Entonces en este foro no creeis que los masones han usurpado la Iglesia Católica y en su lugar han creado otra, que sería la iglesia del nuevo orden mundial?
Una introducción al sedevacantismoDespués de mucho cavilar, y en respuesta al pedido de algunos lectores, iniciamos hoy una serie de entradas sobre el denominado sedevacantismo. Dedicaremos las próximas semanas al tema dentro de ciertos límites que nos hemos impuesto.
Significado de "friki".
Dado que la cuestión tiene un previsible efecto llamada para comentadores no habituales de nuestro blog, fijaremos algunas reglas especiales:
1ª. No se publicarán comentarios anónimos, sin algún nombre que identifique al lector.
2ª. Rogamos comentarios claros y de extensión razonable. No hay necesidad de copiar páginas enteras de otras webs, párrafos farragosos, interminables, etc., cuando se puede transmitir la misma idea con párrafos cortos y un enlace a la fuente para quien quiera profundizar un argumento.
3ª. Para el sedevacantismo fundado en la bula Cum ex… habrá entradas aparte, por lo que pedimos a los adherentes a esta corriente que se abstengan de explicarnos ahora en detalle lo que dice la Bula de Paulo IV sobre la herejía antecedente, etc.
Como complemento de este diálogo introductorio a la principal corriente sedevacantista, en entradas siguientes publicaremos algunos textos clásicos sobre la hipótesis del papa hereje que servirán para los lectores interesados en ampliar el tema.
— ¿Por qué el cartel “anti-sedevacantista”? ¿Tienen miedo a tratar el tema?
— No es miedo. El sedevacantismo, y algunos temas conexos, tienen un efecto llamada para personajes cuyos comentarios no nos interesan y un efecto desaliento para comentaristas que hacen aportes valiosos. No queremos que en nuestra sala de comentarios se repita una experiencia tan delirante como la de cuestionar la ortodoxia de un Rubén Calderón Bouchet por los supuestos orígenes hebreos de su apellido, o que un sujeto que pontifica con absoluta certeza sobre la herejía papal diga burradas tales como que el sacramento del matrimonio imprime carácter… Es una medida de prevención, que no pretende descalificar a todos los sedevacantistas.
— Pero pareciera que, para ustedes, el tema es tabú…
— Tenemos una posición negativa respecto del sedevacantismo. Pero hay que dar a las cosas la importancia que tienen en la realidad. Y dentro del tradicionalismo, el sedevacantismo parece un fenómeno más ruidoso que importante. Además, resulta difícil encontrar suficiente unidad en este campo: hay un laberinto de opiniones y una notable atomización de grupos y personajes. Por ejemplo, para algunos, hay vacancia total de autoridad desde la muerte de Pío XII, para otros desde la Pacem in terris de Juan XXIII, o desde su muerte, y para otros desde la proclamación de la libertad religiosa en 1965.
No obstante la dificultad de hacer afirmaciones universales, es posible cierta generalización a partir de algunos autores representativos. Puede decirse que el rasgo común a todas las corrientes sedevacantismo es realizar un salto de lo especulativo a lo práctico sin suficiente justificación. Y que lo propio de la corriente sedevacantista más importante es tomar como punto de partida una hipótesis discutida y discutible: el papa herético.
Pero el “sedevacantismo puro” no existe. De hecho, suele venir acompañado de varias tesis sobre la invalidez de los sacramentos del Orden y la Eucaristía según los ritos reformados por Pablo VI, que de ser verdaderas tendrían consecuencias eclesiológicas notables. Una es que por efecto la invalidez de los sacramentos apenas quedan obispos y sacerdotes en el mundo, porque según ellos la casi totalidad no son más que laicos disfrazados. Este efecto de “acefalía eclesial generalizada”, no se reduce sólo a la Sede de Pedro sino que afecta toda la línea jerárquica y es un fruto de la cuasi-extinción del sacramento del Orden. Otra consecuencia es la cuasi-extinción de la Eucaristía, Sacramento de los sacramentos, verdadero corazón sacramental de la Iglesia, de manera que los sagrarios están vacíos y los fieles comulgan con pan. Todo esto implica que la Iglesia católica se ha transformado en una suerte de comunión anglicana, con excepción de los grupos sedevacantistas y sus obispos, en quienes subsistiría el remanente de la Iglesia visible con los siete sacramentos válidos y la fe íntegra. Habría también un resto de sucesión apostólica, sacerdocio y eucaristías válidas en las comunidades ortodoxas orientales y vetero-católicas.
— ¿En qué consiste la hipótesis del papa herético?
— Decir que la Sede está vacante o no es la constatación de un hecho. Si un papa muere o renuncia, hasta que no se elija otro, la Sede está vacante. Ante una elección viciada, nula, la Sede podría estar usurpada y de hecho vacante.
Pero el punto de partida de la corriente sedevacantista más significativa es la hipótesis teológica del papa herético. La teología es una ciencia y como tal puede preguntarse si es posible que un papa caiga en herejía.
— Pero hasta ahora ningún papa ha sido hereje. ¿No es peligroso plantear esa hipótesis cuando es un hecho que nunca ha sucedido en la historia? ¿No se ponen en duda dogmas muy importantes?
— En efecto, hasta el presente ningún papa ha caído en herejía formal con pérdida del pontificado. Además no hay una ley eclesiástica que regule un procedimiento a seguir en caso de herejía papal, así como tampoco hay ley que regule el supuesto del pontífice que se vuelve loco.
No obstante, la hipótesis, bien formulada, puede tener un uso científico legítimo para la teología. Pero también se puede hacer un uso ideológico y emplearla como arma de "terrorismo pastoral".
— No entiendo bien la diferencia entre uso científico y uso ideológico.
— Creo que podemos partir de un ejemplo: una cosa es discutir académicamente sobre la eficacia de la vacuna contra el sarampión contrastando evidencias, otra no vacunarse por algunas opiniones no probadas y otra es ser activista de un movimiento antivacunas.
— ¿Cómo sería una buena formulación de la hipótesis del papa herético?
— Importantes teólogos escolásticos se preguntaron si el papa puede caer en herejía como persona privada, porque sabían que el papa no puede errar en su enseñanza ex cathedra. Formulada en estos términos, la hipótesis pertenece al campo de lo opinable y queda abierta para la libre discusión de los teólogos.
Pero la hipótesis misma es controvertida porque existen posiciones afirmativas, que sostienen que es posible que un papa caiga en herejía, y también posiciones negativas que lo niegan.
Agreguemos que Da Silveira se pregunta si es posible que exista error, y hasta herejía, en actos del magisterio no infalible, a lo que responde afirmativamente. Se trata de una extensión de la hipótesis planteada por los teólogos escolásticos, que originalmente estaba confinada al caso de los papas como doctores privados o personas particulares. Sayés, en cambio, opina en contra de la posibilidad de herejía en el magisterio no infalible.
Cualquiera sea la opinión que se sostenga, siempre debe tenerse en cuenta que pasar de una posibilidad especulativa a la certeza práctica no es algo que pueda hacerse ligeramente, porque el salto tiene una dimensión moral y eclesial de importancia.
— ¿Hay teólogos que niegan que el papa pueda caer en herejía?
— En efecto, hay teólogos que piensan que Dios, en su Providencia, nunca permitiría que el papa cayera en herejía. Además, algunos teólogos sostienen posiciones mixtas, afirmativas y negativas a la vez, sin contradicción, porque consideran más probable una y menos probable otra. Lo que, en cierto sentido, amplía el número de los integrantes de la posición negativa.
— ¿Qué significa probable?
En este contexto se dice que algo es probable cuando tiene en su favor argumentos de un peso tal que permiten dar el asentimiento a una proposición como verdadera. Pero a diferencia de lo que es cierto, el asentimiento no es firme, pues se admite la probabilidad de error. A su vez se distinguen grados de probabilidad para estimar las distintas opiniones.
— Si un papa cayera en herejía, ¿qué sucedería?
— Para la mayoría de los autores, si cayera en herejía formal y notoria perdería el pontificado. Pero no falta alguna opinión contraria.
— ¿Cómo podría un papa caer en herejía?
— Imaginemos que el papa en algún documento enunciara una proposición que negara o dudara de una verdad de fe divina y católica. Tengamos muy en cuenta este requisito objetivo, que es esencial, pues si la heterodoxia pontificia afectara a otras verdades de inferior jerarquía no habría herejía.
