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Tema: Era de esperar: La película sobre los últimos de Filipinas es una birria.

  1. #21
    Avatar de donjaime
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    Re: Era de esperar: La película sobre los últimos de Filipinas es una birria.

    Hoy tenemos ocasión de ver la versión de D. Antonio Roman 1945, en TVE 2, a las 21,55

  2. #22
    Avatar de Hyeronimus
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    Re: Era de esperar: La película sobre los últimos de Filipinas es una birria.

    Los últimos de Filipinas


    «Los últimos de Filipinas», la original, dirigida en 1945 por Antonio Román, con un gran elenco de actores, es una bella película, de factura impecable, que está por lo menos a la altura de las grandes superproducciones estadounidenses de la época.

    Sirve como antídoto contra la pésima película del mismo título dirigida por Salvador Calvo en 2016, film ridículo y panfletario, contra España y de espaldas a la historia. Apoyado y subvencionado, por supuesto, por el Gobierno del PP y por los grandes consorcios mediáticos.

    Tomado de la Agencia FARO



    LOS SOLDADOS DE BALER

    No decimos los héroes, á cosa hecha. Soldados eran cuando se defendieron como tales; soldados duros, inconmovibles ante el empuje del enemigo; soldados en toda la extensión de la palabra; soldados como lo fueron todos los españoles mandados por jefes como don Juan de Austria, Roger de Lauria, Gonzalo de Córdova, el duque de Alba, Reding, Alvarez, el Empecinado y Mina.

    Soldados que creían en la honra nacional, cuando aguantaron asedio estrechísimo, cuando se defendieron, en tanto que los otros capitulaban; soldados de verdad; pues, sin esperar ajeno auxilio, abandonados de todos, menos de la fe que alentaba en sus corazones, supieron demostrar que el indomable espíritu que anima nuestra raza, dormita tal vez unos momentos, pero no se extingue, no muere, no acaba.

    Miente ó se engaña quien afirma que el espíritu no doma ni moldea la carne. Hemos visto en Francia, los últimos supervivientes de la famosa carga de Reichschoffen; hemos visto en España, al héroe de las Tunas, á los voluntarios catalanes que combatieron en Tetuán y en Wad-Ras á las órdenes de Prim. Sobre todas aquellas caras bronceadas, fulguraba y fulgura una luz que no ilumina las facciones de los demás soldados. Los cuerpos se yerguen con mayor gallardía, las frentes se levantan con mayor dignidad. Es que todos aquellos hombres han recibido el bautismo de gloria; es que todos han visto la muerte cara á cara. Y así como el fuego deja una marca indeleble sobre cuanto toca, así también la gloria y la muerte imprimen un indeleble sello sobre sus elegidos.




    Ved sus rostros morenos, curtidos por la intemperie, atezados por la flameante hoguera del sol de los trópicos; ved su continente marcial, la firmeza de sus movimientos, la rapidez y energía del gesto, la mirada fija, serena, dura, sostenida; esa mirada que doma á los felinos, que hace retroceder á los otros hombres; ved la inmovilidad de las facciones, petrificadas por el peligro continuo; mirad uno por uno á esos hombres, y, al advertir su continente reposado y decidido á un tiempo, su apostura gallarda, os explicaréis su conducta heróica, diréis: «Esos son los héroes de Baler; esos, esos solamente son los soldados de España.»

    Merced á su titánico arrojo, nuestro pabellón ondeaba aún en Filipinas once meses después de haber capitulado Manila.

    Sitiados por los tagalos en Baler, pueblecillo en la costa oriental de la Isla de Luzón, resistieron cerca de un año, desde el convento que les servía de fuerte, las agresiones constantes de sus feroces enemigos; y sólo cuando, faltos de salud, víveres y municiones, se vieron imposibilitados en absoluto de defenderse, aceptaron una capitulación gloriosa, con todos los honores de guerra. Una escolta de honor, formada por sus mismos contrarios, les acompañó hasta las puertas de la capital, en donde fueron recibidos por los victoriosos yankees con vítores y palmas.

    Cuando todos los muros se cuartean, cuando todo se hunde, cuando la desolación y la ruina anonadan todo lo fuerte y todo lo inconmovible, saludemos con respeto, con religioso respeto, á ese puñado de valientes que quizá algún día se convierta en legión; descubrámonos á su paso, y digamos una vez más, con entusiasmo, con orgullo: «¡Estos son los soldados de España! ¡estos son hombres!»

    ALBUM SALON (Barcelona, 1.º de marzo de 1899)


    Reino de Granada
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  3. #23
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    Re: Era de esperar: La película sobre los últimos de Filipinas es una birria.

