El fabuloso misterio del Sagrario volador

Damos la espalda a Dios cuando pecamos. Y eso lo hacemos todos, todos los días. Y ante ese concreto y frecuente dar la espalda a Dios, hay otras formas de dar la espalda a Dios que no parecen tan relevantes. Pero a lo mejor si que son relevantes, aunque no sean TAN relevantes. O a lo mejor es que estamos tan acostumbrados a nuestra condición de pecadores que ya somos insensibles a los pequeños (y no tan pequeños) detalles más tangibles. O a lo mejor..... bueno, no se, se me ocurren otros muchos alomejores, pero a lo mejor es mejor dejarlo ahí e ir a lo que quería contar.


De las tres parroquias que hay en mis alrededores solamente una (la mas antigua) tiene el Sagrario en el presbiterio. Creo que fue el actual párroco (que ya debe llevar por lo menos un par de décadas o tres en el puesto) el que recuperó el Santísimo de una capilla lateral a la que había sido relegado.


En las otras dos iglesias resulta que ni siquiera está en una capilla lateral, está en un capilla posterior. Es decir, que durante la Misa se da esta curiosa situación: la feligresía entera da la espalda a Dios y solamente es el sacerdote el que está de cara a Él.


En un fascinante ejercicio de contorsionismo litúrgico-histórico hemos pasado gradualmente de: 1) estar todos de cara a Dios; a 2) estar el sacerdote de espaldas a Dios y los feligreses de cara; y por fin a 3) estar el sacerdote de cara a Dios y los feligreses de espaldas.


La parte buena es que de hecho se ha conseguido contentar a todo el mundo: tanto a los que pedían que el sacerdote estuviera dando la cara a Dios y a los que protestaban porque el sacerdote estuviera dando el culo a la feligresía. Esto es un logro de incalculables consecuencias.


Me pregunto con anhelante curiosidad cual será el siguiente movimiento que nos espera.

Embajador en el Infierno