— ¿Cómo se determinaría que una proposición pontificia es herética?
—Es esta una cuestión muy importante, que la torquemaditis no resuelve. No estamos ante un simple hecho particular (v.g. si tal matrimonio es nulo), porque el hecho tiene conexión con el dogma y del mismo se siguen consecuencias que afectan a toda la Iglesia. Estamos ante un hecho dogmático. La Teología trata de la heterodoxia de proposiciones contenidas en libros o textos como hechos dogmáticos.
Aclaremos desde ahora que lo esencial es el sentido de las proposiciones. Como recuerda el teólogo Marín-Sola, las “palabras, con tal que expresen el mismo sentido, son accidentales respecto del juicio de ortodoxia”. Lo que configura el hecho dogmático es el sentido ortodoxo o no de una proposición contenida en un texto. Un juez civil no sólo puede pronunciarse sobre si una proposición es difamatoria, sino además encontrar que un párrafo particular de un libro o un periódico es difamatorio en el sentido en que está escrito. La Iglesia puede definir el sentido heterodoxo de cartas, libros, sermones, conferencias y discursos, no sólo respecto a una doctrina abstracta, sino también censurando su sentido concreto. Porque un autor podría tratar de rehuir la condena diciendo que él pretendía decir otra cosa, en cuyo caso el magisterio estaría en condiciones de afirmar, incluso infaliblemente: “El sentido de esta proposición concreta contenida en este texto concreto es herético”.
Suele distinguirse aquí una doble cuestión: una de derecho y otra de hecho. Cuestión de derecho: si algún texto humano considerado en sí mismo presenta un sentido heterodoxo cierto. Cuestión de hecho: si el autor humano expresa de hecho en su texto un sentido heterodoxo cierto. El hecho dogmático en su significación técnica es el sentido heterodoxo que el autor humano, en cuanto autor, expresa con su texto. El sentido del autor aquí considerado no es un sentido meramente subjetivo, que pudiera ser pretendido por el autor de un modo arbitrario; ni es un sentido meramente objetivo, el cual pueda ser significado de cualquier modo que sea con las palabras consideradas en sí materialmente; sino que es un sentido objetivo-subjetivo, a saber, el que se expresa por la significación obvia de las palabras y se concluye con certeza por las circunstancias en las que han sido escritas esas palabras.
— ¿Cualquier católico podría juzgar una proposición pontificia como herética?
— Conviene recordar un ejemplo histórico para que la respuesta sea más comprensible. En 1653, Inocencio X condenó cinco proposiciones del Augustinus, un libro de Jansen. El Augustinus es una obra muy extensa, de más de 1350 páginas, de la que se extractaron cinco proposiciones heréticas en cuanto al sentido. Casi todos los jansenistas rechazaban esas proposiciones en cuanto a su letra, o bien las rechazan en el sentido que les daba la bula, aunque las admitían en otro, supuestamente ortodoxo. Otros, además, reprobaban las cinco proposiciones por no expresar —según ellos— con fidelidad el pensamiento jansenista. Distinguían así entre la cuestión de derecho (las proposiciones abstractas son heterodoxas) y la cuestión de hecho (si esas cinco proposiciones heterodoxas están contenidas en concreto en el Augustinus). Ahora, si la Iglesia puede decir que cinco proposiciones son heréticas, puede también, por el mismo motivo, decir que esas cinco proposiciones en cuanto al sentido objetivo-subjetivo se encuentran en determinado escrito; es decir, que las cinco proposiciones heréticas se encuentran en el libro de Jansen, porque se desprenden de su contenido, aunque no estén allí literalmente.
El caso histórico debe servir para tomar conciencia de que no estamos ante algo tan sencillo como extraer frases de su contexto, interpretarlas con grosero literalismo y finalmente concluir que hay herejía. Si se aplicara este procedimiento simplista, los Padres de la Iglesia y el mismo Santo Tomás podrían ser acusados de herejía.
Respondiendo a la pregunta, cualquier católico puede tener una opinión personal sobre una proposición que juzga dudosa, pero no puede dar un juicio autoritativo, ni mucho menos infalible, sobre su sentido heterodoxo cierto. En el supuesto de un papa herético, un simple fiel no podría resolver por sí mismo las cuestiones de hecho y de derecho, y concluir que el sentido objetivo-subjetivo de una proposición pontificia concreta es herético. Tradicionalmente, el Magisterio se reserva la competencia para definir sobre hechos dogmáticos como es el caso sentido ortodoxo u heterodoxo de las proposiciones. Por tanto, el Magisterio de la Iglesia es el único órgano capaz de decir autoritativamente si hay herejía en un texto concreto.
— Pero supongamos que hubiera una proposición manifiestamente herética…
— Si uno le pregunta a un sedevacantista si está bautizado obtendrá seguramente una respuesta afirmativa y muy enfática. Si lo interroga sobre cómo ha llegado a esa certeza subjetiva de bautismo válido, responderá en base al derecho canónico -aunque lo ignore-, que dispone que el bautismo se prueba por la anotación del párroco, un testigo, etc. Vemos que un hecho simple, como el bautismo, requiere pruebas que den certeza eclesial de su existencia. La Iglesia determina en sus leyes cuáles son los medios de prueba y designa la autoridad encargada valorar esos medios, hasta el punto de repetir un bautismo en casos dudosos. Comparada con la simplicidad de un bautismo, la herejía de un papa es un hecho complejo. Por lo que es necesario dar pruebas proporcionadas a la complejidad y gravedad de ese hecho.
Mientras no exista una declaración magisterial, cualquiera podría responder que primero debe dilucidarse el sentido concreto de la proposición, y que mientras esto no suceda mediante un juicio autoritativo, no se tiene la certeza necesaria para considerar hereje, en concreto, al papa, aunque no habría obligación alguna de asentir a la proposición dudosa.
No obstante, avancemos un poco más en la hipótesis. Todos los autores que tratan el tema recuerdan que no basta con una proposición objetivamente herética para que se configure el delito de herejía que acarrearía como consecuencia la pérdida del pontificado. Porque la herejía podría deberse a un simple olvido, ignorancia, inadvertencia, etc., y entonces estaríamos frente a una herejía material, que no es culpable.
— ¿Con una herejía material no se perdería el pontificado?
— No es suficiente una herejía material para que se opere la pérdida del pontificado. Sólo si el hereje material persiste en su error, con pertinacia, se convierte en hereje formal. Y la pertinacia requiere no sólo que la inteligencia niegue o dude, sino una voluntad resuelta y obstinada de negar o poner en duda una verdad revelada. La pertinacia es elemento esencial, constitutivo, de la herejía como pecado y como delito.
— ¿Y si la herejía fuese notoria?
—La pregunta contiene una dificultad no resuelta: a falta de un pronunciamiento magisterial sobre el sentido herético de la proposición concreta, ¿cómo se alcanzaría la certeza moral de que se está ante una verdadera herejía formal? Hay que reflexionar sobre los casos históricos para darse cuenta de esta importante dificultad.
Aclaremos que notorio no es lo que a cualquier católico le parece. Sin embargo, imaginemos un ejemplo muy simplificado. El papa firma una carta que dice: “Yo, N.N., niego el dogma de la Inmaculada Concepción de María definido en la bula Ineffabilis Deus del 8 de diciembre de 1854. Lo hago con plena advertencia y perfecto consentimiento”. Y nada más.
Al parecer, estaríamos ante una herejía formal y notoria. Pero, ¿quién podría acusar formalmente por herejía a un Romano Pontífice? ¿Ante quién se realizaría la acusación? ¿Cómo podría respetarse el derecho a la defensa del acusado? ¿Qué ocurriría si el documento fuera falso, hubiera sido firmado en un lapso de enajenación mental o firmado por medio de engaño, violencia o miedo grave? ¿Y si el imputado alegara que por una errata escribió “niego” pero quiso escribir “no niego”? ¿O si estuviera dispuesto a retractarse de inmediato? No formulamos preguntas retóricas basadas en tecnicismos canónicos, sino que pensamos supuestos en los cuales -a pesar de las apariencias- no habría herejía formal y por ende no se perdería el pontificado. En la realidad, casi nunca se dan “herejías puras”, aisladas como objetos de laboratorio.
