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Tema: Las muertes de Hipatia

  1. #1
    Avatar de muñoz
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    Las muertes de Hipatia

    A propósito de la presentación de Ágora, de Alejandro Amenábar
    Las muertes de Hipatia


    Desde la Ilustración, la ideología progresista ha tratado de neutralizar el influjo del cristianismo en Occidente. Para ello ha recurrido con frecuencia a la canonización laica, e incluso a la confección de un martirologio propio. No caracterizan, desde luego, a estos procesos de glorificación secular el apego a la realidad histórica ni el compromiso con la verdad...


    Instantánea del último festival de Cannes
    Entre los siglos IV y V de nuestra era, vivió en la más culta y agitada metrópoli del Imperio oriental la hija del científico Teón, un académico imbuido de la religiosidad pagana. Su hija Hipatia, sin embargo, habiendo atendido con aprovechamiento a las enseñanzas de su progenitor, manifestaba desapego por los aspectos teúrgicos y culturales de la gentilidad helénica, inclinándose en su lugar por el platonismo. Y así se distinguió entre sus conciudadanos, recibiendo la veneración de sus discípulos y el respeto del resto de los griegos, lo mismo paganos que bautizados. Mas un infausto día de la Cuaresma de 415, en que volvía a casa en su carruaje, fue sorprendida por una horda de cristianos iracundos quienes, tras arrastrarla al Caesareum de Alejandría y despojarla allí de su vestidura, la mataron con cascotes de teja, quemando luego los restos de su cuerpo. Debía de rondar los sesenta años.
    Los modernos exaltan a una Hipatia que bien podría ser otra enteramente ajena a aquella de la que testimoniaron los antiguos. O tal vez su fantasma. Esta Hipatia -la que nos quieren vender con la película de Amenábar- aparece como la bellísima directora de la Biblioteca alejandrina que encarna los ideales de la autonomía científica, el progreso racional y la liberación de las mujeres; militancia que pagó entregando su vida a las caníbales tinieblas cristianas, lo que hoy la convierte en mártir de la ciencia, el helenismo, la perspectiva de género, o la combinación que se desee.
    ¿Reconocerían Sinesio, Olimpio, Herculiano y los demás alumnos de Hipatia a su reverenciada maestra en ese personaje? Sea lo que fuere, lo cierto es que las muertes de Hipatia han sido muchas desde el siglo XVIII. De entre los que las han perpetrado destaca el gran Gibbon, en su Historia de la decadencia y ruina del Imperio Romano (1776-1789). La tesis que vertebra esta monumental obra, que ve en el cristianismo al verdugo de la civilización clásica, conduce también a presentar a una Hipatia comprometida con los valores de la religión antigua. Inseguro es igualmente el camino que traza Voltaire en su Diccionario Filosófico (1764), donde un odioso san Cirilo azuza a los fanáticos cristianos contra la mujer sabia. Voltaire contribuye además a crear el halo de voluptuosidad que envuelve a Hipatia, pese a que las fuentes sostienen de modo inequívoco que se mantuvo virgen hasta su muerte, en línea con el idealismo neoplatónico.

    Hipatia en el mundo moderno

    El siglo XIX no le irá a la zaga al de las Luces en su contribución a las metamorfosis de Hipatia: el escritor anticatólico inglés Charles Kingsley da a la imprenta su novela sobre la pensadora, y en los ambientes franceses cunden los versos de Leconte de Lisle, deplorando el sacrificio de la platónica Afrodita a manos del vil galileo. Ya en el XX, Bertrand Russell encabeza una turbamulta de autores cuya dudosa versión hallará en los ochenta un altavoz planetario: la serie televisiva Cosmos, del astrónomo estadounidense Carl Sagan, de ideología cientifista y antirreligiosa.

    El fin de Hipatia

    Las circunstancias de la muerte de Hipatia debemos buscarlas en los sucesos que removieron Alejandría al menos desde dos o tres años antes. Cirilo sucedió en el Patriarcado a su tío, el animoso Teófilo, el 18 de octubre de 412; la votación del pueblo le prefirió frente a la candidatura del arcediano Timoteo, apoyado incluso por el jefe de la guarnición militar de Egipto.
    El celo madrugador y la enérgica resolución de Cirilo en la defensa de las prerrogativas episcopales le acabaron enfrentando con el Prefecto imperial Orestes, llegando estas desavenencias a dividir a la urbe misma. Un conciliábulo de cristianos febriles cree haber identificado el obstáculo que se interpone entre ambas personalidades: el gobernador visita muy frecuentemente a la filósofa. El desgraciado resto ya lo sabemos. La muerte de Hipatia sacudió la ciudad y Orestes abandonó Alejandría para siempre.
    Los asesinos de la hija de Teón posiblemente habían hecho el razonamiento correcto: la obstinación del Prefecto, un recién llegado, sólo podía deberse a los consejos de Hipatia. Como sugiere Maria Dzielska, de la Universidad Jagellónica, la filósofa pudo haber abandonado su exquisita neutralidad para aglutinar un partido en el intento de frenar el creciente predominio político del arzobispo y sus parciales. No se trataría, pues, de una mera rivalidad entre cristianos y paganos, porque en el partido secular militaban también cristianos, como el propio Orestes.
    En los mismos años en que arrebataron la vida a Hipatia y en la misma África, densos celajes se ciernen sobre los cristianos; diócesis enteras quedan huérfanas de sus pastores, que huyen abrumados del terror vándalo. Y en Hipona, junto a Cartago, resiste un anciano Agustín que, escribiendo bajo el shock de saber la Ciudad maestra de pueblos impíamente saqueada y a una nube de alaricos prestos a cruzar el mar, se esfuerza por convencer al mundo de que la Historia tiene sentido, y es de esperanza, porque, pese a los misteriosos pesares, la gobierna la Providencia.
    Miguel Ángel García

