Es muy importante entender algo. En economía política hay una ley básica: todo lo que se subvenciona se obtiene en mayor cuantía que en un equilibrio normal de mercado. Este complejísimo y vasto marco político, económico y cultural de subvenciones, ayudas directas, organismos asistenciales gubernamentales y para-gubernamentales, exenciones de impuestos, cheques, tratos preferenciales, acceso a servicios e infraestructuras públicas desigualmente financiados, etcétera, puesto intencionadamente en pie por las élites en todo "Occidente", es un gigantesco mecanismo de fomento y sostenimiento de los mal llamados "flujos migratorios" (sustitución demográfica). Nada ocurre por azar.
No puedo hacer calculos, no muchos pueden, pero es evidente que sin estos salvajes saldos favorables, al igual que sin el entramado legal facilitador y sin la asfixiante cultura inmigracionista y multiculti dominante, las mareas de inmigrantes-colonizadores-neoesclavos no tendrían ni las astronómicas dimensiones actuales ni la capacidad de permanencia que demuestran.
El simple acceso "en igualdad de condiciones" (sic) a servicios e infraestructuras públicas tan desigualmente financiadas por unos y otros, y tan desarrolladas con anterioridad a la llegada del foráneo, supone una forma de fortísima subvención. Una transferencia sangrante de riqueza del contribuyente nativo a las poblaciones que lo sustituyen demográficamente. Insisto: dejando al margen las exenciones de impuestos o todas las ayudas directas públicas o privadas que se proporcionan bajo decenas de formas distintas.
Nada menos que un ultra-liberal neoclásico de la Escuela de Chicago como Milton Friedman, inmigracionista doctrinario, avisaba hace casi cuarenta años de que no se puede tener estado asistencial y fronteras abiertas simultáneamente, que ha de ser lo uno o lo otro, porque las estructuras del estado asistencial ejercen de tarro de miel para cientos de millones de personas del planeta que, externalizando gran parte de sus costes en esas estructuras abrumadoramente sostenidas por las poblaciones autóctonas, pueden competir con ventaja con dichas poblaciones nativas. Dicho de una forma sencilla: gracias a esa externalización de costes sí les sale a cuenta emigrar. Nada que ver, por tanto, con los pequeños y limitados movimientos de poblaciones del pasado (pequeños en comparación) que no gozaban en absoluto de dichos incentivos.
Y ahora súmensele a lo anterior las prestaciones sociales no contributivas, las bolsas de comida de las que se abusa desvergonzadamente, el acceso a las viviendas de protección oficial, los grupos de presión subvencionados, el activismo de ultraizquierda, la caridad privada vergonzosamente volcada con el foráneo, las ayudas escolares, las exenciones de impuestos a sus empresas, la preferencia en las guarderías públicas, la concesión de la nacionalidad devenida en trámite, la reagrupación familiar de hasta diez individuos por residente... todo lo que pueda imaginarse y más.
Es un proceso perfectamente orquestado por las clases dirigentes del que los diferentes grupos que las integran obtienen, todos ellos, distintos beneficios: ideológicos para los activistas endófobos de la ultraizquierda y/o el mundialismo, políticos para los dirigentes convencionales, que se compran una nueva clase cautiva de votantes, y económicos para la alta plutocracia y el sector bancario, que abaratan el trabajo, endurecen sus condiciones y obtienen nuevos siervos a los que endeudar. Los beneficios son todos privatizados, mientras que los perjuicios, en forma de destrucción étnica, desplazamiento y "white flight", sustitución demográfica, tensiones sociales, criminalidad disparada, capacidad adquisitiva media en descenso (reconocido por la OCDE), condiciones de trabajo cada vez más endurecidas e impuestos leoninos para financiar al Leviatán recaen muy especialmente sobre las clases medias y las humildes. Justo las más desarticuladas políticamente, las menos conscientes culturalmente, las menos formadas, las más manipulables, las menos conectadas con el poder, las menos influyentes, en suma, las más débiles. Las mismas que son psicológicamente adoctrinadas día tras día para que aceleren su proceso de aculturación y autodestrucción étnica a través de la nueva religión del multiculturalismo y el mestizaje (y de toda clase de vicios: el tittytainment). Así no habrá nunca reacción posible que ponga en peligro el andamiaje del Sistema, que quedará blindado sin remedio.
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