Alta traición.
Alta traición la que se ha consumado, con independencia de la sentencia del Tribunal Constitucional respecto al Estatuto de Autonomía de Cataluña, la separación entre la región catalana y el resto de España es ya un hecho insalvable en el que todo el sistema ha colaborado tanto a derecha como a izquierda.
Es difícil pensar en un desenlace bueno, cuando toda esta situación viene fraguándose desde la aprobación de una nefasta Constitución en la que tanto la mayoría política como social española admitió la existencia en el texto fundamental del ordenamiento jurídico español de la palabra “nacionalidades históricas” sin pararse ni un momento a pensar en la legitimación que esa palabra daba a las mentiras con la que los separatismos llevaban envenenando determinadas regiones españolas desde finales del siglo XIX.
¿Cómo es posible haber llegado hasta aquí?, ¿Cómo es posible que una nación entera, la más vieja de Europa, haya comenzado por si misma un proceso de suicidio colectivo como en el que nos encontramos?. La explicación puede parecer enrevesada pero es muy sencilla, basta con tener un rebaño de borregos como sociedad (sí, hace tiempo que la sociedad española no merece ser llamada pueblo, sino simplemente masa, masa analfabeta e irresponsable), la clase política no es más que un reflejo de la sociedad que representa.
Desde hace más de 30 años a izquierda y derecha no ha habido más que personas interesadas en el poder, su posicionamiento económico y la irresponsabilidad de mantener sus puestos a toda costa a través de leyes que hipotecaban la nación y a la sociedad, así se ha ido tejiendo una tela que ha ido invadiendo todas las ramas de la sociedad: la política, la económica, la mediática y la cultural.
En aras de mantener el poder actual se ha hipotecado el futuro y el porvenir de la nación española, llevamos 30 años cediendo competencias de educación, seguridad, y justicia a partidos declarados abiertamente antiespañoles, la propia España a través de los gobernantes que su “pueblo” ha elegido ha dado al separatismo las armas más adecuadas para destrozar la nación. Ahora la gente (la poca a la que le sigue importando la nación) se empieza a dar cuenta de el lio en el que nos habéis metido todos sin excepción.
¿Cómo se puede esperar que un territorio que es declarado por la norma fundamental del Estado como nacionalidad histórica no quiera constituirse más tarde o más temprano en nación de pleno derecho?
¿Cómo puede esperarse que tras 30 años educando a generaciones enteras de vascos y catalanes en el odio a España y en la tergiversación de la historia de esas dos regiones españolas no haya gente que siga apoyando la violencia o no haya una inmensa mayoría de vascos separatistas?
¿Cómo hemos podido asumir con normalidad que se le llame “país” a una región que forma parte del territorio nacional español?
Muy sencillo, el enemigo está en casa y los españoles con la finalidad de apaciguarlo le hemos ido dotando de las armas que necesitaba para destruirnos.
Ahora es hora pedir cuentas, a TODOS, porque son todos los que nos han metido en esta situación.
Ahora me acuerdo de usted “señor” presidente del desgobierno y su famoso “aprobaré lo que venga de Cataluña” con su sonrisa burlona y las cientos de banderolas a sus espaldas, enarboladas por aquellos que gracias a su partido se sacaron la ESO pasando de curso sin examinarse.
Ahora me acuerdo de usted señor Aznar “el patriota” y de su famoso “movimiento de liberación nacional vasco” o de cómo vendió al sector españolista de su partido cortando la cabeza al señor Vidal Cuadras para poder asegurarse el poder durante 4 míseros años a cambio de cercenar el sector españolista catalán para siempre.
También me acuerdo ahora de ustedes comunistas de IPC, de ustedes nacionalistas de CIU que tienen como representante en el congreso a un señor nacido en Huesca, a ustedes de ERC, muchos de los cuales engrosaron o simpatizaron con la banda terrorista TERRA LLIURE, de ustedes señores del PSC y del PPC que por sus complejos, no vaya a ser que se les considere menos catalanes, han contribuido a construir los mitos separatistas y la nación catalana cada 11 de septiembre, asistiendo aunque se llevasen salivazos, ya hay que tener poca dignidad, a ese acto vergonzoso de tergiversación histórica que se hace frente al monumento del patriota español Rafael Casanova.
Me acuerdo del señor Montilla, nacido en Córdoba y de cómo desprecia con sus leyes su lengua madre y a los que la hablan en Cataluña, no siendo que le consideren un “Charnego”, eso sí, todo entre risas y subidas de sueldo colocando a familiares a diestro y siniestro para seguir chupando del dinero público.
Me acuerdo de aquellos indeseables que sin escrúpulos venden periodismo españolista en Madrid mientras contribuyen a dinamitar la nación creando opinión separatista repartiendo AVUIS por los kioscos catalanes.
Me acuerdo de aquella Vanguardia Española que hace poco ha emitido una editorial conjunta con otros 12 periódicos catalanes avisando y amenazando sobre las consecuencias que tendrá en la sociedad catalana un estatuto recortado por el Tribunal Constitucional.
De aquellos señores que por no perder su dieta, coche y sueldo oficial se pliegan a los dictámenes del partido “prietas las filas” sin importarles su complicidad en todo lo que está pasando.
Ahora pregúntense como es posible que hayamos llegado donde hemos llegado, pero pregúnteselo a ustedes mismos y encontrarán la explicación.
Todos estos que nos han vendido, enfrentado y manipulado sin otro objeto que repartirse trozos de nuestra Patria y obtener sueldos que en el mercado laboral habrían sido soñados para ellos son los mismos de los GURTEL, de las comisiones del 3%, del caso FAISAN, de los expolios a los ayuntamientos y de las reformas hogareñas a cargo del presupuesto público, los mismos que tienen casas de 1 millón de euros, los mismos que subvencionan talleres de masturbación o películas pornográficas para adolescentes mientras suben los impuestos a una clase trabajadora que porque no decirlo, mientras tengan pan, Belén Esteban y partidos los domingos se dejaran pisar hasta que ustedes se cansen.
la ultima bandera
"Acuérdate en adelante, cada vez que algo te contriste, de recurrir a esta máxima: que la adversidad no es una desgracia, antes bien, el sufrirla con grandeza de ánimo es una dicha."
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