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Tema: Introducción a “Cataluña hispana”

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    Introducción a “Cataluña hispana”

    Introducción a “Cataluña hispana” (I).

    Javier Barraycoa




    En 2013, aparecía este libro. Para variar, tuve que escribirlo encerrado un mes de agosto, como la mayoría de los últimos 20 meses de agosto de mi vida.El libro sin embargo se fue pergeñando tiempo antes. En el fondo es un relato de la historia de Cataluña a través de retazos de historia. A diferencia de “Historias ocultadas del nacionalismo catalán” (que se organizaba temáticamente), este libro tiene una estructura lineal temporal. El lector podrá descubrir motivos de reflexión y comprensión de la historia de Cataluña y, especialmente, cómo surge el catalanismo y acaba derivando en nacionalismo. Esta última parte, será desarrollada y completada en una obra que estoy trabajando para sacar a principios del año que viene. Todo queda en manos de Dios, pues antes tienen que salir dos libros.

    Recogeré en dos o tres posts, la introducción, pues es algo larga y no hay que cansar al lector. Esta introducción sorprendió a muchos lectores gracias a la cual descubrieron que el barrio gótico de Barcelona tiene muchísimo de artificialidad. La mayoría de edificios que ahora encontramos, no estaban ahí hace 80 años. Luego he encontrado muchas referencias tomadas de la introducción, recogiendo el asombro de este descubrimiento.
    “Lo que muestra la imagen del pasado que se nos ofrece no es tan importante como lo que oculta” (Álvaro García)


    Catedral de Barcelona a finales del XIX y simulación neogótica actual, de principios del siglo XX

    INTRODUCCIÓN (I)

    ¿TURISTA EN TU TIERRA?
    Paseamos por el barrio “gótico” de Barcelona. Entrecomillamos lo de gótico, porque ese es un nombre inventado en el siglo XX para los turistas. Tradicionalmente se llamó el barrio de la Catedral, cuando ésta aún no contaba con la fachada actual, que data de principios del siglo pasado (por cierto, muy criticada por algunos expertos) y que muchos toman sin saberlo como medieval. Muy pocos barceloneses conocen bien la zona, la historia de sus calles, los detalles recónditos.

    Plaza del Rey, de 1935 a 1956



    Hay pequeños-grandes “secretos” que esconden las piedras; y también muchas “mentiras” que se ofrecen inocentes a los incrédulos turistas. Estos efímeros trashumantes del asombro y la fotografía, no pueden alcanzar a comprender que el barrio “gótico” es una invención muy moderna. A inicios del siglo XX, un grupo de catalanistas potenció la Sociedad de Atracción de Forasteros, con la intención de cautivar turistas e inversiones para la ciudad. Su mayor éxito fue la organización de las exposición de 1929. Ese proyecto fue continuado por el franquismo hasta que finalmente se logró crear un atractivo ambiente (falsamente) medieval que embriaga al alma errante entre callejuelas.

    Estos efímeros trashumantes del asombro y la fotografía, no pueden alcanzar a comprender que el barrio “gótico” es una invención muy moderna.

    La burguesía catalanista, ante el impulso que supuso la llegada de inmensas fortunas de las viejas colonias, y de la fundación de nuevas industrias que ello propició, decidieron transformar una ciudad provinciana, insalubre, mal comunicada y con evidentes problemas políticos y sociales, en un modelo de ciudad moderna que pudiera atraer capital extranjero. El catalanismo, también deseoso de rememorar el esplendor de la época de la Corona de Aragón, puso en marcha este proyecto arquitectónico, que remitiera a tan augustas raíces medievales y uniera la ciudad moderna con sus fundamentos romanos, e incluso ibéricos. Al abrirse la Vía Augusta, se permitió que algunos edificios centenarios se pudieran trasladar, piedra a piedra, al degradado barrio de la Catedral.

    El catalanismo, también deseoso de rememorar el esplendor de la época de la Corona de Aragón, puso en marcha este proyecto arquitectónico, que remitiera a tan augustas raíces medievales

    En pocas décadas la zona fue tomando el aspecto actual. Se recurrió a la “restauración de estilo”, que era una técnica copiada de Francia que había promocionado el “movimiento de restauración arquitectónica para la glorificación de la Patria”. El Estado francés se dio cuenta de que la recuperación de antiguas joyas arquitectónicas exaltaba el orgullo por el pasado y legitimaba el estatalismo vigente. La arquitectura se convertía así en un poderoso instrumento de propaganda política. Por su parte, los catalanistas siempre tuvieron puestas sus miras en las novedades parisinas y aprendieron rápidamente este mecanismo de educación social. La barriada decadente de la que hablamos vio cómo mediocres luceras eran sustituidas por encantadoras copias de ventanales góticos. De la nada aparecían magníficos edificios medievales donde antes había casas obreras en mal estado.

