¿El Papa bromea nuevamente?
Si el piloto no ve el iceberg…

La tranquilidad de los pasajeros de una nave, descansa en la confianza que depositan en el capitán, quien conoce su oficio y sabe la situación en que se encuentran en cada momento.
Por eso lo que ha dicho ayer el Papa Francisco, durante la reunión que mantuvo con el clero romano en la Basílica de San Juan de Letrán, la Catedral de Roma, debió haber sido una broma para que no estemos tan cómodos ni aburguesados los viajeros de la nave de Pedro.
He aquí sus palabras (Radio Vaticana – Traducción nuestra):
Es cierto que en la Iglesia hay escándalos, pero también mucha santidad, y ésta es más grande. La santidad cotidiana, escondida, aquella santidad de tantas madres y mujeres, de tantos hombres que trabajan todo el día por la familia.
Me atrevo a decir que la Iglesia nunca ha estado tan bien como hoy. ¡La Iglesia no se derrumba. Estoy seguro, estoy seguro!
Si tal cosa se hubiera dicho en serio, tendríamos que estar más que preocupados.No parece en modo alguno que esta sea la mejor hora de la Iglesia. Basta comprobar el lamentable estado en que se hayan las naciones que alguna vez integraron la Cristiandad hoy desaparecida.
Es tal la decadencia y la apostasía, que las naciones infieles nos dan lecciones en cuanto al orden natural destruido en la legislación occidental.
¿Cómo se puede decir eso cuando entre los católicos reina el concubinato establecido legalmente mediante el divorcio vincular; cuando las familias que se dicen cristianas limitan los nacimientos ilícitamente; cuando las vocaciones languidecen al punto tal que, como el mismo pontífice ha reconocido, hay monasterios cerrados e iglesias que se venden; cuando la doctrina es falsificada y la catequesis se ha tornado deficiente; cuando la liturgia es bastardeada y, al respecto, cada sacerdote se comporta como un “papa” en miniatura?
Hoy vemos, por ejemplo, que en una entrevista Leonardo Boff se dice asesor “informal” del Papa, al mismo tiempo que niega el sacerdocio de Cristo.
Es decir, hay un hereje a quien Francisco estaría consultando frecuentemente, según las declaraciones del consultor.
¿Como puede estar tan bien la Iglesia, cuando un informe puesto en manos de Francisco por Benedicto XVI el primer día en que se encontraron, describe, según serios trascendidos, una situación terrible en la curia romana?
¿Cómo, si a causa de todos los males acaba de renunciar un Papa, hecho casi único en la historia?Es al revés, la calamitosa situación que atravesamos, descrita acertadamente por el cardenal Ratzinger en la misa Pro Eligendo Pontifice que precedió a su elección: “La nave de la Iglesia hace agua por todas partes”, ha llevado a pensar a muchos cristianos que podríamos estar viviendo la gran apostasía que antecederá a la Venida del Señor.En esta misma reunión con su clero, Francisco les ha dicho que tiene miedo de envanecerse, tentado por el demonio, a causa del enorme poder que detenta; pero que hasta ahora no había cedido a esa tentación.
Agregó también que, si alguna vez cediera, se lo digan públicamente si no pueden decírselo en privado: “cuidado, conviértete”Seguimos el pedido del Papa y le decimos respetuosamente que, en nuestra opinión, su diagnóstico acerca del estado de la Iglesia es equivocado y mete miedo: el temor de vernos gobernados por quien confunde tormenta con bonanza, mal con bien.Atreviéndonos también a decirle que quizá su error de apreciación haya sido estimulado por el aplauso unánime y constante del mundo, del que debería recelar. ¡Se corre el riesgo de perder la perspectiva entre tantos aplausos y tanta alharaca!
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