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Tema: Etapas de la "resignación" anti-conciliar: el divinismo; la papolatría; el mal menor

  1. #1
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    Etapas de la "resignación" anti-conciliar: el divinismo; la papolatría; el mal menor

    Un interesante artículo de hace más de cuarenta años:

    “La contemplación del naufragio de la Cristiandad en España producido tan sólo en diez años (1962-1971), muestra tres causas psicológicas responsables en grado sumo. Por orden cronológico de aparición son: el divinismo, la papolatría y el mal minorismo. Las tres, combinadas y entrelazadas con otras causas menores, como la pereza, la tibieza, etc.


    El DIVINISMO fue un rasgo del período preconciliar y aun del propio Concilio. Él presidió la preparación o mejor dicho, la falta de preparación de nuestros teólogos. Les llegaban noticias alarmantes de lo que pensaban los europeos; de que ya habían conseguido adentrar sus ideas hasta el orden del día y los esquemas; pero los nuestros, tranquilos. Nada de prepararse a fondo para el encuentro. "¿Cómo va Dios a permitir que un Concilio apruebe esos disparates?" – nos decían a los que desde nuestra modestísima condición de seglares les mostrábamos nuestra preocupación-, "¡Hombres de poca fe!" –repetían empujándonos suavemente hacia la puerta-. Continuaban: "una cosa es lo que se diga en los debates, y otra la que finalmente se apruebe; sólo ésta interesa realmente, porque llevará el refrendo del Espíritu Santo".
    Con esta confianza mal entendida, con este divinismo se fueron a Roma sin más preparativo que un repasito doctrinal y sin ninguna “praxis”; no descuidaron ésta, por cierto, los europeos, que acarrearon ingentes cargamentos de material de oficina, multicopistas, magnetófonos, instalaciones, empleados, dinero...


    La PAPOLATRÍA vino después. Cuando los gérmenes de la catástrofe aparecieron oficialmente en las actas del Concilio, ya no se podía seguir manteniendo el divinismo; aunque fuera de esa otra variedad, muy clerical, que consiste en echar la culpa a Dios Nuestro Señor de todo lo malo que pasa: “Cuando Él lo permite por algo será”.
    Entonces el divinismo se reforzó en unos y se sustituyó en otros, con y por la papolatría. Nadie se atrevería ya a decir que ciertos conceptos conciliares o autorizadamente atribuidos y dejados atribuir al Concilio, en contradicción con el magisterio anterior eran frutos del Espíritu Santo. La solución para algunos, vía muerta adelante, fue escudarse en la devoción al Papa. Confesaban que no entendían nada de lo que había pasado, de lo que veían y leían, pero como lo dijo el Papa, punto redondo. Aún así, presumían de piadosos. Esta adhesión incondicional al magisterio pontificio no infalible, conciliar y posconciliar, no estaba muy en línea con la propia ortodoxia católica. Pero no importaba: se sugestionaban con una piedad romántica.
    Hasta que la realidad fue día a día, disgusto a disgusto, minando estos equilibrios psicológicos hasta hacerlos insostenibles... Agotado este expediente, se replegaron a una tercera línea defensiva tan ajenos como desde el primer momento al consejo evangélico, “la verdad os hará libres”. Esa tercera línea defensiva es una versión falsa de la doctrina del mal menor....


    (...No es correcto aplicar a los que entonces practicaron la papolatría, el calificativo de “más papistas que el Papa”; porque los que lo merecen cabalmente, son los que prolongan, en variación cuantitativa de incremento, los deseos del Papa; ahora, en cambio, hablamos de los que incurren en una modificación cualitativa, la de atribuir cualidad de autoridad superior a manifestaciones que no la tienen.)

    El MAL MENOR, pecado capital de nuestra historia, ha vuelto con este planteamiento: "es cierto, lo reconocemos, que el Concilio y el pontificado de Pablo VI han dado algunos frutos amargos; pero proclamarlo y tratar de curarlos sería todavía peor; más vale disimular, ceder y esperar con calma a que Dios Nuestro Señor arregle las cosas" (¡¡nuevo divinismo!!)...