    Enlaces de peliculas interesantes (aunque antiguas) sobre la Guerra del 98:

    "Héroes del 95" (1947) de Raúl Alfonso
    HEROES DEL 95 1/2 - Vìdeo Dailymotion

    "Bambú" (1945) de Rafael Sáenz de Heredia; musical con Imperio Argentina, Fernán Gómez etc.
    https://www.youtube.com/watch?v=Tgze...652606&index=1

    "Ramón y Cajal: Historia de una Voluntad" (1982, Serie de TVE capítulo 3, 57min)
    Ramón y Cajal: historia de una voluntad, Capítulo 3, Ramón y Cajal: Historia de una voluntad - Capítulo 3 - RTVE.es A la Carta
    raolbo y Pious dieron el Víctor.

  4. #24
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    Re: Era de esperar: La película sobre los últimos de Filipinas es una birria.

    Enlazo también "Raza" (el gran clásico), pues sus primeros 25 minutos son sobre la Guerra de Cuba.

    Jose Luis Sáenz de Heredia (1942)
    https://gloria.tv/video/s7aSWpmgZrzC1LTMo1b8VLy3w
    Última edición por DOBLE AGUILA; 05/02/2017 a las 23:14
    raolbo y Pious dieron el Víctor.

  5. #25
    Avatar de Mexispano
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    Re: Era de esperar: La película sobre los últimos de Filipinas es una birria.

    Pérez Reverte llama «basura» a la película española «Los últimos de Filipinas»

    El escritor, que critica que después de la película sobre la gesta de los últimos de Baler quizás es mejor que «el cine español» no filme ninguna carga de caballería, dio también su valoración en Twitter sobre la española «Oro»: «Una historia original de épica y crueldad, se les olvidó la épica»



    Imagen de «Los últimos de Filipinas», la película criticada por Pérez-Reverte en Twitter - | Vídeo: Así se rodó la película «1898. Los últimos de Filipinas» ABC Play Cine
    Madrid

    Actualizado30/07/2018 a las 17:48



    Eran apenas medio centenar de soldados, enfermos y sin comida, hacinados en una iglesia el sitiado pueblo de Baler. Resistieron durante 337 días, defendiendo el último territorio español en Filipinas, hasta que conocieron la retirada definitiva del país de la colonia en 1898, tras la capitulación de España en su guerra con Estados Unidos.

    La película «1898. Los últimos de Filipinas», dirigida por Salvador Calvo y encabezada por un nutrido elenco de rostros conocidos en el mundo de la actuación, intentó honrar la proeza del último bastión militar español en la isla filipina de Luzón. «La ambientación es precisa y claustrofóbica, y la cámara solemne, como el variado y transversal mensaje que le arrebata a la captura de los hechos: ha de notarse, y se nota, ese estado de ánimo noventayochista (la pérdida paulatina es el «leit motiv»), y ha de notarse, y se nota, ese inevitable ardor patriótico en los resistentes, pero también sus dudas y sus flecos antibelicistas, sea por desnutrición o descreimiento», escribió el crítico de ABC Oti R. Marchante cuando se estrenó la película. «El guionista y el director se manejan con habilidad cinematográfica en el cliché, y concentran su interés en los personajes clave para desentrañar el alma de una nación escurriéndose por el desagüe», dice el experto.

    Pese a la valoración del crítico, no todas las valoraciones son positivas. El escritor Arturo Pérez-Reverte, en una publicación desde su cuenta oficial de Twitter, ha compartido la que, para él, es «la mejor carga de caballería del cine». Pero fue más allá, y la reivindicación de esa escena terminó convertida en una crítica al cine español.

    «Nadie en el cine español hizo nunca nada sobre las cargas del regimiento Alcántara en Annual, en 1921; aunque, recordando la basura que se hizo hace poco con "Los últimos de Filipinas", quizá sea mejor así», añadió en Twitter.

    En respuesta a la pregunta de un usuario, tampoco se olvidó Pérez-Reverte de recordar la opinión que le mereció «Oro», protagonizada por José Coronado: «Sobre "Oro" ya la di. En una historia original de épica y crueldad, se les olvidó la épica», respondió en Twitter.




    ___________________________

    Fuente:

    https://www.abc.es/play/cine/noticia...3_noticia.html

  6. #26
    Avatar de Pious
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    Re: Era de esperar: La película sobre los últimos de Filipinas es una birria.

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    «Defensa de Baler» por Juan Manuel de Prada para el periódico ABC, artículo publicado el 7/X/2017.
    ______________________

    En cualquier país respetuoso de su pasado la aparición de «Defensa de Baler» (Espuela de Plata, Sevilla, 2016), narración de fray Félix Minaya (1872-1936) sobre el trágico sitio de once meses sufrido por un destacamento militar (los celebérrimos «Últimos de Filipinas») en la iglesia de Baler, habría sido un acontecimiento. Sobre las vicisitudes ocurridas durante tan afamado episodio sólo contábamos hasta la fecha (aparte del testimonio fragmentario de algún soldado) con la crónica «El sitio de Baler», publicada por Saturnino Martín Cerezo, teniente al mando del destacamento tras la muerte del capitán Las Morenas.

