Hay una conocida anécdota de Santa Teresa en la que santa vio horrorizada como un hombre se suicidaba arrojándose a un río. Como era santa y el Señor le hablaba, la traquilizó diciéndole: "Tú no sabes si entre el puente y el río estaba Yo". Mientras hay vida hay esperanza y basta un momento de arrepentimiento para salvarse. Como al final de Don Juan Tenorio, "un punto de contrición / da a un alma la salvación / de toda una eternidad". Por eso, solo Dios sabe con seguridad qué pasó en el último momento en el alma de la persona. Incluso si la muerte es instantánea (por ejemplo, si se mata de un disparo en la cabeza), podría haber alguna causa atenuante o eximente, si bien sería raro. Por ejemplo, si el suicida no está lúcido sino loco. De todos modos, el suicidio es un atentado tan grave contra la vida y un pecado tan tremendo contra Dios que para evitar el escándalo la Iglesia siempre prohibió celebrarles funerales a los que se quitan la vida. Pero uno siempre puede rezar en su fuero interno por el suicida, por si acaso alcanzó a arrepentirse. Esto sí está permitido; oraciones públicas y misas no. Pero en los tiempos que corren se hacen muchas coss que no deberían hacerse.
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