Re: No se que hacer (Tradicionalismo+ Pérdida de la Esperanza en España)

Iniciado por
combatcatalà
Entonces debo de considerarme simplemente filo judio?
Entre el pueblo israelí, hay una "etnia" hebrea. No es sólo una religión, también hay un idioma y una historia. Lo que no existe es una unidad racial, o sea, no hay una raza judía como tal y como pretendían los nazis. Entre los judíos los hay blancos-blanquísimos rubios de ojos azules similares a las razas nórdicas, también blancos castaños más parecidos a los dináricos o italianos, españoles, o portugueses de la zona norte, y blancos morenos como los mediterráneos, otros son de aspecto eslavo, y también los hay negros y orientales.
No obstante, si hay una razón de peso que ha impedido un exceso de mestizaje o, al menos, que éste resulte complicado de estimar. Se trata del hermetismo de la propia religión: un judío casi siempre se casará con una judía. Para que alguien no judío se case con alguien judío debe convertirse y dicha conversión no es un trámite precisamente. Es decir, la religión si resulta una defensa frente al mestizaje.
Pero, tal como dije, resulta muy complicado cuantificar, y aún menos establecer, que mezcla genética se ha podido dar a lo largo de dos milenios (hablo desde el comienzo de la diáspora) es casi imposible de saber. Primero, los judíos convertidos al cristianismo en los primeros tiempos, no fueron muchos. Además, y así se puede apreciar en los "Hechos de los Apóstoles", eran muy reacios a cambiar de ideas y costumbres en relación a los gentiles. Pero "la diáspora" si que los dispersó por muchas partes del mundo. Tal circunstancia unida a las tradicionales formas de trabajo que tenían centradas principalmente en el comercio, si facilitaron la comunicación -y la incomprensión y recelo también muchas veces-, con las poblaciones de los países en los que se asentaron. Sólo en naciones como España con los decretos de expulsión si no se convertían, es lo que pudo motivar un cierto mestizaje y éste por zonas. Por ejemplo, en el Reino de Toledo no pareció haber especiales problemas (que me corrija alguien que conozca este aspecto concreto), si, en cambio, hubo problemas, y muchos, con los "xuetas" mallorquines. Mientras que en otros lugares, como en el País Vasco, tanto el Fuero Viejo como el Fuero Nuevo, prohibían expresamente su asentamiento en todo el territorio del Señorío, junto a gitanos, negros y moros. En mi opinión, no se puede generalizar pues las situaciones en España fueron muy variadas, dándose casos incluso opuestos.
Última edición por Valmadian; 26/03/2013 a las 23:01
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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