BIOGRAFÍA DEL GENERAL YAGÜE
por I. García Escalera (1953)
1-NACIMIENTO, FAMILIA E INFANCIA
El 9 de noviembre de 1891 vino al mundo, en el pueblecito soriano de San Leonardo, casi en la
raya de Burgos, un niño llamado Juan Yagüe Blanco. Por pura vocación brotada en el alma,
quiso ser militar, sin que en su decisión influyeran ejemplos militares ni ambiciones de gloria,
ya que por aquel tiempo, reciente todavía la amargura del 98, no parece que la milicia brinde
un gran porvenir a la juventud española.
En 1907, Yagüe se traslada de Burgos a Toledo para presentarse a los exámenes de ingreso en
la Academia de Infantería, aprobando todos sus ejercicios. En la impaciente espera de la
calificación definitiva, conoce a otro joven aspirante que se llama Francisco Franco
Bahamonde. Al fin, puede dar a su madre la noticia de que es caballero cadete de Infantería.
2-LA ESTRELLA DE ALFÉREZ
En el patio renacentista del Alcázar, la promoción entera en posición de firmes, aguarda el
instante de tomar en sus manos los Reales Despachos que les confieren el título honrosísimo
que abre las puertas del heroísmo y la inmortalidad. (Entre sus compañeros de promoción
figuran Francisco Franco, Camilo Alonso Vega, Emilio Esteban Infantes, Ricardo Villalba y otros
muchos que serán gloria del Ejército español. Hablan elocuentes el cardenal Aguirre y el
coronel Villalba, director de la Academia).
3-DESTINADO A MARRUECOS
El destino quiere que Juan Yagüe tenga el primer mando de su vida militar en Burgos; en el
regimiento de Infantería número 30 que lleva el nombre de la Lealtad, de guarnición en la vieja
ciudad cabeza de Castilla. En julio de 1912 es ascendido a teniente. En marzo de 1914, el Diario
oficial del Ministerio de la Guerra publica la orden por la que pasa a prestar sus servicios en el
regimiento de Infantería de Saboya, número 6, en Tetuán.
Sus compañeros de promoción le reciben efusivos en África. Aquellos oficiales de Marruecos,
curtidos por el sol africano le producen admiración y pasmo. El teniente solicita en seguida el
paso a uno de los tabores de Regulares. Muy pronto recibirá el bautismo de fuego.
En los casinillos se comenta el revuelo producido por una carta del general Burguete atacando
a Maura por su manera de conducir la campaña de 1909 y la respuesta que en una conferencia
pronunciada en el Círculo Maurista ha dado al general el señor Maura y Gamazo (don Gabriel).
Se comenta el mitin de los socialistas en el salón Lux Edén de Madrid, en el que Besteiro y
Pablo Iglesias censuraron violentamente al Gobierno Dato por la cuestión de los soldados “de
cuota”, se manifestaron contra la guerra de Marruecos y profirieron una vez más sus
amenazas. Se comenta que es muy posible que si los moros vuelven a atacar, se utilice la
escuadrilla de aeroplanos que por aquellos días ha volado sobre el campo marroquí.
4-OFICIAL DE REGULARES
Un día de agosto de 1914 el Diario Oficial le concede el anhelado pase a las fuerzas de choque
de la Zona Oriental: el Grupo de Regulares número 2, de melilla, al que se incorpora
rápidamente y en el cual continúa prestando servicios de campaña: guarniciones en los
blocaos instalados en los áridos campos rifeños; cercos, ataques nocturnos, sed y desaliento;
llamadas desesperadas por el heliógrafo; convoyes que se abren camino entre balazos; frío,
calor, aburrimiento, desesperanza. De todo conocen aquellos hombres de Marruecos. Pero
todo ello contribuye a hacer fuertes sus espíritus y tal vez a minar sus recios organismos. (Tal
vez, la lejana causa de las lloradas muertes prematuras de Varela, García Escámez y Yagüe se
incubara en las noches del blocao apartado del mundo, en las marchas y contramarchas
fatigosas sobre los secos matojos del Rif o de Yebala).