    La arquitectura se convertía así en un poderoso instrumento de propaganda política. Por su parte, los
    catalanistas siempre tuvieron puestas sus miras en las novedades parisinas y aprendieron rápidamente este mecanismo de educación social.

    no impide que los actuales turistas fotografíen con entusiasmo todo lo que les parezca vetusto sin ser capaces de distinguir lo verdadero de lo falso. Igualmente, se emocionan al ver el puente neogótico que se alza en sobre la calle que va de la plaza san Jaime hasta la Catedral. Sorprendentemente, la obra es de 1928, construida por Juan Rubió y Bellver. Pero da igual, todo visitante piensa que es una reliquia del pasado y lo fotografía como quien captura digitalmente la historia. Al visitar la famosa casa de la Ardiaca, cualquier experto sabe encontrar dónde un restaurador “cachondo” imitó, a principios del siglo XX, un bajorrelieve medieval. Lo gracioso es que puso el busto de un “hombre medieval” con americana y corbata. Los turistas pasan por delante y son incapaces de percibir el anacronismo.

    Puig y Cadafalch, diputado de la Lliga, presidente de la Mancomunitat, y genial arquitecto modernista al servicio del catalanismo



    No es de extrañar que en la Lliga Regionalista (primer gran partido catalanista, cuya época de esplendor fue durante el primer cuarto del siglo XX) estuvieran involucrados muchos arquitectos como Puig y Cadafalch o Domènech y Muntaner (el restaurador de la casa de la Ardiaca). Incluso se puede considerar el primer gran acto catalanista, de un catalanismo todavía sin concreción política, la masiva celebración de la restauración arquitectónica del Monasterio de Ripoll, en 1893. La arquitectura, para aquellos hombres en los que ya latía el catalanismo, no era sólo arte sino un potente mecanismo de adiestramiento popular. Sin saberlo, habían descubierto una de las dimensiones de la propaganda moderna. Miles de catalanes acudieron a Ripoll, que se la consideraba la “cuna de Cataluña”, para celebrar el renacimiento de un pueblo proyectado un milenario monasterio recién reconstruido.

    Miles de catalanes acudieron a Ripoll, que se la consideraba la “cuna de Cataluña”, para celebrar el renacimiento de un pueblo proyectado un milenario monasterio recién reconstruido.

    La Renaixença –el renacimiento- de la “nación catalana” se estaba produciendo y no sólo en el plano literario, sino también en el “espiritual”. Con motivo de este acto, por primera vez en la historia de Cataluña, se vieron ondear miles de banderas catalanas. Las autoridades eclesiásticas del Principado demostraron su capacidad de movilización y organización. Tras casi un siglo de persecuciones liberales, creían ser los fautores del renacimiento cristiano de Cataluña gracias a la aplicación de una “pastoral catalana”. El pueblo católico podía, por tanto, sentirse partícipe de la resurrección de la “madre patria”. Una ilusión que, como veremos, duraría bien poco.

    Palau de la música: ¿Sant Jordi o Persifal? El romanticismo que engendró el catalanismo



    La arquitectura modernista era algo más que un movimiento arquitectónico o artístico. Se transformó en una forma de extender la nueva ideología de la burguesía catalana: el nacionalismo. Romanticismo, wagnerianismo, fantasías, sublimación de la Edad Media, esculturas de valquirias o recreación de una falsa naturaleza se entremezclaban y se plasmaron en piedra con la intención de embelesar al mundo y darle a conocer una “nación” que –como Ave Fénix- resurgía de sus cenizas. Curiosamente Gaudí nunca se consideró “modernista”. Para él, católico de pro, el “modernismo” se asociaba a la doctrina que había condenado San Pío X en la Encíclica Pascendi. Por eso siempre quiso desmarcarse de ese epíteto.

    Si uno observa la zona con cuidado puede descubrir los restos de un “acueducto romano”; sin embargo su antigüedad data de los años 50 del siglo XX, y fue construido como atracción para los turistas que empezaban a frecuentar la ciudad.


