Yo creo que no lo condena mientras no sea desmedido. Es decir, mientras queramos entender mejor la creación de Dios para maravillarnos de ella sin pretender captarla enteramente, siendo consciente de lo limitado de nuestra inteligencia, y contentándonos con la fe para encarar los misterios de Dios, todo está bien. Pero en el momento en que pretendemos captarlo todo, racionalizarlo, como si necesitaramos saberlo todo para poder creer en ÉL, entonces no está bien. Ya no hablo siquiera de los que intentan acumular ansiosamente el conocimiento terrenal, en vez del espiritual.
Pero sí, en este caso yo creo que es una cuestión de mesura, de reconocer nuestra humildad. El conocimiento es peligroso porque puede volvernos engreídos y pretenciosos.
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