En la muerte (año 1968) de Monseñor Pla y Deniel, catalán, arzobispo de Toledo y cardenal primado de España desde 1942.
Le sucedió en el cargo Tarancón, ideológicamente en la acera contraria, nombrado por Pablo VI para democratizar y descatolizar España, como así ocurrió.
Revista FUERZA NUEVA, nº 80, 20-Jul-1968
68 años al servicio de Dios
PLA Y DENIEL, PRIMADO DE ESPAÑA
El pasado día 5 de julio (1968) España se cubrió de luto. Toledo cerró sus murallas a las diez de la noche y las torres góticas de la catedral primada se abatieron en sombras sobre Zocodover y sobre la Vega. Los lienzos del Greco han cuajado su grito de pálidos y azules, y por los cigarrales de Tirso la canción cercana del Tajo no pasa de un piadoso bisbiseo. Ha muerto el cardenal primado de España y todo es pena y silencio en la Imperial Ciudad. El carillón de la Campana Gorda, como un inmenso calderón de silencio, ha sonado como el responso grave y triste de la cristiandad española ante la muerte silenciosa, tranquila, sin agonía, del doctor don Enrique Pla y Deniel.
Sucesor de los cardenales Cisneros, Portocarrero, Lorenzana y Gomá, su vida se extingue después de rendirla en servicio del catolicismo español. Fue enterrado con honores de capitán general en la capilla de la Virgen del Sagrario, de la catedral metropolitana, y el entierro fue presidido por el ministro de Justicia, señor Oriol, y el nuncio de Su Santidad, monseñor Dadaglio. La fe, la consternación del pueblo fiel, pusieron todo lo demás: esa vela doliente ante su cadáver que, de alguna manera, es el símbolo del homenaje de toda España, dispuesta ahora a recoger su testamento espiritual y la ejemplar lección de una vida entregada a la Iglesia.
Un halo de tristeza ha caído sobre el clero toledano, sobre los canónigos metropolitanos, sobre la larga fila de los seminaristas que fueron siempre “la niña de sus ojos”. En el recuerdo de los días quedan las jornadas gloriosas de la Iglesia toledana en las fiestas del Corpus, en el centenario de San Ildefonso y en las efemérides de la Acción Católica. Y aquel día luminoso de febrero de 1946 –“Queremos tocar, -queremos tocar, -la birreta de grana del señor cardenal”, cantaban en la velada-homenaje del seminario los jóvenes filósofos y los reverendos teólogos- ha apagado sus luces hasta resolverse en honda melancolía. Porque el cardenal, humilde y anciano, lleno de méritos y virtudes, se “ha ido al cielo”, como dicen los diocesanos de España entera.
Perfil biográfico
El cardenal primado, doctor don Enrique Pla y Deniel, ha sido el sesenta y seis Arzobispo de Toledo a partir de la reconquista de la Imperial Ciudad por Alfonso VI, el 25 de mayo del año 1085. Esta segunda etapa del episcopado toledano se había iniciado por el Arzobispo don Bernardo y antes había sido glorificado por figuras tan excelsas como San Eugenio y San Ildefonso.
El cardenal Pla y Deniel nació en Barcelona el día 19 de diciembre de 1876. Hijo de acomodada familia -sus padres fueron don Narciso Pla y Masgrau y doña Emilia Deniel- inició sus estudios del Bachillerato en el Instituto de aquella capital, pero pronto abandonó estos estudios para iniciar los de la carrera sacerdotal en el Seminario de Barcelona; sólo cursó allí el primer año de Latín; al siguiente marchó a Roma con el venerable sacerdote don Manuel Domingo y Sol, fundador de los Sacerdotes Operarios Diocesanos. Siguió estudiando en la Academia de Santo Tomás de Aquino y en 1892 ingresa en la Universidad Gregoriana del Pontificio Colegio Español, donde cursó los estudios de Filosofía, Teología y Derecho Canónico, logrando en todas estas disciplinas las máximas calificaciones. Tras el doctorado en todas ellas, fue ordenado sacerdote el día 25 de julio del año 1900.
