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Tema: Onésimo Redondo (1905-1936), creador de la Falange castellana

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    Onésimo Redondo (1905-1936), creador de la Falange castellana

    Onésimo Redondo, organizador de la Falange castellana y profeta de la Revolución Nacional

    Revista FUERZA NUEVA, nº 448, 9-Ago-1975

    ONÉSIMO REDONDO, PROFETA DE LA REVOLUCIÓN NACIONAL

    Porque a los treinta y nueve años (1975) de su muerte (1936), todavía muchos lo desconocen y otros sólo saben su nombre por la repetición constante de los que con él vivieron en los días de afán, de esperanza y de persecución por una Patria grande, libre y unida, escribimos estos retazos de su vida y de su obra.

    Nacimiento en Castilla

    Onésimo nace en Quintanilla de Abajo (Valladolid), hoy, en su recuerdo, Quintanilla de Onésimo, el 16 de febrero de 1905. El hogar en que crece es humilde pero lleno de nobleza y religiosidad. Al tiempo que las primeras letras iban siendo conocidas por Onésimo, su alma se impregna de las angustias campesinas y en su inteligencia nada vulgar, y en su corazón ardiente e impetuoso queda profunda huella de esta llamada de su tierra, permaneciendo obsesionante e inquebrantable en su espíritu.

    Onésimo, estudiante

    Terminada su enseñanza primaria, un colegio religioso, el de Nuestra Señora de Lourdes, le alberga en Valladolid, mientras van transcurriendo los años del bachillerato. El estudio disciplinado es el complemento de su vida sencilla, ejemplar; con una ejemplaridad que no tiene nada de mojigatería ni de niño precoz.

    Un modesto empleo temporal de oficial técnico de Hacienda le crea un margen suficiente para poder seguir su vocación universitaria y estudiar leyes en la Universidad de Salamanca, y sus aulas fueron testigo de los cursos apacibles y brillantes del castellano de Quintanilla.

    Cuando sus estudios se lo permiten, Onésimo vuelve a su Quintanilla natal para estudiar, junto al surco y la era, los problemas de su gente campesina. Onésimo no es el labrador que estudia para señorito; era un campesino más que se capacita en la Universidad para remediar los males de Castilla, porque cree que sin el enderezamiento de Castilla no puede vivir España.

    Licenciado en Derecho, marcha a Heidelberg (Alemania) y permanece un año en la Universidad de Mannheim, como lector de español. En sus horas libres recorre los campos de Baviera y los bosques de la Selva Negra. Onésimo compara aquel espectáculo con el cuadro que ofrecen los campos castellanos, y forma el propósito inquebrantable y generoso de repoblar castilla de árboles que cobijen bajo su sombra a una España fecunda.

    Onésimo, sindicalista

    Poco antes de 1930, Onésimo vuelve a España. Eran los días nublados del final de la Dictadura de Primo de Rivera. De nuevo en Castilla, se enfrenta con las angustias de su gente campesina, y, en su afán de redimirla, comienza por constituir un Sindicato. Tras una campaña de proselitismo y de grandes esfuerzos, funda y da vida y vigor al Sindicato de Cultivadores de Remolacha de Castilla la Vieja, que muy pronto sería una de las entidades sociales más poderosas y mejor dirigidas de Castilla. Solamente esta obra, por la que muchos labradores se redimieron de la esclavitud económica, sería suficiente para juzgar la capacidad rectora de un hombre.

    El cambio de régimen le sorprende en medio de sus trabajos sindicales. Su clarividencia le permitía adivinar el abismo a que va España y, por ello, decide trasladar sus esfuerzos al plano político.

    Fundación de «Libertad»

    Como exponente del pensamiento político que agitaba su alma profética, Onésimo lanza a la calle, el 13 de julio de 1931, el primer número del periódico «Libertad», semanario de la Revolución Hispánica. Sus artículos, sus consignas, se elevan sobre la lucha de los partidos políticos y llaman a la juventud. El semanario se declara antiburgués y revolucionario por razones evangélicas y españolísimas, y por las mismas razones abre campaña violenta contra el marxismo.

    En aquella época, Onésimo lee asidua y atentamente «La Conquista del Estado», el primer semanario nacionalsindicalista, fundado y dirigido por Ramiro Ledesma Ramos, comprobando la coincidencia de su pensamiento con la combativa literatura de aquella publicación.

    Las Juntas Castellanas y las JONS

    Para dotar al grupo que va reuniéndose alrededor de «Libertad» de un sentimiento político económico, Onésimo crea a finales de 1931 las Juntas Castellanas de Actuación Hispánica. Al mismo tiempo que en Madrid, Ramiro Ledesma Ramos concretaba otro grupo político, que, después de un viaje de Onésimo a la capital, donde se entrevistaron por vez primera los dos capitanes de la juventud española, llegaba a fundir las dos agrupaciones juveniles en las JONS.

    Comienza con ello la actuación pública y callejera, los violentos choques por la venta del semanario «Libertad», que cada vez es leído por mayor número de personas, y llegan los procesos y las multas.

    Evadiendo una orden de deportación a Villacisneros (Sahara Español), Onésimo se expatría en 1932 a Portugal, donde permanece hasta la caída del gobierno de Azaña en 1933. Desde allí anima a sus camaradas que ahora publican otro semanario «Igualdad», en sustitución del suspendido «Libertad».