    Por las plazas del barrio “gótico”, como la del Rey o la de San Felipe Neri, un especialista, o cualquiera que se preocupe por la historia de su ciudad, puede reconocer los edificios que fueron trasladados en el siglo XX.
    Lo mismo ocurre con los palacios medievales que rodean el ábside de la Catedral. Hace cien años no estaban ahí. Entrando por la antigua puerta romana que da al carrer del Bisbe (Calle del Obispo) se pueden vislumbrar las piedras que colocaron los romanos hace más de 2000 años. A esta calle se accede desde la Plaza Nueva, donde se encontraba una de las cinco horcas de Barcelona, en la que -obviamente- se ejecutaba a los condenados a muerte. Hace tan solo 60 años, los edificios que ocupaban esa zona desaparecieron para dejar paso a un gran “espacio turístico”: la gran plaza de la Catedral. Si uno observa la zona con cuidado puede descubrir los restos de un “acueducto romano”; sin embargo su antigüedad data de los años 50 del siglo XX, y fue construido como atracción para los turistas que empezaban a frecuentar la ciudad.

    Así quedó la placa de la “Calle del Obispo Irurita”. Simplemente desapareció “Irurita”



    No se puede pasear por la calle del Obispo sin cierta tristeza. No ha muchos años, se llamaba del Obispo Irurita, el que fuera metropolitano mártir de Barcelona en el 36. En la fachada del Palacio episcopal, en la misma calle, se conserva su estatua, pero el silencio sobre su persona flota en el ambiente. Misteriosamente “alguien” cambió la placa de la calle y despareció el nombre de Irurita, quedando sólo el de Obispo. Por ello, le hemos querido dedicar este libro al que fuera Pastor de la Iglesia en Cataluña, en los difíciles años de la República. Este navarro de pro, representa esos “olvidos” que poco a poco languidecen el alma de nuestro pueblo. ¿Cómo puede sobrevivir una sociedad si elimina conscientemente una parte interesada de su memoria histórica?

    No hay nada peor que ser un turista en tu propia ciudad, tierra o patria; sin conocer ni ser capaz de juzgar lo que se te presenta delante y reconocer lo que es verdadero distinguiéndolo de lo que es falso.


    Monasterio de Ripoll, quemado por los liberales del XIX. Ahora algunos libros dicen que fue quemado por los carlistas.



    No hay nada peor que ser un turista en tu propia ciudad, tierra o patria; sin conocer ni ser capaz de juzgar lo que se te presenta delante y reconocer lo que es verdadero distinguiéndolo de lo que es falso. Es fácil quedar satisfecho ante cualquier explicación con tal de no molestarse en contrastarla. Para darnos cuenta del alcance de la historia mal explicada –intencionadamente o no- relatamos una pequeña anécdota. En una visita con universitarios a Ripoll, el vicario del Monasterio –para gran asombro del que escribe- explicó sin inmutarse a los alumnos que la decadencia del Monasterio fue por culpa de los carlistas que lo habían quemado en la Guerra de los siete años (1833-1840). El pobre hombre, no se nos ocurre otro apelativo, incomprensiblemente ignoraba que el final de la vida monacal en Santa María de Ripoll llegó con la exclaustración obligatoria de 1835. Los monjes abandonaron el monasterio, que fue arrasado e incendiado por los liberales que de paso asesinaron a dos benedictinos. El edificio poco a poco se fue derrumbando, quedando finalmente arruinado. Acabando el siglo XIX, el obispo Morgades (catalanista) promovió la restauración que hemos mencionado más arriba.

    El nacionalismo ha rehecho la historia de Cataluña, al igual que se reconstruyó artificialmente el barrio gótico.
    Al pasear por él, todo es hermoso, todo parece multisecular y venerable, todo embriaga los sentidos, pero buena parte de lo que se ve es falso y lo que es real es ignorado, desconocido o no está en el lugar que le corresponde. La verdad se esconde entre piedras y falsos relatos, y hay que descubrirla. Esta es la analogía que proponemos para entender el catalanismo: se ha construido una historia a base de retazos, de reinterpretar acontecimientos y retorcer su explicación. Muchos catalanes, ante el “metarrelato” nacionalista, se comportan como los turistas del barrio “gótico”: admiran lo que se les presenta delante, las consignas, las interpretaciones; sin preguntase siquiera si es “real” lo que sustenta su cosmovisión y si se corresponde con la verdadera historia. Por nuestra parte, no deseamos ser “turistas” de lo político que se dejan llevar por donde los “nuevos guías” te prometen itinerarios y futuros deslumbrantes.