Audaz y valentísimo, ejemplo y estímulo de subordinados y a dmiración de jefes, adquiere
pronto Yagüe el mismo convencimiento de sus compañeros de que “las balas traen tarjeta”,
por lo cual no hay que temerlas. Al frente de sus regulares, ni una sola vez se arroja al suelo ni
busca refugio tras un saco terrero o un parapeto, complaciéndose en desafiar a la muerte
cuando los “máuser” y los “lebel” de los rifeños afinan su prodigiosa puntería para lograr
acertar su corpachón, erguido siempre en medio del diluvio de proyectiles. Hay una absoluta
seguridad en el joven teniente de que es inmune al plomo, como si supiera que el Destino le
tiene elegido para llenar de gloria muchos días de la historia de su Patria, combatiendo y
venciendo a otro enemigo más feroz, más numeroso y mejor pertrechado que aquellos
cabileños a quienes venden sus armas, proporcionadas por el partido colonial francés,
contrabandistas nacidos en España.
Su actuación despierta admiraciones que acaban por cuajar en una propuesta de ascenso para
capitán por los méritos de guerra contraídos durante el periodo comprendido entre mayo de
1915 y junio de 1916.
5-CAPITÁN POR MÉRITOS DE GUERRA
El 30 de diciembre de 1916 el ministro de la Guerra firma la orden que pone la tercera estrella
de seis puntas en las mangas de la guerrera del brillantísimo oficial, que ya, a sus veinticinco
años, es uno de los más expertos y veteranos del ejército español. Como en Marruecos sigue la
lucha, el capitán Yagüe no piensa en volver a la vida plácida de una guarnición y se queda en
África.
Ahora ha cambiado de Grupo, pasando a Regulares de Tetuán. En 1917, 1918, 1919 y 1920, la
zona oriental está más tranquila, y es en la occidental-Tetuán, Larache, Arcila- donde se bate
más el cobre contra las huestes moras, fanatizadas por el prestigio del astuto cabecilla El
Raisuni.
En cuantas operaciones se llevan a cabo para cercarle, perseguirle y someterle, interviene con
su valor acostumbrado el capitán Yagüe. Valor que le trae por tres veces la satisfacción de
derramar su sangre por España, llenándole la piel de cicatrices y el ancho pecho de cruces rojas
del Mérito Militar de todas las clases y con todos los distintivos; la medalla militar de
Marruecos con los pasadores de Tetuán y Larache; la de Sufrimientos por la Patria, y otras
muchas más condecoraciones y distintivos que constituyen un verdadero testimonio en
esmalte y seda de los merecimientos de los grandes soldados.
Las heridas que Yagüe sufre en este tiempo son de carácter leve o menos grave, y ninguna de
ellas, por cierto, en hechos de armas brillantes, sino en oscuros episodios que realzan el
abnegado sacrificio diario de aquellos militares de África. Así, su bautismo de sangre tuvo lugar
el 25 de enero de 1919, en una operación de tan escasa importancia que ni siquiera se
menciona en los comunicados oficiales del Alto Mando. La segunda herida-leve-se la causa una
bala enemiga el 25 de junio de 1920, en la ocupación de la posición de Kudia-Tahar, que años
más tarde se haría famosa en la crónica heroica de nuestro ejército de África por la gloriosa
resistencia de sus defensores.
La última vez que el plomo enemigo penetra en la carne de Yagüe es el 28 de diciembre de
1920 al atacar el enemigo un convoy en la línea de Xauen. En el duro combate cae por tercera
vez, cuando ya está propuesto desde hace meses para un nuevo ascenso por méritos de guerra
a comandante.
6-LA ESTRELLA DE OCHO PUNTAS
Por fin, el día 11 de junio de 1921, el Diario Oficial número 130 del Ministerio de la Guerra
publica el Real Decreto con que termina la vida de oficial de Yagüe al promoverle al empleo de
comandante con la antigüedad de 3 de febrero de 1919. Es decir, ha llegado a la categoría de
jefe a los 27 años de edad. Pero, como en tantos otros de sus camaradas de África, cada uno
de sus años de campaña es una suma de experiencias que hacen precozmente madura la
juventud de aquellos hombres.
Tres heridas, dos ascensos, docenas de cicatrices y condecoraciones, y un prestigio solidísimo
de oficial extraordinario, hubieran sido razones suficientes para justificar la vuelta a la
Península. Pero precisamente en junio de 1921 no es el momento de abandonar Marruecos.
Durante meses, en África-y sobre todo en España, en los corrillos políticos y en las redacciones
de los periódicos-se ha venido hablando de futuras grandes operaciones que han de culminar
en la bahía de Alhucemas, cuya ocupación llevaría implícito el dominio militar de la Zona de
Protectorado asignada a España por los Tratados internacionales vigentes, que permitiría el
desarme de las cabilas y la inauguración de una época de pacificación de todo el territorio.