    Miembro del triunvirato del Ejecutivo Central de las JONS, Onésimo dota a las JONS castellanas de gran vitalidad, propagando el sentimiento nacionalsindicalista no solo en Castilla, sino también fuera de ella. Candidato en las elecciones de 1933, se retira a última hora, cumplida la labor agitadora y de propaganda. En diciembre de 1933 lanza un manifiesto para la sindicación nacional de los trabajadores del campo en sindicatos rurales, autónomos o independientes, apartados de toda organización antinacional. En Valladolid inicia la constitución de sindicatos autónomos, a los que dota de un contenido político.

    En 1933 crea también el Centro de Estudios Castellanos, que él mismo dirige, para la formación de camaradas jonsistas, permaneciendo abierto hasta su suspensión por orden gubernativa.

    Falange Española de las JONS

    El 12 de febrero de 1934 sobreviene un gran acontecimiento, trascendental y decisivo, en el que Onésimo interviene eficazmente. Las JONS se funden con Falange Española, que José Antonio Primo de Rivera fundara en octubre de 1933. Con ello la organización adquiere categoría, fuerza y volumen nacionales, en marcha por la conquista del poder.

    Es en Valladolid, el 4 de marzo de 1934, donde Falange Española de las JONS hace su primera salida a la vía pública en el memorable mitin del teatro Calderón, coreado por el ruido de los disparos y el fragor de la violencia marxista.

    A partir de entonces, Onésimo, a la cabeza de la Falange Castellana, multiplica sus actividades incansables de propaganda; organiza los cuadros de lucha y la formación ideológica de la juventud, sobre todo la universitaria, mediante el Sindicato Español Universitario, al que dedica su principal atención; impregna a la juventud campesina del pensamiento y nuevo estilo falangista.

    De nuevo candidato en las elecciones de febrero de 1936, obtiene 6.000 votos, y sobre ellos el aliento y seguridad de que la juventud que dirige y encauza está con él.

    Detención y muerte de Onésimo

    Un fútil pretexto le conduce, con otros muchos camaradas, a la cárcel de Valladolid, el 19 de marzo de 1936, siendo trasladado a la de Ávila a finales del mes de junio. Desde ambas prisiones alienta y dirige toda la actividad de la Falange Castellana, manteniendo estrechas relaciones con José Antonio, de quien recibe órdenes y consignas. De la cárcel de Ávila [zona nacional] sale el 19 de julio para ponerse al frente de la Revolución Nacional, en línea de combate, iniciada en Valladolid en la tarde del 18 de julio.

    Al volver a Valladolid dedica toda su actividad a organizar las centurias que han de ir a luchar y a morir al Alto del León, para que el fango rojo no manche la limpieza de Castilla. Visita el frente, escribe, pronuncia inflamadas arengas, encuadra a sus muchachos, preocupándose de su preparación material y espiritual.

    Al marchar de nuevo al frente, para arengar y permanecer en el riesgo junto a sus hombres, el día 24 de julio, en el pueblo segoviano de Labajos, su coche es detenido por un camión de milicianos rojos que se han infiltrado hasta allí a favor del desamparo de las carreteras. Onésimo es herido, primero en una rodilla y después rematado en el suelo por una descarga. Así terminó a los treinta y un años, una vida entregada íntegramente al servicio de la Patria y de la Revolución Nacional-sindicalista.

    Perfil de Onésimo

    Hombre de elegancia espiritual, profeta, apóstol y militante, tal es el perfil exacto de Onésimo. Por imperativos de su fe, ancha en la visión de una España grande, libre y unida, tal como lo propugnaba en sus escritos, en sus discursos y en su peregrinar sin cansancio por los pueblos castellanos, lo sacrificó todo: hogar, familia, profesión. En su pensar, noble y recto se embotó siempre la calumnia, el arma tantas veces empleada contra él, por los fariseos o por los dolidos de sus verdades. Porque se convenció muy pronto de la ineptitud burguesa para defender nuestra civilización contra el comunismo, confió a la táctica revolucionaria y a la estrategia de la violencia la defensa de los valores espirituales de España.

    Onésimo Redondo, de cuna aldeana, sintió siempre la llamada de la tierra, le atrajo el campo, el sudor y el afán de los campesinos. De su pluma, especialmente, salieron los puntos programáticos de la Falange que a la tierra se refieren y que son hoy [1975] norma del Estado.

    Por imperativos religiosos, que nadie lo olvide, se lanzó Onésimo a la vida política. Profundamente cristiano, muchos de sus discursos tenían el fuego y el sabor bíblico.

    Misión sagrada fue para él la falange, y todos sus esfuerzos tendieron a incorporar a la Patria el mayor número posible de trabajadores, sometidos por el marxismo a las internacionales sindicales.

    Onésimo poseía inteligencia clara, visión desde la cumbre, voluntad de hierro, ánimo infatigable y amplia capacidad de trabajo. Como escritor su prosa es clara, sencilla y austera. Los que le oyeron recuerdan la contundencia de sus argumentos, su clarividencia política, con oratoria sin recovecos, como lenguaje de un labrador cuando a los suyos se dirige. Hombre recio, vivió la fe que sintió en fiebre de sublime locura.

    Este fue Onésimo Redondo, el gran agitador, caudillo de Castilla y profeta de la Revolución Nacional, al que algunos desconocen y otros sólo saben su nombre.

    JONSISTA VALLISOLETANO
    Última edición por ALACRAN; 16/05/2020 a las 20:11
    AlfonsoVIII dio el Víctor.
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

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