    Los que somos catalanes de verdad no necesitamos que ningún nacionalista nos interprete qué significa ser catalán ni que nos reinterprete la historia. Somos parte de ella

    No gracias. Los que somos catalanes de verdad no necesitamos que ningún nacionalista nos interprete qué significa ser catalán ni que nos reinterprete la historia. Somos parte de ella y no podemos permitir que los que mancillan constantemente el nombre de nuestra tierra, queriéndosela apropiar sin siquiera haber entendido su esencia, nos lleven al despeñadero; estén movidos por extraños resentimientos, por egoísmos de casta o simplemente por alucinaciones colectivas creadas por intereses nefandos. Si existe un futuro asesino de Cataluña no es Madrid, ni el centralismo borbónico dieciochesco, ni Castilla, ni el franquismo. El asesino de Cataluña tiene un nombre: el nacionalismo catalán. Por eso hemos escrito este libro y por eso lo hemos titulado así: Cataluña hispana, ya que la esencia de Cataluña en encuentra en su hispanidad. La catalanidad es una forma especial de concretar la Hispanidad. El que no quiera verlo así, sea centralista español, sea catalanista independentista, no podrá comprender nunca lo que es la tierra catalana. Descubrir la catalanidad es disipar el catalanismo.

    (Continuará en siguientes post)


    https://barraycoa.com/2016/11/06/int...una-hispana-i/

  2. #2
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    Re: Introducción a “Cataluña hispana”

    Introducción a “Cataluña hispana” (II): La casa catalana y la deconstrucción nacionalista.




    Introducción a “Cataluña hispana” (II): La casa catalana y la deconstrucción nacionalista.



    Continuamos reproduciendo la Introducción a Cataluña Hispana que ya colgamos como post.




    LA CASA CATALANA Y LA DECONSTRUCCIÓN NACIONALISTA



    Puig y Cadafalch
    (1867-1956), arquitecto y político catalanista al que ya nos hemos referido, tiene un escrito titulado La casa catalana, en el que se pretende (con bastantes sesgos, e imitando la política cultural francesa del momento que ya hemos mencionado) demostrar la continuidad de la casa catalana entre las estructuras romanas, el románico, el gótico y lo que habría de ser la arquitectura de la Renaixença. Su artículo es un magnífico ejemplo de malabarismo político para intentar justificar una continuidad patria a través de la arquitectura y así demostrar que Cataluña es una “nación”.



    Pero ¿qué es lo importante de las casas? Sin lugar a dudas, para nosotros, las personas y familias que en ellas habitan. La falsa “continuidad de estilo” que pretendía demostrar Puig y Cadafalch, se asemeja a la falsa continuidad del “espíritu catalán” que reclaman los separatistas actuales. Ellos se autoproclaman herederos de la “inmemorial nación” catalana. Pero, ¿qué pensarían los catalanes de hace dos siglos de los actuales militantes de partidos políticos como Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), y otros más radicales aún? Comprobemos cuál era el espíritu de aquellos viejos catalanes y comprobemos si estos partidos separatistas son su continuación natural, o más bien la inversión de lo que fue el espíritu de nuestro pueblo.

    Ningún hijo se habría atrevido a tutear al padre, ni a hacerle preguntas u observaciones consideradas impertinentes y, menos, a discutir su autoridad.




    En el costumario Visions barcelonines (Visiones de barcelonesas), de Francesc Curet, de 1952, editado en catalán durante el franquismo, se define perfectamente uno de los rasgos más importantes que caracterizaba al pueblo catalán. En el volumen primero de este ingente estudio, dedicado a La vida en el hogar, se esbozan las siguientes características de la organización familiar: “El hogar era el santuario del barcelonés auténtico … el fundamento del hogar era la familia y su ordenación jerárquica, mantenida por vínculos de parentesco y convivencia derivada de la autoridad omnímoda del padre, amo y señor de la casa. Es verdad que estas características propias del genio catalán se perdían algo en su rigidez al bajar del mundo rural a la ciudad … Ningún hijo se habría atrevido a tutear al padre, ni a hacerle preguntas u observaciones consideradas impertinentes y, menos, a discutir su autoridad. Hacer la amistad [fer la amistat, no tiene traducción al castellano], o sea, el beso que se daba en la mano del padre, significaba respeto y admiración. El padre procuraba por su parte comportarse con gravedad, y había de hacer un esfuerzo por reprimir su carácter posiblemente festivo y las efusiones de ternura … Un viejo adagio concluye en pocas palabras, muy elocuentes, la apariencia y realidad del rigorismo paternal, como principio y procedimiento táctico: No muestres a los hijos amor, para que no te causen dolor. Es decir, estímales, pero no se lo hagas ver, porque si se dan cuenta te perderán el respeto”.