Pero los buenos conocedores del problema no pueden forjarse sobre ello demasiadas
ilusiones.
En la zona todavía insumisa de la región oriental-el Rif-las cabilas de Tensaman y Beni Urriaguel
tienen como jefe indiscutible a un hombre hábil y astuto llamado Mohamed Abd-el
Krim, poco guerrero, y que ha convivido con los cristianos. Ambicioso y alentado por
elementos políticos extranjeros, que le suministran hombres, armas y dinero, aspira a erigirse
en caudillo del Rif arrojando a los españoles.
El avance que planean el alto comisario y el comandante general de Melilla-Fernández
Silvestre-es una empresa llena de dificultades “casi insuperables”: “Estamos en un macizo
montañoso comparable a Gredos, agazapadas en los pliegues de las vertientes, atrincheradas
en las cumbres hay una docena de cabilas con miles de hombre valientes, fanáticos que nos
opondrán resistencia”.
Tremendo anuncio de una catástrofe cercana es la ocupación y pérdida del Monte Abarán, el 1
de junio, que crea dificultades a otras posiciones-Annual, Sidi Dris, Beni-Arós-. ¿Puede
marcharse de África un buen soldado? No y cien veces no. Yagüe se quedará con su tabor de
regulares uno, dos, tres años más. Y compartirá con sus compañeros de armas todo el horror
del desastre, la épica dureza de la reconquista, la trágica retirada de Xauen… En los breves
descansos de la pelea, quizá sea más desconsolador y dramático saber cómo la política de
Madrid juega suciamente con cuanto para ellos hay de sagrado en la profesión. Ninguno de
aquellos jefes y oficiales pensó jamás que sus largos años de sacrificio por la Patria en África
llegarían a ser chalaneados indecentemente en el Congreso y que la turbia marea de las
responsabilidades trataría de dejar la limpia fama del Ejército español a merced de cualquier
matón marxista. El ambiente de la Península reflejado en los periódicos que llegaban a
Marruecos era denso y corrompido, y en las mismas ciudades de soberanía o protectorado las
logias y las organizaciones subversivas trataban de relajar la disciplina y crear un clima
revolucionario.
Es entonces cuando aquellos patriotas que visten el uniforme militar se dan cuenta que el día
de mañana habrán de tomar las armas nuevamente para encauzar la vida total de España; que
necesitarán saltar por encima de eso llamado “legalidad constitucional” para salvar el cuerpo y
alma de la Patria y devolverle la unidad y la fe en sus destinos eternos.
7-EN LA PENÍNSULA
El Destino no quiera que el comandante Yagüe participe en los gloriosos hechos de armas que
culminan en el desembarco de Alhucemas, dirigido por los generales Primo de Rivera y
Sanjurjo y el coronel Franco. Su salud resentida le ha obligado-contra su voluntad-a abandonar
Marruecos antes de tiempo. En febrero de 1924, a los cinco meses del golpe de Estado de
primo de Rivera, Yagüe vuelve a su queridísima ciudad de Burgos para ocupar el puesto de
ayudante de campo del capitán general de la Sexta Región, don Ricardo Burguete, con quien
pasa a la Capitanía General de Madrid. Poco más tarde-en enero de 1925-es nombrado
ayudante a las órdenes del general Menéndez Martínez, jefe de la primera brigada de la
segunda división. Aquel paréntesis de Marruecos ha servido para convertir al bizarro oficial en
el gran jefe que más adelante necesitará España para arduas misiones de guerra y de paz.
8-EL TENIENTE CORONEL YAGÜE
Asciende Yagüe a teniente coronel en enero de 1928 y toma el mando del primer batallón en
armas del regimiento de la Lealtad, siempre de guarnición en Burgos. Los sufrimientos
personales y por la Patria han marcado huellas en su rostro, blanqueando antes de tiempo su
pelo sobre las sienes curtidas por soles africanos.
A los dos meses del ascenso, Yagüe tiene la alegría de un nuevo traslado a Marruecos. Primero
se le concede el mando del batallón de Cazadores de África, número 17, donde permanece
hasta el 28 de agosto de 1928, en que se le concede el mando del Grupo de Fuerzas Regulares
Indígenas de Larache, número 4. La paz reina en Marruecos. Si antes el mando de fuerzas
indígenas significaba el máximo riesgo, ahora significa la máxima responsabilidad. Yagüe y los
otros jefes-veteranos de la guerra-comprenden mejor que nadie la ruda psicología del
marroquí y la encauzan fervorosamente hacia la causa de la total pacificación de los espíritus.