Cuando los canonistas hablan de delito notorio, indican que la notoriedad de derecho puede resultar de la sentencia dictada por el juez o de la confesión del delincuente. ¿Quién sería, en este caso, el juez que dictara sentencia contra el papa o diera por válida su confesión en juicio? ¿Un concilio imperfecto? ¿Los cardenales? Reiteramos que no es cuestión de complicar con tecnicismos. Estamos ante una necesidad eclesiológica: por voluntad de Cristo, la Iglesia es una sociedad visible y jurídica, lo que exige, en un tema de tanta importancia para toda la comunidad, respuestas razonadas y no reacciones histéricas; respuestas aptas para dar un mínimo de seguridad en orden a que toda la Iglesia -que no se reduce al papa- pueda obrar rectamente en caso de presentarse una situación tan extrema.
Además, para el Código de Derecho Canónico de 1917, ley vigente según los sedevacantistas, la declaración de la pena latae sententiae por delito de herejía es obligatoria si lo pide la parte interesada o lo exige el bien común (cfr. c. 2223, § 4). La situación delictuosa que plantearía la herejía del Romano Pontífice pondría en juego intereses jurídicos de gran importancia: por una parte el bien de la ortodoxia pública protegido por la norma penal, que hay que defender; por otra parte, el derecho del presunto delincuente a ser declarado inocente si no se prueba el hecho delictuoso o si se demuestra falta de culpabilidad. Ambos derechos necesitan una defensa que sólo es posible de facto si se aclara la verdad mediante pruebas externas concluyentes, mostradas ante un organismo que, con ciencia, imparcialidad y autoridad, decida lo más conforme a la justicia. Todo esto vale para cualquier cristiano que hubiera cometido un delito de herejía. ¿Tendría aplicación en caso del papa? Ciertamente que la posible herejía papal es un hecho que comprometería al bien común y exigiría declaración pública; tampoco podría negársele a un papa acusado el derecho a la defensa (que lo tiene por ser humano y bautizado, y no lo pierde por ser papa). El problema no admite consideraciones simplistas ni tiene soluciones automáticas.
— Pero podría haber notoriedad de hecho…
La notoriedad de hecho no es algo tan simple como suponen algunos. Para la doctrina canónica tradicional hay notoriedad de hecho cuando se dan estas dos condiciones: 1ª. Que el delito en sus elementos objetivo y subjetivo sea públicamente conocido; 2ª. Que se haya realizado en tales circunstancias que no quepa excusa posible al amparo de algún derecho ni pueda ocultarse con ningún subterfugio.
Nuevamente surge la cuestión de quién es el órgano autorizado para juzgar que hay notoriedad de hecho en el caso de tal o cual pontífice. ¿Cualquier bautizado, individualmente? ¿Un plebiscito fieles? ¿La “sopa de letras” de grupos y sub-grupos sedevacantistas? Además, no alcanza con una definición vulgar de notoriedad. La notoriedad de hecho requerida, para la tradición jurídica de la Iglesia, no es lo que a cualquier iluminado le parece notorio. Bastaría con que el acusado invocase algún derecho, hubiese duda razonable sobre el elemento subjetivo del delito, etc. para socavar dicha notoriedad.
— Si la hipótesis parece tan compleja de ser llevada a la práctica, ¿por qué se la usa para comprender la crisis de la Iglesia?
— Es difícil responder a esta pregunta. Por una parte, las ideologías son poco realistas, buscan soluciones simplistas para problemas complejos. Por otra, la “camisa de fuerza” ultramontana condiciona la reflexión. Y como en resolución hay un salto de la especulación a la práctica, también inciden las disposiciones personales.
— He leído que algunos se basan en una bula de Paulo IV sobre la herejía antecedente…
— En efecto, hay otra corriente del sedevacantismo que sigue esa línea de argumentación, al tiempo que califica de ilegítima (sectaria y herética, también) a la corriente de la cual hemos hablado hasta ahora. Dedicaremos algunas entradas a esta corriente y a la bula Cum ex apostolatus officio como posible fundamento de la vacancia de la Sede.
infoCaótica: Una introducción al sedevacantismo
Entonces en este foro no creeis que los masones han usurpado la Iglesia Católica y en su lugar han creado otra, que sería la iglesia del nuevo orden mundial?
El tema del sedevacantismo se ha tradado a fondo aquí. Es cierto que los masones se han infiltrado en la Iglesia. Son la cizaña mezclada con el trigo de la que habla la parábola. Pero la Iglesia está fundada sobre roca y las potencias del infierno no podrán contra ella. Cristo no puede fracasar e intervendrá antes de que sea tarde. Cuándo, Él lo sabe. Pero es cierto que cada vez está más irreconocible y que cada vez son menos los verdaderos católicos.
Yo, personalmente, estoy convencido de que han usurpado la Sede Romana, antiguamente católica, y sus ramificaciones. De todos modos, la Santa Sede actual no tiene, en último extremo, por qué equivaler a la Santa Iglesia Católica Apostólica Romana, fundada por Cristo. A partir de ahí todas las matizaciones que se quieran. Y tampoco ahora tendría por qué estar vacante, aunque se niegue la autoridad de los últimos (supuestos) papas, pues no sabemos si hay algún Papa verdadero que nos es desconocido entre la marabunta apocalíptica que nos envuelve.
"... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)
Lo que yo creo es que a la iglesia post-conciliar no podemos llamara la Iglesia Católica Apóstolica Romana (ya que ésta habría quedado reducida a unos focos remanentes de fieles) porqué sino tendríamos que aceptar que las puertas del infierno (los herejes) han prevalecido contra ella, como se ve por las enseñanzas que se promueven desde el vaticano de que todas las religiones son una. Por tanto, la Iglesia Catolica existe como remanente de fieles y contra ella no han prevalecido las puertas del infierno:
San Atanasio: “Los católicos que se mantienen fieles a la Tradición aún si ellos son reducidos a un manojo, ellos son la verdadera Iglesia de Jesucristo”
Coll. Seleta SS. Eccl. Patrum. Caillu and Guillou, vol. 32, pp. 411-412.
La Iglesia reinaba plena en otros tiempos... (excepción hecha de algunos detalles como el de Aviñon,...)
aunque siempre ha habido el cuidado de mantenerla inmácula como la dejó su Maestro con su preciosa sangre, hoy más que nunca imploramos ya su venida.
"Vive en el mundo como sino hubiera más en él que Dios y tu alma: para que no pueda tu corazón ser detenido por cosa humana." SJ+
En otras palabras, ¿El sedevacantismo es a lo sumo una doctrina ajena a la Fe Católica?
Pax.
Muy de acuerdo, en mi humilde opinión no hace falta hacerse sedevacantista aunque tampoco me parece algo incomprensible. Pero se podría afirmar que la Sede Romana está sencillamente usurpada.
¿Los carlistas afirman que la corona española está vacante? No, simplemente dicen que está usurpada por quien no debe.
Solo opiniones mías, por supuesto. Pero desde luego lo que no puede hacer un católico de verdad es aceptar las nuevas herejías que vemos con estos pseudopapas. Aceptarlos como verdaderos Papas, equivaldría a aceptar sus herejías. Eso es de cajón. Por lo tanto, lo lógico a mí me parece que es sencillamente hablar de usurpación.
Estimado NovoHispano:
El sedevacantismo no es una doctrina "ajena a la Fe Católica", de hecho cuando muere un Papa ( o cuando renuncia como lo hizo Benedicto XVI), hasta la elección de otro hay sede vacante.
En lo tocante a si un Papa puede caer en la herejía, esto ha sido tratado por eminentes teólogos y canonistas, (ver entre otros a Graciano), quienes respondieron afirmativamente.
De allí que ello es posible e incluso ha habido algún caso en la historia de la Iglesia, (ver lo ocurrido con el Papa Honorio, quien en el sexto Concilio Ecuménico y cuarto de Constantinopla, fue excomulgado e incluido entre los herejes, por su negligencia en combatir la herejía).
Con relación al sedevacantismo, en el caso de un Papa que cayera en una herejía, la cuestión es harto compleja.