    Esta filosofía de la sagrada autoridad paterna era connatural al ser catalán. Ello se visibilizaba en la forma de establecer la herencia de todos los bienes para el hermano mayor




    Esta filosofía de la sagrada autoridad paterna era connatural al ser catalán. Ello se visibilizaba en la forma de establecer la herencia de todos los bienes para el hermano mayor, que ejercería la autoridad sobre la familia al desaparecer el padre. Se recomienda leer el libro La invención de Europa, de Emmanuel Todd, donde se explica que en las zonas de Europa donde predominaba este tipo de estructura familiar, con una jerarquía muy clara y definida (algunos la llaman patriarcal), es donde surgió –entre otras cosas- el desarrollo industrial. Porque este espíritu de responsabilidad y obediencia, transmitido durante siglos, es lo que permitió que los valores de la familia que se vivía en las Masías, se transmitieran luego a las empresas (algo parecido ocurrió en las Vascongadas). La misma autoridad patriarcal que supo mantener el sistema de producción de las casas solariegas, se trasladó en Cataluña al mundo del comercio y la empresa, permitiendo un despegue productivo sin parangón en España.

    Se especifica que por culpa del franquismo la situación de la mujer en Cataluña está más retrasada que en otras partes (insólita afirmación, pues la mujer más liberal en España es la de Cataluña), por culpa de “una sociedad patriarcal”.

    Siguiendo la comparación entre los catalanes de antaño y los nacionalistas actuales, no podemos reprimirnos y leer el programa político que presentó Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) en las elecciones de 2012. No hay sorpresas, el texto es corrección política e ideología dominante en estado puro: “El machismo –dice el programa- es el conjunto de leyes y normas que tienen la finalidad –implícita y explícita- de producir, mantener y perpetuar el sistema de valores que jerarquiza las personas según el sexo”. Se especifica que por culpa del franquismo la situación de la mujer en Cataluña está más retrasada que en otras partes (insólita afirmación, pues la mujer más liberal en España es la de Cataluña), por culpa de “una sociedad patriarcal”. Sigue el programa diciendo: “elaboraremos una ley de reconocimiento del colectivo transexual” y, por su puesto, se hacen brindis a los colectivos gays y lésbicos. La cuadratura del círculo es imposible. O se defiende las “esencias de Cataluña”, y se reconoce que el espíritu patriarcal y religioso fue su quintaesencia durante siglos y siglos (y así quedó recogido en el tan reclamado “derecho civil catalán”); o se propugna una Cataluña moderna y progresista que nada tiene que ver con nuestros antepasados y lo que ellos creyeron y defendieron.

    Teóroca tumba del último maqui. En realidad hay enterrado un moro



    Cualquier catalán de siglos precedentes, incluso nos atreveríamos a decir que catalanistas de la II República, se habrían quedado atónito escuchado las propuestas programáticas de la actual ERC, apenas ininteligibles para él. tras un momento de absorta reflexión, hubiera entrado en su casa pairal (Masía), saliendo al cabo de poco con el trabuco heredado de su padre y le hubiera descerrajado una bocachaza. Ese era el espíritu intransigente del campesinado catalán. No en vano los catalanes (mal que les pese a muchos) inventamos la Inquisición, mucho antes que los castellanos. Por cierto, esta hipótesis de un payes descerrajando a algún “representante” de Cataluña, es bastante parecida a lo que pasó con el último “maqui” libertario de nuestra tierra: Quico Sabater. Fue abatido por el somatén de Sant Celoni, compuesto por payeses de toda la vida. Teóricamente está enterrado en el cementerio del pueblo, donde cada año se le homenajea. Pero fuentes fidedignas nos revelaron que, en realidad, en su tumba hay un moro que habían hallado ahorcado unos días antes de la trágica muerte del “maqui”.

    fuentes fidedignas nos revelaron que, en realidad, en su tumba hay un moro que habían hallado ahorcado unos días antes de la trágica muerte del “maqui”.

    Para desconocimiento de los que realizan el homenaje anual, éste se efectúa en el lugar equivocado. El sitio donde reposa su cadáver es desconocido, excepto para los dos campesinos que lo enterraron y que nunca desvelaron el lugar. De esta terrible anécdota histórica sacamos dos conclusiones: a) Entre aquellos payeses, que el imaginario independentista representa como la esencia de Cataluña, no había nada que los vinculara moral y vitalmente con los separatistas actuales y b) los catalanes nos hemos acostumbrado a venerar demasiadas irrealidades, como tumbas en las que no reposan quienes imaginamos o piedras que no están donde debieran o hechos que nunca acontecieron como nos los relatan.



