“Al contemplar a los ateos se impone una pregunta: ¿necesitan
los ateos tener una causa? Es claro que las explicaciones causales son una parte vital del método científico. Variados procesos
en los ateos pueden ser expuestos como una sucesión de estados, de tal manera que el estado precedente es causa del que le sucede.
Si observamos con más profundidad estos procesos vemos que hay siempre una ley dinámica que prescribe cómo un estado debe producir el otro. Pero las leyes dinámicas se expresan en forma de ecuaciones matemáticas y si preguntamos acerca de la causa del ateísmo deberíamos preguntar acerca de la causa de las leyes matemáticas.
Al hacerlo así nos situamos en el gran plan maestro de Dios al pensar el ateísmo. Al hacerlo nos encontramos ante la pregunta de la causalidad definitiva: ¿por qué existe algo en lugar de no existir nada?
Al hacer esta pregunta, nosotros no estamos preguntando por una causa como todas las otras causas. Nosotros estamos preguntando por la raíz de todas las posibles causas. La ciencia no es sino el esfuerzo colectivo de la mente humana para leer la mente de Dios desde las preguntas de las cuales nosotros y el mundo parecemos estar hechos”.
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