Última edición por juan vergara; 13/03/2014 a las 09:24
Veamos, las cosas no son blancas o negras, y en materias como la Iglesia y sus tensiones internas que siempre, repito siempre, las ha habido y las habrá mientras el mundo sea mundo, todavía menos. Las complejidades son de tal magnitud que escapan a la capacidad de comprensión de un solo individuo y hasta de un grupo de analistas en profundidad. Pero me temo, dadas las circunstancias de turbación y angustia que vive la Iglesia, que los Papas habidos desde 1962 a esta parte han sido Papas y bien Papas, nada de usurpadores, entre otras razones porque han sido elegidos y entre los electores los ha habido de todas las corrientes. El mismo Mons. Lebfreve participó en el CVII. Así que la Sede Romana no está usurpada. Otra cuestión muy distinta son conductas que chocando con la Tradición de la Iglesia que hacen dudar a muchos, incluso cuestiones que podrían ser tomadas como herejías.
Para ello te recomiendo que leas el artículo puesto por Hyeronimus, donde se dice que hasta Santo Tomás podría ser tenido por hereje en alguna parte de su pensamiento.
Luego, la reclamación de los derechos al Trono que ha hecho siempre el Carlismo, es algo muy diferente a las cuestiones de la Iglesia. No es equiparable en cuanto que quienes han ocupado el Trono han sido personas que debían reunir "legitimidad de origen" y "legitimidad de ejercicio", heredando el puesto según una normativa establecida de siglos. En cambio, los Papas teóricamente podrían ser "elegidos", de entre todos los bautizados miembros de la Iglesia. Además, he remarcado lo de "elegidos", porque a diferencia de los reyes, el Solio Pontificio no se hereda.
Y los católicos "de verdad", aunque no hay "católicos de mentirijillas", no aceptan las herejías. Pero es diferente que la masa de los creyentes sin una formación adecuada en Teología y Doctrina, si puede tomar como bueno lo que en realidad no lo es. En resumen, "no son culpables", siendo que Dios no actúa como las leyes humanas y aquí ese principio legal que afirma que "el desconocimiento de la norma o ley, no exime de su cumplimiento" para Dios no tiene validez, pues a Él le basta con leer las intenciones de las personas, o sea, tal como metafóricamente se dice "leer en los corazones".
Saludos.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
En diversas ocasiones he sostenido que el sedevacantismo pudiera estar incurriendo en herejía, pues niega persistentemente la legitimidad de algunos Papas que siendo electos según lo establecido, su conducta no parece ajustarse a la Doctrina. Pero el sedevacantismo, a su vez, niega la Tradición de la elección papal de una Iglesia instituida por Cristo. En fin, es una cuestión ciertamente muy compleja.
Ahora, si esto es discutible no lo es, en cambio, que el "sedevacantismo" es "cismático". Cuando se niega la autoridad de la propia Iglesia -al negar la validez de la elección de un Papa-, cuando se mantiene una postura de abierto enfrentamiento, cuando se niega la debida obediencia o acatamiento, se está procurando un cisma y, por tanto, se está apartando de la Iglesia.
Por otra parte, es realmente gravísimo suponer que N.S. Jesucristo no fue capaz de prever todas las posibles circunstancias que han rodeado a su Iglesia, por cuanto siendo instituida por Él, fue depositada en manos de los hombres, proclives al error y a cualquier posible malinterpretación, pero por parte de todos sin excepción, hasta por parte de los que son considerados los mejores. De modo que mucho cuidado con el sedevacantismo porque "el camino del Infierno está empedrado de buenas intenciones".
Los problemas internos de la Iglesia se dirimen, se lavan, dentro de la Iglesia, no desde fuera y por muchas gentes -herejes diversos, cismáticos, ateos, agnósticos, dentro de la política, la Prensa o cualquier otro ámbito social-, que están fuera de Ella y no quieren sino su desaparición. "Doctores tiene la Iglesia" más que sobrados para atender los problemas, y a la feligresía no se le impide hablar de ellos y hasta ejercer una crítica sana y constructiva, pero el que se sale se va, así de claro.
Última edición por Valmadian; 13/03/2014 a las 16:58
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
Sobre este tema no me atrevo a opinar de forma contundente, soy muy humilde hablando de estas cosas.
Pero dime: ¿Qué le decimos entonces a toda esa enorme masa de pseudocatólicos modernos a los que ahora tanto les gusta decir: "¿Lo ves? Hasta el Papa acepta la homosexualidad ¿Por qué no lo haces tú entonces?" Frase repetida hasta el hartazgo y que acompañan con su bobalicona sonrisita.
¿Y cómo no considerar herejía, por ejemplo el hecho de que un Papa contrate a un pornógrafo gay para montar la bacanal en Brasil? ¿O cómo no considerar frases como "La Iglesia está demasiado obsesionada con el aborto?
¿Acaso las progresivas desviaciones de la doctrina desde 1962 no constituyen herejía o como mínimo un cisma mucho más grande que el ortodoxo? Porque si la LA doctrina se desvía... ¡Ya no es LA doctrina!. Y no creo que nadie se atreva a decir que no se ha desviado, porque si eso no es desviarse, entonces los musulmanes también pueden ser de nuestra doctrina.
Mejor responder aquí que en el otro hilo.
Esas actitudes forman parte de una masa de ignorantes que no saben ni donde están. Es cierto que desde algunas jerarquías se están haciendo gestos inadecuados, cuando no realmente anti-cristianos. Pero esas afirmaciones, esa generalización confusa, viene principalmente de la Prensa. Noticias mal entendidas, con artículos malintencionados, sumado a la total ignorancia teológica, doctrinal y catequética de la gente, hace el resto. Y así, cuando despierten de sus pajas mentales, la caída será más dura. Evidentemente, no pueden ser considerados católicos sólo por el hecho de estar bautizados. El católico no sólo ha de serlo sino, además, demostrarlo, en su conducta social y en su conciencia ante Dios.
Una herejía no surge así como así. Necesita de una serie de requisitos que formalmente han de ser analizados por personas adecuadamente preparadas y autorizadas. Lo que pasa es que hoy en día a todo bicho viviente le ha dado por anatemizar cualquier ¡quíteme usted esas pajas!, y hay la creencia de que cualquiera pueda proclamar que esto o aquello des herejía, dicho así en plan suave, pero en castellano recio, sin tener ni puta idea de lo que hablan. Una Institución societaria como la Iglesia con 2.000 años de existencia, con toda una Tradición milenaria, con una Doctrina y un Dogma formado en base a una Revelación, un pensamiento continuo, una interpretación teológica, ontológica y metafísica, no está al alcance del primer "pelao" que tenga un puñetero ordenador conectado a una red. Y esto debería ser de simple sentido común, aunque como decía Ortega sea el menos común de los sentidos.¿Y cómo no considerar herejía, por ejemplo el hecho de que un Papa contrate a un pornógrafo gay para montar la bacanal en Brasil? ¿O cómo no considerar frases como "La Iglesia está demasiado obsesionada con el aborto?
Luego, en Brasil no se montó ninguna bacanal. Eso es una orgía de excesos de gula, borracheras y sexo desenfrenado, y ¡hombre! eso no se produjo allí, que estaban para comprobarlo las cámaras de televisión de medio mundo. Pero si, en efecto, fue un escándalo lo que se montó con los bailecitos y hasta parte de la curia haciendo el ridículo. Ahora bien, ningún Papa se encarga de los detalles menores de la organización de viajes y eventos. Para eso hay unos equipos encargados de ello, y a los Papas los llevan en volandas de un sitio a otro. No lo sabemos, pero es de suponer que se produciría puertas para adentro de la Iglesia y una vez retornados al Vaticano, una buena bronca por ese espectáculo organizado con el concurso de un maricón pornógrafo. Digamos que situaciones de tipo "tierra trágame" se producen todos los días y en todos los ámbitos sociales y en una parte de aquél viaje se produjo algo así con la lógica estupefacción de millones de fieles. Por tanto, si bien yo no puedo acusar al Papa de tal barbaridad, si puedo achacarle a esa forma excesivamente informal de comportarse el que fácilmente surjan elementos de esos que se les da la mano y se toman el codo. O sea, se puede ser bueno, pero no pasar por gilipichis.
