No sé si lo dije ya en otro hilo, pero desgraciadamente tengo aparcado desde hace algunos años mi telescopio. Es una pena. No he podido ir comprando, como hacía antaño, el Anuario del Observatorio Astronómico de Madrid.
De todas formas creo que aparecerá igual en el de 2014 lo que voy a decir a continuación. Si se fija usted en la página inmediatamente anterior a la tabla en donde aparecen los datos de las excentricidades de las órbitas planetarias encontrará la siguiente advertencia:
Elementos orbitales
En la página siguiente figuran los elementos orbitales de los planetas para la época J2000.0, que corresponde al día juliano (...). Algunos valores, como el del semieje mayor y de la excentricidad de la órbita sufren variaciones debido a las perturbaciones planetarias, siendo especialmente importantes para los planetas exteriores a Júpiter.
Fuente: Anuario del Observatorio Astronómico. 2004. Ministerio de Fomento. Página 162
Tal es así que, por ejemplo, para 2004 los datos de la excentricidad eran los siguientes:
Mercurio: 0,20563 (aquí creo que se ha equivocado usted al poner la excentricidad de Mercurio para 2014 como: 0,2563. Se ha comido un cero entre el 2 y el 5).
Venus: 0,00677
Tierra: 0,01671
Marte: 0,09340
Júpiter: 0,04849
Saturno: 0,05551
Urano: 0,04630
Neptuno: 0,00899
Plutón: 0,24905
Se puede observar, efectivamente, como dice la advertencia, que las excentricidades de las órbitas sufren variaciones, sobre todo más acusadas a partir de Marte y Júpiter.
Lo que trata de decir el Anuario es que todos esos valores del semieje mayor y la excentricidad han de tomarse como valores aproximados, es decir, valores medios que constituyen un patrón o trayectoria regular elíptico medio. Pero eso no quiere decir que el cálculo teórico de la órbita del cuerpo celeste se ajuste exactamente a un patrón regular elíptico, es decir, que su trayectoria no constituye (como dije antes) meras o simples elipses.
Entiéndase lo que quiero decir. En las páginas siguientes del Anuario puede usted observar la posición exacta en la bóveda celeste (estableciendo la ascensión recta y la declinación) que van a tener en la latitud de Madrid los planetas a las 0h de UT (esto es, la medianoche conforme al meridiano de Greenwich). Estos datos son para tres días de cada mes del año. Pues bien estos datos predictivos no se corresponden con los cálculos realizados conforme a una trayectoria elíptica simple. Es decir, si se trazaran las efemérides de los cuerpos celestes en la bóveda siguiendo el cálculo teórico de una simple elipse, habría una discordancia entre la posición (ascensión recta y declinación) teórica calculada y la que se comprobara empíricamente en la práctica en esa latitud, en ese día y a esa hora.
Es por ello que, para dar cuenta de esas irregularidades que se salen del patrón puramente elíptico, es necesaria la computación de la posición exacta añadiendo unos ajustes y correciones que, hoy en día, se realizan mediante, entre otras, una herramienta utilitaria matemática que se llama análisis de Fourier (que viene a ser el equivalente de lo que antaño fueron las herramientas utilitarias del epiciclo y la deferente para dar cuenta de las irregularidades existentes en un patrón regular puramente circular). El nombre que se utilice para denominar a ese ajuste o corrección es lo de menos; lo que simplemente quería subrayar era la naturaleza o esencia equivalente de ambos conceptos en tanto en cuanto instrumentos puramente utilitarios para dar cuenta de la posición exacta de los cuerpos celestes en la bóveda.
Hoy en día, los software de programas para el siguimiento estelar llevan incorporados esos ajustes y correcciones de que he hablado para gran utilidad de los observadores amateurs y profesionales. Por ejemplo, uno de los más usados es el programa KStars. En una página de información sobre el mismo se señala lo siguiente:
¿Qué precisión tiene KStars?
KStars es bastante preciso, pero (aún) no es todo lo que podría ser. El problema de los cálculos de gran precisión es que hay que tratar con muchos factores muy complicados. Si usted no es un astrónomo profesional, es probable que nunca tenga problemas con esta precisión.
Esta es una lista de algunos de los factores más complicados que limitan la precisión del programa:
Las posiciones de los planetas solo son precisas en fechas que no difieran más de 4.000 años de la época actual. Las posiciones de los planetas se calculan utilizando un análisis de tipo Fourier de sus órbitas, en función de lo que se ha observado en los siglos pasados. En el colegio aprendimos que los planetas siguen órbitas elípticas sencillas alrededor del Sol, pero esto no es del todo cierto. Lo sería si solo hubiese un planeta en el Sistema Solar, y si el Sol y el planeta fueran objetos puntuales. En la realidad, los planetas están constantemente atrayéndose unos a otros, perturbando ligeramente sus órbitas; además, los efectos de marea introducen bamboleos precesionales. De hecho, análisis recientes sugieren que las órbitas de los planetas podrían incluso no ser estables a largo plazo (millones de años). Como regla general, se puede esperar que la posición de un planeta tenga una desviación de unos pocos segundos de arco entre los años -2000 y 6000.
Plutón resulta ser una excepción; su posición es quizá diez veces menos precisa que la de los otros planetas. Aun así, en fechas cercanas a la época actual, se puede asumir que su precisión está alrededor de un segundo de arco.
La posición de la Luna es probablemente la más difícil de predecir con gran precisión. Esto se debe a que su movimiento está bastante perturbado por la Tierra. Además, al estar tan cerca, incluso efectos mínimos que serían indetectables en cuerpos más distantes, son perfectamente notables en la Luna.
Los objetos con peor precisión en el programa son los cometas y los asteroides. Utilizamos un modelo orbital muy sencillo que no incluye la perturbación por parte de terceros. Por lo tanto, solo es posible configurar en sus posiciones en fechas muy cercanas a la época actual. Incluso para fechas actuales, se puede esperar una desviación en los cuerpos pequeños del orden de 10 segundos de arco o más.
Por último, recordar que la elipse no es más que un patrón que constituye un caso particular de una combinación de epiciclo y deferente; es decir, no existe diferencia, en principio, en el resultado de cálculo obtenido utilizando uno u otro mecanismo matemático. Dígase lo mismo en lo que se refiere a la segunda Ley de Kepler, en donde la herramienta ptolemaica de la órbita excéntrica daba cuenta también de las irregularidades en la velocidad orbital de los cuerpos celestes. Y, por supuesto, siguiendo en esta misma línea de equivalencia, la elipse (en tanto que figura puramente geométrica) también puede ser utilizada en cualquier otro modelo que presente un sistema de referencia distinto (como hiciera Giovanni Riccioli en su Novum Almagestum, por poner un ejemplo cualquiera).
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