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Tema: Juan Sebastián Elcano: la primera vuelta al mundo

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    Re: Juan Sebastián Elcano: la primera vuelta al mundo

    Los ataques del envidioso rey portugués para evitar la gesta naval más extrema de España

    Ni apoyo, ni indiferencia. A pesar de que Magallanes era luso, la monarquía de su tierra natal le hizo la vida imposible a este marino para que no completara la primera circunnavegación de la Tierra en nombre de Carlos I y acompañado de españoles tan destacados como Juan Sebastián Elcano.

    Una auténtica gesta naval sufragada por Carlos I. La expedición de Fernando de Magallanes (portugués de nacimiento y español por despecho) y nuestro castizo Juan Sebastián Elcano cumplirá dentro de solo dos años su 500 aniversario. Dicho así bien parece una minucia, pero esta larga travesía fue una épica aventura que las generaciones futuras estudiarán por haber supuesto, hace medio milenio, la primera vuelta al mundo de la historia. Una tarea nada sencilla, por cierto. En primer lugar, por las diferencias existentes entre los marinos que protagonizaron el viaje y, en segundo término, por culpa de la monarquía portuguesa (sumamente preocupada por molestar lo más posible a los exploradores súbditos de la Corona).

    Magallanes, uno de los exploradores más afamados del territorio luso, tuvo su primer encontronazo con la patria que le vio nacer exactamente en el mismo momento en el que se le ocurrió dirigir sus pasos hacia el palacio de su majestad Manuel I, el soberano portugués. Con el calendario detenido en la primera década del siglo XV, el marino acudió a aquella entrevista cargado de ilusiones, sueños de exploración y, lo que es más importante, la certeza de que podía hallar una nueva ruta hacia las islas de las especias, las Molucas (en Indonesia). Es decir, hacia Oriente. Un objetivo parecido al de Cristóbal Colón. Pero junto a él no llevaba únicamente la ilusión, sino que también portaba una cojera prominente (su pierna había quedado destrozada tras un combate durante sus años como soldado) y una extensa carrera como combatiente.

    La futura epopeya no era precisamente baladí. Al fin y al cabo (y como señala Gerardo Vidal Guzmán en su obra « Retratos. El tiempo de las reformas y los descubrimientos») por entonces las especias dejaban una rentabilidad de hasta un 2.000 %. Así pues, aquel que pudiera encontrar una ruta idónea hacia aquella «mina de oro» se garantizaba un buen porvenir. Y el monarca que lo apoyara, un considerable «pellizquito» para sufragarse sus ejércitos. «Magallanes sabía que durante muchos años Portugal había perdido el sueño examinando aquel proyecto», determina el experto en su obra.

    Todo parecía favorable para el marino pero, como ya le pasara a Colón, le dieron con la puerta (portuguesa) en las narices. El «Afortunado», como apodaban al rey Manuel, se mostró totalmente descortés con él a pesar de sus años de servicio. Y la palabra que más repitió en el encuentro fue esta: «No».

    Así lo afirma el autor Gabriel Sánchez Sorondo en su obra « Magallanes y Elcano, travesía al fin del mundo» (Nowtilus), donde especifica que el soberano recibió al marino con «destemplada indolencia» y le despreció en repetidas ocasiones. De nada le valió a su súbdito rebajar sus pretensiones (empezó solicitando una carabela para viajar hasta las Indias y terminó implorando un aumento de su escasa pensión por ser lisiado). No le concedieron absolutamente nada. «El episodio conmovió a los pocos presentes que en la sala. La humillación no podía ser más grave y profunda. Nadie se explicaba qué oscuras razones empeñaban a Manuel I en contra de ese noble súbdito que tan poco estaba pidiendo», destaca el experto en su obra.

    Al final, desesperado, Magallanes solicitó algo relativamente habitual en la época: que le liberasen de su nacionalidad para poder trabajar para otra corona. Parece ser que ese día Manuel I se había levantado especialmente hiriente, pues no solo accedió a esta última solicitud, sino que afirmó estar sumamente contento de darle ese último capricho. «Manuel I tenía la impresión de que aquel era un soldado cargoso y convenía quitárselo de encima», determina el experto latinoamericano en su obra. Sin obligaciones legales para con su tierra, totalmente despreciado por el monarca de la misma, y bastante molesto, el marino dirigió sus ojos hacia otros países a los que pudiera acudir para recibir ayuda.

    Tras el desprecio

    A partir de entonces, y en palabras de Sánchez, a Magallanes empezó a moverle no solo el ansia de aventuras y descubrimientos, sino también la necesidad imperiosa de tener su pequeña revancha contra Manuel I. Por ello, y tal y como había hecho Cristóbal Colón algunos años antes, se marchó a España. En primer lugar, porque tenía esperanzas en que a los mandamases del país les interesase su propuesta. En segundo, porque la posibilidad de llevar a cabo una gesta tan grande para el eterno enemigo del monarca luso le dejaba un buen sabor de boca. «Había algo de revancha personal en juego: Magallanes advierte la necesidad contrapuesta entre su indolente rey y la del joven monarca vecino. Asume el viaje como un desagravio: su satisfacción más íntima, más visceral, se erige en el desquite», añade el experto latinoamericano en «Magallanes y Elcano, travesía al fin del mundo».

    De este ánimo pisó Magallanes Sevilla el 20 de octubre de 1517. Desde allí acudió a la Casa de Contratación para tratar de conseguir los permisos que le permitieran armar un bajel y comenzar su viaje. Para su desgracia, en este organismo no le hicieron demasiado caso. Y en cierto modo no sin razón, pues las islas Molucas pertenecían en principio a Portugal según el Tratado de Tordesilllas. Un documento fechado en 1494 mediante el que el Papa dividió el Océano en dos partes con una línea imaginaria. La primera se correspondía con la zona en la que Castilla podía enviar a sus buques para realizar descubrimientos. La segunda, con la que podía usar Portugal.

    «Castilla aceptó respetar los derechos exclusivos de Portugal en el hemisferio al este del meridiano situado 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde, con excepción de las Canarias. Portugal aceptó los derechos del territorio al oeste», explica Guillermo Céspedes en «América Hispánica (1492-1898)».

    Magallanes, no obstante, estaba convencido de que (atendiendo a otros cálculos) estas islas se hallaban en la zona de influencia española. Algo nada descabellado, pues había gran controversia en torno al Tratado de Tordesillas. «Según el trazado del antimeridiano, el archipiélago de las Molucas, gran centro de producción de especias, debería haber pasado también a Castilla. Pero su posesión provocó grandes protestas», destaca, en este caso, el profesor de Historia Moderna Bartolomé Bennassar en su dossier « Tordesillas, el primer gran reparto del mundo». De esta opinión es también el historiador Pedro Novo y Colson, quien afirma en su dossier «Magallanes y Elcano» que «Magallanes creía que las Molucas no se hallaban dentro de la demarcación de Portugal».

    En cualquier caso, sus peticiones terminaron cayendo en saco roto, y tuvo que esperar nada menos que un año más para lograr una audiencia personal con Carlos I de España y V de Alemania. Una entrevista, por cierto, que logró gracias a sus contactos.

    Al final, el emperador le concedió sus deseos. «El 22 de marzo de 1518 fue concluido el contrato entre el Emperador y Magallanes […], a quien se le dio título de capitán, sueldo de 50.000 maravedís, y 96.000 de sobresuelo mientras que durase aquella campaña», determina Novo. Por si fuera poco, también se les concedía un quinto del valor de aquello que trajesen de su viaje, y una veinteava parte «de la renta y del provecho que se lograra por todas las tierras e islas que descubriera».