No, el CVII fue un concilio ecuménico, no un concilio dogmático, que es el que podría modificar ciertas cuestiones doctrinales. Lo que pasa es que a raíz de ciertas pretendidas "mejoras" para acercarse al mundo laico, lo que se comprobó es que sus efectos han sido nefastos. Por ejemplo, la sustitución de la Misa en latín, por la del llamado "Nuovo Ordo" en lenguas vernáculas. Este es sólo un ejemplo, y hay muchos otros. ¿Por qué? pues se abrió la mano a interpretaciones diversas de la Doctrina a niveles de parroquia o de calle, disparates todos. Y no hay una desviación, pues ello supondría que la Iglesia ha dejado de cumplir con la misión encomendada. Lo que hay son conductas desviadas, conductas indebidas, actos inadecuados, interpretaciones erróneas..., pero siempre de individuos y de grupos, o familias, internas que por sí mismos no son la Iglesia. La Iglesia instituida por Cristo está formada por todos los bautizados habidos en los anteriores dos mil años, más todos los que hoy viven, más los que hayan de vivir en el futuro hasta el final de los días.¿Acaso las progresivas desviaciones de la doctrina desde 1962 no constituyen herejía o como mínimo un cisma mucho más grande que el ortodoxo? Porque si la LA doctrina se desvía... ¡Ya no es LA doctrina!. Y no creo que nadie se atreva a decir que no se ha desviado, porque si eso no es desviarse, entonces los musulmanes también pueden ser de nuestra doctrina.
A su vez, un cisma es romper una unidad y salirse de la estructura más grande. En el caso de la Iglesia Católica o Universal, está instituida por Jesucristo en la figura de Pedro como cabeza de ella y en la de sus sucesores, así como asentada sobre la acción pastoral de los Apóstoles y sus sucesores. Y la llamada iglesia ortodoxa, o griega, empezó por no aceptar a los sucesores de Pedro como Papas. Consideraban que sólo eran Obispos de Roma, eso junto con otras cuestiones, provocaron que se salieran de la Iglesia fundada por Cristo. Él no instituyó muchas iglesias, sólo una, luego todo lo que sea ir en contra de ella o es cisma, o es herejía. Está claro que los musulmanes no pintan nada en la Iglesia Católica. Tal como dije en otro hilo, su religión es una religión innecesaria, pues todos los aspectos teológicos no son sino una interpretación de la religión judía a la manera de un visionario.
Espero haberte orientado un poco sobre el tema.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
Cada que leo sobre el SedeVacantismo me pongo de nervios. Y es que mi familia siempre ha sido católica. Mi abuelo (de feliz memoria) fue Cristero en Colima y Jalisco donde perdió a sus dos hermanos mayores en la defensa de la Verdadera Fe. Me da tanto miedo tomar una decisión y como diría san Agustin, ante la duda lo mejor no es hacer nada.
Pax.
Exacto, con todas las distancias que se quieran, no podrías haber puesto un mejor ejemplo. Que la sede no está vacante, es un hecho. Vacante, lo que se dice vacante, solo está en los periodos comprendidos entre la muerte de un Papa (o renuncia) y la elección del siguiente. Solo durante ese tiempo se puede afirmar con rotundidad que hay sede vacante. Ahora, como vemos, está Francisco, luego la sede no está vacante. Solamente se podría afirmar que la sede podría estar ocupada por una persona inadecuada, empeñada en cometer graves errores doctrinales, usurpándole el lugar a alguien que no los cometiera. Incluso un Papa podría llegar a caer en la herejía... Y como nos ha contado Juan Vergara, no sería el primer caso en la historia de la Iglesia. En cualquier caso, algún día la Iglesia tendrá que juzgar a esos Papas tan 'inadecuados'. Hacerlo sin falta, y sin falta, también, juzgar al último concilio, usurpador de la verdadera doctrina de la Iglesia (y más cuando el último concilio afirmó ser 'pastoral' y no 'dogmático-doctrinal'). Como dice Monseñor Marcel Lefebvre en su libro 'Le Destronaron': "es necesario". Pero es que la cosa, como ya todos sabemos, viene de lejos... y no empieza con Francisco. Aunque con él parezca que el problema hubiese coronado la cima.
Y extrayendo aquí esta cita de su libro, no afirmo que Lefebvre mantenga las mismas tesis que nosotros mantenemos... Pero, me ha parecido apropiada y muy ilustrativa.ésta es la cita completa extraída del libro:
"...Os preguntasteis quizás ¿cómo es posible que haya triunfado el liberalismo a través de los Papas Juan XXIII y Pablo VI, y mediante el concilio Vaticano II? ¿Esta catástrofe es conciliable con las promesas hechas por Nuestro Señor a Pedro y a su Iglesia: 'Las puertas del Infierno no prevalecerán contra Ella' (Mat. 16, 18); 'Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo' (Mat. 28, 20)? Creo que no hay contradicción. Efectivamente, en la medida en que esos Papas y el Concilio han descuidado o rehusado usar de la infalibilidad y utilizar ese carisma que les es asegurado por el Espíritu Santo siempre y cuando lo quieran usar, han podido cometer errores doctrinales o con mayor razón dejar penetrar al enemigo en la Iglesia gracias a su negligencia o complicidad. ¿En qué grado fueron cómplices? ¿De qué faltas fueron culpables? ¿En qué medida su función misma queda cuestionada?. Es evidente que un día la Iglesia juzgará ese concilio, juzgará a esos Papas, es necesario".
Monseñor Marcel Lefebvre - "Le Destronaron"
Última edición por jasarhez; 16/03/2014 a las 03:04
¿Los carlistas afirman que la corona española está vacante? No, simplemente dicen que está usurpada por quien no debe.
Pero el concepto usurpación, por definición, implica el concepto legitimidad (igual que, por ejemplo, el concepto padre, por definición, implica el concepto hijo).
El problema se resuelve si entendemos que el concepto sociedad, cualquiera que sea, requiere natural y necesariamente el concepto de poder político de facto o poder de hecho, que rige a toda sociedad, cualquiera que sea; pero no necesariamente requiere el concepto de poder político de iure o poder de derecho o poder legítimo.
Por lo tanto, decir que el poder político de una sociedad está vacante es un contrasentido. Pues toda sociedad, por definición, requiere forzosamente de la existencia de un poder político que rija y dé unidad a dicha sociedad. Poder político y sociedad van necesariamente unidos, y no puede darse la una sin el otro ni, por supuesto, el uno sin la otra.
Otra cosa distinta es que dicho poder político sea ilegítimo (es decir, que haya usurpación). En el orden temporal, tenemos un ejemplo práctico con la comunidad española, y las personas de Juan Carlos y de Don Sixto Enrique de Borbón. Es evidente que Juan Carlos detenta el poder político supremo: máxima magistratura a título de Rey y de Jefe de Estado, y es lógico que así sea pues, como he señalado antes, toda sociedad, por definición y esencia, viene acompañada naturalmente de un poder político supremo que la rige (me parece que es lo que los escolásticos llamaban -y llaman- causa formal de la sociedad). La cosa está en que Juan Carlos detenta ese supremo poder solamente de facto o de hecho, pues el poder de iure o de derecho corresponde (por razones suficientes que no hace falta repetir aquí y que están en otros hilos del Foro) a Don Sixto Enrique de Borbón. Es evidente que existe una disociación (poder de facto por un lado, poder de iure por otro) indeseable que sólo puede solucionarse de una forma: fusionando o haciendo coincidir en aquél que detenta la legitimitad política o poder de iure (es decir, Don Sixto Enrique de Borbón), el poder político de facto, que actualmente detenta ilegítima o usurpadoramente Juan Carlos.
Por definición, nunca puede haber vacío de poder, es decir, vacancia, ya que para que exista una sociedad siempre ha de haber poder político que, como mínimo, de facto, la rija. Aquél que detenta ilegítimamente el poder sólo conseguiría (en opinión de algunos juristas, aunque no todos la comparten) legitimar su poder (es decir, pasar de simple poder de facto, a poder de iure) cuando no existiera ningún Reclamante público legítimo de dicho poder de dicha sociedad. Desde ese momento, por prescripción o paso del tiempo y por pública y pacífica aceptación de la sociedad, aquél que detentara de facto el poder lo consolidaría de iure.
Aplicando esto al caso de la Iglesia Católica, que es el asunto de este hilo, hoy en día no nos encontraríamos con un caso ni de vacancia ni de usurpación.
