Creo que el problema no es exclusivamente achacable a Rousseau. Las bases desquiciadas de la educación pasan también por León Tolstoy -gran novelista, pero pésimo pedagogo. Y más tarde, desvirtuadas por la progresía rampante, se convierten en el despropósito en que actualmente estamos.
No obstante, he de decir -por conocimiento del asunto- que la "Auctoritas" se funda en el prestigio personal del profesor (es difícil "decretar" la autoridad docente por orden estatal); así que no se trata de un simple problema que pueda atribuirse a pésimas leyes (que, es cierto, tampoco son buenas). Creo que se trata también de un problema particular de los profesores, según los casos.
Los profesores -al igual que algunos padres- han sido los primeros en caer en la trampa del estúpido "coleguismo". Ahora, cuesta trabajo salir de esa ciénaga. Muchos padres y no pocos profesores son los que se han perdido el respeto a sí mismos, por mor de "parecer" más juveniles y más "guays" y así es como se ha fomentado esa nefasta permisividad en el aula y en los centros de enseñanza.
Los que tenían que liderar la educación -en el ámbito doméstico y en el ámbito docente- han escupido contra el viento... Y ya se sabe lo que ocurre cuando se escupe contra el viento.
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