Comparto la prudencia de Valmadian.
Me ha sorprendido la elección no lo niego: me esperaba un Papa de tendencia progresista y ecuménica (sería necesario otro colegio cardenalicio para poder esperar otra cosa), pero no tan mayor y, sobretodo, uno que no fuera un opuesto tan pronunciado del emérito Papa Benedicto XVI. Casi parece que el cónclave quiso borrar la huela del pontificado anterior y cerrar la prominencia teologal de Josef Ratzinger, desde ya como Prefecto de la Congregación para la Doctrina y la Fe y mano derecha del Beato Papa Juan Pablo II en sus últimos años: cerrar el ciclo ratzingeriano.
Desde el punto de vista del gobierno curial y de la reforma de que carece a gritos, no vendría mal semejante ruptura; sin embargo, del punto de vista pastoral, lo veo con alguna preocupación.
A ver vamos: Bergoglio ha sido Bergoglio y el Papa Francisco será el Papa Francisco. Recemos por él y por la Santa Iglesia que ahora en delante, irá dirigir. Que el Espíritu Santo ilumine sus pasos para el bien de todos nosotros, las piedras vivas de la Iglesia que N. S. Jesucristo ha encomendado a San Pedro y sus sucesores.
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