    Aquí, no podemos reprimirnos y volver a la historia del Monasterio de Ripoll. En él, a partir de la Restauración catalanista de finales del XIX, se custodian los hipotéticos restos de Guifredo el Velloso (iniciador de la casa Condal de Barcelona), Sunyer I y Miró I -hijo y nieto respectivamente del héroe catalán- y Berenguer Ramón I; a la par que otros condes catalanes como Ramón Berenguer III, Ramón Berenguer IV y otros nobles señores. Decimos “hipotéticos restos”, pues los nacionalistas que van a Ripoll a venerar los orígenes genealógicos de las dinastías condales, apenas sospechan lo que hay dentro de los sepulcros.

    los nacionalistas que van a Ripoll a venerar los orígenes genealógicos de las dinastías condales, apenas sospechan lo que hay dentro de los sepulcros.

    Por ejemplo, el de Ramón Berenguer IV fue profanado, primero por los franceses, en 1749, que robaron todo lo que de valor había en su tumba, aunque respetaron el cadáver; luego por los liberales cristinos, en 1835, que incendiaron el monasterio, “juzgaron” al cadáver y lo condenaron a la hoguera por ser un “rey” que “había combatido el islamismo para propagar la religión católica” (manda narices, ¡y estos eran los “Ilustrados”!). La persecución religiosa de 1936 conllevó nuevos saqueos y profanaciones de las tumbas , y los restos de muchos de ellos fueron arrojados al río. Vaya usted a saber qué se está venerando ahí, pero la cuestión –para el catalanismo- es venerar algo que nos hile con el pasado, sea real o no.

    Javier Barraycoa


    https://barraycoa.com/2016/11/07/int...-nacionalista/

  3. #3
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    Re: Introducción a “Cataluña hispana”

    Introducción a “Cataluña hispana” (III): Del realismo al vacío; el auto-odio catalán.




    DEL REALISMO AL VACÍO: EL AUTO-ODIO CATALÁN





    En la famosa obra del siglo XVII, que mencionaremos varias veces a lo largo del libro, Fénix de Cataluña, de Narciso Feliu de la Peña, se define el verdadero espíritu de los catalanes de aquella época: “El genio natural, habilidad, fe y lealtad con sus Señores, es propio para las empresas grandes, que atrevidamente emprendieron, y valerosamente acabaron; porque naturalmente son constantes y firmes en la fe de su Dios, y lealtad de su Rey, generosos y liberales y en sumo grado con sus Señores, y Príncipes; humildes con los sencillos, altivos con los vanos, alentados, y esforzados políticos en el gobierno, entendidos en todo género de ciencias y expertos en las reglas de mercancía y maridaje”.

    Podemos encontrar cientos de textos antiguos que alaban al catalán por sus virtudes, tesón y capacidad de esfuerzo: “Los catalanes son el pueblo más industrioso de España”, escribe José Cadalso en sus Cartas marruecas (1789) o Francisco Mariano Nipho, uno de los mejores periodistas del siglo XVIII, en la Estafeta de Londres decía: ”Cataluña es una pequeña Inglaterra en el Corazón de España”. A pesar de estas loas, y hasta la llegada del nacionalismo, no hemos encontrado ninguna descripción de soberbia y malsano orgullo, en referencia al espíritu catalán. Un diputado de ERC durante la II República, Puig y Ferreter, en sus memorias que citaremos reiteradamente también a lo largo de nuestro texto, condena el error catalanista de creerse que somos “los mejores”.

    Rememorando el ambiente catalanista en el que respiraba y vivía, describe: “Pompeu Gener [un catalanista racista] pintaba a los castellanos como una raza famélica y degenerada, que no se alimentaba suficiente, no comía suficiente carne, cosa que contribuía a su decadencia. Si un catalanista se llamaba Alfons, ponía Amfós para no parecer español … se hablaba del castellano, y de todo el castellano, raza y lenguaje, en tono de burla y parodia … Se hacían burlas con el Limpia, fija y da esplendor de la Real Academia Española que se la comparaba con el Netol … No se pronunciaba una palabra en castellano sino para pronunciarla mal y no se aludía a la Corte de Madrid sino como la Corte de los cerdos …”. Esta conciencia catalanista de ser superiores a costa de humillar a otros, no pertenece a la idiosincrasia catalana. Fue introducida por el nacionalismo y sus efectos han acabado volviéndose contra la verdadera Cataluña.

