El parecido en sí no es tan grande. Y en ambos casos se ajustan a los rasgos que distinguen habitualmente a las imágenes de Nuestra Señora diferenciándose en cuanto al estilo del artista y otros detalles. Y un querubín no es un angelito; es un ángel del segundo coro, es decir, de los más grandes y poderosos. Y si el supuesto pintor de la Guadalupana se llamaba Marcos, el colmo de un pintor es llamarse Marcos.
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