Re: Las Pruebas del Evolucionismo
Si afirmamos que todo cristiano es creacionista, no hay error en ello. Si decimos que todo católico es creacionista, tampoco hay error alguno en tal afirmación. La razón que parece tan obvia no resulta serlo para muchos, ya sean creyentes ya materialistas. En mi opinión se ha difundido la idea creacionismo=antievolucionismo que teniendo una parte de verdad, no lo es del todo y no perdamos de vista que esa interpretación es protestante e ideológica ya desde las pugnas del obispo anglicano Hussler.
Nada hay de malo en afirmar que el concepto de evolución se refiere al vínculo físico entre las diferentes especies y se prescinde del modo en el que esta continuación genética ha tenido lugar. Más aún, si nos atenemos al propio Génesis el orden del Hexamerón se corresponde perfectamente con los periodos geológicos y biológicos de la Tierra. Y si de la creación del hombre hablamos, primero creó la materia de éste y después lo dotó de espíritu. Es decir, hay un proceso en ello, una "evolución".
En el relato se nos indica que "Al tiempo de hacer Yavé Dios la tierra y los cielos, no había aún arbusto alguno en el campo, ni germinaba la tierra hierbas, por no haber todavía llovido Yavé Dios sobre la tierra, ni haber todavía hombre que la labrase, ni vapor acuoso que subiera de la tierra para regar toda la superficie cultivable. Modeló Yavé Dios al hombre de la arcilla y le inspiró en el rostro aliento de vida, y fue así el hombre ser animado. Plantó luego Yavé Dios un jardín en Edén, al oriente, y allí puso al hombre a quien formara. Hizo yavé Dios brotar en él de la tierra toda clase de árboles hermosos a la vista y sabrosos al paladar, y en el medio del jardín el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal." (Gen-2, 5-9)
Y repasando el Génesis 1 el relato es pormenorizado no sólo en la descripción, sino en las razones necesarias para comprender el plan divino que lleva de la materia inerte a la materia viva y de ésta a través de un largo periodo al organismo humano con una intervención especial al dotarlo de espíritu. Un espíritu que no existía antes en el mundo y que sólo el ser humano posee. El problema, pues, no es la evolución, ni la aceptación de que ésta es lógica si con ello se rechaza el azar y se rechaza la versión monística y atea de la misma. El mismo proceso de la vida en el ser humano es el ejemplo perfecto de ese tipo de evolución: desde la concepción hasta la vejez.
Hay un problema de ideas, conceptos e interpretaciones. La solución no es la interpretación literalista del Génesis, pues de él se pueden obtener otras interpretaciones, tampoco es cierta la idea de una Tierra Joven, pues el conocimiento geológico está muy confirmado, independientemente de que los métodos de datación no sean totalmente infalibles (donde acaba uno, empieza otro y la ciencia es acumulativa), y es algo que se puede deducir del propio Génesis.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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