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Tema: En busca de la tumba de Cristo

  1. #1
    Avatar de Hyeronimus
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    En busca de la tumba de Cristo

    Aunque esta reseña es de hace un año, me parece que presenta un hecho histórico poco conocido y sumamente interesante.



    Pablo J. Ginés 'En busca de la tumba de Cristo': un CSI enviado por el emperador Tiberio

    La película italiana -guión de Massimo Manfredi; Mónica Cruz de protagonista- se basa en un informe de Pilato sobre Jesús que quizá sí existió.

    ¿Y si Poncio Pilato hubiese escrito al emperador Tiberio hablándole del tal Jesús y su nueva secta galilea? ¿Y si Tiberio hubiese enviado alguien a investigar? ¿Imaginamos un CSI del s.I, detective y forense?

    Esta es la base de la que parte la película "En busca de la Tumba de Cristo", producción hispano-italo-americana, rodada en Bulgaria, que se estrena en los cines españoles este Miércoles Santo [2007, nota de Hyeronimus]. La financia la Sony, quizá para librarse de la "maldición del Código Da Vinci" que le persigue desde que engendró aquella película (por llamarla de alguna forma).

    En busca de la tumba de Cristo se trata de una de esas producciones que en Italia tienen una versión televisiva larga (de 200 minutos) y que -como sucedía con la película de la Madre Teresa- a España llega en los cines en una versión recortada (105 minutos).

    Tiene algunos alicientes curiosos: Mónica Cruz (la guapa hermana de Penélope Cruz) como Tabita, protagonista femenina; Fernando Guillén Cuervo como San Pablo; Ornella Mutti como María Magdalena, el veterano Max Von Sydow (Jesús en La Historia más grande jamás contada; el padre Merrin en El Exorcista), como el Emperador Tiberio.


    No se puede negar que las hermanas Cruz (aquí Mónica) son guapas

    La música es de Andrea Morricone, el hijo del premiadísimo Ennio Morricone. Andrea tiene en su haber la banda sonora de bastantes películas en Italia, incluyendo una teleserie sobre santa María Goretti.

    Y entre los guionistas, el novelista e historiador polifacético Valerio Massimo Manfredi. Autor de éxito (famosísima su serie sobre Alejandro Magno) y arqueólogo reconocido, explicaba en un artículo de La Razón (21/03/2007) lo que le seducía del tema y por qué se embarcó con este guión. Copiamos parte de esta entrevista:

    - La clave es Tiberio. Muchos estudiosos están convencidos de que el «senatusconsultum» (decreto del Senado) del que habla Tertuliano -el que tuvo lugar en el 38 d.C., por el cual el senado declaró al cristianismo religión «lícita»- no se lo puede haber inventado el mismo Tertuliano. Si hubiera mentido, habría sido fácil desmontar su mentira, ya que en su época, en los archivos del Senado, («Tabularium»), estaban todavía los documentos originales. Y los decretos del Senado eran tan importantes que con toda seguridad se conservaban todavía.


    - Pero la búsqueda del cuerpo de Jesús, que es la trama de la película, ¿con qué fin se habría ordenado?

    - Para arrojar luz sobre lo que había ocurrido en Palestina y para tomar las medidas pertinentes. Existen hechos incontestables: Tiberio decapitó a toda la clase de dirigentes de Oriente Medio: destituyó a Caifás, sustituyó a Pilatos y al gobernador de Siria por hombres en los que confiaba. Nadie ha dicho que esto fuera consecuencia de la muerte de Jesús, pero tampoco que no lo fuera. El Imperio miraba con mucha atención el fenómeno del cristianismo, y Tiberio era una persona que prefería resolver las cosas con diplomacia antes que con la fuerza. No podemos excluir que hubiera calculado aceptar oficialmente esta religión pacífica que estaba tomando fuerza. Quizá le venía bien servirse de ella para poner orden en la situación palestina.

    - ¿Y qué le habría llevado a esta conclusión?

    - Todo lo que ocurría en Palestina se miraba con lupa. El proceso a Jesús no debió ser demasiado fácil; creo que Pilatos se lo pensó muy bien. Es cierto que después fue sustituido, pero Tiberio no ponía a ineptos para gobernar las provincias más difíciles.

    - Parece que la veracidad de las Escrituras interesa cada vez más...