  2. #2
    Avatar de Hyeronimus
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    Respuesta: Las muertes de Hipatia

    Alejandría, neo-paganismo, y otra peli impía

    Le tengo particular antipatía a ese mequetrefe desde que me tuve que tragar por razón de amistad (hay fidelidades que se pagan caro) una peli que se llamaba "Ciérrame un ojo", o algo así. Con tantas películas vistas y aproximándome al medio siglo vital, uno ve venir las máscaras a la legua, y el petardete hiper-promocionado súper-subvencionado me dió mal tufo desde lejos. La peli pro-eutanasista, ese intragable melodrama "de género", confirmome mis peores augurios peliculeros del peliculachero. Y sigue empeorando. Eso sí: Cada vez empeora más caro.

    Al enemigo, ni agua. Estas cosas hay que tenerlas claras. Y si se reza por el enemigo, como se debe por caridad, recuérdese que se reza para que se convierta y haga penitencia, no se olvide. Por eso mis intenciones se dirigen a que fracase hoy mas que ayer pero menos que mañana. Y se convierta, of course, el desgraciado.

    Después del idololillo por el eutanasiofilm, se adivinaban empresas mayores. Y hete aquí que el energumenísimo se atreve - ¡oh castillos en el aire! - con la Alejandría tardo-helenística y el rifirrafe del siglo IV-V alejandrino, el muy mentecato.

    Cuando existe cierto gusto por la Historia, tanto el dilettante tanto como el docto perito saben que hay ciertos momentos fascinantes que mejor no "meterse". Son como esplendidas batallas, que hay que mirarlas desde lejos, sin adentrarse en particulares y follajes que impiden perspectivas. Además, la espesura es tal y tan liada está la madeja, que hay que mantenerse cauto para no caer preso en el enredo.

    Alejandría fue una fascinación desde su fundación por Alejandro. Los cristianos le debemos una obra "providencial", la Biblia de los LXX, un hito que iría abriendo caminos al Evangelio, un par de siglos antes. También fue Alejandría una de las sedes patriarcales de la Iglesia Antigua, la más importante de Oriente junto con Antioquía, y muy "distintas" una de la otra, quizá con una "ventaja" intelectual de la culta Alejandría, donde florece la primera "filosofía cristiana", la proto-catequética, y la más exquisita exegética. Con Panteno, Clemente y Orígenes, ningún otro centro le disputa su privilegiado lugar en la historia del Pensamiento Cristiano antiguo.
    Desde San Atanasio y la crisis arriana, los alejandrinos tuvieron una perspicacia especial para poner el dedo en la llaga de las controversias cristológicas. Alguna vez me he preguntado qué hubiera pasado sin la intervención de los agudos alejandrinos, inteligentes, tenaces, batalladores. Una vez, exponiendo un trabajo monográfico sobre San Cirilo de Alejandría y la controversia nestoriano-monofisita entre los Concilios de Éfeso y Calcedonia (431-451), un preguntón insolente, por cortarme el hilo filo-cirilista, me interrupió y me preguntó que qué opinaba sobre lo de Hepática. Yo aguanté la risa floja como pude y le dije que no sabía que San Cirilo hubiera padecido del hígado, que yo, más bien, me lo figuraba hipertenso.

    El cretino interruptor cuando preguntó por "Hepática" se refería a Hypatia. Hypatia es, a estas alturas, un quasi-mito del neo-paganismo, de esos que se sacan para acusar a los cristianos. No llega al grado de "popularidad" de otros mitos contra-cristianos, pero la peli esa del petardete oscarizado lo va a re-suscitar.

    De la Hypatia (no "Hepática") histórica hay dos "memorias". La paganizante contra-cristiana recuerda su cultísima intelectualidad, rara en una mujer, más rara todavía en la voluptuosa atmósfera de Alejandría, que todavía en el siglo IV-V era mucha Alejandría. La segunda memoria es la que ha pervivido entre los originales, porque los cristianos alejandrinos existen en la actualidad. Los monjes cristianos coptos de Alejandría recuerdan a una Hypatia medio bruja, encantadora de sortilegios y entregada a cultos horrendos.

