Diego II López de Haro
Señor de Vizcaya, Alférez Real de Castilla que pasó a la historia por encabezar el ataque cristiano del Reino de Castilla, junto a Alfonso VIII, en la batalla de las Navas de Tolosa en 1212.
Nacido en 1150, era perteneciente a la Casa de Haro, antiguo linaje en Castilla que durante siglos pertenecieron los señores de Vizcaya por muchas generaciones. Fue hijo y sucesor de Lope II Díaz de Haro, y quinto señor de Vizcaya entre 1170 y 1214. Además de Vizcaya, tuvo los Señoríos y Gobiernos de Bureba, Rioja, Castilla la Vieja, Valpuesta, Belorado, Grañón, Aguilar de Campóo, Monteagudo, Logroño, Soria, Calahorra, la prestamería de Nájera, la merindad mayor de Castilla y la alferecía Real.
Desde joven participó en numerosas batallas al servicio de su señor y rey de Castilla, Alfonso VIII, a cuyas órdenes intervino en la guerra en la que en 1199-1200 trajo de vuelta Álava y Guipúzcoa al Reino de Castilla tras una breve pertenencia al rey Sancho VII el Fuerte de Navarra. Fue conocido también como Diego López "el Bueno".
En julio de 1195, participó en la batalla de Alarcos en la que el ejército del Reino de Castilla fue duramente derrotado por el musulmán entre otros motivos por la precipitación de Alfonso VIII, que se lazó a la lucha sin esperar la llegada de las huestes aliadas de Alfonso IX de León.
Existen versiones contradictorias sobre el comportamiento de Diego II de Haro en dicha batalla, de la que algunas fuentes afirman que huyó para salvar la vida, motivo por el que comenzó a ser conocido por el sobrenombre de “el Malo”. Sin embargo, conservó el cargo de alférez mayor de Castilla, lo que parece desmentir un comportamiento deshonroso.
Dos años después, dirigió la defensa de Madrid durante el breve sitio sufrido a manos de los almohades, quienes finalmente se retirarían hacia sus posiciones seguras en Andalucía.
Fue protagonista principal de la definitiva incorporación de Álava y Guipúzcoa al Reino de Castilla tras una breve pertenencia a Navarra en los años finales del siglo XII. En 1179, se habían adjudicado las tierras riojanas a Castilla y las guipuzcoanas y alavesas a Navarra por el tratado suscrito entre Alfonso VII y Sancho VI el Sabio. Pero en 1200, con motivo de la guerra que enfrentó a dicho rey castellano con el navarro Sancho VII el Fuerte, el ejército castellano, encabezado por Diego II López de Haro y con la colaboración del rey aragonés, conquistó ambas provincias para su reino, del que ya nunca volverían a separase.
Un testigo presencial de los hechos, el navarro Rodrigo Jiménez de Rada, arzobispo de Toledo, escribió al respecto en su Historia de los hechos de España, fuente fundamental para el conocimiento de aquella época:
“Por su parte el noble rey Alfonso a atacar el condado de Treviño y Álava y, después de largo asedio, inició el asalto de Vitoria (…). Y de esta forma conquistó el rey Alfonso Vitoria, el condado de Treviño, Álava y Guipúzcoa con las fortalezas y castillos de estas tierras, salvo la ciudad de Treviño, que la obtuvo más tarde a cambio de Inzura (…). Conquistó San Sebastián, Aizcorroz, Arlucea, Arzorocia, Victoriano, Marañón, Auza, Ataun, Irurita y San Vicente.”
Los guipuzcoanos, descontentos de su pertenencia al Reino de Navarra y ansioso de regresar a Castilla, colaboraron entusiastas en la incorporación. El mondragonés Esteban de Garibay explicó que los guipuzcoanos deseaban volver a ser súbditos castellanos “por los desafueros que según tradición antigua que se conserva entre las gentes hasta hoy, habían recibido los años pasados desde los reyes de Navarra”.
ESCUDO DE LA CASA DE HARO
Pero la historia recuerda a Diego especialmente por su participación como vanguardia de ataque del ejército castellano en la decisiva batalla de las Navas de Tolosa, en 1212, que abría a los reinos hispánicos cristianos la entrada en Andalucía y marcaba el comienzo del fin de la presencia islámica en España.
Junto a Diego II López de Haro II marchaban sus hijos Lope y Pedro Díaz, y sus sobrinos y clientes Sancho Fernández y Martín Muñoz, Iñigo de Mendoza, Pedro Vélez de Guevara, Lope Martínez de Avellaneda, Juan García de Bidaurre, Iñigo de Oteiza, Rodrigo de Arazuri, Fermín de Aguiñiga y hasta 2500 vizcaínos más, según Ibargüen.
El 16 de julio de 1212, en Sierra Morena, junto a la actual localidad jienense de Miranda del Rey, Diego II López de Haro comandó la vanguardia del ejército castellano junto su hijo Lope y sus sobrinos Sancho Fernández y Martín Muñóz. La mesnada de los Haro se componía de 500 caballeros, junto a los que se agrupaba la milicia del concejo de Madrid.
Al parecer, su primera mujer, María Manríquez de Lara, fue liviana de costumbres y desleal con su marido, al que abandonó. Este hecho, junto al dudoso comportamiento de Diego diecisiete años antes en Alarcos, provocó una anécdota muy reproducida por varios autores a lo largo de los siglos pero probablemente poco fiable. Al comenzar la batalla, su hijo Lope le advirtió:
“Señor, haced hoy de forma que no me llamen hijo de traidor.”
A lo que Diego respondió:
“Os han de llamar hijo de puta, mas no de traidor.”
Y, efectivamente, su comportamiento en la batalla resultó decisivo. Fue uno de los que, en carga de caballería, quebró el palenque guarnecido por esclavos encadenados que protegía el puesto de mando del califa almohade Muhammad al-Nasir (conocido en las fuentes cristianas como el Miramamolín), con lo que se decidió el resultado de la batalla.
BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA, POR VAN HALEN
En recompensa a su actuación en combate, el rey le encargó la distribución del rico botín entre los reyes y caballeros que tomaron parte en esta batalla, sin que el rey de Castilla participase del botín porque, según dijo Diego, le bastaba el laurel de la victoria, de la cual se obtuvieron resultados muy favorables, tomándose a los moros varios castillos.
Además, Alfonso VIII supo agradecer la confianza y lealtad ofrecida durante toda aquella campaña hasta el puto de entregarle villa de Durango en 29 de diciembre de 1212. Con esta villa el quinto señor de Vizcaya reunió la totalidad de los territorios del Señorío de Vizcaya en su poder.
Tras la batalla de las Navas participó en la toma de Alcántara, en 1213, y en el frustrado sitio de Baeza, que finalmente sería tomada unos años después.
Murió el 16 de septiembre de 1214, tres semanas antes que Alfonso VIII, y fue enterrado en Santa María la Real de Nájera.
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