Este artículo mezcla churras con merinas, y está redactado (lo sepa o no el autor) con cierto aire liberal-federalista, propia de los liberales radicales de mediados y finales del siglo XIX.
Curiosamente ese liberalismo-federalista radical (y también mata-frailes) llegó a hacer algún pacto con el carlismo, digamos, “evolucionado” de los años de 1868-73 contra, por así decir, el liberalismo “centralista”; situación previa a la proclamación de la I República Federal (de carácter liberal-radical extremo y ya, por supuesto, anticarlista).
Es curioso como aquí en el foro siempre el “centralismo” se achaca en exclusiva al liberalismo, sin tener en cuenta que la corriente radical-liberal hispana decimonónica (que acabó degenerando en anarquismos, FAI´s y similares) ya fue furibundamente anti-centralista, y que paradójicamente presentaba aspectos territoriales comunes con el carlismo de finales del XIX.
Es por eso que todas las menciones de este articulista al “movimiento cantonal” (¡corriente radical-liberal extrema!) y al “estatuto de autonomía castellano en la Segunda República” entroncan de algún modo con el liberalismo hispano más extremo y radical: el mata-curas y quema-iglesias.
El autor desde luego que no es carlista, ni mucho menos: pero, por lo que aporta, debería ser rabiosamente liberal.
1869: la época de apogeo del sexenio progresista y el federalismo come-curas: Pi y Margall, Proudhom, puff, liberalismo federalista extremo; el mismo que inspiró a buena cantidad de anarquistas asesinos de curas, decenios después.Pacto Federal Castellano de 1869, que se puede consultar en Internet y que ha sido reeditado recientemente, y que sin duda es la base de reivindicación territorial, 17 provincias, de algunas agrupaciones políticas actuales de cuño castellanista. Solo como una invitación a la reflexión conviene recordar que se refiera a un acontecimiento de hace 131 años, e inspirado en el federalismo de Pi y Margall, político entusiasta del pensamiento utópico francés del siglo XIX, e incluso traductor de alguna de sus figuras más señeras como fue el caso de Proudhom.
¿¿??En la primera guerra carlista no se trataba de la defensa de los fueros, y sin ir más lejos, los propios vascos continuaron con los suyos hasta varias décadas después. ¿Por qué luchaban los vascos entonces? Pues porque solo se trataba de la causa del rey legítimo Carlos V. En ese mismo contexto luchaban los castellanos por su rey legítimo. El eslogan de los fueros viene despuésMuy anterior a los acontecimientos mencionados fue la última defensa de los exiguos restos del foralismo castellano antes de la irrupción del liberalismo decimonónico. Tal defensa estuvo ligada históricamente a ese potpourrie político que fue el carlismo, y que en variantes distintas se ha mantenido en Castilla hasta el siglo XX. No sería cuestión aquí de simplificar las cosas al grito de carcundas y retrógrados, puesto que, se quiera o no, las libertades forales tradicionales, las singularidades de muchos pueblos ibéricos, fueron defendidas en su momento por el carlismo y no por un liberalismo de corte francés, supuestamente avanzado y progresista . Es bien sabido, por ejemplo, que en la primera guerra carlista, culminada en el Abrazo de Vergara, había batallones castellanos en el bando carlista, como también, conviene recordarlo, batallones vascongados en el bando liberal, los chapelgorri, boinas rojas, del general Echagüe. En estos batallones castellanos había entre otros santanderinos, burgaleses y riojanos.
El carlismo ...posterior a 1840, quizás.ese potpourrie político que fue el carlismo.
Nunca se nos dice cuáles “fueros tradicionales” en concreto, siempre en abstracto. En fin, ya estamos acostumbrados.Santander, entre otras provincias, tuvo que hacer renuncia a los restos de sus fueros tradicionales al advenimiento del liberalismo.
Hombre, que sepamos, el País Vasco, Navarra, tuvieron oficialmente instituciones peculiares hasta el siglo XIX, Cataluña y Valencia hasta el XVIII; las de Castilla, a nivel oficial, en cambio, fueron las comunes de la propia Corona de Castilla que, por extensión coincidían con las de la Península (excepto las regiones o países que todos sabemos). Si ya lo dice el propio articulista más arriba:Estos son temas habitualmente relegados al País Vasco, Navarra, Cataluña o acaso Valencia, pero cuidadosamente evitado cuando se trata de Castilla o León, faltaría más, sería como alborotar las ovejas dóciles del rebaño.
El articulista lo reconoce. Luego la Tradición castellana consistiría más bien, al contrario, en la ausencia y disminución de los derechos forales. ¿O en qué quedamos?aquellas regiones, bien caracterizadas históricamente en su delimitación geográfica en el Antiguo Régimen hasta principios del siglo XIX, que sufrieron una merma casi absoluta en sus derechos forales y en sus características propias, es decir Castilla la Vieja, Castilla la Nueva y León.
Precisamente para eso se creó el cantonalismo, que consistía en alborotar las "ovejas dóciles del rebaño" en base a la inventada "soberanía popular" a nivel local. Ese arraigaba hasta en sitios inimaginables donde jamás hubo constancia de derechos históricos. Pero para el cantonalismo daba igual Castilla, Cartagena o las Batuecas.
¿Seguro? Pues que poco han protestado históricamente, la verdad.Llama la atención que en aquellos tiempos los castellanos, incluso los de derechas, tenían unas pretensiones autonómicas en plenitud e intensidad bastante mayores que las que manifestaron a la muerte del sátrapa gallego
Por cierto, el “sátrapa gallego” fue aplaudido y respetado por los papas Pïo XI Y Pío XII, tradicionalistas de pro, y su régimen fue declarado católicamente ejemplar. Cosa que nunca dijo ningún papa de las doctrinas federalistas de Proudhom o Pi y Margall, por ejemplo.
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