    No era, ni mucho menos, un mal trato. Y más, considerando el desprecio del monarca luso. Junto a Magallanes, además, se alinearon para esta expedición otros dos sujetos hasta el chambergo de Manuel I: Ruy Faleiro (un reputado cosmógrafo cuyo talento había sido rechazado por el soberano portugués) y Cristóbal de Haro (un rico comerciante contra el que su majestad había cometido todo tipo de tropelías). Con la desazón en el corazón, nuestro protagonista empezó a ultimar los detalles para iniciar su viaje.

    Primeros tormentos

    Bajo el beneplácito del emperador, Magallanes se libró de las ataduras políticas que le perseguían desde hacía años y, por fin, inició los preparativos para buscar una nueva ruta hasta las Molucas. ¿Por qué se extendieran tanto en el tiempo las disposiciones para levar anclas?

    Las claves las ofrecen en sus respectivas obras Sánchez y Novo. Entre la extensa lista de posibilidades, ambos subrayan que la principal causa fue el ansia de los portugueses por detener aquella gesta. Ya fuera por las buenas, las malas, o las peores. Al parecer, su lusa majestad se terminó arrepintiendo de haber mandado a freír Francesinhas (o como diantres se escriba el nombre de ese contundente sándwich) al veterano marino y soldado.

    En principio, Manuel I decidió meterse entre pecho y espalda su orgullo y ordenó al embajador Álvarez La Costa convencer a Magallanes de que la gesta que iba a acometer era una ofensa a Dios y al Rey. Pero nada de nada. Al marino le había costado años lograr sus apoyos, y no los iba a desperdiciar por las palabras resentidas de un envidioso monarca.

    Negativa por aquí, celos por allá, La Costa cambió de táctica. Ya que no podía persuadir a Magallanes de abandonar su gesta, se propuso meter en la mollera a los ministros de Carlos I que aquel viaje no era más que una pérdida de tiempo para su Corona. «La Costa quejóse enérgicamente a los ministros, en cuyas reconvenciones le secundó Xebres ante el mismo monarca», señala Novo.

    Tal fue la presión que estos dos personajes ejercieron sobre el Emperador, que este prometió al soberano luso estudiar la posibilidad de retirar su apoyo al navegante. Por suerte, en la corte también había políticos que apoyaban al marino. «El Obispo de Burgos y otros dos miembros del Consejo de Indias conjuraron la tormenta con razones tales, que el Emperador pudo colegir la mengua que había de resultarle del rompimiento de un tratado solemne», añade el experto.

    Ni siquiera eso impidió que, desde Portugal, Manuel I siguiera con su particular campaña en contra del viaje de Magallanes. «El rey lusitano, enterado de los planes, pretendía evitar a toda costa ese intento español sobre un circuito que consideraba suyo por derecho», explica en su libro el latinoamericano. En los meses siguientes, llegó incluso la noticia de que los portugueses estaban planeando asesinar al antiguo militar para boicotear su viaje. Esta teoría es explicada por el cronista Martín Fernández de Navarrete en « Expediciones al Maluco, viage de Magallanes y Elcano»: «En Zaragoza se dijo públicamente que se pensaba o intentaba matar a Magallanes o a Faleiro». No debieron tomarse a la ligera las amenazas, pues «cuando les tomaba la noche en casa del obispo de Burgos, este enviaba a sus criados para que los acompañasen»
    .
    Aunque también se escucharon rumores de que el soberano estaba reuniendo una ingente cantidad de riquezas para lograr «convencerle» de otra forma. Todo ello, acompañado por las correrías de espías portugueses que iban y venían para mantener informada a su envidiosa majestad y molestar, en todo lo posible, a Magallanes. Así lo corrobora Fernández de Navarrete en su obra, donde explica que, en más de una ocasión, un emisario del rey de Portugal trató en secreto de colmar de riquezas al marino para que abandonase a Carlos I. La respuesta fue siempre negativa. Al final, por suerte, los preparativos lograron terminarse en dos años.


    Incertidumbre

    En vista de que no había forma humana de hacer que Magallanes abandonase, los enviados portugueses decidieron intentar de evitar el viaje de una última y curiosa forma: sembrando la discordia entre este marino y su colega, Ruy Falerio. Esta teoría es desvelada por Novo, quien señala en su dossier que los espías lusos lograron que estos dos personajes (los principales organizadores de la travesía) «pleiteasen sobre quién había de conducir el Estandarte Real y el Farol». Símbolos que portaba el líder de la expedición.

    Con todo, Sánchez tiene otra visión de lo acaecido. Según sus palabras, este enfrentamiento fue solo la «punta del iceberg» de un problema de liderazgo que venía acosando a la pareja desde hacía meses. Dificultades que se acrecentaron cuando Faleiro, «ofuscado, empezó a ver enemigos por todas partes, culpando a Magallanes por ello». La situación terminó con la mediación de Carlos I, quien determinó que el cosmógrafo se quedaría en tierra y comandaría el segundo viaje.

    Importancia española

    En el verano de 1519 los preparativos ya habían sido terminados. Al fin estaban listas las cinco naves que había cedido la Corona española a Magallanes. Estas, equipadas en el puerto de Sevilla, eran la «Trinidad», la «San Antonio», la «Concepción», la «Santiago» y «La victoria». Entre los tripulantes (237 hombres según el cronista oficial del viaje, Antonio Pigafetta, quien dejó sus vivencias escritas en la obra « Primer viaje alrededor del globo terráqueo») destacaban portugueses, pero también una buena cantidad de españoles.

    Uno de ellos fue el único de la «plana mayor» que regresó al punto de destino con un único buque y 17 supervivientes más: Juan Sebastián Elcano. Este fue, de hecho, el que completó la gesta de Magallanes (la primera circunnavegación del mundo), debido a que su superior murió asesinado durante el viaje.

    «Estrictamente hablando, no fue Magallanes quien circunnavegó el mundo, a pesar de concebir y seguir tal derrotero hasta llegar muy cerca de su cumplimiento único. Quién finalmente llegó a suelo europeo, tras haberle dado la vuelta completa a la esfera terrestre, fue su segundo al mando, el capitán Elcano», añade el latinoamericano en su obra.

    Los molestos portugueses

    Para eso, con todo, todavía quedaban muchos años. El viaje de Magallanes y Elcano comenzó, en todo caso, en 1519, como dejó escrito Pigafetta: «Lunes por la mañana, 10 de agosto del año 1519, una vez que la escuadra tuvo a bordo todo lo que era necesario, como igualmente su tripulación, compuesta por 237 hombres, se anunció con una descarga de artillería, y se desplegaron las velas de trinquete». En ese momento es en el que se inició un extenso viaje que duraría hasta el 6 de junio de 1522. Una travesía lleno, como explicaba ABC hace pocas jornadas, de traiciones, deserciones y muertes.

    Por si las tensiones propias del viaje fuesen pocas, los molestos lusos se dedicaron a tratar de torpedear el viaje de Magallanes y Elcano a lo largo de esos cuatro años. Estos tuvieron constancia de que andaban tras sus pasos en 1521. Concretamente, a mediados de noviembre de ese año un capitán portugués llamado Tristán de Meneses les informó de que el rey portugués había enviado una flota de bajeles en su busca.

    Así narraba Pigafetta este hecho en su crónica: «De Meneses refirió a Lorosa que la noticia más importante que por entonces había era que una escuadra de cinco naves había partido de Sevilla al mando de Fernando de Magallanes para ir a descubrir el Maluco en nombre del Rey de España: y que el de Potugal, que estaba doblemente irritado por esta expedición, por cuanto uno de sus súbditos trataba de perjudicarle, había despachado buques al cabo de Buena Esperanza y al de Santa María en el país de los caníbales, para interceptarle el paso en el mar de las Indias, pero que no lo habían encontrado».