    De algunos testimonios de autores eclesiásticos contemporáneos, alguno de ellos que la conocieron y trataron personalmente, se sacan conclusiones más ecuánimes: Una docta y bien relacionada dama, encantadora y buena instructora, filósofa "neoplatónica" (siendo el neoplatonismo un laberinto de notable complejidad y variedad), más bien "ecléctica", con un poco de todo y de todos. Y firme hasta el final en su paganidad filosofada. Una sugestiva figura del crepúsculo del mundo clásico del tardo-helenismo.

    La Iglesia del Patriarcado de Alejandría, en aquel periodo de plena decadencia imperial, fue un poder emergente que iba asumiendo los vacíos de las magistraturas romanas. Mucho más conectado con el pueblo que los administradores y militares delegados de Constantinopla, el Patriarca de Alejandría se yergue como el principal personaje de aquella sociedad en cambio acelerado por las circunstancias, que iban descomponiendo implacablemente el Imperio. En medio siglo, las distancias políticas se tradujeron también en polémicas doctrinales, una auténtica "pasión" que inflamó todo el Oriente Cristiano. Si se esclarecieron los dogmas y el Credo, la secuencia de los acontecimientos fue casi un adelanto del cisma entre Roma y Constantinopla, varios siglos más tarde. En el siglo V, la separación de Alejandría y Egipto de la comunión con la sede Constantinopolitana era un hecho jalonado Concilio a Concilio, así como la secesión política de hecho respecto al Imperio y su capital.

    La fuerza de aquella cristiandad arrambló los estragados y decadentes restos del paganismo, con Hypatia como una de sus víctimas, eso que hoy llamarían "efectos colaterales". Pereció durante un tumulto entre alejandrinos, unos partidarios del patriarca y otros adeptos del gobernador imperial. Probablemente, fue arrollada en una de las vías de la ciudad; los detalles de crueldad que algunos cuentan son, también probablemente, legendarios y re-imaginados por la historiografía moderna.

    Su memoria apenas sobrevive a las tremendas convulsiones sociales, políticas y religiosas que cambiaron las estructuras de la provincia imperial en dos siglos. A la llegada del Islám, todo resto fué barrido, y la memoria de la célebre Hypatia se regenera sólo a partir del siglo XIX, en círculos neo-paganos. Curiosamente con la misma intencionalidad anti-cristiana. No contra la Iglesia Alejandrina, sino contra la Iglesia de Roma, heredera de todos los pecados de todos los tiempos, ya se sabe.

    Cuando la peliculeta del peliculero mimado por la ztapería de la cultura de ministerio subvencionante de talantes-talentos vuelve a sacar a Hypatia de las nieblas de la historia, lo hace también con malévola intención. Además, la Hypatia de la películeta será fantástica, sexual, promíscua, insinuante, liberacionista, feminista...etc. Un prototipo de la hembra talantera post-moderna ad usum, ni más ni menos.

    En el colmo de la manipulación de hechos y personajes, en aquella Alejandría de contiendas y convulsiones sociales y religiosas, los enemigos del Patriarca le echaron el muerto de Hypatia al formidable Cirilo de Alejandría, como si el Santo no tuviera más cosas que hacer. El clímax de la propaganda contra-cristiana llegó cuando algunos obtusos levantaron las sospechas de que el culto a Santa Catalina de Alejandría devenía de una corrupción de la memoria de la filósofa Hypatia, que se confundió con el de una supuesta Catherina, Virgen y Mártir. Y es que cuando los enemigos pervierten, se atreven hasta con lo más santo (y nunca escarmentamos).

    El Cristianismo del siglo IV-V en Egipto, el mejor, se había retirado al desierto. Es el Cristianismo que ha sobrevivido a todas las vicisitudes de la violenta y azarosa historia de las comunidades cristianas en Egipto. Hoy, en medio de una hostilidad tapada por las autoridades egipcias, los cristianos coptos son más de 45 millones de fieles repartidos entre la región del Delta y el interior de la Tebaida. Una cristiandad próspera que reúne a los verdaderos e históricos "egipcios" entre una población mayoritaria de religión y costumbres islámicas.

    A ellos no llegará el relanzamiento de su antigua paisana la filósofa Hypatia como neo-pagana de película y figurón. Será el decadente Occidente el que decaiga un escalón más viendo la peli de Hypatia mientras se enerva con pruritos anti-cristianos.
    Cincuenta millones de '€ ha costado la peli (lea el que quiera la vomitosa laudatoria del abc (no quiero ni imaginar lo que canten los correligionarios de medios declaradamente afines)). Si publicaran las recaudaciones en taquilla, se sacarían vergonzosas cuentas de lo que cuesta mantener la "cultura" del régimen. Sin embargo reconozco algo "positivo": Aunque sea un alegato neo-pagano, por lo menos no es una impostura de la memoria histórica según el gusto y ensueño del nieto del derrotado.

    Unas notas:

    1ª) La Hypatia histórica muere con 60 años; digo esto porque la de la peli es una moza de proporciones de pasarela, para más confusión de los espectadores.

