Supplementum I al Diccionario de Respuestas

Cada vez que uno critica al Papa, o a un cardenal, o a un obispo, o a algún otro truhán que ha olvidado las verdades más básicas del catolicismo, siempre corremos el riesgo de toparnos con alguien que repita puerilidades tales como
¿No sería mejor que dedicaras tu tiempo a mejorar tu propia vida en lugar de andar criticando constantemente al Papa?, etc.
La respuesta correcta a esto es:
Pues bien, entonces ¡dejá de criticarme a mí por criticar al Papa! ¿No sería mejor si te dedicaras a mejorar tu vida en lugar de criticarme a mí?
Entonces puede que se calle (cosa que hará si es medianamente sensato; aunque en general esta clase de gente no lo es, pues sólo los bobos hablan repitiendo puerilidades) y a lo mejor insiste, con la esperanza de escapar de una situación difícil:
—Sólo estaba diciendo que…
Enjuagar y repetir el procedimiento.
Los floripondios tienen una rara habilidad para evitar tomar partido y a la vez quedar bien parados. Para ellos, nada mejor que tomar nuestra riposta y repetirla una y otra vez. Asegurarnos de que la han digerido bien. No se olvidarán de la cosa fácilmente.
*
Pero, a todo esto, funciona de otras maneras también. Cuando vuestro oponente se queda sin argumentos, generalmente recurrirá a etiquetarnos con uno de estos dos epítetos favoritos: "intolerante" o "falto de caridad".
1.- Resulta absurdo acusar a alguien de "falto de caridad" (en el sentido políticamente correcto) sin exponerse uno mismo a la acusación de estar con eso, precisamente, faltando a la caridad. Eso simplemente no tiene salida.
—¡Estás faltando a la caridad!
—¿Cómo puede ser caritativo el acusarme de falto de caridad?
—Pero… pero… pero ¡lo eres! ¡estás faltando a la caridad!
—¿No lo ves? Vos estás faltando a la caridad.
—¡Pero, es que, esto es porque estás tan, pero tan equivocado!
—¿De manera que me estás sugiriendo que resulta justo faltar a la caridad con alguien que está equivocado?
—¡Sólo estoy corrigiéndote!
—Pues eso, justamente, ¡es lo que estaba diciendo cuando empezaste con todo esto de la "falta de caridad"!
—¡Yo sólo estaba corrigiendo un error tuyo!
—¡Y yo estaba haciendo lo propio con un error de otro!
Enjuagar y repetir el procedimiento. No tiene por dónde escapar. Cuánto más insista, más comenzarán a sonreír los presentes.
Hasta la gente sonsa sabe reconocer quién ganó el argumento.
2.- Es imposible acusar a nadie de ser "intolerante" sin exponerse uno mismo a la acusación de ser intolerante.
—¡Sos un intolerante!
—¿Y por casa cómo andamos? ¿Acaso vos no lo sos también?
—¡Por supuesto que no!
—Bueno, entonces, sé tolerante conmigo también…"
—Pero, es que… ¡vos sos un intolerante! Yo soy una persona muy tolerante, excepto con los que no lo son, excepto con los intolerantes.
—Esa constituye la definición misma de la intolerancia.
—¡Entonces admitís que sos un intolerante!
—No he admitido nada. Vos sí que lo has hecho. Sólo te estoy diciendo que practiques lo que predicas. Repito, sólo estoy diciendo que te estás mostrando intolerante otra vez.
Enguagar y repetir el procedimiento. No den cuartel. Cuando el zorro se halla en el fondo del pozo, el buen perro se acerca para liquidarlo de una vez.
Es una lástima que no me conozcan personalmente. Tengo discusiones como estas muy a menudo, sobre todo porque los que no me conocen creen que van a salirse con la suya a fuerza de puerilidades y lugares comunes, y que me van comer crudo.
Con esto, los que sí me conocen, las más de la veces se muestran muy divertidos.
Mundabor
(Tomado de
https://mundabor.wordpress.com/2014/03/17/
y traducido por Jack Tollers)
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