    Moritz Saphir, modelo de auto-odio



    Hubo un fenómeno, acallado, durante el primer tercio del siglo XX que fue el denominado “auto-odio judío”. La judeofobia reinante en Europa provocó en muchos judíos, o descendientes ya asimilados, un complejo que les llevó a odiarse por ser hebreos. Uno de ellos fue el poeta Heinrich Heine, descendiente de israelitas, para quien “el judaísmo no es una religión sino una desgracia”. El escritor judío Moritz Saphir fue aún más lejos, afirmando que: “el judaísmo es una deformidad de nacimiento”. En 1930, Theodor Lessing escribía El auto-odio judío. En esta obra se analizaban biografías de judíos que odiaron tanto su ascendencia que incluso algunos se suicidaron por ese trauma. Este es el caso del conocido psiquiatra y filósofo austríaco Otto Weininger.

    Señalamos este cruel asunto, porque hace poco un amigo, de esos cuya genealogía se entronca con lo más profundo de la herencia catalana, siendo capaz de recitar ocho de sus apellidos seguidos, todos ellos catalanes, nos decía enfadado: “Estos (cabrones) catalanistas han conseguido que odie ser catalán; siento auto-odio catalán”. Tremendo. La omnipresente interpretación de “lo que ha de ser un verdadero catalán”, según la ideología nacionalista reinante, está consiguiendo que los catalanes de verdad, no esos frustrados que necesitan por complejo proclamarse más catalanes y catalanistas que nadie, se avergüencen de sus orígenes. Esta es la trampa en la que no podemos caer. Nosotros, en cuanto que no renegamos de nuestra identidad, podemos vivir la catalanidad que el nacionalismo está matando. Más aún, somos los únicos capaces de transmitir lo que verdaderamente ha sido Cataluña, no la que algunos desalmados quieren que sea o afirman que ha sido.

    Basílica parroquia, Santos Justos y Pastor (Barcelona).



    No es difícil demostrar cómo la casta política catalana ha ido liquidando los últimos vestigios de tradición catalana, en nombre de una idea “jacobina” y “centralista” de Cataluña
    , contra la que lucharon durante dos siglos los catalanes (como demostraremos extensamente más adelante). Pongamos algunos ejemplos. En la antiquísima basílica parroquial de Barcelona, San Justo y Pastor, existe un altar lateral, el de San Félix, muy especial. A él se le atribuían tres privilegios: el juramento de los judíos (ante una disputa entre un cristiano y un judío, el judío debía jurar sobre el altar que su testimonio era verdadero, para ser admitida su declaración), el de la Batalla juzgada (donde se juraba antes de un duelo, que no se utilizarían sortilegios ni encanterios) y, por fin, el testamento sacramental.

    Este último privilegio, reconocía legal y civilmente un testamento oral que fuera encomendado a alguien y así lo jurara ante el altar. En 1995, la Generalitat de Cataluña, que tanto ama Cataluña, eliminó esta magnífica y antiquísima tradición que proviene del Luís el Piadoso, hijo de Carlo Magno. O en 1978, ningún político catalán se opuso a que el Senado español eliminara legalmente el “somatén” catalán que tenía una tradición de siglos, y que representaba una parte de la tan cacareada “sociedad civil”. Y ya no hablamos de toros y otras tradiciones centenarias que el catalanismo ha desmantelado como si fuera dueño de la historia.

    Javier Barraycoa

    https://barraycoa.com/2016/11/08/int...-odio-catalan/

  4. #4
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    Re: Introducción a “Cataluña hispana”

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    Introducción a “Cataluña hispana” (y IV): ¿Derechas-izquierdas? ¿Catalanistas-españolistas?






    ¿DERECHAS-IZQUIERDAS? ¿CATALANISTAS-ESPAÑOLISTAS?



    Nunca creímos en la dialéctica, ni en la hegeliana ni en la marxista. Crear oposiciones contrarias para engendrar perversas síntesis, es algo que no nos va. No aceptamos que nadie nos obligue a encasillarnos en ser de derechas o de izquierdas; o catalanista o españolista. Algunos analistas políticos, piensan que el “problema catalán” se resolvería si las izquierdas en Cataluña fueran fieles a sus principios “españolistas” (recordemos el lerrouxismo, el “españolismo” comunista en la Guerra civil, o el “regionalismo” apátrida de los anarquistas de la CNT de Cataluña, que la mayoría no usaban el catalán ni por casualidad).