    Al luso no le valió con no encontrarse con la escuadra de Magallanes y Elcano. Ávido de venganza, hizo que don Diego López de Sichera, su comandante en jefe en las Indias, enviase seis naves de guerra contra los exploradores. La suerte, no obstante, salvó a la flota. «Sichera, teniendo noticias en estas circunstancias que los turcos preparaban una flota contra Malaca, se había visto obligado a despachar contra ellos setenta embarcanciones al estrecho de la Meca, en la tierra de Judá, las cuales, habiendo encontrado galeras turcas encalladas en la orilla del mar, cerca de la bella y fuerte ciudad de Aden, las quemaron todas. Esta expedición había impedido al comandante portugués llevar a cabo la que tenía dispuesta contra nosotros», explica en su obra el cronista de Magallanes.

    El enésimo intento portugués de acabar por las bravas con la expedición de Magallanes y Elcano se produjo cuando Portugal mandó al capitán Francisco Faría a interceptarlos. Para ello, se le adjudicó un galeón con dos baterías de bombardas. Por suerte, y una vez más, nuestros protagonistas se libraron por los pelos. «El galeón tampoco vino a atacarnos a las Molucas porque, ya fuese por los bajos que se encuentran cerca de Malaca, ya por las corrientes y vientos contrarios que tuvo, se vio obligado a regresarse al pueblo de donde había salido», completa el cronista en su texto.

    Sin embargo, la mayor afrenta portuguesa (hecha siempre bajo la premisa de que las Molucas pertenecían a sus territorios de conquista) fue el abordaje y la captura de uno de los buques de la expedición cuando los restos de esta ya se disponían a regresar a Europa allá por 1522. Así se explica este suceso en el dossier «Colección general de documentos relativos a las islas Filipinas existentes en el Archivo de Indias de Sevilla»: «En ese mismo año, los portugueses apresaron en Molucas la nao Trinidad, que, como la Victoria, formó parte de la escuadra de Magallanes. Los portugueses se apoderaron de los libros de derrota y de cuantos documentos llevaban los tripulantes de la Trinidad, y es de suponer que al siguiente año de 1523 se hallasen ya en Portugal tan preciosos manuscritos».

    A pesar de todo estas molestias, de todos los intentos por torpedear la expedición y de las jugarretas que el destino perpetró contra los exploradores, finalmente el viaje (y la primera vuelta al mundo) se completaron en septiembre de 1523, como dejó escrito el cronista oficial: «Desde que habíamos partido de la bahía de Sanlúcar hasta que regresamos a ella recorrimos, según nuestra cuenta, más de 14.460 leguas, y dimos la vuelta al mundo entero, yendo siempre de este a oeste. El lunes 8 de septiembre largamos el ancla cerca del muelle de Sevilla, y descargamos toda nuestra artillería». Por desgracia, solo había completado la gesta una nave y 18 personas.


    https://www.abc.es/historia/abci-mag....video.cultura

    Última edición por ALACRAN; 06/09/2019 a las 18:30
    Pious dio el Víctor.
    “España, evangelizadora de la mitad del orbe; España, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio...; ésa es nuestra grandeza y nuestra unidad: no tenemos otra. El día en que acabe de perderse, España volverá al cantonalismo de los reyes de Taifas.

    A este término vamos caminando: Todo lo malo, anárquico y desbocado de nuestro carácter se conserva ileso. No nos queda ni política nacional, ni ciencia, arte y literatura propias. Cuando nos ponemos a racionalistas lo hacemos sin originalidad, salvo en lo estrafalario y grotesco. Nuestros librepensadores son de la peor casta de impíos que se conoce, pues el español que deja de de ser católico es incapaz de creer en nada. De esta escuela utilitaria salen los aventureros políticos y salteadores literarios de la baja prensa, que, en España como en todas partes, es cenagal fétido y pestilente”. (Menéndez Pelayo)

  2. #2
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    Re: Juan Sebastián Elcano: la primera vuelta al mundo

    Las mentiras de Portugal para apropiarse de la gesta de Magallanes y Elcano

    La expedición de la primera vuelta al mundo fue una empresa oficial, de principio a fin, exclusivamente española


    1. Netamente española

    La expedición de la primera vuelta al mundo fue una empresa oficial, de principio a fin, exclusivamente española. La decisión y la dirección política fueron únicamente españolas. Portugal, que tradicionalmente pretende arrogarse protagonismo o incluso la autoría de la empresa, fue hostil a la expedición y trató, incluso por la fuerza, de abortarla.

    2. A pesar de Portugal

    Portugal dio instrucciones a su embajador para entorpecer en la Corte de Carlos I el proyecto de Magallanes. Ante la falta de éxito, quiso capturar y destruir la armada de Juan Sebastián Elcano en el Índico, e incluso llegó a tomar prisioneros españoles en Cabo Verde. Es inaceptable de todo punto que Portugal pretenda hoy coprotagonizar esta gesta, que se hizo no gracias a Portugal, sino a pesar de Portugal. Se trata de un insulto a la elemental verdad histórica y a la dignidad de España.

    3. No fue una gesta «a medias»

    Conmemorar la Primera Vuelta al Mundo como una obra hispano-portuguesa sería como haber celebrado en 1992 el Descubrimiento de América como una gesta hispano-italiana o hispano-genovesa. Con la sutil diferencia de que ni Génova ni Italia intentaron destruir la flota de Colón, pero Portugal sí trató de capturar o hacer naufragar la de Elcano.

    4. Magallanes, nacionalizado español

    Magallanes fue rechazado por el Rey de Portugal. Acudió a España. Recibió el hábito de la castellana orden de Santiago, un modo de la época de convertirlo en súbdito del Rey de España, o sea, de nacionalizarlo español. Al igual que Colón, el navegante se hizo español por elección voluntaria, para servir Carlos I en una empresa financiada por el emperador.

    5. Expedición internacional

    En la expedición había tripulantes de numerosas nacionalidades, pero esto no le resta un ápice de españolidad. De hecho, refleja esencialmente el carácter imperial hispánico de la empresa, porque todas las grandes empresas imperiales cuentan siempre con participantes de muy diversas nacionalidades. Incluso había dos albaneses y no por ello Albania se arroga la idea de circunnavegar.

    6. Maestría naval

    La historiografía portuguesa afirma que la expedición se hizo gracias a los grandes conocimientos náuticos de los portugueses, supuestos pioneros de los descubrimientos. Es falso: los portugueses llegaron a la India (país conocido desde la Antigüedad) en 1498, mientras que los castellanos llegan a América (Nuevo Mundo desconocido), en 1492, seis años antes. Los portugueses llegan a la costa africana a partir de 1415 con la conquista de Ceuta. A Madeira en 1418. A Azores en 1427. Los castellanos tenían el señorío del archipiélago de las Canarias desde mediados del siglo XIV (en torno a 1350).

    7. Navegación oceánica

    La navegación portuguesa es, en general, de cabotaje, es decir, viendo la costa, sin separarse mucho de ella; y así bordearon África hasta llegar a Asia. Por el contrario, quienes tuvieron que cruzar los océanos por el centro, a miles de kilómetros de las costas, fueron las flotas españolas (Colón, el Atlántico; Magallanes, el Pacífico; y Elcano, el Índico, porque era perseguido).

    8. Buenismo e ignorancia

    El Gobierno español, con ignorancia y buenismo, ha regalado a Portugal la mitad de la conmemoración. En realidad la diplomacia portuguesa ha perdido absolutamente el respeto a España.

    https://www.abc.es/cultura/abci-primera-vuelta-mundo-mentiras-portugal-para-apropiarse-gesta-magallanes-y-elcano-201902050221_noticia.html
    “España, evangelizadora de la mitad del orbe; España, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio...; ésa es nuestra grandeza y nuestra unidad: no tenemos otra. El día en que acabe de perderse, España volverá al cantonalismo de los reyes de Taifas.