    2ª) La peli - a pesar de las gacetillas concertadas con los gacetilleros - dicen que es un confuso tostón que aburre al manso. En Cannes ha pasado sin pena ni gloria, con la sala de estreno casi vacía.

    3ª) No creo que vaya a verla, pero me la compraré en el top-manta en cuanto la copien (es que eso del top-mata jode mucho a los de la SGAE ylos paniaguados culturales del sistema, y yo contribuyo al derrumbe en cuanto puedo, por razones de evidente moralidad militante que no necesito explicar).

    4ª) Y perdón por la histriónica Hypatia, melodramática e impúdica de la ilustración, pero es que es una versión decimonónica "avant la lettre"de la peli del mamarrachete que seguramente - y apostaría si yo apostara, que no apuesto - le ha influído directamente al mamarrachoso peliculachero. Además declaro, ya de paso, que soy soy adicto a Alma Tadema, Pre-Rafaelistas, Bouguereau, neoclásicos y géneros historicistas por el estilo. Yes. Y como la escena es inventada y no existió una Hypatia así de indecente, todo es una licencia ilustrativa, mero fantasma, como una esencia neoplátonica del nous hyper-etérico, no sé si me explico.

    Pues eso.

    &.

    EX ORBE

  3. #3
    Toronjo está desconectado Miembro Respetado
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    Respuesta: Las muertes de Hipatia

    Que desprecio de talento (ironico) a sueldo del poder.No le importa manipoular la historia , si es necesario reinventarla para mayor gloria del régimen se hace y punto pelota. Una máxima fascista ya muy antigua. Seguiré con mi cuarentena al cine de régimen.

  4. #4
    Avatar de Val
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    Respuesta: Las muertes de Hipatia

    A mi el enano ese de Amenabar siempre me ha caído mal, desde que le vi por primera vez dando una entrevista después de ganar el Goya con su peli, opera prima, "Tesis". Me resultó de un pedante muy, pero que muy subido. Me dije: "Uy que tío más tonto, más encantado de haberse conocido, vamos, que parece que se ha traído el solito al mundo".

    Después, cuando confesó que era mariquita, todo la progresia del diario El País, cadena SER, la Cuatro y similares basuras mediáticas gili progres lava cerebros, no paraban de decir lo valiente que era por "salir del clóset". Ya ves tú, en estos días confesar que eres bujarrón, vaya merito. En esta España de trabelos, matrimonios gays, y demás sodomías a la carta, casi hasta te puedes inventar que eres maricón para engordar el currículo, que encima te pueden hacer ministro, aunque no sepas hacer la O con un canuto (y si también te haces musulmán mejor que mejor). Esas cosas tenían más merito decirlas hace 50 años, ahí si que había que "echarle" ¿Pero en estos días? Por favor, no me hagas reír que "me se" cortan los labios.
    Última edición por Val; 30/05/2009 a las 00:04

  5. #5
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    Respuesta: Las muertes de Hipatia

    Cita Iniciado por Toronjo Ver mensaje
    Que desprecio de talento (ironico) a sueldo del poder.No le importa manipoular la historia , si es necesario reinventarla para mayor gloria del régimen se hace y punto pelota. Una máxima fascista ya muy antigua. Seguiré con mi cuarentena al cine de régimen.
    Copiar el lenguaje del enemigo ya es una derrota. Seguro que hay mejores formas.
    Erasmus dio el Víctor.
    Aquí corresponde hablar de aquella horrible y nunca bastante execrada y detestable libertad de la prensa, [...] la cual tienen algunos el atrevimiento de pedir y promover con gran clamoreo. Nos horrorizamos, Venerables Hermanos, al considerar cuánta extravagancia de doctrinas, o mejor, cuán estupenda monstruosidad de errores se difunden y siembran en todas partes por medio de innumerable muchedumbre de libros, opúsculos y escritos pequeños en verdad por razón del tamaño, pero grandes por su enormísima maldad, de los cuales vemos no sin muchas lágrimas que sale la maldición y que inunda toda la faz de la tierra.

    Encíclica Mirari Vos, Gregorio XVI


  6. #6
    Avatar de Aquilífero
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    Respuesta: Las muertes de Hipatia

    Yo hace tiempo que no veo cine subvencionado por el impuesto de españoles todos. Pero no me extraña lo que se ha hecho con la "peli" de Amegaybar. Me recuerda un poco a las películas de finales de los setenta de Esteso y Pajares (salvando todas las distancias) en las que no se sabía por qué, pero debía aparecer una señora enseñando el busto o las nalgas, (exigencias del guión, se decía por entonces)
    Ahora, con los cines españoles muertos de risa, con el poder todopoderoso de los subvencionadores de filmotecas progres sueltos por ahí, para poder otorgar dinero con el que fabricar en celuloide una película (ya que te la subvenciona "Papá Estado", es imprescindible que dentro del guión apraezcan: "Un par de arremetidas contra la Iglesia Católica. Si sale la figura del Santo Padre, mejor que mejor. Otro par de escenas en los que se vea reflejado que la sociedad es gay, y ha sido siempre así, pero que Franco los tenía escondidos bajo pena de muerte, que debe aparecer en escena por imperativo del nuevo repartidor de subvenciones algún asunto alusivo a la guerra civil, aunque la película se desarrolle en el cuaternario, eso es lo de menos, y finalmente, para poder recoger la pasta y poder dar sello a la "peli", en la nómina de actores deben aparcer por lo menos media docena de los subvencionados habituales".
    Por cierto y haciendo un nuevo chiste, este tipo de directores/actores (Amegaybar, Almodóvar, Banderas, Bardenes, etc...,) podían llmarse "Subvencionados habituales", en contraposición de la película "Sospechosos habituales"
    Conócete, acéptate, supérate.
    (San Agustín)