    - Desde los primeros tiempos se han buscado puntos de referencia físicos y arqueológicos a la historia de Jesús. Por ejemplo, la «Tabula Peutigeriana», un mapa antiquísimo del Imperio Romano, que probablemente tiene su origen en el siglo I y fue ampliado en el IV, presenta el Monte de los Olivos y el Monte Sinaí... Y no olvidemos los ríos de tinta que ha hecho correr la Sábana Santa, el documento arqueológico más enigmático de nuestro tiempo: será medieval, según indica el carbono 14, pero me gustaría saber cómo un falsario medieval es capaz de construir un negativo fotográfico de un modo que ni siquiera nosotros hoy podemos reproducir...


    - ¿Y si fuera cierto este decreto..?

    - Significaría que Tiberio habría intentado anticipar casi 300 años el edicto de Constantino: que quien hubiera querido adorar a Jesús habría podido hacerlo libremente. Tiberio, de hecho, quiso que Jesús estuviera entre los dioses del Imperio. Pero el Senado, entonces, se opuso a su voluntad.

    Cada vez sabemos más de la compleja época de Jesús


    La hipótesis de la película: un investigador imperial busca el cuerpo de Jesús

    Todo el cristianismo se basa en una afirmación: Jesús ha resucitado. Sin resurrección no hay cristianismo, no se explica nada. No se explica por qué una serie de judíos galileos desanimados que han visto morir a su líder de repente salen entusiastas a la calle declarando que Él vive, y ya no les importa ser azotados ni perseguidos, rechazados, a veces ejecutados, por sus mismos compañeros judíos y autoridades religiosas.

    Para desmontar el cristianismo recién nacido, sus enemigos (Roma, los herodianos, los saduceos, los zelotes o los fariseos) sólo tenían que hacer una cosa: sacar el cuerpo de Jesús de su tumba, lleno de moscas, pasearlo por la ciudad y decir "aquí nadie ha resucitado, mirad el cadáver".

    El problema es que el cadáver no aparece y que Jesús, según deja escrito Pablo apenas 30 años después de los hechos, como recitando en griego una fórmula aramea enseñada entre los primeros cristianos, "se apareció a Cefas, después a los Doce, después a más de 500 hermanos de los cuales algunos viven y otros ya murieron, después a Santiago, después a todos los apóstoles...".

    El judío Flavio Josefo, en su libro de historia Antigüedades Judías (año 92-93 d.C) lo registra en lo que se ha llamado el testimonium flavianum: http://es.wikipedia.org/wiki/Testimonio_Flaviano .

    Publicamos aquí la frase sobre la resurrección de la versión árabe encontrada por el exégeta judío Shlomo Pines:

    "[Los discípulos de Jesús] Relataron que se les había aparecido tres días después de su crucifixión y que estaba vivo. Según esto fue quizá el mesías de quien los profetas habían contado maravillas."
    La película se origina con la idea de que la noticia de la resurrección provoca disturbios en Judea. El emperador Tiberio envía a un leal oficial, Tito Valerio, a buscar el cuerpo del tal Jesús, refutar la historia y acabar con el alboroto.

    Lo que sabemos de Tiberio

    Pero quizá eso no sea muy concordante con lo que sabemos. Sabemos bastantes cosas de Tiberio: que le gustaba tratar los temas con diplomacia y evitar enfadar a los reyezuelos locales de la frontera con persas y árabes. También que le gustaba la técnica del divide y vencerás: los romanos habían quitado a los samaritanos del control de los judíos. Los samaritanos eran, pues, protegidos por los romanos. Tanto, que de hecho Pilatos fue depuesto y deportado en el 36-37 d.C por haber reprimido un levantamiento con una excesiva matanza de samaritanos.

    A Tiberio quizá sí le habría interesado fomentar esta especie de "nuevo judaísmo" que era el cristianismo, un credo pacífico, no levantisco. Una forma de debilitar el judaísmo del Templo, también el de los rebeldes zelotes, y de fomentar una corriente colaboracionista en la población judía.


    Lo que Tiberio no quería era disturbios
    en una zona inestable y fronteriza como Judea

    Por otra parte, a Pilato le interesaba informar de esta posibilidad a Tiberio, hablarle del tal Jesús, ajusticiado por presiones del Sanedrín,a las que cedió para evitar peores alborotos en Pascua (ya se le había regañado a Pilato por alborotos en años anteriores en los que las tropas mataron unos galileos, como recuerda el evangelio de Lucas).

    Y todo esto perfectamente pudo pasar y estar documentado en los archivos del Senado de Roma: que Pilato escribió a Tiberio hablando de Jesús y que Tiberio planteó al Senado una propuesta: hacer del tal Jesús un dios más entre los muchos dioses extranjeros adorados en el Panteón romano, convirtiéndolo así en una "religio licita", religión lícita.