En Barcelona
Regresó a Barcelona, donde se consagró al apostolado entre los obreros. Gastó gran parte de su fortuna personal en ayudar a los Sindicatos católicos. Creó un Patronato Obrero en Pueblo Nuevo, que sostenía con su trabajo y con su dinero; el edificio donde funcionaba fue incendiado cuando la “Semana trágica” (1909) y cundió el rumor de que el doctor Pla había sido asesinado a causa de haber sido confundido en los primeros momentos con el director de las escuelas del Patronato, mártir de su deber.
El entonces obispo de Barcelona, doctor Reig, luego también Arzobispo de Toledo, le nombró director de la obra “Acción Social Popular”. Organizó por entonces la magnífica protesta de los católicos barceloneses contra los proyectos laicistas de Canalejas, en la que intervino Vázquez de Mella y que dio lugar a una manifestación que acabó con la controversia de las pistolas.
Escritor de pluma fácil y equilibrada, dirigió las revistas “El Social”, “Revista Social”, “Anuario Social” y “Revista Eclesiástica”. Triunfó en una campaña de prensa dirigida por él contra el Ayuntamiento de Barcelona, que pretendía establecer escuelas neutras. Alternaba sus trabajos de apostolado social con las clases de Filosofía en el Seminario.
En 1912 obtuvo por oposición una canonjía en la Catedral de Barcelona.
En Ávila
El día 4 de diciembre de 1918 fue preconizado obispo de Ávila por Benedicto XV. Tomó posesión de su diócesis el 8 de junio del año siguiente. Fue consagrado por el entonces Nuncio de Su Santidad, monseñor Ragonessi. En Ávila intensificó su apostolado social. Fundó la Casa Social Católica, y como no disponía de local adecuado, cedió para este fin parte de su propio palacio episcopal. Más de dos millones de pesetas invirtió en la reconstrucción de iglesias, ermitas y casas rectorales, para proporcionar trabajo a los obreros, incluso a los afiliados a la Casa del Pueblo.
Al advenimiento de la República (1931) no se aminoró su actividad en el campo social. A las pedradas y los insultos respondió aportando el primer donativo para los obreros parados en la suscripción abierta por el Ayuntamiento. Dio también un fuerte impulso la Acción Católica y escribió pastorales sobre Santa Teresa, San Juan de la Cruz y temas sacerdotales.
Salamanca, 1936
Fue preconizado Obispo de Salamanca por Pío XI el 28 de enero de 1935. El 26 de mayo, aquel año hizo su entrada solemne en Salamanca. Su primera preocupación allí fue la de reorganizar las filas de los católicos, fortaleciendo la Acción Católica. Apenas iniciado el Alzamiento Nacional, ofrece su propio palacio al Caudillo y entrega su pectoral, su anillo y un cuantioso donativo a la suscripción nacional. Expuso la legitimidad del Alzamiento en “Las dos ciudades”; visita a los heridos de guerra en los hospitales de sangre, y al acabar la Cruzada pública otra pastoral, “El triunfo de la ciudad de Dios”, que viene a ser la conclusión de la que escribió al comenzar la guerra.
En el Año de la Victoria acudió a Roma en visita extraordinaria para presentar a Pío XII las preces correspondientes para restaurar la Pontificia Universidad Eclesiástica de Salamanca, con las facultades de Derecho Canónico y Sagrada Teología; en noviembre de 1940 se celebró el acto inaugural de esta Universidad. Impulsa también los estudios en los seminarios españoles como miembro de la Comisión Pontificia de seminarios en España.