    La doctrina moral del mal menor dice que cuando no hay más remedio, cuando es totalmente inevitable optar entre dos males, entonces, y sólo entonces, se ha de aceptar el menor, pero con la firme decisión de estar intentando salir de él. Hay pues que aclarar si hay o no alguna otra salida entre la rebelión escandalosa y la aceptación resignada de la “autodemolición”; y si se cree que no la hay, conviene discernir cuál de las dos mencionadas es realmente la menos mala...
    Si se cree que es ineludible la disyuntiva entre la rebelión escandalosa y la aceptación resignada, no se ve claro que el mal menor fuera la última; de una parte, la rebelión ya no escandalizaría como lo hubiera hecho hace veinte años; ahora, el escándalo ha desaparecido a golpe de escándalo; de otra, la aceptación resignada ha sido el camino ya experimentado hasta ahora con tan desastrosas consecuencias que cuesta imaginar que con otra táctica se pudiera llegar a otra peores.”


    (De la revista “¿Qué Pasa?”, 24 Julio, 1971)
    Última edición por ALACRAN; 13/02/2013 a las 23:57
    Donoso, Hyeronimus y Abbendis dieron el Víctor.
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

  2. #2
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    Re: Etapas de la "resignación" anti-conciliar: el divinismo; la papolatría; el mal me

    Obsérvese en este artículo de época posconciliar (1968) el apogeo de la papolatría (o más bien del cretinismo católico): el autor identifica catolicismo con obediencia ciega al papa y al vaticano II y por tanto la "buena salud" del catolicismo español con su sumisión ciega a las barbaridades implantadas por Pablo VI y el Vaticano II. (Lo que empezaba a denunciar ya por entoces mons Lefebvre)

    Véase cómo defiende la nueva misa pseudoprotestante atacando a los que defendían el rito romano milenario (tridentino); la herética libertad religiosa del vaticano II; cómo hace pasar por "católicas" las reuniones ecuménicas de obispos católicos con herejes protestantes (él bien se cuida de llamarlos herejes y protestantes) y aplaude nada menos, que a un "pastor" (al que no califica de protestante obviamente) que se alegra por la expansión de las sectas en España a costa de los católicos,

    Y de propina tacha a los católicos escandalizados de tales monstruosidades como "nuevos Bartolomés de las Casas"...

    Ah, y además, texto aparecido no en una revista progre de izquierdas sino en una revista integrista como FUERZA NUEVA...

    De locos.


    (Negritas y paréntesis son nuestros)

    Revista FUERZA NUEVA, nº 66, 13-Abr-1968

    Catolicismo español

    (…) A la hora de cumplir los preceptos conciliares ha sido España la primera en ponerlos en práctica. Así, ya antes del Tridentino, la verdadera Reforma de la Iglesia se llevaba a efecto por el Cardenal Cisneros hasta Ignacio de Loyola, Teresa de Jesús, Pedro de Alcántara… Después del Concilio Vaticano I (siglo XIX) no fue en España donde aparecieron los cismáticos “católicos viejos”. (…)

    Y después del Vaticano II, la liturgia de la misa en lenguas vernáculas se ha implantado con aplauso unánime. En cambio, han aparecido voces discrepantes en libros y manifestaciones callejeras en Estados Unidos, reclamando el uso exclusivo del latín con amenazas de secesión.

    En España se han celebrado semanas de ecumenismo en iglesias católicas y de otras confesiones, sin estridencias, con gusto por ambas partes. Sin embargo, en Inglaterra grupos acatólicos (protestantes) se han manifestado increpando a sus pastores de traidores en actos ecuménicos.

    No cedo a la tentación de agregar más hechos extranjeros; solo citaré un libro traducido al castellano con vistas mercantilistas, cuya idea principal es demostrar que la masonería se había filtrado (¡) entre los padres conciliares. (¿”Complot contra la Iglesia", de Maurice Pinay, quizás?)