  7. #7
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    Curioso, que no se le ocurriera explicar quién quemo la biblioteca, por ser superfluos los libros con la misma doctrina que el corán, y los contrarios a él no mercer existir...

  8. #8
    Avatar de Val
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    Cita Iniciado por Von-Feuer Ver mensaje
    Curioso, que no se le ocurriera explicar quién quemo la biblioteca, por ser superfluos los libros con la misma doctrina que el corán, y los contrarios a él no mercer existir...
    Ahí le has dado amigo. En uno de los episodios de la serie documental "Cosmos", realizada por el científico desaparecido Carl Sagan, se habla del episodio de Hipatia, pero luego para nada se dice que fueron los musulmanes, cuando invadieron Egipto, los que terminaron por darle el golpe de gracia a la biblioteca de Alejandría.

  9. #9
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    Respuesta: Las muertes de Hipatia

    Cita Iniciado por Donoso Ver mensaje
    Copiar el lenguaje del enemigo ya es una derrota. Seguro que hay mejores formas.
    Tienes razon Donoso, tanto escuchas las frases que me salen sin querer lo siento

  10. #10
    Avatar de Valmadian
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    Respuesta: Las muertes de Hipatia

    Los asuntos Hipatia y Gordano Bruno, son los dos temas recurrentes de la progresía y los s'amiguetes de la ciencia a lo largo de los últimos 1.600 años, porque el resto no da para más.

    Pero la solución a la pertinaz obsesión con la Iglesia Católica que anida desde el más oscuro fondo de estos mamandurrios progretas y usurpadores de las ciencias, es que no existe. Es decir, salvo respuestas aisladas y esporádicas, no se les dice la verdad: que son unos demagogos de la peor estofa.

    Desde luego, no pienso ver la pelicula, ni comprarla, incluso ni a los "top manta", aunque reconozco que es esta actividad legítima (de algo hay que vivir y mientras no sea robar o asesinar...) la que más le duele en sus partes a ese enjambre de atracadores que es la SGAE, (a mi los "CD" vírgenes me los envía un sobrino que vive en USA). Y es que estoy de la tal Hipatia hasta el gorro (por la Red abundan sus referencias como si fueran moscardas) aunque, en realidad, de los que estoy hastiadísimo, empalagado, es de esta chusma hasta un grado de irritación que empieza a preocuparme. Y es que no puedo soportarlos, es algo visceral.
    "He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.

    <<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>

    Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.

    Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."

    En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47


    Nada sin Dios

  11. #11
    Avatar de muñoz
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    Respuesta: Las muertes de Hipatia

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    Por el honor de San Cirilo de Alejandría

    AGUINIS Y LOS DESPERDICIOS
    Por Antonio Caponnetto
    La función fabulatriz
    Desde las páginas de La Nación –siempre prontas a albergar mendacidades- Marcos Aguinis ha vuelto por el tema que eternamente lo perturba y desquicia, el ataque a la Iglesia Católica.
    Sucedió el viernes 7 de agosto, en una densa y declinante nota que tituló Mujer excluida...¡qué desperdicio!, más el didáctico agregado previo de una volanta quejosa: Sigue la desigualdad de los géneros.
    Aguinis viene de recibir un sopapo de su paisano Verbitsky, que el domingo 2 de agosto, desde Página 12, lo llamó “pavo real”, y lo desplumó como tal con el recuerdo de ingratos menesteres; entre otros, su vinculación con Massera, el cobro de una holgada jubilación de privilegio y algunas mentiras enhebradas al voleo. Dispuesto a no arredrarse por estas menudencias, y sabedor de que su perruno agresor es hombre de taleguillas sucias, Aguinis siguió con su oficio preferido, el de invertir la Cruz.