    En «El sitio de Baler», Martín Cerezo hace una crónica pormenorizada de los once meses de asedio, resalta el heroísmo de la mayor parte de los soldados a sus órdenes y hace alarde de sus indudables dotes de mando y estrategia. Pero también revela aspectos más discutibles de su personalidad y una justificación no siempre convincente de algunas decisiones adoptadas durante los once meses de encierro.

    Cuando preparaba mi novela «Morir bajo tu cielo» tuve ocasión de consultar el manuscrito de esta «Defensa de Baler» que ahora el gran filipinista Carlos Madrid pone a disposición del lector curioso. Su autor, el padre franciscano Félix Minaya, fue utilizado por los insurrectos filipinos como emisario para convencer al capitán Las Morenas que entregase la plaza. La rendición no se produjo; y Minaya se negaría a salir de la iglesia tras concluir su embajada, compartiendo la suerte de los soldados españoles. De este modo, sería testigo privilegiado de los avatares ocurridos allí durante los 290 días restantes del asedio.

    En «Defensa de Baler» se nos cuentan aspectos que el anticlerical Martín Cerezo nos escamoteó (así, por ejemplo, el fervor religioso que galvanizaba a los soldados) y se nos confirma que el fusilamiento de dos desertores ordenado por el teniente, discutible desde el punto de vista militar, fue además una ignominia, pues no se les permitió confesar sus pecados, habiendo dos frailes en la iglesia. Fray Félix Minaya pasa de puntillas sobre esta gravísima vileza; y nos sugiere que en diversas ocasiones Martín Cerezo actuó muy calculadamente, arrastrando a los soldados en sus desvaríos, para no comprometer su responsabilidad personal.

    Pero «Defensa de Baler» es un documento valiosísimo también por otras razones. Nos ofrece una visión de los primeros cincuenta días del sitio de Baler desde el bando insurrecto; y, en su tercera y última parte, Minaya nos narra su desgraciada vida tras la rendición del destacamento. Pues, extrañamente, el acta de capitulación firmada por Martín Cerezo sólo se preocupa de especificar que la «fuerza sitiada» no quedaría como «prisionera de guerra» y que sería conducida hasta lugar seguro. En cambio, los dos franciscanos que, tras la fallida embajada, habían compartido las penalidades del sitio, fueron apresados por los insurrectos y sufrieron todavía muchos padecimientos (no, por cierto, de la hospitalaria población autóctona, sino de los cabecillas de la revuelta, envenenados de consignas masónicas), hasta que los americanos los liberaron. Fray Félix Minaya nos ofrece, además, descripciones muy vívidas de su peregrinar por la selva, en contacto con tribus de negritos e ilongotes.

    Sorprende el gallardo estilo de fray Félix Minaya, sobre todo si consideramos que escribió su narración a vuelapluma, sin corregirla apenas. Pero aquellos frailes de antaño tenían un castellano vibrante –fruto de una esmerada formación– que en nada se parece al estilo lamerón y bardaje que emplea la actual clerigalla.

    Tampoco es comparable, por cierto, la tibieza de esta clerigalla con el ardor doliente de fray Félix Minaya, que toma vuelo en varios pasajes de su «Defensa de Baler»: «Pobre España, adorada patria, ¡cómo te han puesto! –escribe Minaya–. ¡Eres digna de mejor suerte! ¡Todavía tienes soldados dignos de ti! Despierta y sal del letargo en que yaces, pisoteada y despreciada por los mismos que en otros tiempos te temieron! ¡Ya es hora, despierta, levántate y marcha! ¡Aún tienes hijos que con gusto te dedicarán todos los latidos de sus corazones, todas las energías de sus almas y hasta la última sangre de sus venas! Por ti, querida España, no perdonarán desvelos, no evitarán sacrificios, no se ocultarán a las fatigas, ni los peligros los acobardarán, ni las calamidades les harán desfallecer. ¡Anda y no retrocedas!».

    Pero fray Félix Minaya, a diferencia de nuestros intrépidos obispones, era un evangelizador y un patriota. Por eso murió en Filipinas, entre los españoles de aquellas islas: «Los vecinos de Baler –escribe hacia el final de su crónica– siempre existirán en mi corazón. Mientras la sangre corra por mis venas, mientras el aire alimente mis pulmones, mientras me quede un momento de vida, su nombre ocupará un lugar preferente en mi corazón. Sí, pueblo querido, te amé, te amo y te amaré».

    Y, como obras son amores, fray Félix Minaya se quedó en Filipinas hasta que su corazón entregó su último latido.

    https://www.abc.es/cultura/cultural/...4_noticia.html

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