    A este término vamos caminando: Todo lo malo, anárquico y desbocado de nuestro carácter se conserva ileso. No nos queda ni política nacional, ni ciencia, arte y literatura propias. Cuando nos ponemos a racionalistas lo hacemos sin originalidad, salvo en lo estrafalario y grotesco. Nuestros librepensadores son de la peor casta de impíos que se conoce, pues el español que deja de de ser católico es incapaz de creer en nada. De esta escuela utilitaria salen los aventureros políticos y salteadores literarios de la baja prensa, que, en España como en todas partes, es cenagal fétido y pestilente”. (Menéndez Pelayo)

  3. #3
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    Re: Juan Sebastián Elcano: la primera vuelta al mundo

    Elcano, el antihéroe español

    Vicente Medina 05/09/2022



    En un país como España que tenemos como ‘deporte nacional’ derribar a nuestros héroes, Elcano nos lo puso … pero que muy difícil.

    ¿Qué íbamos a derribar si ya lo estaba?

    Justamente con Juan Sebastián Elcano tuvimos que hacer todo lo contrario, cosa que se nos da verdaderamente mal…

    ¡Elevar a la categoría de héroe nacional a un vasco, y por lo tanto 100% español, normal y corriente para poder tumbarlo después!

    ¡Qué locura de España!

    Por suerte, durante siglos hemos ido creando una ‘casta de políticos’ especializada en destruir todo lo español, empezando por el ‘amor a la patria’ que tanto se ensalza en otros países con apenas el 1% de nuestra historia, de nuestros logros y de nuestros monumentos.

    Políticos que para no decir la palabra España, ni ondear nuestra bandera y mucho menos defender las conquistas de nuestros antepasados, han sabido regalar tan altos logros a naciones vecinas … pisoteando tanta sangre española derramada.

    ¡Pero volvamos a nuestro personaje!



    “Doquiera la mente mía
    sus alas rápidas lleva,
    allí un sepulcro se eleva
    contando tu valentía.
    Desde la cumbre bravía
    que el sol indio tornasola,
    hasta el África, que inmola
    sus hijos en torpe guerra,¡
    no hay un puñado de tierra
    sin una tumba española!


    Bueno …



    Nuestro personaje es tan antihéroe que no podemos ni aplicarle por completo el poema, como a tantos otros españoles muertos y sepultados en todos los mares del Orbe, ya que tuvo la desagradable ocurrencia de fallecer en el Océano Pacífico un 7 de agosto de 1526, pocos días después que lo hiciese su general el comendador frey García Jofre de Loaysa el 30 de julio de dicho mismo año.



    Antihéroe como tanto otros españoles de aquella, y de esta, época que cumplen plenamente los requisitos para serlo.
    De familia humilde de Guetaria, nacido en 1487, que tuvo que trabajar duro para acumular las pocas riquezas, probablemente gracias al contrabando con la vecina Francia, que le permitieron hacerse con una nave de 200 toneles y así unirse a mayores y más importantes empresas esta vez en el Mediterráneo.

    En las jornadas contra Argel y Túnez del cardenal Cisneros y en el apoyo a las campañas italianas del Gran Capitán, pero como era frecuente siendo entre mal y nunca pagado por la Hacienda española.

    Sus deudas se acumularon teniendo que pedir prestado el capital necesario al Ducado de Saboya, que finalmente por no poder hacer frente a la deuda se quedaría con la nave conseguida con tan grandes esfuerzos.

    ¡Pero algo positivo debería surgir de tantos esfuerzos!

    Deambulando por las costas españolas recaló en una Sevilla abierta a la navegación y a la conquista de nuevos mundos.

    ¡Extrañamente, a pesar de ser un perseguido por la justicia!



    Trató de pasar desapercibido, pero no lo logró viéndose involucrado en los motines contra Magallanes organizados por los capitanes españoles en las costas de la futura Argentina. A pesar de todo ello, logró sobrevivir y continuar la expedición ‘del castellano y por lo tanto todo español, naturalizado como tal aunque portugués de nacimiento, Magallanes’.



    Participó en los combates en las que posteriormente serían denominadas Filipinas, por otro ilustre marino español como fue el malagueño Ruy López de Villalobos, que costarían la vida a Magallanes y a otros muchos compañeros.

    Los acontecimientos le llevaron al mando de la Victoria, mientras que el mando de la Trinidad quedaría en manos del burgalés Gómez de Espinosa que buscó y no encontró la ruta del Tornaviaje que sí lograría años más tarde otro marino, tan vasco como español, como fue Andrés de Urdaneta.

    El regreso se cuenta rápido pero no fue ningún paseo, con el fin de evitar a los beligerantes portugueses que no estaban muy conformes con que los españoles les quitásemos el negocio de las especias, descendió hasta los ‘Rugientes 40’ que para su desgracia giran a lo largo de la Tierra de oeste a este y que siglos más tarde serían claves para el comercio inglés con la India convirtiéndose en la ‘Ruta de los hermosos clippers’.


    “tuvimos que permanecer nueve semanas enfrente de este Cabo (de Buena Esperanza), con las velas recogidas, a causa de los vientos del Oeste y del Noroeste, que tuvimos constantemente y que acabaron en una horrible tempestad (…) doblamos el terrible Cabo; pero tuvimos que aproximarnos a él una distancia de cinco leguas, sin lo cual nunca hubiéramos pasado”
    .
    .

    ¡9 semanas en un ‘cascarón’ luchando contra las tormentas en uno de los mares más peligrosos de la Tierra!

    Una dureza absoluta, ya que podemos estar seguros que no se aproxima ni de lejos a pasar 9 semanas en el ‘Symphony of the Seas’, y todavía quedaba lo peor.



    Costear África en la travesía de la muerte, por algo a la costa de Namibia se la conoce como la Costa de los Esqueletos.
    Así todo, casi milagrosamente, alcanzaron Sanlúcar de Barrameda un 6 de septiembre de 1522. Es decir, hoy hace quinientos años.

    Sin alimentos, sin agua, sin fuerzas, … perdiendo tripulantes a cada milla navegada tuvieron que tocar tierra en las Islas de Cabo Verde, donde nuestros vecinos le darían la última sorpresa al sospechar de su procedencia. .

    Después como ya se ha recordado volvería a partir hacia las Molucas falleciendo en su última aventura.

    Pero las desgracias de nuestro antihéroe no finalizaron con su muerte y sepultura en el Pacífico.



    El fantasma de la venta de su nave a un país enemigo a España como era Saboya se elevó desde lo más profundo obligando a su valerosa madre Catalina del Puerto a luchar por los derechos de su hijo y nietos ante la oposición de la cicatera Hacienda española hasta el fallecimiento de esta posiblemente en 1553, existiendo registros de reclamaciones de sus herederos hasta el año de 1567.

    Para terminar con las desventuras de tan ilustre marino, podemos concluir que el acoso sobre su persona aún permanece vivo ya que la polémica en la actualidad se extiende a su apellido sobre el que se escuchan diferentes voces, por algún interés político o científico, discutiéndose sobre su verdadero origen a los que unos desean darle una procedencia indiscutiblemente vasca (Elkano) y otros indiscutiblemente castellana (del Cano).

    ¡Gloria a los marinos de España!