1. No de vacancia, porque, como ya he dicho, por definición toda sociedad debe tener un Jefe o grupo de Jefes que la rijan. En el caso particular de la Iglesia, se trata de una Monarquía, que debe tener en todo momento un único jefe supremo o Rey, al que llamamos Papa. Esto no tiene nada que ver con la promesa sobrenatural de la continuación de la Iglesia hasta el fin. Se trata de una cuestión puramente natural, esto es, si por un imposible la Iglesia Católica no fuera sobrenatural, sino una simple sociedad natural como cualquier otra, aún así, seguiría necesitando la existencia de un poder político supremo que la rigiera, atendiendo a lo que ya comenté sobre la inseparabilidad natural de los conceptos de poder político y sociedad. Por tanto, hablar de vacancia no tiene sentido. Para poder hablar de vacancia, no debería haber o existir ningún señor que públicamente se presentara como detentador del poder político, es decir, como Papa; esto es, no debería existir esa sociedad a la que llamamos Iglesia Católica. Y no se puede predicar la vacancia con respecto a una sociedad que no existe, ya que, por definición, si no hay o no existe poder político (condición de vacancia), no hay sociedad.
2. Tampoco se puede hablar de usurpación. Como dijimos antes, para que se pueda hablar de usurpación o ilegitimidad, debe existir alguien que a) posea la legitimidad política de la sociedad; 2) públicamente reclame, en tanto que persona legítima, el poder de facto que está detentando el usurpador. En el orden temporal al usurpador se le llama antirrey o antirregente (es el caso de la primera Maria Cristina, Isabel, Amadeo, la segunda Maria Cristina, los dos Alfonsos y Juan Carlos, todos los cuales se titularon -y titulan- públicamente como "reyes" o "regentes" sin serlo legítimamente o de iure). En el orden religioso, que es el tema de este hilo, se le llama antipapa. Por lo tanto, realmente, resulta impropio llamar antipapas a todo quisque perturbado (tipo Palmar de Troya, etc...) que se presenta como tal, sino a aquéllos que, de acuerdo y con respeto a las Leyes o Cánones de la Iglesia, por un accidente temporal de la Historia, no solamente han sido elegidos legítimamente como Papas sino que se han presentado públicamente como tales (recordemos que esto es imposible en el caso de una Monarquía temporal hereditaria, donde el mecanismo legal opera automáticamente en la elección del poseedor de la legitimidad política; en cambio, en la Monarquía religiosa, que, por razones evidentes, opera por elección, sí puede darse el caso de Papas elegidos legítimamente en su origen, cumpliendo todos los requisitos legales, pero que después pueden devenir ilegítimos por la elección legítima de otro, o permanecer legítimos por la elección ilegítima de otro posterior). El ejemplo o caso particular más claro fue el del llamado Cisma de Occidente, en donde existían al mismo tiempo varios Papas que públicamente se presentaban como tales, y pública y pacíficamente eran aceptados como tales en diferentes regiones de la Cristiandad, aunque, como es obvio, sólo uno de ellos podía serlo legítimamente, siendo los demás antipapas. Éste no es el caso actual (algunos especulaban con que el Cardenal Siri habría sido Papa, pero hay que descartar este caso, ya sea porque nunca fue elegido -que es lo más probable en mi opinión-, ya sea porque verdaderamente fuera elegido para a continuación renunciar, ya sea porque claramente nunca se ha presentado como tal Papa públicamente reclamando el Trono usurpado, requisito indispensable para ser verdadero Papa en la hipótesis de que realmente hubiese sido elegido y no hubiera renunciado).
Por lo tanto, si no se puede hablar ni de vacancia ni de usurpación en la situación actual; es decir, si en la actualidad debemos hablar de la existencia no sólo de un Papa de facto (es decir, ausencia de vacancia en el poder político de la sociedad de la Iglesia Católica), sino de un Papa legítimo o de iure (es decir, ausencia de ilegitimidad o usurpación), ¿a qué situación del orden monárquico-temporal podríamos comparar o asemejar la situación del Papa y de la Iglesia Católica en la actualidad? A la situación de un Rey legítimo al que los revolucionarios obligan y fuerzan a seguir una política antitradicional, independientemente de que a ese Rey legítimo le guste más o menos, o pueda adaptarse o acomodarse mejor o peor a esa situación forzosa de "Monarquía constitucional". Es el caso, por ejemplo, en el ámbito español del Rey legítimo Fernando VII durante el Trienio Liberal, o el caso de Luis XVIII y Carlos X, en el ámbito francés, durante la época de la llamada Restauración (1814-1830).
Ahora me viene a la mente que en una conversación el Obispo Fellay mencionaba lo que le contestó el Papa Benedicto XVI, cuando aquél, en medio de un diálogo que tenían en una sala del Vaticano, le recordó que el Papa tenía la potestad de cambiar en cualquier momento la situación desastrosa actual, situación desastrosa que el propio Benedicto XVI reconocía como tal. La contestación del Papa fue lapidaria: "Monseñor Fellay, ¿vé usted esa puerta de ahí? Ahí termina mi poder".
Siempre, al hablar del Concilio Vaticano II, yo he insistido en todo momento que lo peor no fueron (con todo lo malo que tienen, por supuesto, no cabe duda) ni la libertad religiosa, ni el ecumenismo ni siquiera el destrozo litúrgico de la "Nueva Misa". No. Lo peor fue la colegialidad. ¿Por qué? Porque si se conserva el poder de jurisdicción del Papa, sin restricciones de ningún tipo, no hay ningún problema en que venga un Papa legítimo como Honorio I, o como cualquier otro, que favorezca la herejía y siembre, por su negligencia o pusilanimidad, la destrucción en toda la Iglesia Universal; digo que no hay problema, porque siempre podrá venir otro Papa (no tiene por qué ser necesariamente su inmediato o inmediatos sucesores) que restaure (o inicie la restauración), en virtud del ejercicio de su pleno poder monárquico, a la Iglesia liberándola de cualquier problema o destrucción de la misma heredado de su antecesor o antecesores. Siempre fue el poder político temporal (es decir la espada) la que, desde Constatino en adelante, garantizaba al poder político religioso (es decir la cruz) esa plena independencia en el ejercicio del poder supremo (los abusos accidentales que pudiera haber de regalismo por un lado, o de hierocratismo-clericalismo por otro lado, no afectaban a esa relación fundamental y natural de concordia establecida por Dios entre la espada y la cruz a lo largo de la Historia para el común beneficio de la sociedad).
Creo, es mi opinión, que éste es el caso en que nos encontramos actualmente en la Iglesia Católica.
Última edición por Martin Ant; 16/03/2014 a las 20:36
Me parecen, Martin Ant, muy oportunas tus explicaciones. Creo que tienes razón. Tampoco sería quizás adecuado hablar de 'usurpación' para definir lo que hasta ahora ha venido ocurriendo.
La cita de S.S. Benedicto XVI resulta ser más que explícita; como tu dices, es lapidaria: "Monseñor Fellay, ¿vé usted esa puerta de ahí?. Ahí termina mi poder".
Pero es que, ni siquiera creo que ese mismo sea ahora ya el problema, tras la dimisión de S.S. Benedicto XVI (y la posterior proclamación de Francisco). Me da la sensación de que ahora, al hombre que se sienta en la silla de San Pedro ni siquiera se le pasa por la cabeza ya la existencia de ese problema.
Un saludo
Saludos, esto esta muy enrredozo, dice el catesismo de Pio X , el de curso superior de religion FTD,y otros textos mas, describe que la religion Catolica es la union de todos los fieles cristianos que profesan y practican en su maxima pureza las enseñanzas de nuestro señor Jesucristo, y yo me pregunto, ¿estos ultimos Papas y su colegio apostolico y toda la jerarquia clerical, realmente profesa y practica en su maxima pureza las enseñanzas de Jesucristo Nuestro Señor?......
Tambien las notas que nos indican que realmente estamos en la Verdadera Iglesia, nos las muestran estos textos, que son : Una, Santa, Catolica y Apostolica.
para poder describir solo una de ellas, la que marca la Unidad; describen los textos mensionados, que en esta nota de Unidad, debe haber unidad de seremonias, Unidad en la Enseñanza, Unidad en la Liturgia, me pregunto ¿ Esto existe en en la Iglesia Posconciliar? esto por mencionar .. no recuerdo que nota en la Sagradas escrituras describe, palabras mas palabras menos, si me equivoco mil disculpas, "QUE SI UN ANGEL DEL CIELO VIENE A CAMBIAR ALGO DE ELLA ANATEMA SERA" estoy seguro que si sigo las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo, dejadas en su tradicion, en su liturgia, las profeso y las practico, sin seguir las enseñanzas erronias y poco respetuosas de los clerigos posconciliares, tendre una esperanza de llegar a buen puerto , si asi lo quiere Dios, de acuerdo a las promesas de la Santa Madre Iglesia y a sus pastores Legitimamente y defensores del deposito de la Fe
Paz y bien
El Papa es Uno y Solo Uno
Enviado por Moderador el Lun, 09/15/2014 - 12:14
Benedicto XVI ha renunciado no a una parte del papado, sino a todo el papado y Francisco no es un Papa a tiempo parcial, sino que es completamente Papa.
