Bueno, respondiendo a usted lo hago con Irmao. En primer lugar Cristo debe reinar en nuestros corazones y en nuestras sociedades, a la vez, no primero una cosa y después otra, lo que sí la segunda subordinada a la primera; subordinación en el orden no en el tiempo, a la vez.
Lo otro que trae a colación no le veo ningún sentido ni relación, digo que no lo veo, no que no lo tenga.
Lo tercero (Parusía), completamente de acuerdo, ¿cual es el problema sino precisamente decir lo contrario?
Lo cuarto, eso lo dice el misal de fieles del CVII, edición Desclée de Brouwer y Ediciones Mensajero, 8ª edición, prologado por don Marcelo González Martín, en la explicación de la fiesta ¿Vale? Lo que ha desaparecido en la predicación es la Realeza social de Nuestro Señor, y esto amparado por las oraciones cambiadas en el misal del Novus Ordo. Comparar ambos misales y las diferencias saltan a la vista.
En cuanto a la tensión teológico-política, ¿que tal, p.e., esto de Donoso Cortés?:
M. Proudhon ha escrito en sus Confesiones de un revoluonario estas notables palabras: «Es cosa que admira el ver de qué manera en todas nuestras cuestiones políticas tropezamos siempre con la teología». Nada hay aquí que pueda causar sorpresa, sino la sorpresa de M. Proudhon. La teología, por lo mismo que es la ciencia de Dios, es el océano que contiene y abarca todas las ciencias, así como Dios es el océano que contiene y abarca todas las cosas.
Precisamente la festividad introducida por Pío XI en la liturgia es precisamente para parar el torrente laicista en la sociedad, introduce lo social, lo político (arte y ciencia en definición clásica, no en bazofia liberal) en el calendario litúrgico, es decir, en la vida para la salvación. ¿No les parece buena la tensión?
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