En un mundo en que todo es relativo y nadie y todos tienen razón y nada es seguro, el poder del diccionario es tremendo, pues es una de las pocas fuentes que quedan cuyo conocimiento se considera fuera de discusión. De ahí que se quiera dominar, y no es dificil, pues la capacidad que tiene la RAE para doblegarse ante los grupos de presión es tremenda. Ver el caso de la palabra "presidenta" admitida por la RAE por las presiones feministas, y que carece de toda lógica. Presidente es el que preside, igual que estudiante es el que estudia, sin género. No hay "estudiantas" ni "presidentas". Mal vamos si los primeros en pegar patadas al diccionario son los propios académicos que lo hacen. Se admitirá la palabra gay, claro, y además significará lo que ellos quieran, algo como: respetable opción sexual.