    Vicente Medina Prados
    .
    Fuentes Consultadas:
    Juan Sebastián Elcano | Real Academia de la Historia (rah.es)
    Elcano, ¿víctima de una manipulación histórica? – Sabino Laucirica Villalabeitia (elconfidencialdigital.com)
    Biografia de Juan Sebastián Elcano (biografiasyvidas.com)
    El Archivo de Indias muestra la carta que Juan Sebastián Elcano escribió a Carlos V tras su vuelta al mundo (abc.es)
    ¿Existen los vientos polares del Este? – Climas del mundo y climatología histórica (tiempo.com)
    .
    ¿Qué son los Rugientes Cuarenta? – La Opinión (laopinion.com)
    Fernando de Magallanes | Real Academia de la Historia (rah.es)
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    Re: Juan Sebastián Elcano: la primera vuelta al mundo

    Capitulación y asiento del rey Carlos I con Fernando de Magallanes y Ruy Faleiro para dirigir la armada del Maluco hacia las Islas de las Especias


    Capitulación y asiento del rey Carlos I con Fernando de Magallanes y Ruy Faleiro para dirigir la armada del Maluco hacia las Islas de las Especias

    Valladolid, 22 de marzo de 1518

    Copia certificada de 24 de enero de 1523
    31,3 x 22 cm. 4 hojas. Papel manuscrito
    Sevilla. Archivo General de Indias, Patronato Real, 34, R. 1


    En virtud de esta capitulación, otorgada en Valladolid por real cédula de 22 de marzo de 1518, y confirmada el mismo día por Juana l y Carlos I, Fernando de Magallanes y el bachiller Ruy Faleiro quedaron nombrados capitanes generales de la Armada de la Especiería. La solemnidad del documento vino refrendada por firmas de poderosos cortesanos como el canciller Jean de Sauvage, el obispo de Burgos Juan Rodríguez de Fonseca, y el obispo de Badajoz Pedro Ruiz de la Mota.

    Esta copia en concreto se hallaba asentada en los libros que el secretario Francisco de los Cobos tenía «de los despachos e contratación de las Indias e del descubrimiento e contratación de la Especiería». En 1523 mandó sacar, por orden del Consejo Real (de Castilla), este testimonio del que dio fe, y que acabó por formar parte de los llamados «papeles antiguos» de la Secretaría de Gobierno del Consejo de Indias.

    En el Archivo General de Indias se conserva también otra copia de la confirmación de las capitulaciones en el llamado «Libro copiador» de la Armada de Magallanes, en los fondos de la Casa de la Contratación’; mientras que la copia registral de la real cédula que se confirma se conserva en la sección de Indiferente General

    A lo largo de diferentes puntos, se detallan minuciosamente las condiciones pactadas. En primer lugar, se hace constante hincapié en que ha de respetarse la partición de Tordesillas y el dominio portugués, que no podrá ser invadido. A Magallanes y Faleiro se les promete que en el plazo de diez años no se daría licencia a ningún otro explorador para ir por la misma ruta que descubrieran ellos; al menos, no sin antes informarles de las intenciones de aquel tercero, para que pudieran hacerse cargo de la expedición propuesta en las mismas condiciones (número de barcos, de hombres, etc.). Eso sí, el Rey podía permitir a otros organizar armadas para buscar el estrecho hacia Asia, siempre que partieran desde las tierras ya descubiertas en el Nuevo Mundo.

    Por «el trabajo y peligro» que se le suponía a la empresa, se concedía a Magallanes y Faleiro (y a sus herederos perpetuamente) el 5% de las rentas y derechos obtenidos, así como el título de «adelantados y gobernadores» de las islas y tierras descubiertas; de lo ganado por la Corona por la carga traída en aquel primer viaje a la Especiería, descontado lo que había costado, se les ofrecía el 20%; también la quinceava parte de las rentas y derechos (deduciendo también los costes) de dos de las islas que descubrieran, siempre que antes hubieran hallado para el Rey otras seis… Para viajes sucesivos, se les eximía de ciertos tributos. Eso sí, la Corona se reservaba el nombramiento de «un factor o thesorero o contador, y escribanos» de los navíos, para llevar cumplida cuenta de la gestión económica de la armada.

    Para afrontar tamaña empresa, el Rey, por medio de la Casa de la Contratación de las Indias en Sevilla, se comprometía a armar cinco navíos, especificando tonelaje y señalando tripulación (234 hombres), armamento y mantenimientos para dos años.
    Llama la atención que apenas 15 días después de esta capitulación, el 6 de abril de 1519, la Corona nombrara al castellano Juan de Cartagena como veedor general y capitán de la nao San Antonio, con instrucciones de actuar de contrapeso de la autoridad de Magallanes.


    Braulio Vázquez Campos




    Asiento y Capitulación hecha con Fernando de Magallanes y el bachiller Ruy Falero, caballeros de la Orden de Santiago y naturales de Portugal, para ir a descubrir la Especiería.

    Relación de otras provisiones que presentaron estos comendadores ante los oficiales de la Casa de la Contratación, cartas de confirmación, nombramiento de la capitanía y disposiciones a seguir (22-III-1518).

    Documentos extraídos del Libro Copiador de la armada para el descubrimiento de la Especiería. Asiento y Capitulación con Magallanes y Falero (que finalmente no fue), nombramiento de sus capitanías generales y relación de otras disposiciones a cumplir en el viaje.

    La transliteración del documento archivado con el Código de Referencia ES.41091.AGI/10.1.9//CONTRATACION,5090,L.4, (fragmentos) es la siguiente:

    Sevilla 2019-2022 / Documentos para el quinto centenario de la primara vuelta al mundo

    LA HUELLA ARCHIVADA DEL VIAJE Y SUS PROTAGONISTAS (Transliteración por Cristóbal Bernal)
    [Notas en el Libro Copiador de la armada:]́

    ‘Asiento y Capitulación hecha con Fernando de Magallanes y el bachiller Ruy Falero, caballeros de la Orden de Santiago y naturales de Portugal para ir a descubrir la Especiería. Hecha en Valladolid, a 22 de marzo de 1518. ́́Relación de las provisiones que ante nos, los oficiales de Sus Altezas de la Contratación de las Indias que residimos en esta muy noble y muy leal ciudad de Sevilla, presentaron los comendadores Fernando de Magallanes y el bachiller Ruy Falero sobre el viaje que han de hacer para ir al descubrimiento de la especiería es en la forma siguiente: ́

    Capitulación entre el Rey Nuestro Señor y Fernando de Magallanes y el bachiller Ruy Falero

    El Rey

    Por cuanto vos, Fernando de Magallanes, caballero natural del Reino de Portugal, y el bachiller Ruy Falero, así mismo natural del dicho Reino, queriéndonos hacer señalado servicio, os obligáis de descubrir en los términos que nos pertenecen y son nuestros en el mar océano, dentro de los límites de nuestra demarcación, islas y tierras firmes [continentales], ricas especierías y otras cosas de que seremos muy servidos y estos nuestros Reinos muy aprovechados, mandamos asentar para ello con vosotros la capitulación siguiente:


