22 marzo, 2013 | Manuel Morillo
Hoy dos temas: Las declaraciones de Lasquetty. Y el ensayo de Arendt “Eichmann en Jerusalén”
Primer tema
D. Javier Fernández Lasquetty, Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid nombrado por Esperanza Aguirre y en ejercicio con Ignacio González, en unas declaraciones en Religión en Libertad dice que
“Debo decir que algo que no me gusta nada, por no decir que es lo que menos me gusta de mi responsabilidad como consejero, es que una ley todavía vigente me obliga a financiar abortos con fondos públicos”
Con Fernández Lasquetty al frente de la Consejeria de Sanidad en el año 2010 se pagaron un 35,3% de los abortos de la CAM con los impuestos de los madrileños (Pág. 32 del Boletín Epidemiológico de la Comunidad de Madrid Nº 2. Volumen 17. Febrero 2011 )
Y en el último año del que hay datos, 2011, el porcentaje de abortos pagados por la Consejería de Lasquetty ha sido el 54.4% (Pág. 33 del Boletín Epidemiológico de la Comunidad de Madrid Nº 5 . Volumen 18. Mayo 2012 )
No hay cifras oficiales del 2012. Desde que está el PP en el poder los porcentajes de abortos pagados han aumentado. En el año 2003 un 16,8%, 2004 un 20%, 2005 un 21,5%, 2006 un 21%, 2007 un 22,3%, 2008 un 23,9%, 2009 un 28,7% siempre según el citado boletín oficial.
A D. Javier Fernández Lasquetty, no le gusta pagar los abortos pero se ve “obligado” por la ley, porque para no cumplir la ley, que mantiene el PP con mayoría absoluta, y que le “obliga”, sin dejarle “ninguna escapatoria”, a pagar los abortos tendría que dimitir de su puesto de Consejero y las prebendas que supone
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Segundo tema
Estos días estoy leyendo el libro de Hannah Arendt “Eichmann en Jerusalén”
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Según Arendt, Adolf Eichmann no poseía una trayectoria o características antisemitas y no presentaba los rasgos de una persona con carácter retorcido o mentalmente enferma.
Actuó como actuó simplemente por deseo de ascender en su carrera profesional y sus actos fueron un resultado del cumplimiento de órdenes de superiores. Era un simple burócrata que cumplía órdenes sin reflexionar sobre sus consecuencias.
Para Eichmann, todo era realizado con celo y eficiencia, y no había en él un sentimiento de «bien» o «mal» en sus actos.
Los actos de Eichmann no eran disculpables, ni él inocente, pero estos actos no fueron realizados porque Eichmann estuviese dotado de una inmensa capacidad para la crueldad, sino por ser un burócrata, un operario dentro de un sistema basado en los actos de exterminio.
Sobre este análisis Arendt acuñó la expresión «banalidad del mal» para expresar que algunos individuos actúan dentro de las reglas del sistema al que pertenecen sin reflexionar sobre sus actos.
No se preocupan por las consecuencias de sus actos, sólo por el cumplimiento de las órdenes. La tortura, la ejecución de seres humanos o la práctica de actos «malvados» no son considerados a partir de sus efectos o de su resultado final, con tal que las órdenes para ejecutarlos provengan de estamentos superiores.
Fuente: MANUEL MORILLO
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