    Siendo esto así, rechazo que en el Club Internacional de Prensa alguien haya dicho que “a los españoles les ha cogido todo esto por sorpresa, sobre todo al español medio, quien no está preparado para la libertad religiosa, ni para afrontar las consecuencias del Vaticano II”. Falso, y en vez de generalidades señálense casos concretos.

    Más realistas son las palabras del pastor (¡protestante!), señor Cardona, en la misma sesión, quien “se mostró optimista en cuanto a la comprensión del pueblo español a raíz del Concilio, de todo lo que representa el respeto, incluso para la expansión de religiones no católicas”.

    No es ésta la única vez que, en reuniones mixtas (católico-protestantes), las tintas negras corren a cargo de los nuevos “Bartolomés de las Casas”. Lo que ocurre es que las masas católicas españolas no quieren seguir a los “pioneros del III (¡) Concilio Vaticano”, quienes, plagiarios de movimientos extranjeros, cuyos asertos están aún “sub judice” de la autoridad competente, han vertido interpretaciones audaces, en libros y revistas, del Concilio. (…)

    Adrián PECES MARTÍN DE VIDALES

    Última edición por ALACRAN; 01/06/2023 a las 20:35
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
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    Re: Etapas de la "resignación" anti-conciliar: el divinismo; la papolatría; el mal me

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    Se denuncia aquí la conjura del silencio de los medios periodísticos "progresistas" españoles contra un escrito de intelectuales catolicos franceses que denunciaron ante Pablo VI el estado catastrófico de la Iglesia.

    Primero. Sobre el silencio periodístico español hacia dicha carta de los intelectuales franceses al Papa, obedecería a que los principales medios de comunicación tenían al frente a periodistas-sacerdotes de simpatías más bien aperturistas; y que por tanto simpatizaban con los errores denunciados por aquéllos intelectuales.
    Eso sin contar con que dichos intelectuales eran laicos que iban a su aire, sin conexión con la jerarquía francesa (furibundamente progresista), tácitamente denunciada por ellos .

    Por otra parte; obsérvese como los intelectuales franceses agradecen a Pablo VI "las enseñanzas mediante los cuales habéis afirmado los principios de la fe y de la disciplina católica"... Ahora bien; lo que es de poder disciplinario papal, precisamente... muy poquito.... Cuando fue el año de la desobediencia escandalosa de conferencias episcopales a a la encíclica papal "Humanae Vitae".
    Y sobre la denuncia al Papa de los errores teológicos que ya campeaban libremente, en última instancia la culpa era del propio Pablo Vi que se negaba rotundamente a condenar a nadie y daba de facto vía libre a toda herejía.
    Total, que, incoherentemente, no sólo no acusaban al papa, sino que encima venían a elogiarle; o sea, "papolatría a todo gas". Si eso pasaba con los "intelectuales denunciantes", ¿qué esperar de los católicos del montón?


    Revista FUERZA NUEVA, nº 104, 4-1-1969

    Carta silenciada

    Un grupo de intelectuales franceses, entre los que figuran el premio Nobel de Literatura, François Mauriac; los filósofos Gabriel Marcel y Etienne Gilson y los profesores Guitton, Latreille y Rollethan, han dirigido una carta al Santo Padre en la que, con motivo de la terminación del año 1968, le expresan su agradecimiento por la “profesión de fe”, le expresan su tristeza y escándalo por los ataques de que ha sido objeto su figura y enseñanzas; piden a los sacerdotes que se dediquen la tarea de enseñar la Palabra de Dios y dar los sacramentos; protestan contra las gratuitas acusaciones de riqueza y triunfalismo que se hacen a la Iglesia; manifiestan su angustia ante una minoría de agitadores, clérigos y seglares, que pretenden gobernar la Iglesia, y reiteran al Papa la obediencia y filial adhesión de los firmantes.

