Y algo tan esperpéntico como la Comunidad de Madrid, no puede dejar de estar acompañado por un himno tan esperpético como el que la dotaron, también por decreto. Un Himno compuesto por el poeta filomasón Agustín García Calvo por encargo de Joaquín Leguina, entonces Presidente de la Comunidad Autónoma de Madrid (del cual también se dice que gustaba de frecuentar las logias). La letra hay que leerla con detenimiento: no tiene desperdicio.
En el vídeo podemos ver a su autor, cantándolo en compañía de algunos tertulianos habituales del Ateneo de Madrid, institución ligada desde sus inicios a la teosofía y la masonería
"Yo estaba en el medio:
Giraban las otras en corro,
Y yo era el centro.
Ya el corro se rompe,
Ya se hacen Estado los pueblos,
Y aquí de vacío girando
Sola me quedo.
Cada cual quiere ser cada una:
No voy a ser menos:
¡Madrid, uno, libre, redondo,
Autónomo, entero!
Mire el sujeto
Las vueltas que da el mundo
Para estarse quieto.
Yo tengo mi cuerpo:
Un triángulo roto en el mapa
Por ley o decreto
Entre Ávila y Guadalajara,
Segovia y Toledo:
Provincia de toda provincia,
Flor del desierto.
Somosierra me guarda del Norte y
Guadarrama con Gredos;
Jarama y Henares al Tajo
Se llevan el resto.
Y a costa de esto,
Yo soy el Ente Autónomo último,
El puro y sincero.
Viva mi dueño,
Que, sólo por ser algo,
Soy madrileño!
Y en medio del medio:
Capital de la esencia y potencia,
Garajes, museos,
Estadios, semáforos, bancos,
Y vivan los muertos:
¡Madrid, Metrópoli, ideal
Del Dios del Progreso!
Lo que pasa por ahí, todo pasa
En mí, y por eso
Funcionarios en mí y proletarios
Y números, almas y masas
Caen por su peso;
Y yo soy todos y nadie,
Político ensueño.
Y ése es mi anhelo,
Que por algo se dice:
De Madrid, al cielo".
(como vemos, una piltrafa de himno, cargado de referencias paganizantes, masónicas y antiespañolas... Como corresponden, en cierto modo también, a la comunidad madrileña mísma)
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