    El testimonio de Tertuliano

    El cristiano y abogado Tertuliano escribe en el año 200 su libro Apologeticum dirigido al Senado romano. En su capítulo 5 dice que así fue:


    En el tiempo de Tiberio entró en el mundo la primera noticia del nombre cristiano, y es notorio el tratamiento que hizo de este nombre este césar. Tuvo carta de Siria Palestina, en que le avisaban cómo se había manifestado la divinidad de Cristo en Judea, y deseoso de introducirla en Roma, pidió al Senado la admitiese, enviando en forma de decreto la prerrogativa de su voto. El Senado lo rehusó por no haber sido suya la primera aprobación, como la ley disponía. Quedóse constante en su sentencia Tiberio, y apoyó tanto a los cristianos, que puso pena capital a sus acusadores. Reconoced vuestros anales, y allí hallaréis que fué Nerón el primero que la cesárea espada ensangrentó feroz en la sangre de la religión cristiana.

    Tertuliano escribe al Senado del año 200 en defensa del cristianismo. Los senadores del año 200 no tenían muy buena imagen de Tiberio (aunque mucho peor imagen tenían todos de Nerón) y en cambio pensaban bien del Senado del año 30-40. Tertuliano no puede haberse inventado esta historia, poniendo a Tiberio como defensor del cristianismo ante un público que lo respeta poco, y recordando que ya siglos antes el senado rechazó adoptar el nombre de Cristo como un dios oficial más.

    Tertuliano lo cuenta porque le consta que es verdad. Y allí estaban los archivos. Como dice él: "reconoced vuestros anales". El senadoconsulto de Tiberio (la propuesta de Tiberio al Senado de oficializar al tal dios Jesús) debía estar accesible en los archivos senatoriales. Y efectivamente, tanto Pilato, como Herodes, como Anás y su familia acabarían mal, depuestos o deportados.


    Lo que sobrevive al paso de los siglos

    Han pasado siglos, guerras, incendios, tragedias. En estos tiempos de tonterías sobre falsas tumbas de Jesús (la reinventada por James Cameron para su documental, los huesos de María Magdalena en el Louvre de Dan Brown, la reedición de la tontería de que Jesús murió en Cachemira y otras operaciones para vender libros) no está de más una historia como esta que invita a investigar en la historia con seriedad y amor a la verdad.

    El senadoconsulto de Tiberio y el informe de Pilatos hablándole de Jesús, aunque mencionados por Tertuliano, no han llegado a nosotros. Pero no es raro. Tampoco nos ha llegado, por ejemplo, la Autobiografía de César Augusto contando sus batallas contra los cántabros, pese a escribirla el dueño del mundo antiguo y ser propaganda copiada por docenas de escribas y usada por historiadores imperiales.

    La literatura rabínica antigua no menciona el nombre de Jesús directamente, ¡pero tampoco menciona el de Herodes el Grande, que fue quien edificó el Templo! De Sócrates apenas sabemos nada excepto lo que nos ha querido contar Platón.

    Pocas veces hay hallazgos "cápsula-del-tiempo", como los escritos esenios de Qumrám en Palestina o los textos gnósticos de Nag-Hammadi en Egipto, casos afortunados y maravillosos. Muchas cosas no se escribieron, y de las que se escribieron, muchas se han perdido. Pero algunas irán apareciendo a la luz, y otras, las que ya tenemos, aún hoy nos descubren nuevas sorpresas. Eso es bueno para una religión como la cristiana, que se construye sobre unos acontecimientos históricos, no sobre teorías intemporales ni mitos de época indefinida.

    "Padeció bajo Poncio Pilato,
    fue crucificado, muerto y sepultado...
    y resucitó al tercer día"
    El Apologeticum de Tertuliano en español, que habla en su capítulo V de la propuesta de Tiberio, puede leerse completo aquí:
    http://tertullian.org/articles/manero/manero2_apologeticum.htm


    http://www.forumlibertas.com/fronten...fe850f2492caa6

  2. #2
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    Re: En busca de la tumba de Cristo

    Algo más sobre el mismo tema, tomado del portal italiano EFFEDIEFFE.COM. La traducción es mía, por si luego hay alguna queja.


