Cita Iniciado por MonicaÑ Ver mensaje
No toda la juventud somos asi, una gran parte si lo son pero no todos.
El problema esta en que los que son asi pasan por encima de los que no porque es lo que "se lleva" y los demas a callar sino nos "comen".
Muchas veces se le atribuye la culpa a la educacion que se imparte en casa, pero no siempre son los padres los culpables, un ejemplo es mi casa en la cual yo no me comporto de esas maneras pero mi hermano es una mala bestia.
Gran parte de la culpa es de lo que se vive en la calle donde todo esta lleno de gallitos que andan pavoneandose de no se que. Pero lo mejor esta en colegios e institutos donde la violencia esta a la orden del día.
El sistema educativo premia a la ignorancia e incultura, ese es el gran problema.
Con Dios.
Por supuesto que no toda la juventud es expresión de barbarie. ¡Gracias a Dios! si no estaríamos apañados para "el hoy" y para "el mañana". Estos son casos puntuales que los medios de comunicación destacan por su incapacidad social. Y que no dejan de ser un espectáculo indigno, pues se rebaja la condición de esos chicos, los cuales no dejan de ser personas.

La educación empieza en casa, desde el mismo momento en el que el bebé está en el mundo. Si lo acostumbras a "brazos" se pondrá a llorar en el momento en que lo deposites en la cuna, aunque necesite del calor materno, de sentirse seguro y protegido, las dosis de mami y papi han de estar calculadas. Pero bueno, esto es sólo un ejemplo con el que pretendo justificar por qué la educación empieza en casa.

Cuando llega la hora de ir al cole, esa personita encantadora ya debe de estar socializada en casa para, así, ampliar adecuadamente su universo personal y poder convivir con el resto. Por supuesto, no tardarán en surgir rivalidades, amistades y hasta enemistades. Pero si la educación recibida hasta ese instante ha sido la adecuada, los aspectos conflictivos estarán más atenuados y mejor encauzados.

Naturalmente deberemos contar con la personalidad y carácter de cada individuo. Algunos rasgos serán hereditarios, pero otros son adquiridos. La experiencia a medida que el personaje va creciendo cada vez es más larga en todos los sentidos. Los pre-juicios tanto positivos como negativos, formarán parte de sus apreciaciones y opiniones. En casa seguirá la labor educativa, mientras en el colegio o instituto la formativa y socializadora.

Por supuesto, llegada la edad de la adolescencia se dispararán todas las alarmas. Toda la carga experiencial acumulada durante los años de la infancia va a aflorar, todas las ilusiones y las frustraciones se van a revelar. Los problemas que afectan al adolescente no van a ser fácilmente entendidos y es que ni son niños ni son adultos. Entonces, si el centro escolar es un reflejo de la sociedad, y ésta es una sociedad desestructurada, que ha renunciado a los valores, que relativiza las normas, que aplaude la anormalidad, que justifica cualquier barbaridad y que persigue lo que justifica la existencia de la propia sociedad, entonces la casa ya no puede cumplir su papel, y el centro escolar se transforma en una jaula del circo romano.

El adolescente será pasto de toda clase de vaivenes, se volverá rebelde e irascible en cuanto se le pongan cotos a sus caprichos, buscará la compañía de los amigos que se encuentran en la misma situación que él, y se convertirá en la pesadilla de sus padres y resto de la familia. ¿Cómo se puede combatir esto? Yo sólo conozco dos maneras: una doméstica, en casa, intentando acercarse a ese niño grande en que se ha convertido el adolescente y dejando al tiempo que actúe con su bálsamo de todos los ímpetus incontrolados; la otra forma es cambiando la sociedad, la cuestión es ¿y cómo se cambia una sociedad? A este respecto se me ocurren otras dos formas: o por el devenir de las generaciones, o por sucesos dramáticos o incluso trágicos.