    San Cirilo de Alejandría, obispo y doctor de la Iglesia
    Tiene la nota de marras los tópicos remanidos del freudismo y del feminismo, y una obsecuencia hacia la mujer, que acaba degradándola; como suele pasar cuando los maridos parranderos quieren atemperar con lisonjas melifluas los desvaríos de alguna noche crapulosa. Tiene incluso el escrito curiosos reproches al cristianismo, como el de haberse dejado ganar por “el pueblo judío”, que “fue el primero en abolir el analfabetismo de los varones ¡cinco siglos antes de la era cristiana!”. Fatídico cargo, sobre todo si se piensa que cuanto no hicieron los cristianos antes de existir se debe a la horrible culpabilidad de no haber existido.
    Mas en medio de naderías antes risibles que indignantes, el filósofo de Río Cuarto presenta el núcleo de su argumentación. Se trata de la historia de Hypatia de Alejandría, una científica de nota en la plenitud del siglo IV, que tras destratos varios por parte de los cristianos, habría sido asesinada en el año 415, mediante un crudelísimo linchamiento ejecutado “por un grupo de monjes” que no dejó tortura por infligirle a la desdichada sabia. Según Aguinis, “los historiadores coindicen en responsabilizar” a Cirilo de Alejandría “por el asesinato de Hypatia” ;como responsable habría sido, asimismo, de “la masacre que en aquel año se realizó contra los judíos”.
    Machismo, incultura y antisemitismo, he aquí un verdadero combo de acusaciones infames lanzadas impunemente contra el catolicismo, para seguir escribiendo otras diatribas después con la misma desaprensión intelectual. Ya se sabe de sobra que el diario que otrora fue de los Mitre y ahora es de los peores, no concederá análogo espacio para la réplica. También se sabe que la Jerarquía eclesiástica nada dirá, ocupada como está en conciliar las próximas tertulias interreligiosas con rabinos, imanes, sufíes, gurúes y el Padre Pepe de Paola.
    No obstante, llega tarde el fabulador Aguinis con su histórico hallazgo. La historia de Hypatia –convertida en mito en la doble acepción de la palabra; esto es, como ficción y como símbolo- ha dado ya innúmeras y trilladísimas vueltas por la novelística, la cinematografía, las tablas, el ensayo, el amarillismo lésbico y hasta por el cómic de Hugo Pratt y las extravagancias cósmicas de Carl Sagan. Voltaire se le adelantó en su Examen important de Milord Bolingbroke ou le tombeau du fanatisme –sin contar con que a él mismo se le habían adelantado los gnósticos y los protestantes- y Umberto Eco, hace ya casi una década, evocó a la fémina en Baudolino.
    Vueltas y piruetas tan abundantes cuanto torvas las de este personaje, pues cargan todas con el común denominador de las leyendas negras contra la Iglesia. En rigor, no hay ignorante infatuado que haya podido sortear la tentación de apelar a esta heroína para desfogar el odio anticatólico, aunque para lograr tal cometido tuvieran todos que falsificar burdamente los hechos y matar mil veces a Hypatia, como bien lo sostiene Miguel Ángel García Olmo, recientemente, en un ensayo notable a propósito del film Agora de Alejandro Amenábar (cfr. Las mil muertes de Hipatia, Alfa y Omega, n. 643, Madrid, 28-V-09).
    Lejos, pues, del consejo bergsoniano, la función fabulatriz de Aguinis no irrumpe para atemperar el racionalismo, sino para sumarse al coro corrupto de los sepultadores de la verdad.
    Los cristianos e Hypatia
    La verdad, como siempre, es distinta y opuesta a la versión de estos incendiarios de Roma.
    Se empieza por no contar con datos precisos sobre la biografía de Hypatia, a pesar –o por lo mismo- de que una vasta bibliografía ha dado cuenta de ella y de sus sucesos. Y tales son las brumas y las imprecisiones al respecto, que el historiador judío Heinrich Graetz, en el volumen segundo de su History of the Jews, aún cargándole el crimen a Cirilo, no tiene a la víctima por mujer sino por hombre.
    Hypatia –mujer al fin- no fue menoscabada en vida por los cristianos, ni desecharon ellos su ciencia con orgullo a causa de su condición femenina. La misma María Dzielska, de la Universidad de Jagellónica, en su Hipatia de Alejandría -de la que hay versión castellana, por lo que puede constatarse su ausencia de toda apologética católica- narra que la filósofa contaba con cristianos entre sus alumnos, como el Obispo Sinesio de Cirene (cuyo intercambio epistolar conocemos gracias a la obra ingente de Agustín Fitzgerald, The Letters of Synesius of Cyrene, Londres, 1925), o el “digno y santo" sacerdote Teotecno, y los prestigiosos Olimpio, Herculiano e Isión.
    José María Martínez Blázquez, por su parte, en su Sinesio de Cirene, intelectual –que ha tenido la gentileza de volcar digitalmente- menciona las buenas relaciones de Hypatia con el curial Amonio y el Patriarca Teófilo, así como los nombres de cristianos fervientes que, contemporáneos con los sucesos, no dudaron en defender su personalidad. Tal, por ejemplo, Timoteo, en su Historia Eclesiástica. También fue un cristiano, Sócrates Escolástico, quien en su Historia Eclesiástica (VII,15), escrita con posterioridad a la muerte de la alejandrina, la encomió como “modelo de virtud”.
