede misma.”
Patrología I, Johannes Quasten, pag. 329
Afraates el Sirio

Citas aportadas por el artículo:
“La fe ... es como una construcción que se construye de muchas piezas de artesanía y así su edificio se eleva hasta la cima. Y sabed, mis amados, que en los fundamentos del edificio se colocan piedras, y así descansando sobre piedras, todo el edificio se eleva hasta que es perfeccionado. Así también la verdadera Piedra, nuestro Señor Jesucristo, es el fundamento de toda fe. Y en Él, en (esta) Piedra, se basa la fe. Y descansando sobre la fe toda la estructura se eleva hasta ser completada. Pues es el fundamento lo que constituye el principio de todo el edificio. Pues cuando alguien es traído cerca de la fe, es puesto por él sobre la Piedra, es decir nuestro Señor Jesucristo. Y Su edificio no puede ser zarandeado por las olas, ni dañado por los vientos. Por los embates de la tormenta no se cae, porque su estructura está levantada sobre la roca de la verdadera Piedra. Y en que he llamado a Cristo la Piedra, no he hablado mi propio pensamiento, sino que los Profetas le llamaron de antemano la Roca.
Y ahora oíd lo concerniente a la fe que es basada sobre la Piedra, y lo concerniente a la estructura que se levanta sobre la Piedra ... Así también que el hombre quien se torna una casa, sí, una morada para Cristo, preste atención a lo que se necesita para el servicio de Cristo, quien se aloja en él, y con qué cosas puede complacerle. Pues primero él construye su edificio sobre la Piedra, la cual es Cristo. Sobre Él, sobre la piedra, se edifica la fe ... Todas estas cosas demanda la fe que está basad en la roca de la verdadera Piedra, es decir Cristo. Y si por ventura dijeses: «Si Cristo está puesto por fundamento, ¿cómo es que Cristo también mora en el edificio cuando éste se completa?» Pues el bendito Apóstol dijo ambas cosas. Pues dijo: «Yo como perito arquitecto he puesto el fundamento». Y allí él definió el fundamento y lo hizo claro, pues dijo como sigue: «Ningún hombre puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Cristo Jesús» ... Y por tanto se cumple aquella palabra, que Cristo mora en los hombres, a saber, en aquellos que creen en Él, y Él es el fundamento sobre el cual se levanta todo el edificio”.
Demostraciones Selectas, 1:2-6,13, 19
He aquí un ejemplo de como utilizar un texto que en nada niega la primacía petrina, para endosar a Afraates un rechazo que nunca existió, y es sorprendente que el doctor Saraví haga uso de este texto porque ¿es que piensa que para los católicos nuestra fe no está puesta en Cristo?
Que Afraates se refiera a Cristo como la roca en este tipo de metáfora no quiere decir que niegue que Pedro sea la roca de Mateo 16,18, después de todo, los elementos metafóricos no tienen porqué mantener el mismo significado entre metáforas distintas.
Lo que omite el doctor es comentar que Afraates es otro padre que hace uso de AMBAS interpretaciones de acuerdo al contexto y a la predicación. En las mismas demostraciones insta a imitar a Simón, a quien llama jefe de los discípulos y fundación y roca de la Iglesia.
“el jefe de los discípulos...El Señor lo aceptó y lo estableció como fundación, llamándolo roca y la estructura de la Iglesia”.
Aphraates, Hommily 7:15, De Paenitentibus, ed. Parisot in Patrología Syriaca, vol. 1, col. 335, in Michael M. Winter, St Peter and the Popes, (Baltimore: Helicon, 1960),58
Otros textos similares:
“Jesus, nuestro salvador llamó a Simón la roca firme y lo colocó como un fiel testigo entre las naciones”
(x,4). Tomado de Jesús, Peter & Keys, Butler, Dahlgren, Hess, pag. 226
En otro lugar, da preeminencia a Pedro sobre Santiago y Juan, llamando a Pedro fundación de la Iglesia y a Santiago y Juan pilares.
“Simón Cefas la fundación de la Iglesia...Santiago y Juan firmes pilares de la Iglesia”
(xxiii), “Aphraates, in S. Herbert Scott, The Eastern Churches and the Papacy,(London: Sheed & Ward,1928 ),60.
“David...el jefe de los reyes de Israel, confesó su iniquidad y fue perdonado; Simón, también, el jefe de los discípulos...cuando se arrepintió...nuestro Señor lo recibió y le hizo la fundación, y la llamó Cefas, el edificio de su Iglesia”
VII,15(Dom. J. Parisot,Patrología Syriaca Aphraatis Demonstrationes).

El doctor Saraví también omitió a otro ilustre padre de la misma región, conocido como Efrén el sirio (350-370) quien también hace declaraciones muy explícitas a favor del primado petrino.
“Simón, mi discípulo, Yo te he hecho la fundación de la santa Iglesia. Yo te he llamado Pedro porque soportaras todas las construcciones . Tu eres el inspector de aquellos que construirán en la tierra la Iglesia para mi. Si ellos desean construir algo falso, tu, la fundación, los condenarás. Tú eres la cabeza de la fuente donde mi enseñanza fluye, tú eres el jefe de los discípulos. A través de ti daré de beber a todas las naciones...Yo te he elegido a ti para ser el primer nacido en mi institución...Yo te he dado a ti las llaves de mi reino y autoridad sobre todos mis tesoros ”
(Ephraem, Homilies 4,1)
Tomado de W. A. Jurgens, The Faith of the Early Fathers, Tomo I, (Collegeville, MN: The Liturgical Press, 1970),311
“...Pedro, la lengua de los discípulos, la voz de los predicadores, los ojos de los apóstoles, guardián del cielo, primogénito de los que tienen las llaves”
Ephraem, Encom. S.S. Petri et Pauli.
S.S. Herbert Scott, The Eastern Churches and the Papac, London: Sheed & Ward, 1928, 62-63
“Él era el príncipe de los apóstoles, y había recibido las llaves, y sido asignado como pastor del rebaño”
Ephraem, Tom. ii. Syr. Lvi. Adv. Haer.
In Charles F.B. Allnatt, ed., Cathedra Petri-The Titles and Prerogatives of St. Peter, (London: Burns & Oates, 1879), 41
Mateo 16,18, el primado de Pedro y los Padres de la Iglesia
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