Prof. ROBERTO DE MATTEI
Entre las múltiples y versátiles declaraciones del Papa Francisco de los últimos tiempos hay una que merece ser valorada en todo su alcance.
En la rueda de prensa del 18 de agosto de 2014 a bordo del avión que lo llevaba de vuelta a Italia tras su viaje a Corea, el Papa afirmó, entre otras cosas:
"Pienso que el Papa emérito no es una excepción, sino que, después de tantos siglos, es el primer emérito. […] Hace 70 años los obispos eméritos eran una excepción, no había. Hoy los obispos eméritos son una institución. Creo que 'Papa emérito' es ya una institución. ¿Por qué? Porque nuestra vida se alarga y a una cierta edad no tenemos capacidad para gobernar bien, porque el cuerpo se cansa; la salud puede ser buena, pero no se tienen fuerzas para atender todos los problemas de un gobierno como el de la Iglesia. Y creo que el Papa Benedicto XVI hizo un gesto que de hecho instituye los Papas eméritos. Repito: quizás algún teólogo me diga que no es exacto, pero yo lo veo así. Los siglos dirán si es o no así, veremos. Usted podría decirme: '¿Y si usted no se viera capaz, en un momento dado, de continuar?'. Haría lo mismo, haría lo mismo. Rezaría mucho, pero haría lo mismo. Se ha abierto una puerta que es institucional, no excepcional".
La institucionalización de la figura del Papa emérito parecería, por consiguiente, un hecho adquirido.
Algunos escritores católicos como Antonio Socci, Vittorio Messori y don Ariel Levi di Gualdo han evidenciado el problema que plantea esta inédita situación, que parece acreditar la existencia de una "diarquía" pontificia. Un corte revolucionario con la tradición teológica y jurídica de la Iglesia actuado, paradójica y precisamente por el Papa de la "hermenéutica de la reforma en la continuidad".
No es casualidad que la "escuela de Bolonia", que se ha distinguido siempre por su oposición a Benedicto XVI, haya saludado con satisfacción su renuncia al pontificado, no sólo por la salida de escena de un pontífice adverso, sino precisamente por esa "reforma del papado" que él habría inaugurado con la elección de asumir el título de Papa emérito.
La hermenéutica "continuista" de Benedicto XVI se ha transformado en un gesto de fuerte discontinuidad, histórica y teológica.
La discontinuidad histórica surge de la rareza de la abdicación de un Papa en dos mil años de historia de la Iglesia. Pero la discontinuidad teológica consiste precisamente en la intención de institucionalizar la figura del Papa emérito.
*
Los primeros que se han precipitado en dar una justificación teórica de la novedad han sido sobre todo los autores de línea progresista. Como don Stefano Violi, docente de derecho canónico en la facultad teológica de Emilia Romaña, con el ensayo "La rinuncia di Benedetto XVI tra storia, diritto e coscienza" (“Rivista teologica di Lugano”, XVIII, 2, 2013, pp. 155-166). Y como Valerio Gigliotti, docente de derecho europeo de la Universidad de Turín, con el capítulo que concluye su volumen "La tiara deposta. La rinuncia al papato nella storia del diritto e della Chiesa" (Leo S. Olschki, Firenze, 2013, pp. 387-432).
Según Violi, en la "Declaratio" con la que el 11 de febrero de 2013 anunció su abdicación, Benedicto XVI distingue el ministerio petrino, "munus", cuya esencia sería eminentemente espiritual, de su administración o ejercicio.
“Las fuerzas – escribe Violi – le parecen no idóneas a la administración del 'munus', no al propio 'munus'”. La prueba de la esencia espiritual del "munus" estaría expresada en las siguientes palabras de la "Declaratio" de Benedicto XVI:
“Soy muy consciente de que este ministerio (munus), por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo (exequendum) no únicamente con obras y palabras, sino también y en no menor grado sufriendo y rezando”.
En este pasaje, según Violi, Benedicto XVI distingue no sólo entre "munus" y "executio muneris", sino también entre una "executio" administrativo-ministerial que se cumple con la acción y la palabra ("agendo et loquendo") y una "executio" que se expresa con la oración y el sufrimiento ("orando et patiendo"). Benedicto XVI declararía que renuncia al ejercicio activo del ministerio, pero no al oficio, al "munus" del papado: “Objeto de la renuncia irrevocable es, de hecho, la 'executio muneris' mediante la acción y la palabra ('agendo et loquendo'), no el 'munus' que se le confió una vez para siempre. Soy muy consciente de que este ministerio, por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo no únicamente con obras y palabras, sino también y en no menor grado sufriendo y rezando”.
También Gigliotti considera que Benedicto XVI, cesando de ser Sumo Pontífice, ha asumido un nuevo estatus jurídico y personal.
La escisión entre el atributo tradicional de la "potestas" y el nuevo del "servitium", entre la dimensión jurídica y la espiritual del papado, habría abierto la vía “a una nueva dimensión mística del servicio al pueblo de Dios en la comunión y en la caridad”. De la "plenitudo potestatis" se pasaría a una "plenitudo caritatis" del Papa emérito: un estatus “que es tercero tanto respecto a la condición precedente a la elevación a la cátedra de Pedro como a la de suprema dirección de la Iglesia: es el ‘tercer cuerpo del Papa’, el de la continuidad operativa al servicio de la Iglesia a través de la vía contemplativa”.
*
A mi juicio, los admiradores de Benedicto XVI deben rechazar la tentación de acreditar estas tesis para su propia ventaja.
De hecho, entre los católicos de orientación conservadora algunos ya empiezan a murmurar que, en caso de agravamiento de la crisis religiosa en curso, la existencia de dos Papas permitiría contraponer el Papa emérito Benedicto XVI al Papa en ejercicio Francisco.
Se trata de una posición distinta a la de la sede vacante, pero caracterizada por la misma debilidad teológica.
En los tiempos de crisis no hay que mirar a los hombres, criaturas frágiles y pasajeras, sino a las instituciones y a los principios inquebrantables de la Iglesia. El papado, en el que se concentra la Iglesia católica en muchos aspectos, se funda sobre una teología de la que hay que recuperar los puntos fundamentales. Pero hay un punto del que, sobre todo, no se puede prescindir. La doctrina común de la Iglesia ha distinguido siempre entre poder de orden y poder de jurisdicción. El primero se recibe a través de los sacramentos; el segundo, por misión divina en el caso del Papa o por misión canónica en el caso de los obispos y de los sacerdotes. El poder de jurisdicción deriva directamente de Pedro, que lo ha recibido a su vez inmediatamente de Jesucristo; todos los otros en la Iglesia lo reciben de Cristo a través de su vicario "ut sit unitas in corpore apostolico" (S. Tomás de Aquino, "Ad Gentes" IV c. 7).
El Papa, por consiguiente, no es un superobispo, ni el punto de llegada de una línea sacramental que desde el simple sacerdote, pasando por el obispo, asciende al Sumo Pontífice. El episcopado constituye la plenitud sacramental del orden y, por lo tanto, por encima del obispo no existe ningún otro carácter superior que pueda ser impreso. Como obispo, el Papa es igual a todos los demás obispos.
La razón por la que el Papa domina a cualquier otro obispo es la misión divina que desde Pedro se transmite a cada uno de sus sucesores, no por vía hereditaria, sino a través la elección legítimamente desarrollada y libremente aceptada. Efectivamente, aquel que asciende a la cátedra pontificia podría también ser un simple sacerdote, o incluso un laico, que después de la elección sería consagrado obispo pero que es Papa no desde el momento de la consagración episcopal, sino desde el momento en que acepta el pontificado.
El primado del Papa no es sacramental, sino jurídico y consiste en el pleno poder de pacer, regir y gobernar toda la Iglesia, es decir, en la jurisdicción suprema, ordinaria, inmediata, universal e independiente de cualquier otra autoridad terrena (art. 3 de la constitución dogmática del Concilio Vaticano I "Pastor Aeternus").