    • Primeramente que vosotros, con la buena ventura, hayáis de ir y vayáis a descubrir a la parte del mar océano dentro de nuestros límites y demarcación. Y porque no sería razón que, yendo vosotros a hacer lo susodicho, se vos atravesasen otras personas a hacer lo mismo, y habiendo consideración a que vosotros toméis el trabajo de esta empresa, es mi merced y voluntad, y prometo, que por término de diez años primeros siguientes no daremos licencia a persona alguna que vaya a descubrir por el mismo camino y derrota que vosotros fuereis. Y que si alguno quisiere emprenderlo, y para ello nos pidiere licencia, que antes que se la demos vos lo haremos saber, para que si vosotros lo quisiéreis hacer en el tiempo que ellos se ofrecieren, lo hagáis, teniendo tan buena suficiencia y aparejo, y tantas naos, y tan bien acondicionadas y aparejadas, y con tanta gente como las otras personas que quisieren hacer el dicho descubrimiento. Pero entiéndase que si Nos quisiéramos mandar descubrir o dar licencia para ello a otras personas por la vía del oeste, en las partes de las islas y tierra firme, y todas las otras partes que están descubiertas, hasta la parte que quisiéramos, para buscar el estrecho de aquellos mares, lo podamos mandar hacer o dar licencia para que otras personas lo hagan, así desde la tierra firme y por la mar del Sur, que está descubierta, o desde la isla de San Miguel, quisieren ir a descubrir, lo puedan hacer. Así mismo, si
    • el gobernador y la gente que ahora, por nuestro mandado está o estuviere de aquí adelante en la dicha tierra firme, u otros nuestros súbditos y vasallos quisieren descubrir por la mar del Sur, que está comenzada a descubrir, y enviar los navíos por ella para descubrir más, que el dicho nuestro gobernador y vasallos, y otras cualesquiera personas que Nos fuéremos servidos, que lo hagan por aquella parte, que lo puedan hacer sin embargo de lo susodicho y de cualquier otro capítulo y clausula de esta capitulación. Pero también queremos que, si vosotros, por alguna de estas dichas partes quisiéreis descubrir, que lo podáis hacer, no siendo en lo que está descubierto y hallado.
    • El cual dicho descubrimiento habéis de hacer con tanto que no descubráis ni hagáis cosa en la demarcación y límites del serenísimo Rey de Portugal, mi muy caro y muy amado tío y hermano, ni en perjuicio suyo, salvo dentro de los límites de nuestra demarcación.
    • Y acatando la voluntad con que vos habéis movido a entender en el dicho descubrimiento por nos servir y el servicio que de ello Nos recibimos, y nuestra corona real es acrecentada, y por el trabajo y peligro que en ello habéis de pasar, en remuneración de ello, es nuestra merced y voluntad, y queremos, que en todas las tierras e islas que vosotros descubráis, vos haremos merced, y por la presente vos la hacemos, que de todo el provecho e interés que de todas las tales tierras e islas que así descubriéreis, así de renta como de derechos, como en otra cualquier cosa que a Nos se siguiere en cualquier manera sacadas y para todas cosas que de ello se hicieren, hayáis y llevéis la veintena parte, con título de nuestros adelantados y gobernadores de las dichas tierras e islas, vosotros y vuestros hijos y herederos, de juro para siempre jamás, con que quede para Nos y para los Reyes que después de Nos vinieren, la suprema, y siendo vuestros hijos y herederos naturales de nuestros Reinos y casados en ellos, y con que la dicha gobernación y título de adelantados, después de vuestros días, estos queden en un hijo o heredero. Y de ello vos mandaremos despachar vuestras cartas de privilegios en forma.
    • Así mismo, vos hacemos merced y vos damos licencia y facultad para que de aquí adelante, en cada un año, podáis llevar y enviar, y enviéis a las dichas islas y tierras que así descubriereis, en nuestras naos o en las que vosotros quisiéreis, el valor de mil ducados de primera costa empleados en las partes y cosas que mejor os estuviere a vuestra costa, los cuales podéis allá vender y emplear en lo que a vosotros vos pareciere y quisiéreis, y tornarlos a traer de retorno a estos Reinos, pagando a Nos de derechos el veinteavo de ello, sin que seáis obligados a pagar otros derechos algunos de los acostumbrados, ni otros que de nuevo se impusieren, pero entiéndase esto después que vengáis de este primer viaje, y no en tanto que en él estuviereis.
    • Otrosí [además], por vos hacer mas merced, es nuestra voluntad que de las islas que así descubriéreis, si pasaren de seis, habiendo primero escogido para Nos las seis, de las otras que restaren, podáis vosotros señalar dos de ellas, de las cuales hayáis y llevéis la quincena parte de todo el provecho e interés de renta y derechos que Nos de ellas hubiéremos limpio, sacando las
    • costas que se hicieren.
    • Ítem, queremos y es nuestra merced y voluntad, acatando los gastos y trabajos que en el dicho viaje se vos ofrecieren, de vos hacer merced, y por la presente vos la hacemos, que de todo lo que de la vuelta que de esta primera armada y por esta vez se hubiere de interés limpio para Nos de las cosas que de allá trajéreis, hayéis y llevéis el quinto, sacadas todas las costas que en la dicha armada se hicieren.
    • Y porque lo susodicho mejor lo podáis hacer, y haya en ello el recaudo que conviene, digo que yo vos mandaré armar cinco navíos, los dos de ciento y treinta toneladas cada uno, otros dos de a noventa, y otro de sesenta toneles, abastecidos de gente, mantenimientos y artillería, conviene a saber que vayan los dichos navíos abastecidos por dos años, y que vayan en ellos doscientas y treinta y cuatro personas para el gobierno de ellos, entre maestres, marineros, grumetes y toda la otra gente necesaria, conforme al memorial que está hecho para ello, y así lo mandaremos poner luego en obra a los nuestros oficiales que residen en la ciudad de Sevilla, en la Casa de la Contratación de las Indias.
    • Y porque nuestra merced y voluntad es que en todo vos sea guardado y cumplido lo susodicho, queremos que si en la prosecución de lo susodicho, alguno de vosotros muriese, que sea guardado y guarde el que de vosotros quedare vivo todo lo susodicho cumplidamente, como se había de guardar a entrambos, siendo vivos.
    • Otrosí, porque de todo lo susodicho haya buena cuenta y razón, y en nuestra hacienda haya el buen recaudo que conviene, que Nos hayamos de nombrar y nombremos un factor o tesorero, contador y escribano de las dichas naos, que lleven y tengan la cuenta y razón de todo, y ante quien pase y se entregue todo lo que de la dicha armada se hubiere.
      Lo cual vos prometo y doy mi fe y palabra real que vos mandaré guardar y cumplir en todo y por todo, según de suso se contiene, y de ello vos mandé dar la presente firmada de mi nombre. Hecha en Valladolid, a xxii días del mes de marzo de mdxviii años. Yo el Rey. Por mandado del Rey, Francisco de los Cobos. Señalada del chanciller, del obispo de Burgos, del obispo de Badajoz y de don García de Padilla. ́Y al pié están cuatro señales de firmas. ́