    Jesús y Roma, una cuestión de estado (1ª parte)
    Maurizio Blondet
    24/09/2006


    Todavía hay incrédulos que sostienen que Jesús no existió jamás porque los Evangelios constituyen el único testimonio de su existencia, siendo por tanto un testimonio interesado que no merece crédito.
    Añaden que las fuentes paganas independientes de los Evangelios que hablan de Él son interpolaciones y falsificaciones añadidas al texto por los primeros cristianos.
    Estos incrédulos son herederos rezagados de la hipercrítica textual anticristiana del siglo XIX, que entre otras cosas tildó de interpolaciones (es decir, de añadidos falsos por parte de cristianos) el pasaje de Tácito (XV 44,5) que afirma que un tal Cresto fue condenado a muerte por el procurador Pilato. Y más aún lo hacen con la frase de Flavio Josefo en sus Antigüedades de los judíos (XVIII, 64) que habla de Jesús y dice: «denunciado por nuestros notables [Josefo era hebreo] Pilato lo condenó a muerte»: es el celebre Testimonio Flaviano, que rechazan considerándolo falso.
    Pocos saben, sin embargo, que la investigación históriográfica ha logrado grandes avances de entonces para acá, dejando sin argumentos a los hipercríticos.
    A partir de precisos descubrimientos arqueológicos --la lápida descubierta en 1961 en Cesarea, dondo dice con relación a un edificio dedicado a Tiberio por [PO] NTIUS PILATUS [PRAEF]ECTUS IUDA[EE]--, los historiadores de la romanidad han reconstruido paso a paso con una investigación digna de la policía científica, no solo la historia de Jesús, sino del interés inmediato que suscitó su predicación en los círculos del poder imperial romano.
    En particular las investigaciones realizadas por la historiadora Marta Sordi y sus colaboradores (en su mayor parte colaboradoras) han revolucionado los conocimientos sobre los primeros años del cristianismo, hasta el punto de que permiten establecer una cronología precisa y minuciosa de los acontecimientos.
    Vamos a intentar esbozarla.


    Año 31 de nuestra era: En Roma cae en desgracia Sejano, el poderosísimo prefecto de los pretorianos (es decir, la guardia del cuerpo imperial) a quien el temperamental Tiberio, que se había retirado Capri, había confiado los asuntos de gobierno.
    Advertido por unos delatores de que Sejano estaba tramando para arrebatarle el imperio, Tiberio pasó de la confianza excessiva a la desconfianza total y mandó matar al que había sido su brazo derecho.
    ¿Por qué la caída de Sejano fue crucial en el destino mortal de Jesús?
    Porque Pilato, prefecto de Judea, era un recomendado de Sejano, un cliente suyo.
    Le debía el puesto.
    Así pues, Pilato, privado de golpe de su protector en Roma, se siente débil e inseguro en el 31, que es el año en que probablemente tuvo lugar el proceso (algunos historiadores dan hasta la fecha exacta: el 27 de abril), y no se ve en condiciones de poder resistir las presiones de los sacerdotes que soliviantan a las muchedumbres contra el Nazareno.
    Cuando estas le gritaron que si salva a Jesús no es amigo del César, Pilato debió de pensar: «¡Maldita sea, estos tipos me van a acarrear la ruina!»
    No era la primera vez que los dirigentes hebreos hacían llegar informes contra él al Emperador.
    Por ejemplo, Tiberio, informado por los dirigentes judíos, le había ordenado retirar unos escudos dorados dedicados por adulación al Emperador y expuestos en el palacio de Herodes.
    Otra señal de que el Emperador no lo veía con buenos ojos: en aquel momento, el suspicaz Tiberio podia llegar a sospechar de la complicidad de Pilato en la conspiración de Sejano.
    Eso significaba la muerte.
    Los dirigentes judíos, por el contrario, se sentían fuertes: la caída de Sejano había supuesto la desaparición de un enemigo suyo (un antisemita dirían hoy) que se había opuesto duramente al proselitismo hebraico en la capital.
    Jesús fue condenado a la cruz en el contexto de este repentino relevo de gobernantes y de fuerzas.


    Año 34: ejecución de San Esteban el protomártir.
    Su lapidación, relatada en los Hechos de los apóstoles (que nos dicen también que Saulo de Tarso, ardiente y feroz discípulo del sabio rabino Gamaliel, participó en la ejecución), infringió las leyes romanas: en las provincias, la prerrogativa de imponer la pena capital correspondía al gobernador romano, no a las autoridades etnicas locales.
    Esto dio a Tiberio la oportunidad, que probablemente esperaba desde hacía bastante tiempo, de poner orden en la sediciosa provincia judaica.
    De hecho, como dice Tácito (Anales VI, 38,5), el Emperador mandó a su legado L. Vitelio, para proceder «a la resolución general de los problemas del Oriente».