9-LA SEGUNDA REPÚBLICA
El teniente coronel Yagüe ha de necesitar de todo su temple y autoridad para evitar el
derrumbamiento de la moral de sus huestes cuando, en abril de 1931, desaparece la vieja
Monarquía española y una República-de dudoso origen y más dudoso rumbo todavía-ocupa el
Poder y pone de manifiesto sus odios y rencores a todo lo entrañablemente hispánico. Pronto,
cada uno de sus ministros descubre los siniestros propósitos de sus inspiradores de las
internacionales comunistas y masónicas. Uno trata de “triturar” el Ejército; otro, la Enseñanza;
otro, la organización del trabajo nacional; otro, la Religión…
La mayoría de los jefes y oficiales del Ejército comprende los riesgos de aquel sectarismo
republicano. La existencia de España como nación soberana e independiente está más en
peligro que si un poderoso invasor amenazara sus fronteras; frente a la turbia conjura interna
sólo cabe una resistencia pasiva, discreta y silenciosa. Los militares, ante las irritantes leyes de
Azaña, continúan firmes e inconmovibles. Franco-disuelta la Academia General que dirigía-manda
una brigada en La Coruña. Mola, Varela, Yagüe, García Escámez, Asensio, Castejón y
tantos otros héroes de Marruecos permanecen en sus puestos de África o España. Bajo una u
otra forma de Gobierno, una u otra bandera, la Patria necesita que sus mejores hombres la
amen y sirvan con abnegación a prueba de ultrajes, con la gallardía del silencio y la aparente
mansedumbre ante provocaciones desvergonzadas.
En abril de 1932, Yagüe deje el mando de los Regulares en Larache para tomar en comisión el
del Grupo número 3 de Ceuta, los de González Tablas y Varela. La República sabe que el gran
soldado no es adicto suyo, pero-como le pasa con otros muchos- cree más conveniente para
ella mantenerle en Marruecos; afortunada ceguera ésta de los “estadistas” republicanos,
incapaces de comprender la psicología de los militares de África, que permitirá la plena
subsistencia en África de unos soldados valerosos, patriotas y aguerridos.
10-LA VOZ DE LA FALANGE
En Ceuta, Yagüe lee, en noviembre de 1933, el discurso que el día 29 de octubre ha
pronunciado en el teatro de la Comedia, José Antonio Primo de Rivera. Es fácil comprender la
impresión que aquellas palabras llenas de claridad y laconismo militar, de poesía que promete,
de alegría y ascetismo, de lógica y espíritu causarían en su cabeza y corazón: servir a la unidad
de tierras, hombres y clases que constituyen la eterna metafísica de España no es luchar por
esta u otra ambición parcial de derecha o izquierda, de monarquía o república, de capitalismo
o proletariado, sino cumplir íntegramente en lo civil la misión que en lo castrense viene
sirviendo desde su ingreso en la Academia.
En los labios de Yagüe palpita ya el caliente “Arriba España” falangista, cuando las denuncias y
soplonerías de los masones de Marruecos, que han llegado hasta el Ministerio de la Guerra,
señalándole como poco adicto y peligroso para la República, inducen al titular de la cartera a
despojarle del mando de sus regulares, destinándole al batallón de Montaña número 8, de
guarnición en Vitoria.
Desde Vitoria, el teniente coronel Yagüe entabla contactos con ese grupo juvenil y heroico y
habla y escribe con admiración de sus muchachos y de su doctrina a amigos y compañeros de
armas, en los cuales se ha hecho evidencia la necesidad de emprender alguna acción para
atajar el cáncer revolucionario que mina la salud de España, cáncer que algunos ilusos tratan
de contener con paños calientes.
El intenso trabajo se refleja en su salud, ya quebrantada en Marruecos obligándole a solicitar
una licencia de dos meses que se le concede. Antes de agotarse la licencia solicita pasar a la
situación de disponible voluntario con residencia en San Leonardo, desde donde continúa
comunicándose con sus mejores camaradas de armas, especialmente con el general Franco, a
quien en 1933 ha enviado a las Baleares el “triturador” Azaña, “para seguridad de la
República”...
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