    Entonces, la versión aguiniana de fanáticos católicos machistas opuestos a Hypatia por su género y por su paganismo, es puro cuento, trufa insidiosa y bola insensata echada a rodar con lamentable incultura.
    La muerte de Hypatia
    Si no le es imputable a los cristianos el maltrato a esta mujer singular, tampoco lo es su muerte, ni mucho menos a San Cirilo de Alejandría.
    El origen de tan amañada y dañina versión, según lo explica eruditamente Bryan J.Whittield en The Beauty of Reasoning: A Reexamination of Hypatia of Alexandra, hay que buscarlo en el desencajado Damascio, último escolarca de la Academia de Atenas, quien exiliado en Persia tras su cierre por orden de Justiniano, y dispuesto a azuzar las maledicencias contra Cirilo, a quien tuvo por rival –en un tiempo de rivalidades religiosas fortísimas y extremas- le atribuyó el homicidio sin más fundamento que sus propias conjeturas. Sin más fundamento que sus propias conjeturas, repetimos. Porque esto y no otra cosa es lo que, desde entonces y hasta hoy, siguen haciendo cuantos rivalizan endemoniadamente contra la Fe Verdadera. Han pasado siglos desde el lamentable episodio y nadie ha podido aportar otro cargo contra el gran santo de Alejandría que no fuera la sospecha, el rumor, la hipótesis trasnochada o la presunción prejuiciosa.
    No hay mentira mayor que la sostenida por Aguinis, y según la cual “los historiadores coinciden en responsabilizar a Cirilo de Alejandría por el asesinato de Hypatia”.
    Coinciden los enemigos frenéticos de la Iglesia Católica, no los historiadores o los genuinos estudiosos del caso, a algunos de los cuales llevamos citados en estas prietas líneas. No coinciden -y discrepan con la leyenda negra oficial impuesta finalmente por el Iluminismo- el arriano Filostorgio, el sirio Juan de Éfeso, los jansenistas Le Nain de Tillemont y Claude Pierre Goujet o el erudito Christopher Haas en su Alexandria in Late Antiquity: Topography and Social Conflict, publicado en 2006. No coincide tampoco Thomas Lewis, quien redactara ya en 1721 la célebre impugnación de la mentira a la que tituló sugestivamente "La Historia de Hypatia, la imprudentísima maestra de Alejandría: asesinada y despedazada por el populacho, en defensa de San Cirilo y el clero alejandrino. De las calumnias del señor Toland".
    No coincide el mencionado Miguel Ángel García Olmo, quien advierte en la maniobra acusadora un “afán de mancillar la ejecutoría de un pastor teólogo de vida esforzada y ejemplar como fue Cirilo de Alejandría, venerado en Oriente y en Occidente”; y ni siquiera se atreve a coincidir Gonzalo Fernández, quien en su obra La muerte de Hypatia, del año 1985, a pesar de la ninguna simpatía que manifiesta hacia el santo, llamando tiránico a su ministerio, concluye en que “ninguna de las fuentes sobre el linchamiento de Hipatia alude a la presencia de parabolani entre sus asesinos”. Los parabolani eran los miembros de una hermandad de monjes alistados voluntariamente para el servicio, principalmente entre los enfermos, y que en su momento respondieron incondicionalmente a San Cirilo, recibiendo la acusación de consumar el linchamiento de Hypatia. Recuérdese que también Aguinis, en el suelto que le objetamos, menciona a “un grupo de monjes”, como causa instrumental del delito.
    No coinciden los hechos. Porque el mismo Cirilo, que lamentó y reprobó el crimen de Hypatia, amonestó enérgicamente en su Homilía Pascual del 419, a la plebe alejandrina dada a participar en turbamultas feroces y sanguinarias como la que puso desdichado fin a la vida de la filósofa. Si no se le cree al santo, las novelas de Lawrence Durrel –concretamente las de su Cuarteto de Alejandría- resultan una buena fuente para conocer el carácter sangriento y cruel de esas tropelías feroces del populacho alejandrino. Sin olvidarnos de que fueron esas mismas hordas las que dieron muerte a dos obispos cristianos, Jorge y Proterio, en el 361 y 457 respectivamente.
    Aguinis, claro, además de la versión falseada de la muerte de Hypatia, sólo quiere recordar la expulsión de los judíos ordenada por San Cirilo, sin aclarar primero qué participacion tenían los hebreos en aquellos episodios luctuosos. Episodios que podían llegar a terribles excesos, como lo reconoce el ya citado Graetz, comentando los modos que solían tomar entonces los festejos del Purim. Porque como dice Maurice Pinay –en el capítulo VIII del segundo volumen de su Complot contra la Iglesia- los judíos “califican siempre esas medidas defensivas de los Estados Cristianos, de persecuciones provocadas por el fanatismo y el antisemitismo del clero católico”, pero son incapaces de ver las enormes vigas en los propios ojos. Tiene sobradas razones el exhaustivo Alban Butler, cuando en su voluminoso santoral, en la fecha correspondiente a la festividad del santo, el 9 de febrero, explica que Cirilo tomó legítimamente la decisión de expulsar a los judíos, tras comprobar “la actitud sediciosa y los varios actos de violencia cometidos por ellos”.