    Pues bien, carta tan significativa, por su contenido y por sus firmantes, no ha tenido la menor acogida en la mayoría de las secciones religiosas de la prensa de España, ni siquiera en las que están a cargo de comentaristas que de tal forma se encandilan con lo que firman los intelectuales, laicos o religiosos, cuando se pronuncian en contra de las doctrinas tradicionales de la Iglesia o del magisterio del Pontífice. Ha sido una carta silenciada. Nosotros la hemos conocido gracias a “La Gaceta del Norte”, que la ha publicado con gran relieve. Su texto lo merece. Nosotros se lo ofrecemos también a nuestros lectores, y nos gustaría saber cómo van a justificar sus silencios esos “proféticos” comentaristas, que beben su doctrina en la prensa francesa. En cierta prensa francesa, se entiende.

    Los mismos que un día pedían la investidura cardenalicia para Maritain, y han dejado de hablar de él desde que denunció, con toda crudeza, los errores del progresismo. Nos tememos que Mauriac, tan grato a los progresistas, va a seguir ahora el mismo camino. Y es que si hay algo que los progresistas no perdonan, es que la fidelidad al Vicario de Cristo se anteponga a sus doctrinas partidistas. La luz de Roma resulta insoportable a los ojos que prefieren la oscuridad del error.

    El texto íntegro de la carta de los intelectuales franceses es el siguiente
    :

    “Santísimo Padre: Al terminar el año de 1968, nos sentimos obligados a expresaros nuestro agradecimiento por la “profesión de fe” (el Credo del pueblo de Dios), así como por todas las enseñanzas, mediante los cuales habéis afirmado los principios de la fe y de la disciplina católica

    Os comunicamos nuestra tristeza y nuestro escándalo ante los ataques de que ha sido objeto vuestra persona y vuestras enseñanzas, así como todo aquello que toca a la jerarquía, acusada de ser “una aristocracia de monopolizadores de espíritu”, que se eleva por encima de la comunidad para dominarla.

    Ante la proliferación de los errores referentes al culto de Dios, la historicidad de los Evangelios, la presencia real y el ministerio eclesiástico, anhelamos que la jerarquía de la Iglesia ejerza plenamente su función propia, que es la de mantener intacto el depósito de la fe.

    Pedimos que los sacerdotes, ya demasiado escasos en número para las inmensas necesidades de la comunidad cristiana y de la misión entre los no creyentes, continúen -salvo el caso de vocación especial- estando consagrados a la sacra tarea de enseñarnos la Palabra de Dios y darnos los sacramentos.

    Protestamos contra la acusación de riqueza y de triunfalismo que pudo estar justificada en la época de la reforma, pero que se hace a una Iglesia cuyo desprendimiento nos consta, con los límites que este desprendimiento impone a la formación de sus sacerdotes y a su presencia activa en la vida ciudadana.

    Os manifestamos la angustia del pueblo cristiano al ver que el admirable esfuerzo de renovación de la Iglesia, inaugurado por el Concilio y valientemente continuado desde entonces, se ve comprometido por una pequeña minoría de agitadores, clérigos y seglares, que pretenden gobernar la Iglesia y siembran por todas partes la confusión y la duda.

    Aseguramos a Vuestra Santidad nuestra total confianza para que continuéis durante el año que viene el trabajo propio de vuestra misión y os reiteramos nuestra obediencia y nuestra filial adhesión.

    Firman:
    Edmond Michelet, Charles Flory, Etienne Gilson, Olivier Lacombe, Henri Guitton, François Mauriac, Henri Rollet, Stanislas Fumet, Jacques de Bourbon Busset, Henri Boissard, Gabriel Marcel, Maurice Vaussard, Jacques Nantet, André Latreille, Pierre Mesnard, André Piettre.




    Última edición por ALACRAN; 31/01/2024 a las 17:57
    "... Los siglos de los argumentadores son los siglos de los sofistas, y los siglos de los sofistas son los siglos de las grandes decadencias.
    Detrás de los sofistas vienen siempre los bárbaros, enviados por Dios para cortar con su espada el hilo del argumento." (Donoso Cortés)

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