    Año 36 ó 37: Vitelio llega a Jerusalén y la primera medida que toma consiste en deponer al sumo sacerdote judío Caifás, el mismo que había condenado a Jesús. Evidentemente, por ser responsable de la ejecución sumaria de S. Esteban, que para Roma era ilegal.
    Segunda medida: Vitelio depone a Pilato, que ya no será rehabilitado, y lo sustituye por un hombre de su confianza llamado --recordémoslo-- Marcelo.
    Lo cierto es que entre tanto la corte imperial había recibido otro informe contra Pilato, en esta ocasión enviado por los samaritanos; pero sin duda la debilidad manifestada por el gobernador no solo durante el proceso a Jesús (formalmente legal) sino por no haber impedido la lapidación abusiva de S. Esteban, debió de haber influido también en la deposición.
    ¿Cómo lo sabemos?
    Un historiador armenio del siglo V habla de una carta de Tiberio a Agbar, toparca de Edesa entre el 13 y el 50 d.C., en la que el Emperador le comunica que «castigará a los judíos» en cuanto haya sofocado la revuelta de los iberos, y ya la ha mandado por intermedio de Pilato.
    Falso, afirman los hipercríticos: todo lo contrario.
    La carta describe con precisión la misión confiada por Tiberio a Vitelio de la cual da cuenta Tácito: la puesta en orden o reorganización general del Oriente.

    Los iberos a los que se refiere no son los de Hispania, sino los del Cáucaso, de los que Vitelio en efecto se ocupó (también se ocupó de los partos y más tarde de Aretas, etnarca de Damasco que se había sustraído al dominio de Roma, en el marco de la mencionada reorganización general).
    Los Hechos de los apóstoles refieren a su manera lo mismo: que en el año 36 (Pedro y Pablo están en Jerusalén en esa fecha) hay «paz para la Iglesia en Judea, Galilea y Samaria
    ».
    Vitelio había puesto fin a la persecución de los judíos contra los primeros cristianos.
    Pero ahora, se da un pequeño paso atrás: crucial, importantísimo.


    Año 35: Tiberio propone al Senado reconocer el cristianismo como «religio licita»; el Senado, molesto porque la admisión de nuevas religiones era prerrogativa suya, rechaza la moción del Emperador.
    Y lo hace por medio de un senadoconsulto fatal, ya que se convertirá en el fundamento de todas las persecuciones futuras: Non licet esse christianos.
    Un senadoconsulto tiene fuerza de ley.
    Como los actuales presidentes de EE.UU., Tiberio no puede hacer otra cosa que imponer su veto: mientras viva, esta ley anticristiana quedará en suspenso.
    En pocas palabras, esto es lo que cuenta Tertuliano en su Apologia (V, 2).
    Replican los hipercríticos: Tertuliano escribe en el siglo segundo. No podía conocer aquella propuesta de Tiberio de cien años antes. Se lo inventó todo.
    Pero la objeción no es válida: Tertuliano escribe a los «responsables del Imperio» (imperii antistites) para convencerlos de que deben abrogar aquel senadoconsulto: ¿cómo se lo iba a inventar?
    Las autoridades, que tenían a su disposición los archivos, lo habrían desmentido de inmediato.
    De hecho, Tertuliano habría sido el primer interesado en negar la existencia de semejante ley, porque sostenía que las persecuciones carecían de fundamento jurídico.


    [SIZE=3]Tertuliano explica además que el Senado desconocía la situación en Palestina, mientras que Tiberio estaba bien informado por haber recibido un informe de Pilato sobre la rápida difusión de aquella creencia.
    En resumidas cuentas, el Emeperador, al contrario que los senadores, había estudiado la práctica cristiana, y había entendido como mínimo que los seguidores de Cristo quitaban al mesianismo judío toda inclinación a la violencia y política antirromana («mi reino no es de este mundo»). Por tanto, era políticamente oportuno reconocer aquella nueva religión que prometía aplacar la constante tendencia judía a la rebelión.
    Falso, falso, replican los hipercríticos: no hay la menor prueba de ese informe de Pilato.
    Lo cierto es que Justino y Eusebio de Cesarea también hablan del mencionado informe.
    Es verdad que el autor es tardío, pero refiere el proceso y la ejecución de un senador acusado de cristianismo, Apolonio, que tuvieron lugar entre el 183 y el 185, y dice que Apolonio fue condenado en virtud «del senadoconsulto que declara ilícito ser cristiano ».
    No pudo habérselo inventado.
    Y la verdad es que lo extraño hubiera sido lo contrario: que Pilato no hubiera dado cuenta a Roma de la situación.
    El gobierno romano era cosa seria; en su burocracia los informes de los gobernadores de las provincias eran moneda corriente.
    Pilato tal vez podría haberse abstenido de informar a Tiberio del proceso a Jesús, que al fin y al cabo había concluido con una ejecución legal, romana; lo que no podía haberse callado era el proceso y ejecución ilegales desencadenados por el Sanedrín contra los seguidores de Cristo: era un problema urgente de orden público.