    No coinciden, al fin, los juicios de la Santa Madre Iglesia, quien mucho tiempo después de agitadas las pasiones terrenas, disipadas las dudas, superadas las conjeturas malintencionadas, estudiadas las causas, investigadas las acciones, consideradas las objeciones y sopesadas las acciones, elevó dignamente a los altares a Cirilo de Alejandría, y lo proclamó Doctor de la Iglesia en 1882, bajo el Pontificado de León XIII. Años más tarde, en 1944, el Papa Pío XII, en su Orientalis Ecclesiae, lo llamó “lumbrera de la sabiduría cristiana y héroe valiente del apostolado”. Y hace muy poco, en la Audiencia General del miércoles 3 de octubre de 2007, Benedicto XVI se abocó por entero a su encomio, recordando su defensa de la ortodoxia contra la herejía nestoriana. Para el Santo Padre, San Cirilo de Alejandría es el "custodio de la exactitud, que quiere decir custodio de la verdadera fe”; el varón justo que comprendió y predicó que “la fe del pueblo de Dios es expresión de la tradición, es garantía de la sana doctrina”.
    Va de suyo que el lector honrado sabrá a quién creer al respecto. Si a la Iglesia, que para canonizar a alguien se toma siglos de estudios, pidiendo milagros y virtudes heroicas al candidato, o a un ropavejero de las letras, alucinado de odio a la Cruz, que súbitamente y sin más trámites que su audacia, declara asesino a un santo, y misógino a quien veneró a la más excelsa de las mujeres:María Santísima.
    La pobreza del escándalo
    Bien está que exista el escándalo de la pobreza, porque la sangre del pobre –decía León Bloy- es el dinero mal habido de todos los rapaces. Pero a condición de que no se caiga en la pobreza del escándalo; esto es, en el raquitismo de un escándalo flaco y magro, sólo susceptible ante cuestiones terrenas, salariales o sociológicas.
    Tomar en vano el nombre de Dios, profanar lo sacro, agraviar a los santos y mostrarse impiadoso y blasfemo, debería movilizar los ánimos y los actos reactivos de los católicos, antes y con mayor intensidad que las injusticias sociales. El Reino de Dios y su justicia sigue siendo lo primero. La añadidura se le ordena como lo subalterno a lo principal.
    No pretendemos que lo entiendan nuestros obispos.
    Consejos para un feminista mórbido
    En cuanto a Aguinis, si anda buscando machismo en las religiones, le sugerimos una repasadita al Libro del Zohar o al Schulchan Arukh. O algo más próximo: el conocimiento descarnado y patético de las mujeres ultrajadas y prostituidas por la Zwi Migdal.
    Y si su feminismo mórbido lo impulsa –como en la nota que le objetamos- a extasiarse en la descripción del linchamiento de Hypatia, para cargar las tintas y disponer las sensibilidades contra su odiado catolicismo, no le vendría mal retratar del mismo modo los horrendos crímenes rituales de Agnes Hruza y Marta Kaspar, cristianas ambas y víctimas probadas de la demencia judaica. La una desangrada salvajemente en el bosque de Brezin, el 1º de abril de 1899; la otra descuartizada en Paderborn, el 18 de marzo de 1932. Los detalles de este tipo de endemoniados acontecimientos se los dará la obra de Albert Monniot, Le crime rituel les juifs. Si la juzgara nazi –porque ya se sabe que, en la guerra semántica, da lo mismo que su autor la escribiera antes de la aparición de Hitler en la historia- podrá acudir a Las pascuas sangrientas del insigne judío Ariel Toaf. Y si recusara esta obra aduciendo la supuesta retractación que su autor hiciera de la misma, deberá entonces acudir a la obra de otro israelita honestísimo, El poder de la judería, de Israel Adán Shamir.
    No dirá Aguinis que lo dejamos sin alternativas.
    Por el honor de San Cirilo de Alejandría
    No; categóricamente no. La coincidencia de la historia no está en retratar un Cirilo obtuso, asesino y odiador de mujeres. Eso queda para los recolectores de desperdicios usurpando el papel de escritores; para los escribas de ascosidades elevados al podio de intelectuales; para los ignorantes de invencible memez adornados con los oropeles baratos de la decadencia posmoderna. Eso queda para los hijos del Padre de la Mentira y los sepulcros blanqueados.
    En lo que coincide la vera historia sobre el santo y corajudo defensor de María como Madre de Dios, podrá contemplarlo y admirarlo el cristiano fiel y el hombre de voluntad recta adentrándose en sus escritos, que son muchos y ricos y bien sazonados en precisión, certidumbre y hondura. Quasten, Moliné, Altaner, Luis de Cádiz, Bardenhewer y la monumental obra de Migne, son sólo las principales patrologías que podrá consultar con provecho quien desee aproximarse al gran apologista.
    A la derecha del Padre donde ahora se encuentra, y bajo el regazo celeste de María Theotokos, de quien fue su caballero en lisa enamorada y sapiente, no lo rozan las diatribas indoctas de un hábil especialista en cantar las gestas de la marranería.
    San Cirilo de Alejandría: ora pro nobis.


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  1. 01/03/2010, 14:52
  2. 09/10/2009, 22:10

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