    No aceptamos que nadie nos obligue a encasillarnos en ser de derechas o de izquierdas; o catalanista o españolista.





    En versión moderna, estos analistas piensan que el Partit Socialista de Catalunya (PSC) debe ser fiel a su semillero de votos inmigrantes. Otros creen, erróneamente, que ser “españolista” en Cataluña, ya de por sí le convierte a uno en ciudadano de “derechas”. Por el contrario, ser catalanista (si bien hace un siglo era sinónimo de conservador y católico) hoy parece que es propio de la izquierda más progresista y liberal.

    No creemos que el problema de Cataluña sea posicionarse de derechas o de izquierdas, catalanista o españolista. Se trata, simple y complejísimamente a la vez, de descubrir qué es y qué ha sido Cataluña. Y simplemente ser fiel a eso. La realidad siempre se acaba imponiendo y si renegamos de nuestras raíces surgirá en esta tierra algo que a lo mejor se llame “legalmente” Cataluña, pero nada tendrá que ver con los que fueron nuestros antepasados.

    La realidad siempre se acaba imponiendo y si renegamos de nuestras raíces surgirá en esta tierra algo que a lo mejor se llame “legalmente” Cataluña, pero nada tendrá que ver con los que fueron nuestros antepasados.


    Las dos Españas



    Los pueblos hispanos –manda la lógica histórica y el realismo político- estamos abocados a entendernos, sí o sí.
    Para acabar esta introducción contamos una anécdota que a lo mejor muy pocos saben. Al iniciarse la conducción en España, no había ninguna norma que estableciera si se debía conducir por la derecha o por la izquierda. Las autoridades de la época dejaron la decisión en manos de la “sociedad civil”.

    El Real Automóvil Club de Madrid, proponía que debía conducirse por la izquierda, como los ingleses. En cambio el Real Automóvil Club en Cataluña proponía que se manejara por la derecha, como en el resto de Europa. La lógica impuso que si iban a conducirse coches de Madrid a Barcelona, o viceversa, habría que llegar a un acuerdo sobre el lado de la carretera por el que se tenía que conducir. Como no había forma de ponerse de acuerdo, hasta que no llegó Primo de Rivera no se tomó la decisión; que finalmente le daría la razón a Barcelona: sería obligatorio conducir por la derecha.

    El Real Automóvil Club de Madrid, proponía que debía conducirse por la izquierda, como los ingleses. En cambio el Real Automóvil Club en Cataluña proponía que se manejara por la derecha, como en el resto de Europa.

    Se nos ocurren varios juegos de palabras demasiado facilones sobre si a Barcelona le conviene ir por la derecha, o sobre si hizo falta un militar para poner de acuerdo a todos, o que, en Madrid, y contra las apariencias, les iba la izquierda …, en fin no caeremos tan bajo. Sólo decir, e insistir, que el problema de España no es de derechas o izquierdas, de nacionalismo o centralismo; la solución vendrá por descubrir quiénes somos, y ese es el verdadero papel de la Historia con mayúscula.

    Francisco Canals



    Un maestro nuestro, el Dr. Francisco Canals Vidal, decía: “No soy de derechas ni de izquierdas, ni de los que dicen que no son de derechas ni de izquierdas (en alusión a los que ocultaban en su moderantismo y centrismo una postura apolítica y tolerante con la destrucción de la sociedad)”. Ser verdaderamente político, hoy en día, exige no caer en esta dicotomía. Análogamente podemos decir, “no somos separatistas ni centralistas; ni de los que dicen no ser centralistas ni separatistas, (por su miedo a pensar y comprometerse)”.

    el Dr. Francisco Canals Vidal, decía: “No soy de derechas ni de izquierdas, ni de los que dicen que no son de derechas ni de izquierdas

    Por el contrario, afirmamos que la solución está en descubrir la verdadera catalanidad (que el velo del catalanismo nos oculta) y contemplar en ella –como dijimos- una hermosa concreción de lo que fue la Hispanidad; y que debe ser respetada como parte fundamental de ella, al igual que otros pueblos la concretaron a su manera. Sólo así podremos hermanar los pueblos de las Españas, no hay otro camino. Esperamos que este libro sea un grano más de arena que contribuya a que todos los españoles (incluyendo los nacionalistas) conozcan y amen Cataluña y la reconozcan en su verdadera alma.

    Javier Barraycoa


    https://barraycoa.com/2016/11/09/int...-espanolistas/

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