En Toledo
Se posesionó de la archidiócesis de Toledo el día 25 de marzo de 1942, y cuatro años más tarde, el 18 de febrero de 1946, fue creado Cardenal del título de San Pedro in Montorio. Su labor como Prelado de Toledo transcurre bajo el signo de la reconstrucción espiritual y material de una vasta archidiócesis, con enclaves en seis provincias españolas, que había sufrido intensamente los efectos de la persecución marxista durante largo tiempo. Hubo de reconstruir los tres seminarios, la mitad de los templos y centenares de ermitas. Realizó gestiones cerca del Gobierno español para que éste interpusiera su influencia a fin de salvar a Roma de los horrores de la guerra mundial, recaudó fondos que puso a disposición del Papa para aliviar la situación de los prisioneros de guerra. Reorganizó la Acción Católica Española, reparó su propio palacio arzobispal, dispuso lo necesario para crear un nuevo Seminario de verano, creó la Casa Diocesana de Ejercicios Espirituales y la Casa Sacerdotal Diocesana, publicó numerosos documentos pastorales de trascendencia nacional, coronó canónicamente a seis imágenes de la Virgen, presidió asambleas eucarísticas preparatorias del gran Congreso Diocesano que tuvo lugar en 1960 y ordenó la apertura de numerosos procesos de beatificación de religiosos y seglares, martirizados durante la Cruzada.
Como Arzobispo de Toledo y Cardenal, participó activamente en el Concilio Vaticano II, presidiendo una de sus comisiones centrales, y asistió a los cónclaves en los que fueron elegidos Juan XXIII y Pablo VI. Aparte de atender al gobierno pastoral de su propia diócesis, ha asumido la representación de la Iglesia española en sus relaciones con el Gobierno, firmando en primer lugar las declaraciones colectivas de los Metropolitanos se han hecho públicas durante los últimos lustros, que eran redactadas tras de dilatadas sesiones que él presidía en el Palacio de Cruzada de Madrid. (...)
Fechas principales en la vida del Cardenal Primado
1876. Nace en Barcelona el día 18 de diciembre.
1900. Termina el Doctorado en Teología, Historia Eclesiástica y Derecho Canónico, y es ordenado sacerdote.
1912. Es nombrado Canónigo de Barcelona.
1918. Es preconizado Obispo de Ávila por Benedicto XV el día 4 de diciembre.
1919. Consagrado Obispo en Barcelona el día 8 de junio.
1935. Preconizado Obispo de Salamanca, el día 28 de enero.
1936. Publica en Salamanca su famosa pastoral “Las dos ciudades”, en la que defiende los principios en que se funda el Alzamiento Nacional.
1940. Restaura la Pontificia Universidad Eclesiástica de Salamanca.
1941. Es promovido por Pío XII Arzobispo Primado de Toledo.
1942. Toma posesión de la Sede Primada de las Españas.
1944. El Gobierno español le concede la Gran Cruz de la Orden de San Raimundo de Peñafort.
1945. Publica importantes pastorales al final de la guerra mundial. La del 28 de agosto fue traducida a varios idiomas.
1946. En el Consistorio del 18 de febrero, fue creado Cardenal de la Santa Iglesia, del título de San Pedro in Montorio, y tres días después le fue impuesto el capelo.
1950. Bodas de oro sacerdotales. Recibe una carta autógrafa de Pío XII.
1957. El 5 de mayo le fue impuesta la Medalla de Oro de Toledo.
1958. Asistió en Roma al Cónclave para la elección de Juan XXIII.
1960. El 12 de julio le fue impuesta la Medalla de Oro del Trabajo.
1962. Asiste en Roma al Concilio Vaticano II. Recibe la visita del Papa Juan XXIII cuando se encuentra enfermo en el Colegio Español.
1963. Asistió en Roma a la elección del Papa Pablo VI, que le visita personalmente cuando cae enfermo en el Colegio Español; es la primera salida del Papa fuera del Vaticano, al día siguiente de su elección.