    • Confirmación de la dicha Capitulación

    • Doña Juana y Don Carlos, su hijo, por la Gracia de Dios Reina y Rey de Castilla, de León, de Aragón, de las dos Sicílias, de Jerusalén, de Navarra, de Granada, de Toledo, de Valencia, de Galicia, de Mallorca, de Sevilla de Cerdeña, de Córdoba, de Córcega, de los Algarves, de Algeciras, de Gibraltar, de las islas de Canarias, de las Indias, islas y tierra firme del mar océano, Condes de Barcelona, Señores de Vizcaya y de Molina, Duques de Atenas y Neopatria, condes de Rosellón y de Cerdaña, marqueses de Oristán y de Gociano, archiduques de Austria, duques de Borgoña y de Brabante, condes de Flandes y de Tirol. Por cuanto vos, Fernando de Magallanes, caballero natural del Reino de Portugal, y el bachiller Ruy Falero, así mismo del dicho Reino de Portugal, nos hicisteis relación que yo, el Rey, por una mi cédula y capitulación, mandé tomar cierto asiento con vosotros sobre el viaje que, con la ayuda de Nuestro Señor, queréis hacer para descubrir lo que hasta ahora no se ha hallado, que es en los límites de nuestra demarcación, que hasta ahora no se ha descubierto, y lo poner so nuestro señorío y jurisdicción, como mas largo en la dicha mi cédula y asiento se contiene. Su tenor de la cual es este que se sigue:
    • [En el Libro Copiador se repite el texto de la capitulación, con traslado de distinto escribano]
    • Y porque mejor y mas cumplidamente vos fuere guardada y cumplida la dicha capitulación y asiento que de suso [arriba] va incorporada, y todo lo en ella contenido, nos suplicásteis y pedísteis por merced vos la mandásemos confirmar y aprobar, y si necesario fuere vos hiciésemos nueva merced de las cosas y mercedes en ella contenidas. Y Nos, acatando cuán provechoso sea a estos nuestros reinos lo que decís y os ofrecéis, y la mucha voluntad con que os habéis movido a entender en lo susodicho y los servicios que en ello decís esperamos que haréis a Nos y a nuestra corona real, y vuestra suficiencia y personas, y los trabajos que en el dicho viaje y descubrimiento se vos ofrezcan, y porque de vosotros y de vuestros servicios quede mas perpetua memoria y sean gratificados, y otros se esfuercen a Nos bien servir, tuvímoslo por bien, y por la presente, de nuestro motuo propio y cierta ciencia y poderío real absoluto, lo a vos confirmamos, y aprobamos la dicha capitulación y asiento que de suso va incorporado y todo lo en ella contenido, y mandamos que vos sea guardada y cumplida en todo y por todo, para ahora y para siempre jamás, según que en ella y en esta dicha confirmación se contiene. Y por esta nuestra carta y provisión o su traslado, signado de escribano público mandamos al ilustrísimo infante Don Fernando, nuestro muy caro y muy amado hijo y hermano, y a los infantes, duques, prelados, condes, marqueses, ricos hombres, maestres de las Ordenes, priores, comendadores y subcomendadores, alcaides de los castillos y casas fuertes, y a los del nuestro Consejo, oidores superiores de las Audiencias, alcaldes y alguaciles de la nuestra Casa y Corte, y Cancillerías, y a todos los concejos, gobernadores, corregidores, asistentes, alcaldes, alguaciles mayores, prebostes y regidores y otras cualesquiera justicias y oficiales de todas las ciudades, villas y lugares de los nuestros reinos y señoríos, así de los que ahora son como a los que serán de aquí adelante. Y a cada uno de ellos que vean la dicha capitulación y asiento que de suso va incorporada, y la guarden, cumplan y ejecuten y hagan guardar, cumplir y ejecutar en todo y por todo, según y como en ella se contiene. Y contra ello, ni contra cosa alguna ni parte de ella, vos no vayan, ni pasen, ni consientan ir, ni pasar en
    • tiempo alguno, ni por alguna manera, no embargante cualesquiera premáticas [pragmáticas], exenciones y otros cualesquiera fueros y derechos que en contrario de esto sean o ser puedan, con lo cual todo para en cuanto a esto dispensamos, lo derogamos y lo abogamos, quedando en su fuerza y vigor para en las otras cosas adelante, así de esta nuestra carta y de la dicha capitulación quisiéreis nuestra carta de privilegio, mandamos a los nuestros consejeros mayores y a sus lugartenientes que vos la den confirmada y bastante, les pidiéreis y menester hubiéreis, la cual mandamos al nuestro Chanciller mayor, notarios y otros oficiales que están a la tabla de los nuestros sellos, que vos la libren, pasen y sellen sin vos poner en ello ningún impedimento, y los unos ni los otros no hagáis ni hagan otra cosa por alguna manera, so pena de la nuestra merced y de diez mil maravedíes para la nuestra cámara, a cada uno por quien fincare [dejare] de lo así hacer y cumplir. Y además mandamos al hombre que vos esta nuestra carta mostrare, o el traslado de ella signado de escribano público, que vos emplace que comparezcáis ante Nos en la nuestra Corte donde quiera que Nos seamos, del día que vos emplazare hasta trescientos días primeros siguientes, so la dicha pena so la cual mandamos a cualquier escribano público que para esto fuere llamado, que de ende [entonces] al que vos la mostráreis, testimonio signado de su signo, porque Nos sepamos en como se cumple nuestro mandado. Dada en Valladolid, a xxii de este dicho mes de marzo, año del nacimiento de Nuestro Salvador Jesucristo de mil y quinientos y diez y ocho años. Yo el Rey. Yo Francisco de los Cobos, secretario de la Reina y del Rey, su hijo, Nuestros Señores, la hice escribir por su mandado.
    • [También están las firmas de Fonseca arzobispo, el licenciado don García, Juan de Samano y Guillermo Chanciller.]
    • _ · _
    • Cartas a los dichos Magallanes y Falero
    • ́Capitanía a los dichos Magallanes y Falero ́
    • Doña Juana y Don Carlos, su hijo, por la Gracia de Dios Reina y Rey de Castilla. Por cuanto Nos habemos mandado tomar cierto asiento y concierto con vos, el bachiller Ruy Falero y Fernando de Magallanes, caballeros naturales del Reino de Portugal, para que vayáis a descubrir por el mar océano, y para hacer el dicho viaje vos habemos mandado armar cinco navíos con la gente, mantenimientos y otras cosas necesarias para el dicho viaje, confiando de vosotros que sois tales personas que guardaréis nuestro servicio, y que bien y fielmente entendereis en lo que por Nos vos fue mandado y encomendado, es nuestra merced y voluntad de vos nombrar, y por la presente vos nombramos por nuestros capitanes de la dicha armada, y vos damos poder y facultad para que,
    • por el tiempo que en ella anduviéreis hasta que con la bendición de Nuestro Señor volváis a estos nuestros reinos, podáis usar y uséis del dicho oficio de nuestros capitanes, así por mar como por tierra, por vosotros y por vuestros lugartenientes, en todas las cosas y casos al dicho oficio anexas y pertenecientes, y viéreis que conviene a la ejecución de nuestra justicia en tierras e islas que descubriéreis, según y de la manera que hasta aquí lo han usado los nuestros capitanes de ende que han sido. Y por esta nuestra carta mandamos a los maestres, contramaestres, pilotos, marineros, grumetes, pajes y otras cualesquiera personas y oficiales que en la dicha armada fueren, y a cualesquiera personas que estuvieren y residieren en las dichas tierras e islas que descubriéreis, y a quien lo en esta carta contenido, toca y atañe, y atañer pueda en cualquier manera, que vos hayan, reciban y tengan por nuestros capitanes de la dicha armada, y como a tales los acaten y cumplan vuestros mandamientos, so la pena y prisión que vosotros de nuestra parte les pusiéreis y mandáreis poner, las cuales Nos, por la presente las ponemos y hemos por puestas, y vos damos poder y facultad para las ejecutar en sus personas y bienes. Y que vos guarden y hagan guardar todas las honras, gracias, mercedes, franquezas, libertades, preeminencias, prerrogativas e inmunidades que, por razón de ser nuestros capitanes, debéis haber y gozar, y vos deben ser guardados. Y es nuestra merced y mandamos, que si en el tiempo que anduviéreis en la dicha armada se movieren algunos pleitos y diferencias, así en la mar como en la tierra, los podáis librar y determinar, y hacer sobre ello cumplimiento de justicia bien y sumariamente en tela de juicio, y para librar y determinar los dichos pleitos, y para todo lo demás en esta nuestra carta contenido y al dicho oficio de capitanía anexo y concerniente, vos damos poder y facultad, con todas sus incidencias y dependencias anexionadas y conexionadas. Y los unos ni los otros no hagáis ni hagan en otra manera. Dada en Valladolid, a xxii días del mes de marzo de mdxviii años. Yo el Rey. Yo, Francisco de los Cobos, secretario de la Reina y del Rey, su hijo, Nuestros Señores, la hice escribir por su mandado.
    • _ · _
    • El Rey
    • Lo que vos, Fernando de Magallanes, caballero natural del Reino de Portugal, y el bachiller Ruy Falero, así mismo del dicho Reino, en el viaje que con la buena ventura habéis de hacer es lo siguiente:
    • Primeramente habéis de ir derechamente [directamente] a la ciudad de Sevilla, a presentar vuestras provisiones y capitulaciones a los nuestros oficiales de la dicha Casa de la Contratación de las Indias que reside en la dicha ciudad, y solicitaréis que, conforme a ellos y a lo que yo, acerca de ello, les mando escribir, vos armen luego los cinco navíos que yo vos mando dar, y vos lo abastezcan de la gente y cosas necesarias. Y habéis de hacerme saber, algunos días antes que esté
    • presto todo, para cuándo pensáis partir, y así mismo cuando estuviéreis prestos y a la vela, porque de todo quiero ser informado.
    • Así mismo, como sabéis, yo he de nombrar personas que vayan con vos en la dicha armada por nuestros factores, contadores o escribanos, como Nos quisiéremos, para que tengan cuenta y razón de la gente y mercaderías nuestras que en ella llevaréis, y tomen y reciban todo lo que de ello resultare.
    • Habéis de tener mucho cuidado que en lo que hubiéreis de hacer en el dicho viaje, así en el regate y contratación de las mercaderías y cosas que en nuestro nombre se hubieren de hacer, se haga por las dichas personas que así nosotros nombraremos para ello, y no por vosotros ni por otra alguna [persona], y por ante nuestro escribano de la dicha armada. Y que todo lo que hubiéreis de hacer que toque a nuestro servicio, lo hagáis tomando el parecer de las dichas personas, y con su acuerdo, y siendo todos juntos y conformes para ello, y sobre todo vos encomiendo la conformidad de entre vosotros.
    • Otrosí, vos mando que todo lo que de la dicha armada nos perteneciere, así de rescate y contratación, como en otra cualquier manera, lo hagáis entregar luego libremente, por ante el escribano de la dicha armada, al nuestro tesorero o factor que en ella Nos enviaremos, conforme a nuestra instrucción que para ello llevare, para que él lo traiga a los nuestros oficiales de la Casa de la Contratación de las Indias de Sevilla.
    • Ítem, luego que con la ayuda de Nuestro Señor hubiéreis llegado a las dichas tierras e islas que así vais a descubrir, me hagáis saber vuestra llegada lo mas presto que ser pueda, para que yo sepa como sois llegados en salvamiento, como yo espero en Su misericordia.
      Hecha en Aranda de Duero, a [en blanco] de abril de (m)dxviii años. Yo el Rey. Por mandado del Rey, Francisco de los Cobos. ́Y al pié están dos señales de firmas. ́