El Papa, en una palabra, es aquel que tiene el supremo poder de jurisdicción, la "plenitudo potestatis", porque gobierna la Iglesia. Es por esto que el sucesor de Pedro es primero Papa y después obispo de Roma. Es obispo de Roma en cuanto Papa y no Papa en cuanto obispo de Roma.
El Papa cesa ordinariamente de su cargo con la muerte, pero su poder de jurisdicción no es indeleble e irrenunciable. En el supremo gobierno de la Iglesia existen de hecho los denominados casos de excepción estudiados por los teólogos como la herejía, la enfermedad física y moral, la renuncia (cfr. mi ensayo "Vicario di Cristo. Il primato di Pietro tra normalità ed eccezione", Fede e Cultura, Verona, 2013, pp. 106-138).
*
El caso de la renuncia fue tratado sobre todo después de la abdicación al pontificado por parte de Celestino V, Papa desde el 29 de agosto al 13 de diciembre de 1294. En esa ocasión se abrió un debate teológico entre quien consideraba inválida esa renuncia y quien sostenía su fundamento jurídico y teológico.
Entre las numerosas voces que se levantaron para confirmar la doctrina común de la Iglesia hay que recordar las de Egidio da Viterbo llamado Romano (1243-1316), autor de un puntual tratado "De renunciatione papae", y de su discípulo Agostino Trionfo d’Ancona (1275-1328), que nos ha dejado una imponente "Summa de potestate ecclesiastica", en la que se afronta de manera amplísima el problema de la renuncia (q. IV) y el de la deposición del Papa (q. V). Ambos agustinos, pero discípulos de Santo Tomás de Aquino, son recordados como autores plenamente ortodoxos y fervientes defensores del primado de jurisdicción del pontífice ante las pretensiones del rey de Francia y del emperador de Alemania de la época.
En la estela del Doctor Angélico (Summa Theologica, 2-2ae, q. 39, a. 3) ambos ilustran la distinción entre "potestas ordinis" y "potestas iurisdictionis". La primera, que deriva del sacramento del orden, tiene un carácter indeleble y no está sujeta a renuncia. La segunda tiene naturaleza jurídica y no llevando impreso el carácter indeleble propio del orden sacro, está sujeta a perderse en caso de herejía, renuncia o deposición. Egidio confirma la diferencia que subsiste entre "cessio" y "depositio", a la segunda de las cuales el Sumo Pontífice no puede ser sometido a no ser en caso de grave y persistente herejía. La prueba decisiva del hecho de que la "potestas papalis" no imprime un carácter indeleble está el hecho de que “si así fuera, no podría haber sucesión apostólica mientras permaneciera en vida un Papa herético” (Gigliotti, p. 250).
Esta doctrina, que ha sido también praxis común de la Iglesia durante veinte siglos, puede ser considerada de derecho divino y, como tal, no modificable.
El Concilio Vaticano II no ha rechazado explícitamente el concepto de "potestas", sino que lo ha arrinconado, sustituyéndolo con un nuevo equívoco concepto, el de "munus". El artículo 21 de la "Lumen Gentium", además, parece enseñar que la consagración episcopal confiere no sólo la plenitud de la orden, sino también el oficio de enseñar y gobernar, mientras en toda la historia de la Iglesia el acto de la consagración episcopal ha sido diferenciado del de nombramiento, es decir, del de otorgamiento de la misión canónica.
Este equívoco es coherente con la eclesiología de los teólogos del Concilio y del postconcilio (Congar, Ratzinger, de Lubac, Balthasar, Rahner, Schillebeeckx…) que han pretendido reducir la misión de la Iglesia a una función sacramental, redimensionando su aspecto jurídico.
El teólogo Joseph Ratzinger, por ejemplo, aunque no compartía la concepción de Hans Küng de una Iglesia carismática y desinstitucionalizada, se ha alejado de la tradición cuando ha visto en el primado de Pedro la plenitud del ministerio apostólico, vinculando el carácter ministerial al sacramental (J.Auer-J. Ratzinger, "La Chiesa universale sacramento di salvezza", Cittadella, Assisi, 1988).
*
Esta concepción sacramental y no jurídica de la Iglesia aflora hoy en la figura del Papa emérito.
Si el Papa que renuncia al pontificado mantiene el título de emérito, quiere decir que de algún modo sigue siendo Papa. Está claro, de hecho, que en la definición el sustantivo prevalece sobre el adjetivo. Pero, ¿por qué es aún Papa tras la abdicación? La única explicación posible es que la elección pontificia le haya impreso un carácter indeleble, que no se pierde con la renuncia. La abdicación presupone en este caso la cesión del ejercicio del poder, pero no la desaparición del carácter pontifical. Este carácter indeleble atribuido al papado puede explicarse, a su vez, sólo por una visión eclesiológica que subordine la dimensión jurídica del pontificado a la sacramental.
Es posible que Benedicto XVI comparta esta posición, expuesto por Violi y Gigliotti en sus ensayos, pero la eventualidad de que él se haya apropiado de la tesis de la sacramentalidad del papado no significa que sea verdadera. Un papado espiritual diferente del papado jurídico no existe o lo hace sólo en la fantasía de algún teólogo. Si el Papa es, por definición, quien gobierna la Iglesia, al renunciar al gobierno renuncia al papado. El papado no es una condición espiritual, o sacramental, sino un “oficio”, es decir, una institución.
La tradición y la praxis de la Iglesia afirman claramente que uno y sólo uno es el Papa, e inseparable en su unidad es su poder. Poner en duda el principio monárquico que rige la Iglesia significaría someter el Cuerpo Místico a una intolerable laceración. Lo que distingue la Iglesia católica de toda otra iglesia o religión es precisamente la existencia de un principio unitario encarnado en una persona e instituido directamente por Dios.
La distinción entre el gobierno y el ejercicio del gobierno, inaplicable al oficio pontificio, podría en todo caso valer para entender la diferencia entre Jesucristo que gobierna invisiblemente la Iglesia y su vicario que ejerce, por poder divino, el gobierno visible.
La Iglesia tiene un sólo jefe y fundador, Jesucristo. El Papa es vicario de Jesucristo, Hombre-Dios, pero a diferencia del fundador de la Iglesia, perfecto en sus dos naturalezas humana y divina, el romano pontífice es persona solamente humana, privada de las características de la divinidad.
Hoy nosotros tendemos a divinizar, a absolutizar lo que en la Iglesia es humano, las personas eclesiásticas, y en cambio a humanizar, a relativizar lo que en la Iglesia es divino: su fe, sus sacramentos, su tradición. De este error surgen graves consecuencias también a nivel psicológico y espiritual.
El Papa es una criatura humana, aunque esté revestida de una misión divina. La impecabilidad no le ha sido atribuida y la infalibilidad es un carisma que puede ejercer sólo en condiciones precisas. Él puede errar desde el punto de vista político, desde el punto de vista pastoral y también desde el punto de vista doctrinal, cuando no se expresa "ex cathedra" y cuando no vuelve a proponer el magisterio perenne e inmutable de la Iglesia. Esto no quita que al Papa se le deben rendir los máximos honores que pueden serle tributados a un hombre y que hacia su persona se debe nutrir una auténtica devoción, como hicieron siempre los santos.
Se puede discutir sobre las intenciones de Benedicto XVI y sobre su eclesiología, pero es cierto que se puede tener un único Papa cada vez y que este Papa, hasta prueba contraria, es Francisco, legítimamente elegido el 13 de marzo de 2013.
El Papa Francisco puede ser criticado, también severamente, con el debido respeto, pero debe ser considerado Sumo Pontífice hasta su muerte o a una eventual pérdida de su pontificado.
Benedicto XVI ha renunciado no a una parte del papado, sino a todo el papado y Francisco no es un Papa a tiempo parcial, sino que es completamente Papa.
Cómo él ejerza su poder es, obviamente, otro discurso. Pero también en este caso la teología y el "sensus fidei" nos ofrecen los instrumentos para resolver todos los problemas teológicos y canónicos que en futuro puedan surgir.
Fuente: Chiesa, de Sandro Magister
Fuente: PANORAMA CATÓLICO INTERNACIONAL
Última edición por Martin Ant; 20/09/2014 a las 22:15
Actualmente hay 1 usuarios viendo este tema. (0 miembros y 1 visitantes)
Marcadores