Cargos y distinciones
El doctor Pla y Deniel fue procurador en Cortes, miembro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, presidente del Consejo de Obispos de la Pontificia Universidad Eclesiástica de Salamanca, Presidente de la Dirección Central de la Acción Católica Española y Comisario General de Cruzada.
Se hallaba en posesión de la Gran Cruz de Caballero de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio, Gran Cruz Meritísima y Collar de la Orden de San Raimundo de Peñafort, Gran Cruz del Yugo y las Flechas, Medalla de Oro del Trabajo y Medalla de Oro de la Ciudad de Toledo.
Obras y pastorales más importantes
“El Buen Pastor y los Ejercicios Espirituales del Clero” 1941.
“De genesi et divisione scientarum iuxta Herbertum Spencer et iuxta philosophiam scholasticam”, 1904.
“Balmes y el sacerdocio”, 1910.
“El Padre Francisco Javier Wernz”, 1915.
“La escuela histórica según los principios fundamentales de Santo Tomás sobre la inmutabilidad de las leyes” 1900.
“El Buen Pastor”, 1920.
“La Virgen de Ávila”, 1922.
“El legítimo obrerismo y la herejía socialista”, 1924.
“La realeza de Cristo y los errores del laicismo”, 1926.
“La Acción Católica”, 1926.
“El amador de la cruz y doctor místico San Juan de la Cruz”, 1927.
“De la cuna al sepulcro”, 1935.
“Apóstoles de Jesucristo”, 1935.
“Las dos ciudades”, 1936.
“Los Ejercicios de San Ignacio para el Clero”, 1938.
“El triunfo de la ciudad de Dios y la resurrección de España”, 1938.
“Fundamento de la devoción al Corazón de Jesús”.
“Carta pastoral al terminar la guerra mundial”, 1945.
“Exhortación pastoral sobre el Concilio”, 1961.
La longevidad del Primado
Sólo dos Cardenales eran más ancianos que el doctor Pla y Deniel: Carlos María de la Torre, de Quito, Ecuador, nacido el 15 de noviembre de 1873, y Augusto Álvaro da Silva, de Bahía (Brasil), nacido el 8 de abril de 1876.
Durante los últimos nueve siglos, solamente ocho Arzobispos han superado o igualado al Cardenal Pla y Deniel en tiempo de permanencia al frente de los destinos espirituales de la archidiócesis de Toledo. Desde la Reconquista para acá, el Arzobispo don Bernardo rigió la archidiócesis 38 años; don Raimundo, 25 años; Jiménez de Rada, 37; Gil de Albornoz, 25 años; don Pedro Tenorio, 25; don Alfonso Carrillo, 36; Portocarrero, 31; y Lorenzana, 28.
(…)
Anécdotas de una vida ejemplar
La larga vida del Primado de España está salpicada de anécdotas que reflejan su carácter, sus virtudes y las directrices fundamentales de su actuación pastoral.
La prudencia del doctor Pla y Deniel corría parejas con el respeto que sentía por la ley y su deseo de cumplir cuanto se haya establecido por quien tiene autoridad para hacerlo. Hace años se sometió a votación determinado asunto dentro de la Conferencia de Metropolitanos Españoles, que anualmente se celebraba en el Palacio de Cruzada de Madrid. Se sabe que la mayoría de los Arzobispos votaron contra el criterio sustentado por el doctor Pla y Deniel en aquel punto concreto; pues bien, apenas adoptada la decisión que contrariaba su propia opinión, no hubo más celoso y ardiente defensor del acuerdo que el mismo Cardenal Primado, quien inmediatamente tomó las medidas necesarias para su rápido y total cumplimiento.
Cuando estuvo en Roma para recibir de Pío XII el capelo cardenalicio, fue entrevistado por un periodista español, corresponsal de un gran diario madrileño. Finalizaba ya el diálogo cuando el corresponsal insinuó:
-“Bien, señor Cardenal, le agradezco mucho estas manifestaciones que recogeré literalmente para mi periódico, pero ahora, entrando ya en el terreno de la indiscreción, ¿quiere decirme Vuestra Eminencia qué hay de cierto en el rumor que circula sobre…?”