    • Lo transliteró, comentó y compuso Cristóbal Bernal (16-X-2014)
      Iniciativa Ciudadana Sevilla 2019-2022

    • sevilla.2019-2022.org

    Fuente




    https://sevilla.2019-2022.org/wp-con...Falero-o14.pdf

  5. #5
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    Re: Juan Sebastián Elcano: la primera vuelta al mundo

    Sensacional descubrimiento: no fueron 18 los protocircunvaladores de Elcano, fueron 31





    Nao Victoria. Mapa de Abraham Ortelius.

    por En cuerpo y alma
    28 noviembre 2022


    Hemos tenido tantas ocasiones de escucharlo en este año que es el del quinticentenario de la más grande gesta acometida nunca por la Humanidad: "Fueron dieciocho los protocircunvaladores, esto es, los hombres que el 6 de septiembre de 1522 llegaron a Sanlúcar de Barrameda logrando dar la primera vuelta al mundo de la Historia".

    Es más, hasta sus nombres conocemos, y así constan en el precioso panel de azulejos pegado a la fachada del ayuntamiento de la ciudad a la que arribaron a bordo de la nao Victoria tras completar la gesta. A saber: Juan Sebastián Elcano, Francisco Albo, Miguel de Rodas, Juan de Acurio, Hernando de Bustamante, Martín de Yudicibus, Hans de Aquisgrán, Diego Carmena Gallego, Nicolás el Griego, Miguel Sánchez de Rodas, Juan Rodríguez, Antonio Hernández Colmenero, Juan de Arratia, Juan de Santander, Vasco Gómez Gallego “el Portugués”, Juan de Zubileta y Antonio Lombardo Pigafetta.


    Pues bien, contrariamente a lo que unos y otros repetimos continuamente, no son ellos los únicosprotocircunvaladores de la Tierra en esa magna gesta comandada por Juan Sebastián Elcano.

    A ellos hemos de añadir otros trece, todos cuyos nombres, menos el de uno, también conocemos. Trátase de Roldán de Argote, Gómez Hernández, Pedro de Chindurza, Martín Méndez, Felipe de Rodas, Pedro de Tolosa, Vasquito, Juan Martín, Simón de Burgos, Rixart, Bocacio Alonso y Maestre Pedro.

    ¿Cómo así? Pues muy sencillo. Estos trece hombres son los que, enviados por Elcano desde la Victoria en una barca, se quedan en la isla portuguesa de Cabo Verde, en la costa occidental del tercio septentrional de Africa, presos de los portugueses, cuando intentaban hacer provisiones para abastecer la expedición, y los portugueses se percatan de que no vienen, como aseguraban, de América, sino de las islas Molucas, de propiedad lusa.

    Acontece, sin embargo, que, cuando ello ocurre y los pobres desgraciados se quedan presos de los celosos defensores de Cabo Verde que les impiden llegar a España junto con sus compañeros… ¡¡¡ya habían completado la vuelta al mundo!!!



    Sí señor, como lo oye Vd. Y es que, efectivamente, y como se puede ver en el mapa encima de estas líneas, la vuelta al mundo se completa antes de llegar a España, unas millas al sur de Cabo Verde, lugar en el que, como informa el gran cronista de la expedición, Antonio Pigafetta, se cruzan la derrota de partida en 1519:

    “El lunes 3 de octubre [de 1519] hicimos rumbo directamente hacia el sur, pasando entre el Cabo Verde y sus islas, situadas por los 30° 30' de latitud septentrional”.

    ...y la derrota de llegada en 1522:

    Carecíamos totalmente de víveres, y si el cielo no nos hubiese acordado un tiempo favorable, habríamos todos muerto de hambre. El 9 de julio [de 1522], día miércoles, descubrimos la isla de Cabo Verde, yendo a fondear a la llamada Santiago”.

    Todo lo cual convierte a los "Trece de Cabo Verde",
    -rescatados, por cierto, por España, poco después, merced a una gestión directa del César Carlos ante su futuro cuñado, Juan III de Portugal, a petición del mismísimo Juan Sebastián Elcano- en auténticos protocircunvaladores del globo terráqueo. No más, pero tampoco menos, que aquellos dieciocho compañeros que, para su fortuna, sí pudieron llegar a España sólo un par de meses después de que ellos se quedaran presos en Cabo Verde.

    Así pues, honor a estos héroes silenciados, a los que la Historia debe también letras de oro en la más honrosa de sus páginas.

    Y ya lo sabe, querido lector, no vuelva Vd. a decir nunca más que la primera vuelta al mundo la lograron en 1522 dieciocho titanes... Porque no fueron dieciocho, fueron treinta y uno.

    Argumentos como éste y otros no menos novedosos, puede encontrar Vd. en mi último libro “Historia desconocida del Descubrimiento de América. En busca de la Nueva Ruta de la Seda”.

    Que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos.

    ©Luis Antequera





    https://www.religionenlibertad.com/b...fueron-31.html








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