    Todo lo que hemos referido explica y aclara el misterioso pasaje de la segunda carta de San Pablo a los tesalonicenses, en la que habla del katejon.
    O sea. de algo o alguien que contiene al Anticristo (2,1-7).

    Escribe S. Pablo que hay algo que retiene ai «hombre de la iniquidad»; solo falta que el que lo retiene «sea apartado del medio».
    Según Marta Sordi y su equipo de investigación, S. Pablo se refiere al veto de Tiberio a la ley senatorial que declaraba ilegal la fe cristiana.
    El veto es «lo que le retiene» (griego katejon, neutro).
    Mientras Tiberio no es quitado de en medio, es el que contiene la persecución (aquí San Pablo no emplea el género neutro, sino el masculino).
    La persecución vendrá tras la muerte de Emperador, cuando suba al trono Nerón.
    A lo largo de los siglos, los cristianos no han entendido la alusión.
    Pero han sostenido que el katejon era el Imperio Romano, come dice Sto. Tomás de Aquino: un poder político amigo del hombre y de la verdad.
    No andaban lejos de la verdad.
    Y de esta amistad de los niveles más altos del poder imperial con los primeros cristianos hay otras pruebas.
    Para los interesados, lo explico en la próxima entrega.

    Maurizio Blondet
    Última edición por Hyeronimus; 20/03/2008 a las 18:57

  3. #3
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    Re: En busca de la tumba de Cristo

    No concuerdo necesariamente con la interpretación del katejon que se da al final del artículo. Si bien es bastante aplicable y podría ser, existen otras interpretaciones, y de hecho la apostasía general que según anuncia San Pablo en el mismo pasaje precederá a la Parusía junto con la aparición del hombre de iniquidad, el Anticristo, es un fenómeno que no se ha dado en realidad hasta tiempos muy recientes, y va cada vez en aumento. No podemos saber cuándo aparecerá el Déspota de la Sangre de Sion anunciado en los Protocolos de ídem, pero lógicamente será a un nivel mucho mayor que lo que fue el Imperio Romano. De todos modos, el artículo corrobora los interesantes hechos históricos expuestos en la reseña de la película y añade más detalles.

  4. #4
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    Re: En busca de la tumba de Cristo

    Coincido contigo, el autor del artículo está haciendo una interpretación preterista de ese pasaje.



    Imperium Hispaniae

    "En el imperio se ofrece y se comparte cultura, conocimiento y espiritualidad. En el imperialismo solo sometimiento y dominio económico-militar. Defendemos el IMPERIO, nos alejamos de todos los IMPERIALISMOS."







  5. #5
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    Re: En busca de la tumba de Cristo

    Recuerdo que hace ya unos cuantos años se rodó y estrenó un filme con este mismo argumento. Yo lo ví, pero apenas recuerdo nada, es más ni siquiera recuerdo cuál era el título. Y es que, en efecto, si bien no parece haber prueba alguna respecto a esa correspondencia, si tiene visos de haber existido. Un gobernador romano tenía la misión, entre otras, de informar a Roma de cuantos acontecimientos señalables se produjeran en su territorio administrado.

  6. #6
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    Re: En busca de la tumba de Cristo

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    Valmadian, si por pruebas te refieres a las cartas en sí, por supuesto que no se conservan, pero tantas citas y alusiones en otros documentos de la época son para mí prueba, más que simples visos o indicios, de que en efecto esa correspondencia existió. Tertuliano, por ejemplo, no la habría mencionado en su apología si no hubiera sido verdad, porque los archivos del Senado todavía existían y de haber sido falso lo habrían desmentido enseguida. La verdad es que la lectura de los Padres, apologistas y otros autores cristianos de los primeros tiempos de la Iglesia depara bastantes sorpresas.


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  1. 20/10/2009, 20:03

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