No pudo el periodista concluir su pregunta porque el doctor Pla y Deniel le interrumpió:
-“¡Ah, no! Por ese terreno de la indiscreción tendrá usted que andar solo, porque yo no le acompaño ni un solo paso…”
En cierta ocasión, visitaban la catedral de Ávila, Maciá, Nicolau, Gassols y otros jefes separatistas que, al advertir la presencia del Obispo Pla y Deniel en el templo, se acercaron y le saludaron ostentosamente en catalán. El doctor Pla y Deniel les contestó con la mayor naturalidad en castellano y les añadió:
-“No les extrañe que no les habla en catalán aunque soy de Barcelona: como obispo de Ávila soy un castellano viejo”.
Siendo obispo de Salamanca se le escapó una confidencia:
-“La jornada de ocho horas no se ha hecho para el Obispo. En los seis años que llevó aquí no he tenido tres días seguidos de vacación”.
Hasta hace poco era realmente extraordinaria su memoria. Sin pedir papeles ni examinar documentos recordaba perfectamente los antecedentes de cada asunto. Más de una vez había dicho a sus colaboradores más íntimos que si llegasen a fallarle sus facultades mentales y no pudiese gobernar su grey, no vacilaría en renunciar a la archidiócesis para no constituir una rémora.
No admitía las recomendaciones ni tampoco las hacía, especialmente cuando se trataba de oposiciones o concursos. “El Obispo -decía- debe ser Obispo, pero no gobernador civil”. (…)
Cuando se encontraba bien de salud, ni un solo día dejó de dormir tranquilamente por muchos que fueran los problemas graves pendientes sometidos a consideración. La noche en que se decidió en Salamanca el triunfo del Alzamiento Nacional durmió, como de costumbre, siete horas. Días después, al informarse de que el Caudillo deseaba instalar su residencia oficial en Salamanca, el doctor Pla y Deniel puso a su disposición su propio palacio, que Franco aceptó. (…)
Siempre tenía sobre su mesa de despacho un ejemplar del Código de Derecho Canónico. Respetaba las leyes y disposiciones dictadas por la Iglesia hasta la exageración, si es que cabe en esto exageración. Se dice de él que, cuando empezaron a usarse los relojes de pulsera, no consintió en utilizar uno que le regalaron hasta que consultó a la Santa Sede para cerciorarse de que la innovación no era contraria al espíritu de la modestia cristiana.
Cuando nuestra Guerra de Liberación cumplía al pie de la letra las disposiciones del “día sin postre” o del “plato único”. (…)
Era inflexible cuando se trataba de defender los derechos de la Iglesia. Nada se le ponía por delante entonces. Díganlo, si no, sus alegatos a los ministros de la República; su actuación frente a los Ayuntamientos socialistas de Ávila. Y esta actitud subía de punto cuando lo que se discutía eran los principios doctrinales. Guardaba mucha caridad con las personas, pero atacaba ardientemente a los errores. Condenó una obra de Unamuno. Prohibió también la lectura de la novela “La fiel Infantería” de Rafael García Serrano, que pretendía reflejar el espíritu de nuestra Cruzada, y fueron inútiles todos los esfuerzos del entonces ministro y amigo suyo, Arias Salgado para mitigar la resolución del doctor Pla y Deniel. (…)
Cuando con motivo de sus cumpleaños le felicitaban, siempre respondía lo mismo:
-“Cuando era obispo de Ávila nunca pensé sobrepasar los sesenta años. No pueden ser ya muchos los que me queden. Por eso hay que tener “las maletas preparadas” para cuando disponga el Señor…”
Última edición por ALACRAN; 28/12/2022 a las 19:26
"... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)
Actualmente hay 1 usuarios viendo este tema. (0 miembros y 1 visitantes)
Marcadores